El amor en el siglo XVIII
http://www.diariodesevilla.es/article/sociedad/1506469/amor/siglo/xviii.html
Una viga de madera de una vivienda toledana
escondía una misiva de un caballero a su amada fechada en 1700 en lo que
parece ser un amor prohibido.
-o-o-o-
Los
muros de una antigua vivienda del casco histórico de Toledo han
escondido durante trescientos años una carta de amor, al parecer
prohibido, que escribió con pluma de ave un enamorado caballero a una
mujer toledana. La misiva, que salió a la luz hace unos treinta años con
las obras de remodelación de la vivienda y que ahora ha sido
documentada, recoge toda una declaración de amor de don Alfonso de
Vargas y Montes a su "muy amada" doña María de Sierra.
"Es mi afición tanta a vuesa merced que me abraso en amores", escribe en un castellano antiguo sobre papel verjurado (de grosor variable) don Alfonso, quien también alaba la caligrafía de su amada al afirmar no haber visto letra "mejor de mujer", lo que evidencia que existía correspondencia entre ambos.
Pero este amor debía ser prohibido y, de hecho, la carta, fechada el 29 de octubre de 1700, apareció escondida en una viga de madera e introducida en ella a través de una grieta en la pared, según explica la propietaria de la vivienda que alberga la misiva, Marina Riaño. Riaño desvela que la carta estaba enrollada como un canutillo y atada con un hilo ya descompuesto -nada más tocarlo se deshizo- a una espiga de centeno o trigo, que la dama había utilizado para empujar la carta hasta el interior del muro.
"Aquí está el tesoro, aquí está", gritaron al encontrar la carta los albañiles, ya experimentados en obras de viviendas del centro de la ciudad y acostumbrados a los hallazgos, lo que ayudó a que la trataran con delicadeza para evitar su rotura. Marina Riaño, profesora de francés jubilada que ha sido recientemente nombrada Hija Adoptiva de Toledo, guardó la carta entre dos cristales para facilitar su conservación.
Después, su hija intentó sin éxito localizar en el archivo municipal al autor de la misma, algo impensable en el caso de la dama porque en aquella época las mujeres no estaban censadas. La familia guardó en el domicilio la misiva hasta que hace un tiempo Manuel Palencia, historiador de 'Cuéntame Toledo', organización dedicada a ofrecer rutas por la ciudad, vio la carta y decidió descifrarla. Aún la familia intenta averiguar quiénes eran los dos amados e incluso Riaño no descarta que fuese una religiosa, pues en el catastro la vivienda aparece documentada como parte de las antiguas casas del seminario y podía estar ocupada por monjas.
Lo que si está claro, según se deduce de su lectura, es que doña María había hecho un favor a don Alfonso, a quien supuestamente consiguió unos papeles y él se lo agradecía : "he estimado mucho el favor de haberme alcanzado los papeles". Además, le dice: "nací para servir a vuesa merced, pero no para mandar" y hace referencia a otras dos personas, que debían ser conocedoras de la relación y afirma: "a Pepita, cuando vuesa merced la bese, le dará dos besos más, uno por mí y otro por Don Juan".
"Por haber escrito deprisa, no se explica más mi afectuoso amor para con vuesa merced. Para mañana, siendo Dios servido, espero la respuesta", finaliza la carta don Alfonso. Lo que no se sabe, de momento, es si doña María respondió a su amado.
"Es mi afición tanta a vuesa merced que me abraso en amores", escribe en un castellano antiguo sobre papel verjurado (de grosor variable) don Alfonso, quien también alaba la caligrafía de su amada al afirmar no haber visto letra "mejor de mujer", lo que evidencia que existía correspondencia entre ambos.
Pero este amor debía ser prohibido y, de hecho, la carta, fechada el 29 de octubre de 1700, apareció escondida en una viga de madera e introducida en ella a través de una grieta en la pared, según explica la propietaria de la vivienda que alberga la misiva, Marina Riaño. Riaño desvela que la carta estaba enrollada como un canutillo y atada con un hilo ya descompuesto -nada más tocarlo se deshizo- a una espiga de centeno o trigo, que la dama había utilizado para empujar la carta hasta el interior del muro.
"Aquí está el tesoro, aquí está", gritaron al encontrar la carta los albañiles, ya experimentados en obras de viviendas del centro de la ciudad y acostumbrados a los hallazgos, lo que ayudó a que la trataran con delicadeza para evitar su rotura. Marina Riaño, profesora de francés jubilada que ha sido recientemente nombrada Hija Adoptiva de Toledo, guardó la carta entre dos cristales para facilitar su conservación.
Después, su hija intentó sin éxito localizar en el archivo municipal al autor de la misma, algo impensable en el caso de la dama porque en aquella época las mujeres no estaban censadas. La familia guardó en el domicilio la misiva hasta que hace un tiempo Manuel Palencia, historiador de 'Cuéntame Toledo', organización dedicada a ofrecer rutas por la ciudad, vio la carta y decidió descifrarla. Aún la familia intenta averiguar quiénes eran los dos amados e incluso Riaño no descarta que fuese una religiosa, pues en el catastro la vivienda aparece documentada como parte de las antiguas casas del seminario y podía estar ocupada por monjas.
Lo que si está claro, según se deduce de su lectura, es que doña María había hecho un favor a don Alfonso, a quien supuestamente consiguió unos papeles y él se lo agradecía : "he estimado mucho el favor de haberme alcanzado los papeles". Además, le dice: "nací para servir a vuesa merced, pero no para mandar" y hace referencia a otras dos personas, que debían ser conocedoras de la relación y afirma: "a Pepita, cuando vuesa merced la bese, le dará dos besos más, uno por mí y otro por Don Juan".
"Por haber escrito deprisa, no se explica más mi afectuoso amor para con vuesa merced. Para mañana, siendo Dios servido, espero la respuesta", finaliza la carta don Alfonso. Lo que no se sabe, de momento, es si doña María respondió a su amado.
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