El Tratado de Tordesillas y cómo repartió Portugal y Castilla

El Tratado de Tordesillas y cómo repartió Portugal y Castilla



BELÉN RODRIGO / Lisboa 14/09/2013

Fue un reparto equilibrado negociado de forma astuta entre las coronas. Un tratado que por primera vez establece una frontera que divide tierra y mar y cuya nueva concepción de división territorial determinó la actual configuración de América del Sur

El Tratado de Tordesillas y cómo repartió Portugal y Castilla



El Tratado de Tordesillas, 7 de junio de 1474, se inscribe en una larga serie de acuerdos entre los reyes de Castilla y de Portugal que se remontan al siglo XII y si nos referimos a la limitación fronteriza tenemos como ejemplos más antiguos el tratado de Badajoz de1267 y el de Alcañices en 1297. En Tordesillas los dos reinos dividieron el océano Atlántico por medio de una raya trazada de polo a polo, 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, quedando el hemisferio oriental para la Corona de Portugal y el hemisferio occidental para la Corona de Castilla. Así los Reyes Católicos y el rey Juan II de Portugal acuerdan las conquistas que podrán realizar ambos estados en relación con el mundo recién descubierto. Por primera vez se establece una frontera que divide tanto el mar como la tierra, y la nueva concepción de división territorial va a determinar la actual configuración de América del Sur.


El Tratado de Tordesillas y cómo repartió Portugal y Castilla“Hay efectivamente una historia diplomática muy antigua entre los reinos aunque nos restringimos al momento en el que la Corona de León y de Castilla se unen, en 1230. El Tratado de Tordesillas es uno de los momentos de esa tradición y no será el último”, explica a ABC Hermenegildo Fernandes, profesor del Centro de Historia de la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa. “Este tratado es global, su característica más destacada, e individualizador, puede alcanzar potencialmente el mundo. Pero a pesar de ser global se realiza con una arquitectura mental que son del mundo anterior, que no era global”, afirma en su interpretación de este acuerdo. Los dos reinos querían repartir el espacio que todavía no se había conquistado. “Hay un concepto central que es el de repartir el espacio a conquistar. El espacio exterior es de conquista y hay noción de que dos reinos pueden cogerlo y dividirlo entre sí”, recuerda el historiador luso. “Es un concepto del mundo de la vieja Hispania, de los reinos de la reconquista que se construyeron militarmente contra Al – Al-Ándalus y que crecieron a costa de su conquista”.

En la época medieval hubo un sistema de alianzas con el deseo de unir ambas coronas

“Estamos en una época primitiva de diseño de identidades nacionales y estos reinos son hispánicos, hay concepto de Hispania y tienen una matriz de identidad: la lucha contra el Islam y la lucha de demarcación territorial “, subraya Hermenegildo Fernandes. Importante es recordad la cuestión del parentesco entre las familias de ambas coronas. “En el interior de la monarquía castellana, aragonesa y portuguesa hubo durante toda la época medieval un sistema de alianzas que permite que las casas reales estén interconectadas por lazos muy próximos, estrategia que seguirán en el siglo XVI”, apunta el historiador luso para quien “no podeos hablar de dos casas reales separadas, son de hecho la misma familia”. Considera que entre finales del siglo XV y el siglo XVI hay una única familia real y “lo que ocurre en 1580 con la ascensión legítima de Felipe II al trono, porque era sobrino del Rey, podía haber ocurrido varias veces antes”.

Es decir, la unión de los dos reinos estuvo cerca de ocurrir en anteriores ocasiones, una de ellas, poco después de Tordesillas, con el nacimiento del infante don Miguel de la Paz, primer heredero del rey Don Manuel y la infanta Isabel de Aragón, entonces Princesa de Asturias y presumible heredera de las coronas de Castilla y Aragón. Llegó a ser jurado primer heredero de la corona de Portugal, Castilla y Aragón pero murió sin cumplir los dos años en 1500. “Es evidente que el problema diplomático es también fuertemente condicionado por el juego de alianzas dinásticas que tienen como objetivo unir las corona”, comenta el historiador.

La década de los 90 del siglo XV

El Tratado de Tordesillas ocurre en una década que concentra grandes acontecimientos. “La década de los 90 del siglo XV es extraordinaria, con la conquista de Granda en 1492, que es más importante que la llegada a América ese mismo año, desde el punto de vista de la época. Luego se producirá el tratado y en el 98 se descubre la India y en 1500 Brasil. En ocho años pasó de todo y parece muy claramente conectado con este cambio de estrategia en la política de alianzas”.

"Un reparto equilibrado porque contempla los intereses de ambas partes"

Pero los lazos familiares y el espíritu de conquista de los dos reinos no facilitaron las negociaciones del acuerdo. “Juan II negoció el tratado con extrema dureza y con un comportamiento muy florentino”, afirma Hermenegildo Fernandes. “Es un reparto equilibrado porque contempla los intereses de ambas partes y permite entender cuál será la configuración del reparto entre los reinos que se comportaron de forma astuta”. Y Tordesillas tiene consecuencias “sobre las cuales las personas no meditan” que se extienden hasta el periodo contemporáneo y sobre todo ocurre en una década que tiene una “concentración fenomenal de acontecimientos, es tal vez una de las décadas en la que más acontecimientos ocurren para la historia humana”. 

En este contexto, el profesor universitario cree que no se tiene en cuenta que la Península Ibérica crece más que el resto de zonas. “Empieza a crecer en el siglo IX-X, en la época islámica siendo la zona más rica en el siglo X y ese crecimiento no se interrumpe nunca. Las ganancias cristianas se tienen que entender por ese crecimiento”. A ello hay que añadir una serie de “felices circunstancias”, entre ellas que se trataban de dos monarquías estables con el reino de Castilla y Aragón “muy organizado compuesto por sociedad belicosa con guerreros que fueron creados en la lucha fronteriza”. Portugal, por su parte, busca por encima de todo “el control del Atlántico, en donde había invertido mucho, y le permite ganar una posición en lo que después se llamará Brasil”.

En el reparto de las nuevas tierras se excluyeron otros reinos de Europa

Hermenegildo Fernandes cree que se puede pensar en este Tratado “como una emanación necesaria de este juego del cual están excluidos otros reinos de Europa occidental por razones diversas”. Hay razones posicionales y de organización interna para que los países de la península tengan una hegemonía incontestable, “por más que los filmes sobre Isabel de Inglaterra quieran hacer creer que Inglaterra parezca la gran potencia, pero no es verdad, lo eran Portugal y España”.

La cuestión del Papado

El juego con el papado fue extremamente complejo porque las monarquías medievales tenían una relación en sí complicada con el poder eclesiástico”, comienza por decir el historiador. Desde el siglo XII no hay reino que no entre en conflicto con el Papado que pretendía un modelo de teocracia en Europa. “En el siglo XV el Papado está en Roma y es una institución simultáneamente transnacional y local, porque Roma es controlada por una de las familias rivales que pertenece a la jurisdicción del Papa”, afirma, e “intentan mantener una función arbitral y legitimadora y en la política italiana el Papa será un actor de primer nivel”. 

En este caso Alejandro VI es un Papa hispano, Rodrigo de Borja (Borgia, como decían en Roma), el segundo Papa español. Los Reyes Católicos buscaban un arbitraje y la legitimación de sus conquistas porque el tratado de límites con que contaban para resolver el conflicto, Alcaçobas-Toledo, no resolvía la cuestión. “Recurren a Alejandro VI para la legitimación”, subraya Hermenegildo. Hubo cuatro bulas en 1493, a favor de Isabel y Fernando, pero el monarca portugués no aceptó la línea papal de demarcación que demuestra que no existía la teoría del dominus orbi. Portugal contesta de esta forma las pretensiones de la Corona española resultantes del viaje de Cristóbal Colón que un año y medio antes había llegado al Nuevo Mundo, el cual reclamaba oficialmente Isabel la Católica.

Las Bulas Alejandrinas sentaron las bases del Tratado de Tordesillas

El papa Alejandro VI con las Bulas Alejandrinas, así llamadas porque él las dictó, sentó las bases para que posteriormente España y Portugal firmaran el Tratado de Tordesillas. El acuerdo supuso la independencia, por parte de los dos reinos ibéricos, de la autoridad pontificia, al reservarse ambas coronas la negociación y ratificación del contenido de sus cláusulas. “El hecho de ser un papa español no favoreció a los Reyes Católicos porque los papas no juegan siempre de acuerdo con los intereses nacionales. Los intereses familiares se interponen siempre a los nacionales”, recuerda el historiador. “Por otro lado porque la sociedad eclesiástica del periodo es verdaderamente internacional”.

Consecuencias para los países americanos

Para Margarita Prieto Yegros, escritora paraguaya de reconocida trayectoria, y autora del libro “El Tratado de Tordesillas”, este acuerdo “es un modelo de la mejor forma de solucionar difíciles problemas políticos y diplomáticos, en los cuales cada parte creía tener toda la razón y pretendía quedarse con lo mejor. La civilización europea en el siglo XV estaba detenida ante la barrera que significaba el océano Atlántico. La tarea de vencer al mar ignoto y extenso les correspondió singularmente a España y Portugal”. Considera también, “indudablemente”, que la lucha mantenida entre España y Portugal en el descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo “influyó por demás en la formación de las naciones americanas”. Como paraguaya afirma que “en el Tratado de Tordesillas podemos conocer las razones de nuestro origen, como provincia y como país”. 

Por su parte, el historiador colombiano Gustavo Vargas Martínez, en la revista Credencial, escribe que este tratado “puede ser considerado como el inicio de una compleja legislación para afinar el despojo de tierras en América y dar comienzo a la era de los grandes imperios lusitano y español. Fue, también, la inauguración de las hegemonías europeas sobre Asia, África y América”. Y cita al historiador Samuel E. Morison quien no dudó en afirmar que “nunca en la historia moderna se ha realizado una expansión colonial en tan vasta escala con tan pocas fricciones entre países rivales".


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