Hechicería o inquisición son palabras con connotaciones negativas y que infunden cierto temor. A pesar de ello, éstos y otros términos son la base del exhaustivo estudio realizado por el escritor malagueño Rafael Martín Soto que se ha traducido en el libro «Magia y vida cotidiana. Andalucía, siglos XVI-XVIIII» (Renacimiento) presentado ayer en el Centro de Estudios Andaluces.
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Martín Soto estuvo acompañado por Alfonso Yerga, director del Centro de Estudios Andaluces, y Abelardo Linares, director de la editorial Renacimiento.
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En palabras del autor, con este libro ha querido «romper una lanza a favor de la hechicería andaluza, muy rica y original». A lo largo de sus páginas se tratan temas tan importantes como la relación entre la mujer y el hombre con el diablo, la vinculación de la magia con la religión o cómo la magia era usada para lograr diversos fines. Para informarse sobre este tema ha recurrido a los documentos del tribunal de la Inquisición conservados en Granada debido sobre todo a que los que se hallaban en Sevilla y Córdoba fueron robados durante la época de la invasión francesa o quemados.
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Religión y magia
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Una de las bases argumentales utilizadas es la de tratar de aclarar la famosa leyenda negra que se cierne sobre dicho tribunal, llegando Martín Soto a afirmar que «la gente decidía autoinculparse de delitos de hechicería ante este tribunal puesto que las penas eran menores que en otros tipos sentencias». Donde sí se incide es en la diferencia de mentalidad entre la Inquisición y la de la Iglesia, que asociaba los delitos con la figura del diablo. La religión, por lo tanto, juega un papel muy importante destacando el uso de elementos tales como ostias consagradas o el agua bendita para los distintos rituales que se llevaban a cabo.
Con respecto al empleo de la hechicería, según Martín Soto, «ésta era usada también, con el nombre de magia culta, por la gente de mayor escala social que se hallaban protegidas por otras debido a su posición».
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Superstición en la actualidad
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A pesar de la antigüedad de estas prácticas, Martín Soto afirmó que el hombre de ahora sigue siendo igual de supersticioso que en épocas pasadas puesto que «si una persona cayera enferma, echaría mano de la medicina alternativa si la tradicional fallase». Así, demostramos no ser tan distintos.
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