viernes, 13 de febrero de 2009

Fesorias contra el mejor ejército del mundo

Cuando a los amigos les va bien... a uno le va mejor. Y eso se puede aplicar a Evaristo Martínez-Radio. Sigo su trayectoria "asNegritaturiana", desde la lejanía de mi Andalucía. Pero cada vez que hay una buena nueva sobre su carrera, me alegro como el que más. Sus investigaciones sobre la Guerra de Sucesión y la Guerra de la Independencia en Asturias, son "punteras", son de "vanguardia", y los hechos cantan por sí mismos. Enhorabuena. FJGN-Paco.
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Evaristo Martínez-Radío, ayer (12.II.2009), en el Club Prensa Asturiana.
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Fotografía: Jesús Farpón
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Martínez-Radío destaca el valor de las Alarmas, cuerpos de
ciudadanos que lucharon en la Guerra de la Independencia
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Oviedo, Marcos PALICIO
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Las alarmas se encendieron en 1808. Las activó la invasión francesa, pero alarmas en Asturias fueron entonces algo más que el aviso del peligro. Así se conoció un sistema defensivo formado por ciudadanos que aporta pruebas de hasta qué punto fue «el pueblo el verdadero protagonista de la Guerra de la Independencia». El historiador Evaristo Martínez-Radío regresó ayer al origen, funciones y modos de actuación de aquella milicia popular, poco estudiada hasta ahora.
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Autor del ensayo de próxima publicación «La Alarma asturiana ante la ocupación francesa de 1810», Martínez-Radío glosó en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA el valor de los campesinos que se atrevieron «con guadañas o fesorias» contra la fuerza del «mejor ejército del mundo».
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Contra el invasor, avanzó el conferenciante, la Alarma «militarizó» a los vecinos con aperos del campo y los convirtió en un cuerpo defensivo que en la Asturias ocupada pretendió ser un singular refuerzo para el Ejército regular, «una fuerza disuasoria por su número» que asumió el papel de «mantener el espíritu de resistencia y desgastar y desmoralizar al enemigo». Se organizó en cinco divisiones geográficas, cada una al mando de un «comandante» nombrado por la Junta General del Principado y subdividida a su vez en sectores por concejos y parroquias.
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Destacó por su organización y eficacia la de Castropol y todas, reconoce Martínez-Radío, cosecharon «resultados adversos en los choques directos», evidencia de su falta de preparación militar, pero destacaron en cambio «por su valor, abnegación y acoso hasta llegar al exceso de ardor en el combate». Además de apoyar al Ejército, en la Asturias dividida por la ocupación -con las tropas francesas detenidas en la línea que formaban los ríos Nalón y Narcea- asumieron funciones de espionaje y funciones policiales como los arrestos de desertores o imposición de sanciones.
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De su trascendencia histórica da idea la convicción de Martínez-Radío de que la Alarma asturiana contribuyó a la institución de «un nuevo concepto de ciudadano». En ella se encarna la novedosa idea de que cualquier ciudadano puede participar en la defensa de la patria: «Rompen con la asignación exclusiva a la nobleza de ese rol defensivo» y alumbran una situación en la que todos, también el pueblo, adquieren derechos y obligaciones.
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Además, en los partes de la Alarma el historiador ha descubierto una correspondencia entre la zona ocupada y la resistente que da fe de la subsistencia de un poder político incluso en la Asturias sometida al poder francés. También allí, en el Oriente, afirma Martínez-Radío, «había una Alarma», lo que aporta pruebas de que allí el pueblo asturiano «podía estar vencido en el terreno militar, pero no derrotado», porque se vuelve a levantar y se reorganiza tras los golpes que recibe. En la Guerra de la Independencia, éstos y otros testimonios dan fe, concluye el historiador, de que «todas las dificultades fueron salvadas por los paisanos de a pie», de que «cuantas más dificultades, más mérito tuvieron nuestros paisanos».

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Más información:

http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1131646

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