sábado, 18 de abril de 2009

Caños Santos. Historia y vida de un desierto franciscano

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La Tercera Orden Regular en Andalucía:
Caños Santos. Historia y vida de un desierto franciscano
en los confines del Reino de Sevilla.
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Manuel Jiménez Pulido -
Francisco Siles Guerrero -
Sergio Ramírez González
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La Tercera Orden Regular en Andalucía: Caños Santos. Historia y vida de un desierto franciscano en los confines del Reino de Sevilla, como su mismo título evidencia no es sólo un compendio del devenir histórico del santuario que desde 1543 a 1835 cobijó a Nuestra Señora de Caños Santos, sino también una aproximación a la historia de esta orden en Andalucía, y un libro que puede servir de modelo para el estudio de la vida cotidiana y la economía de los conventos de nuestra región en la modernidad.
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La obra se divide en cinco apartados muy bien delimitados, aunque no por ello menos conectados entre sí. En el primer bloque se detallan las vicisitudes por las que atravesaron estos religiosos terceros a lo largo de sus casi tres siglos de existencia en Vallehermoso, en su cenobio situado en los límites de la villa de Olvera con Alcalá del Valle y Cañete. Fue fundado nada menos que por el iv conde de Ureña, padre del futuro duque de Osuna, que puso la entonces ermita de Caños Santos bajo la custodia del famoso terciario fray Martín de la Cruz.
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El convento y la Tercera Orden Regular o de Penitencia (TOR) no comenzaron a alcanzar protagonismo hasta el siglo XVII, cuando se conformó la provincia de San Miguel Arcángel de Andalucía con todos los conventos de terceros de nuestra región. Mientras éstos comienzan una vida más o menos autónoma dentro de la Observancia franciscana, Caños Santos empieza a despuntar como santuario, casa de venerables religiosos y centro de la reforma en el seno de la TOR andaluza. Sin embargo, la centuria de esplendor de esta fundación erigida en la soledad de Vallehermoso será el siglo XVIII, cuando los frailes cañosantinos no sólo conformaron un importantísimo patrimonio sino que convirtieron el convento en un centro devocional de primer orden y en un vivero de intelectuales para la provincia.
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Este auge permitió a sus prelados expandir el culto a Nuestra Señora por Andalucía y llevar a cabo o intentar sendas fundaciones en otros lugares como Estepona y Benamejí. No obstante, al igual que las demás instituciones religiosas, su decadencia se produjo durante el reinado de Carlos III, cuando se llevaron a efecto las primeras medidas para su reforma. Así, con este precedente, los conventos de la provincia y el de Caños Santos van subsistiendo hasta que la invasión francesa, primero, y el Trienio Liberal, después, con sus decretos exclaustradores y desamortizadores, terminen por debilitarlos y herirlos de muerte. Finalmente, la definitiva desamortización y exclaustración de los religiosos que comenzó en 1835 y culminó en 1836, provocó la inmediata desaparición del convento y del precioso legado de estos hombres.
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El segundo apartado se dedica a la vida de la comunidad y a sus órganos de gobierno, tanto los de la orden en general, como los de la provincia y el convento. En ellos, los autores detallan el día a día de los frailes en Caños Santos, que giraba en torno al rezo del oficio divino, las distintas ocupaciones de los religiosos, su alimento, su normas de vida y comportamiento…, etc.
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Otro aspecto importante que se trata en este estudio, en el tercer bloque, es la devoción a Nuestra Señora de Caños Santos. En este apartado podemos observar cómo paulatinamente cambia el ámbito de la misma, pues de ser una devoción comarcal e incluso regional, termina por convertirse en local, circunscribiéndose su culto desde entonces a Cañete la Real (Málaga), donde se depositó la imagen tras la exclaustración de 1835. También se estudian aquí los milagrosos atribuidos a la Virgen, las distintas hermandades que se crearon en su honor en los pueblos circunvecinos y las fundaciones que los religiosos llevaron a cabo en otras localidades.
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Cómo no, en un libro de este tipo no podía faltar un análisis pormenorizado de la economía conventual, pues, normalmente, la mayor parte de la información que suministran los archivos corresponde a datos contables. Así, se estudian las importantes propiedades rústicas y urbanas que los frailes poseían en las villas limítrofes, así como las distintas rentas que percibían y, también, las cuentas conventuales, los ingresos y los gastos de la comunidad.
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Por último, los autores describen pormenorizadamente el patrimonio artístico de Caños Santos, tanto el que se conserva como el que ha desaparecido, y nos presentan con detalle cómo fue Caños Santos cuando lo habitaban los frailes, deteniéndose especialmente en la imagen de Nuestra Señora. Asimismo, se presta una especial atención al estudio de la magnífica biblioteca conventual a través de un inventario que se conserva de la misma, mediante el que nos podemos hacer una idea del importante centro cultural en que también se constituyó Caños Santos.
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