viernes, 24 de julio de 2009

Inventario de los cuadros sustraídos por el gobierno intruso en Sevilla. Año 1810

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Reeditan el "Inventario" de Gómez Ímaz que recopila el "expolio" francés en Sevilla

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La obra hace un recorrido por las iglesias, capillas, hermandades y conventos de Sevilla "obligados" a permitir la sustracción de obras de artes para "crear el Museo Real en París dedicado a Napoleón"
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EFE / Sevilla, 22 de julio de 2009
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El Centro de Estudios Andaluces y la editorial Renacimiento han reeditado en facsímil el "Inventario de los cuadros sustraídos por el gobierno intruso en Sevilla. Año 1810", obra escrita en 1896 por Manuel Gómez Ímaz, que recopila los 400 cuadros "expoliados" a Sevilla durante la ocupación francesa.
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La obra, que ha sido presentada este miércoles en conferencia de prensa por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, Enrique Valdivieso, que prologa esta reedición, recopila las obras de arte, especialmente las pictóricas, que sustrajeron los franceses de la ciudad de Sevilla en el año 1810.
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El inventario que realizó Gómez Ímaz (La Habana 1842-Sevilla, 1922) hace un recorrido por las iglesias, capillas, hermandades y conventos de Sevilla "obligados" a permitir la sustracción de obras de arte, especialmente por parte del mariscal Soult, con la excusa de crear el Museo Real en París dedicado al "Gran Napoleón".
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Enrique Valdivieso ha explicado que uno de los grandes ejemplos de este expolio fue el "desmantelamiento" del programa iconográfico realizado por Murillo en el Hospital de la Santa Caridad, cuyas obras se encuentran actualmente repartidas por diferentes museos de todo el mundo, y que nunca han regresado a la ciudad.
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Otro ejemplo del expolio francés sufrido por la ciudad fue el caso del cuadro de "La Inmaculada", de Murillo, actualmente en el Museo de El Prado de Madrid después de que fuera reclamado a Francia en 1943 por el régimen de Franco, aunque le "costó" a España un cuadro de una Infanta, pintado por Velázquez, y una espada de bronce que, al parecer, perteneció a Francisco I, según Valdivieso.
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El hecho de que las obras de Murillo que colgaban en el Hospital de la Caridad estén repartidos por todo el mundo impide que las obras -en la actualidad son copias- puedan explicar el mensaje que trasmitía Miguel de Mañara, consistente en que para conseguir la salvación terrenal hay que practicar las obras de misericordia.
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El catedrático ha dicho que el expolio francés fue premeditado, hasta el punto de que estaba "especialmente obsesionado" con Murillo, por aquél entonces el artista "más importante" de Europa, por lo que habilitaron el Alcázar de Sevilla para requisar las obras de arte, que llegaron a ascender en un principio a casi un millar, aunque una vez acabada la guerra se llevaron unas 400.
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El libro recoge la certeza de que los expoliadores llegaron a la ciudad sevillana con una lista "perfectamente confeccionada" sobre las obras que debían sustraer, una información que los franceses conocieron de escritos como el "Diccionario de Artistas Españoles", de Agustín Cea Bermúdez y editado en 1808.
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No obstante, Murillo no fue el único artista "deseado" por las tropas francesas, ya que también se llevaron obras de Zurbarán, de Herrera el Viejo, de Roelas y de Pacheco.
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Según ha explicado Valdivieso, si el Museo de Bellas Artes de Sevilla es en la actualidad la mejor pinacoteca dedicada a Murillo se debe a que los monjes del Convento de los Capuchinos, informados de lo que estaban haciendo las tropas francesas, cogieron los cuadros que tenían y los llevaron a Cádiz y los enterraron en tubos de plomo, y los recuperaron para Sevilla tras la guerra.
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"Sevilla fue privado de sus señas de identidad", ha explicado el catedrático sevillano, quien ha añadido que la recuperación de la memoria de aquella "barbarie cultural" ofrece una nueva forma de conocimiento sobre el patrimonio de Sevilla "perdido o no", a la vez que plantea una "reflexión" para que no se vuelva a producir.
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