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Cinco kilómetros de historia
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Aurora Flórez, 3 de agosto de 2009
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Cinco kilómetros en millones de hojas, documentos, legajos, libros: Es el ingente Archivo del Palacio Arzobispal de Sevilla —englobado en la Institución Colombina— que guarda los fondos del Arzobispado y la Catedral, además de otros depositados que por diversos motivos a lo largo de la historia han llegado a su seno. Se trata de uno de los archivos más valiosos y ricos de España y uno de los más grandes del país en su género, tanto por su valor como por la continuidad temporal, que permite una visión de conjunto.
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Este año comenzarán a digitalizarse estos valiosísimos fondos en una labor que se presenta lenta, concienzuda y ardua debida al delicado y precioso material que se maneja. Será un trabajo que se llevará a cabo internamente por el Servicio de Reprografía de la Institución Colombina, que forma parte de las diez personas que trabajan para la institución, cuatro de las cuales, dos técnicas —Isabel González (jefa del mismo) y Nuria Prado— y dos auxiliares, permanecen en el Archivo del Palacio Arzobispal. Habrá una digitalización doble, una destinada al servicio de investigadores, con imágenes digitales en distintas resoluciones y una copia de seguridad en alta resolución, que también supone un método de protección ante cualquier contingencia.
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La directora gerente de la Institución Colombina, Nuria Casquete de Prado, explicó a ABC que esta entidad se creó en 1992 para gestionar conjuntamente los archivos y la biblioteca que poseían el Arzobispado y la Catedral (en este caso Capitular y Colombina). Inicialmente, cada fondo se encontraba en el edificio correspondiente a su propietario y así fue hasta que en 1986 se hundieron las instalaciones de la Biblioteca Colombina. Tras ser restauradas por la Junta pasó a contener la Biblioteca de Palacio, mientras que el resto se trasladó al Arzobispado, algo que fue posible también merced a un convenio firmado con CajaMadrid destinado a renovar y ampliar las instalaciones para ello en el Arzobispado.
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Hoy, el espacio destinado a estos archivos y bibliotecas, que se mantienen gracias al Patronato de tres instituciones —Arzobispado y Catedral, CajaSur y la fundación José Manuel Lara— , se presenta como una joya por descubrir para el gran público, con un contenido no ya de valiosa documentación sobre la historia de la ciudad, sino por el valor físico de los documentos que atesora.
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La directora gerente asegura que mantener el Archivo «es costoso y a fondo perdido, porque la cultura no es algo que de dinero. Se cobra solamente el servicio de reprografía, el resto es gratuito, porque es un patrimonio abierto a todo el mundo». Aparte de investigadores que colaboran en desentrañar los documentos, de profesores y alumnos que llegan de la Universidad, el Archivo recibe unos mil visitantes al año. Curiosamente, según indicó Nuria Casquete del Prado, licenciada en Historia, y al frente de la Institución Colombina desde 1993, actualmente los documentos más pedidos y consultados son los referentes a las Hermandades —pleitos, reglas, libros de visitas, noticias artísticas— y en el mismo volumen los expedientes matrimoniales de la diócesis, que van del siglo XVI al XIX, «poniendo de relieve la moda de los estudios genealógicos para los que estos expedientes son fuente fundamental». Para acceder a la documentación hay que llegar con una información básica, de apellidos o datos concretos que quieren consultarse. Es resaltable que los límites de fechas consultables se sitúan en el siglo XX, ya que hay documentación a la que no se puede acceder por protección de datos y otro coto a la consulta es el estado de conservación del libro o documento.
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Hay casos, como por ejemplo los Libros Blancos (hay cuatro) que abarcan del XV al XVIII, que se consideran libros reservados. Explica la directora gerente que quien quiera verlos se les puede facilitar la copia en microfilm, nunca la manipulación del original, porque es peligroso».
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Resalta Nuria Casquete de Prado que, como cualquier archivo o biblioteca, éste se gestiona por tres principios básicos, conservar, estudiar y difundir. «Y van todas parejas, porque si una falla, fallan las otras y si no conservamos ¿qué podemos entregar, qué podemos difundir o qué vamos a estudiar». En este sentido, las instalaciones guardan unas estrictas medidas de limpieza, control de plagas, temperaturas y humedad, a fin de que los fondos no sufran deterioros añadidos a los que el propio paso del tiempo los ha sometido.
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A pesar de todos estos años de trabajo, no hay una catalogación completa de todos los documentos que guarda el Archivo y no todos están microfilmados. Con la digitalización, por muy lenta que sea la tarea, el Archivo entra en otra era, que permitirá un mayor acceso a su riqueza.
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Anexos:
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Del siglo XIII al XX: Del Arzobispado y la Catedral a los depósitos de fondos
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Privilegios de Fernando III y Alfonso X el Sabio
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El valor documental de los Libros Blancos
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Reglas de la Hermandad de la Virgen del Socorro de San Roque
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Examen de plateros de la Hermandad de San Eloy
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