"Pecando" en la Carrera de Indias (1562)

-
Un gay en la Armada
-
-

-

Por J. Félix Machuca.

-

El proceso, que no tiene desperdicio por su realismo, crudeza y hasta pornográfica exposición, reposa del escándalo que levantó en su día en el legajo 855, nº11 de la sección de Justicia, en el Archivo General de Indias. Viene firmado, nada más y nada menos, que por Pedro Menéndez de Avilés, General de la Armada, contra Antón de Fuentes y Alonso Prieto por pecado nefando en una embarcación. No fueron buenos años los del XVI en adelante para decidirse a salir del armario. Ya fuera por la pesadez de llevar una doble vida, ya fuera por convicciones propias que, dudamos, engordaran por aquellos años la rabia reivindicativa del derecho a elegir libremente tu sexualidad. Por el contrario, todos y cada uno de los casos que hemos podido leer, arrojan siempre la constante del miedo, el escándalo, la oscuridad con la que se practica y el pavor a que el amor homosexual trascendiera, con las trágicas consecuencias para los arrojados amantes.
-
El caso que nos ocupa transcurre en una urca de la armada. Y la protagonizan el lombardero catalán Antón Fuentes, de unos treinta y pico de años, y el paje Alonso Prieto, de trece. Como digo, el encuentro amoroso o el acoso amoroso, transcurre en una barco de la flota de Indias, alrededor del año 1562 y, gracias al legajo citado del Archivo de Indias, podemos adentrarnos en lo descarnado de un proceso donde la propia literatura judicial describe la escena con la brutalidad que en la calle y en los quemaderos se les daba a este tipo de relaciones. El paje Alonso asegura en el proceso que Antón de Fuentes le mandó quitarse los pantalones bajo la cubierta del barco, en un lugar donde había sillas de caballos, luego le dijo que se tendiera boca abajo y, a continuación, «le tomó la natura en las manos e se la blandeaba entre las manos e le tentava las berijas e luego le començo a tenar las nalgas y el culo y le començo a irritar el culo y las berijas y le metía un dedo por...».
-
Parece ser que, el paje Alonso Prieto, no se alarmó, en principio, con los escarceos amorosos del lombardero. Hasta que el catalán quiso ampliar el calibre de su munición. Pasando del dedo al leñoso... Y el paje se negó en redondo y a gritos. Él mismo lo explica en el proceso: «tras averselo bien sobado (el culo) y apalpado sacó lo suyo de su bragueta e luego se lo ameter en el culo y como este confesante (Alonso) lo sintió que se lo metía, desviose del y tomo sus calzones e se los alço y se lo ató huyendo del». Antón, el lombardero, sintió morir de miedo. Juntó las manos y le rogó al joven paje Alonso Prieto que no dijera nada, que él le pagaría lo que quisiese. El chico le contestó si lo había tomado por moro o por turco (cuyas prácticas homosexuales eran práctica común) y se fue a denunciar el asunto al maestre de su barco.
-
El dos de mayo de 1562, en Cádiz, se registra la confesión de Antón Fuentes, el lombardero embrutecido por los encantos del paje Prieto. Y en la declaración niega todos los hechos. No obstante, la literatura judicial del caso provoca, por momentos, una desbordante hilaridad, sino fuera por el poco valor y consideración que se le daba a la dignidad moral de una persona por sus inclinaciones sexuales. Antón Fuentes, marinero con quince años de mares en su haber, natural de Barcelona y con no mucho más de treinta en su almanaque, explica que «le toco e le miro en las berijas y no le tocó en las dichas natura como le pudo tocar andando con las manos junto a ello, tampoco le tocó particularmente ni le palpó ni le sobó...dixo que no le puso los dedos en el sieso...preguntado que si puso su natura en el sieso de Alonso, el qual dijo ¿qué me hazeis? ¿soy moro o turco? Y entonces se desvió huyendo...dixo que no pasó tal cosa».
-
Este berenjenazo en un barco de la armada del siglo XVI terminó con dos años de suspensión en la Carrera de Indias y sin sueldo para Antón Fuentes. Mientras que el paje Alonso Prieto, menor, quedó absuelto. Y, quién sabe, si con la fundada convicción de no dar nunca la proa a un lombardero herido de amor...
-

Comentarios