sábado, 20 de marzo de 2010

El Hospital de la Caridad recupera el legado espiritual de Miguel Mañara.

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El Hospital de la Caridad recupera el legado espiritual de Miguel Mañara.
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A. G. R. , Sevilla 19 de marzo de 2010.
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Miguel Mañara ha sido uno de los sevillanos más ilustres. Maltratado injustamente por la literatura francesa del XIX, que lo asoció al mito de Don Juan, el Hospital de la Caridad recupera la verdadera dimensión humana de este personaje a través de la exposición «Miguel Mañara. Espiritualidad y arte en el barroco sevillano (1627-1679)».

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Esta muestra está comisariada por el catedrático de la Universidad de Sevilla y hermano de la Santa Caridad, Enrique Valdivieso, y por la profesora de la Hispalense Magdalena Illán Martín, que ha realizado un destacado trabajo.

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El atractivo de esta exposición para el visitante es que podrá redescubrir a uno de los sevillanos más ilustres gracias al rico patrimonio que sobre Mañara atesora el Hospital de la Caridad. De hecho, el 90 por ciento de las obras expuestas son de su propiedad. El resto proceden del Arzobispado de Sevilla, el Obispado de Málaga. la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, el Monasterio de San Clemente y el de Santa Paula de Sevilla, la Orden Tercera Seglar de Sevilla, la Iglesia Colegial del Salvador y coleccionistas privados.
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Otro valor que posee esta muestra es que presenta numerosos objetos personales de Miguel Mañara, pinturas, esculturas, documentos, etc. Así, se podrán observar los cubiertos que éste empleó, las llaves de su ataúd, su espada y otros objetos suyos personales. Entre los documentos destacan el «Discurso de la verdad», obra de Mañara en donde manifestó su ideario espiritual, las pruebas de nobleza de Mañara, la Fe de nobleza concedida por el Dux de Génova a Don Tomás Mañara, la copia notarial de su testamento o el billete de solicitud de ingreso en la Hermandad de la Santa Caridad.
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En palabras de Enrique Valdivieso, «el entierro de Don Miguel fue un acontecimiento apoteósico en Sevilla, tanto que el Cabildo de la Catedral se negó a que fueran otras personas los que celebraran la misa funeraria». La austeridad que llevó en vida hizo que muriese en una pequeña habitación del hospital, además los hermanos pagaron de su propio bolsillo los costes para su misa funeraria, «sin tocar un sólo maravedí del hospital», indica Valdivieso.
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Entre las obras de arte expuestas destacan pinturas de Valdés Leal, como «Don Miguel Mañara leyendo la Regla de la Santa Caridad». En dicho retrato aparece en actitud de presidir el Cabildo de la Hermandad. En este lienzo aparece una mesa que también se expone en la sala y que presenta en su superficie una cruz de madera y dos votadores o urnas que se usaban en las votaciones de los cabildos. De Valdés Leal también hay dos retratos de Miguel Mañara. Otro de los cuadros más destacados es «La muerte visitando al caballero», de Pedro de Camprobín, y «Cristo curando al paralítico en la piscina probática de Jerusalén», de Peter Van Lint, que con toda seguridad inspiró a Murillo para la realización de una pintura con el mismo tema. Asimismo, cabe considerar una escultura de la «Virgen de la Caridad», una de las dos únicas obras expuestas anteriores a la época de Mañara. Es una talla anónima del último cuarto del siglo XV que presenta una vistosa policromía.
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Aún sin santidad
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Tanto el hermano mayor de la Hermandad de la Santa Caridad, José María Poole Liñán, como Enrique Valdivieso hablaron sobre los procesos de beatificación que se han realizado sobre Miguel Mañara —el primero se inició el año posterior a su muerte—, aunque aún no ha sido declarada su santidad por el Vaticano. En ese sentido, el catedrático admitió que «en el santoral hay muchos santos que han sido reconocidos como tales por la mitad de lo que hizo Don Miguel, lo que pasa es que ahora eso se mira con lupa, cosa que antes no pasaba». Esa actitud ascética y caritativa de Mañara es incompatible con aquella imagen más terrenal del mito de Don Juan:
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«Fue un error imperdonable de la literatura francesa del XIX equiparar a Don Juan con Miguel Mañara». Además, «El burlador de Sevilla», de Tirso de Molina salió publicada cuando Mañara tenía 3 años.
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