En las alturas de la Capilla Mayor
La restauración del retablo mayor de la catedral ha servido para inspeccionar la bóveda que corona su capilla y de la que se ha retirado la iluminación que se instaló en el siglo pasado
P.
García / Sevilla, 3 de abril de 2012.
La bóveda de la Capilla Mayor de la Catedral de Sevilla presenta un «buen estado» de conservación, según han puesto de manifiesto los trabajos de inspección que se han desarrollado por espacio de un mes y que concluyeron en marzo bajo la coordinación del maestro mayor del templo, Alfonso Jiménez. La restauración de la que es objeto en la actualidad el retablo mayor ha propiciado esta labor complementaria aprovechando la instalación del andamiaje, que ya se encuentra cubierto con una loneta que reproduce la imagen del conjunto retablístico.
Este trabajo de observación, que ha
contado con un presupuesto de 32.000 euros y en el que han intervenido siete
personas a una altura de entre 30 y 34 metros, se ha aprovechado para retirar
unos focos que se colocaron en las claves de la bóveda durante el siglo pasado
y que, como apuntó en su momento el delegado de Administración y Patrimonio, Francisco Navarro,
resultaban anticuados y «contrarios a la concepción del gótico».
Las vidrieras
En principio, la iluminación se prevé
reponer al término de la restauración del retablo —proyectada con un plazo de
28 meses— y para entonces Jiménez confía en que puedan existir en el mercado
otros sistemas más modernos y operativos para su montaje en otros puntos
distintos de la bóveda. Como curiosidad, la retirada del foco central ha sacado a la luz «una
gigantesca grapa de hierro del siglo XIX que presta apoyo a
la clave ahí presente, apreciable a simple vista como otras existentes en el
templo, y que hemos procedido a pintar», explica el maestro mayor.
Los trabajos de inspección han permitido
también la limpieza y consolidación de la piedra de las dos vidrieras del altar
mayor antes de su desmontaje para ser restauradas tras el verano y volver a su
ubicación a finales de 2013. Con todo, esta subida hasta el «techo» de la
Capilla Mayor ha favorecido una tarea no menos importante para el coordinador
del proyecto con vistas a un mejor mantenimiento a largo plazo. Para ello, se han colocado unos sensores en tres
grietas antiguas de esta bóveda que estarán conectados al
sistema de auscultación que ya se puso en funcionamiento en 2011 en la catedral
y que suministrarán una valiosa información sobre los cambios que se registren
en esas zonas.
Su fecha exacta
Desde finales del siglo XIX no se actúa
directamente en esta bóveda, si bien, y según asegura Alfonso Jiménez,
«presenta un buen estado y no precisa que se intervenga en ella». «Se trata además
—añade— de la única de la que conocemos su fecha exacta». A este respecto, trae
a colación un testimonio escrito que se ha conservado sobre la conclusión el 9
de agosto de 1504 de su construcción.
«En aquella época se recompensó al maestro mayor Alonso Rodríguez por la
“prisa y diligencia que había puesto en cerrar en fecha
inmediata la bóveda del altar mayor, que no estaba previsto cerrarla hasta fin
de año”», cita textualmente. Más de cinco siglos después, el equipo que ahora
ha trabajado en las tareas de inspección fue agasajado por el Cabildo con una
comida con la que se quiso emular el reconocimiento que hace 508 años recibió
el responsable de su alzado.
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