Alberto
Durero, la sangre del arte alemán
Nuremberg
acoge la mayor exposición sobre Alberto Durero en 40 años. El Museo Nacional
Germano ha reunido 150 obras del artista bávaro, así como de los que le
influenciaron y sus sucesores.
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El jinete del Apocalipsis Hambre acaba con reyes y campesinos a su paso
Cerca de los puentes del Peignitz, en la ciudad de Nuremberg, un orfebre
húngaro, Duero el Viejo, concibió su más magna obra: Alberto Durero. Padre e hijo estuvieron íntimamente
ligados a la tierra bávara que los acogió. El segundo Durero heredó una
habilidad innata para trabajar con las manos, así como el legado del arte
alemán del siglo XV que era espejo del gótico tardío flamenco; y pronto iba a
aplicar lo aprendido en sus viajes por Italia.
La
actual Nuremberg acoge hoy la mayor muestra en cuarenta años que se ha visto
sobre Alberto Durero (1471-1528). Con el título de El
primer Durero la exposición del Museo Nacional Germano
expone las obras del pintor bávaro y da espacio a la influencia que ha
tenido el pintor germano en otros artistas. Se muestran obras de sus maestros e
incluso de aquellos que trabajaron sobre sus creaciones. La exposición se puede visitar desde el 24
de mayo hasta el 2 de septiembre.
La
ambiciosa retrospectiva ha recibido óleos famosos como La Adoración de los Reyes Magos,
que normalmente se muestra en la Galería de los Uffizi de Florencia. Además se
expone su conocida serie sobre el Apocalipsis.
Nuremberg, corazón latiente del arte europeo
El
sacro-imperio germánico situado geográficamente en el centro de Europa latía en
el siglo XV como un corazón que bombeaba y recibía influencias artísticas de
los cuatro puntos cardinales: Francia, Flandes, y en breve de la Italia
renacentista. Nuremberg
era paso obligado de los productos transportados desde el mar Báltico por la
Liga Hanseática hasta las cálidas campiñas italianas.
La
concepción del arte era profundamente conservadora en Alemania, pero el
comercio y la difusión de ideas desde la península italiana iban a dar
proporción a los cuerpos y a realzar el realismo geométrico a las figuras
humanas de ricas texturas y brillantes colores que tanto deleitaban a los
germanos.
Una
vez terminó su aprendizaje, Alberto Durero hizo un viaje de estudios en 1490,
seguido por otro a Italia en 1494, donde
realizó acuarelas de paisajes con gran minuciosidad de detalle. Además aprendió
el manejo de las proporciones humanas basado en los textos del tratadista
romano Vitrubio. En esta época destacan: Apocalipsis, Baño de los hombres, Sansón
con el león, La gran fortuna y la caída del hombre.
En
1520 Durero se enteró de que Carlos V, sucesor de Maximiliano I, iba a viajar
de España a Aquisgrán para ser coronado emperador. El maestro bávaro, que había recibido una
pensión anual de Maximiliano, quería que Carlos V mantuviera la asignación.
Sus últimas obras son dos grandes tablas en las que están representados los Cuatro Apóstoles que Durero
donó a la ciudad de Nuremberg.
La
calidad de la obra de Durero, la cantidad prodigiosa de su producción artística
y la influencia que ejerció sobre sus contemporáneos fueron de una importancia
enorme para el Arte. En un contexto más amplio, su interés por la geometría y
las proporciones matemáticas, su profundo sentido de la historia, sus
observaciones de la naturaleza y la conciencia que tenía de su propio potencial
creativo son una demostración del espíritu de constante curiosidad intelectual
del Renacimiento. Los dos
Albertos Durero convirtieron a Nuremberg en una de las capitales a la
vanguardia de su tiempo, un corazón que bombeaba arte.
Carlos
de Lorenzo ( Carlos.delorenzo@unidadeditorial.es )
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