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Las relaciones de pareja basadas en la fidelidad surgieron hace cuatro millones de años, el germen de la familia
N.
RAMÍREZ DE CASTRO / Madrid 29 de mayo de 2012.
El
concepto de lo que hoy conocemos como familia o, al menos el germen, nació hace
más de cuatro millones de años. En esa etapa tan precoz de la evolución humana,
nuestros antepasados los «Ardipithecus», apenas unos primates que caminaban sobre
dos patas, dieron el paso
necesario para que surgieran los valores familiares. Lo
consiguieron al abandonar la promiscuidad por la fidelidad y la relación de
pareja.
El cambio no fue casual y fue fruto de una
combinación de variables que hizo cambiar la estrategia de las hembras para
garantizar la supervivencia de su prole y también la de los machos menos
favorecidos, según una investigación del Instituto Nacional de Matemáticas y
Síntesis Biológica de la Universidad de Tenessee (Estados Unidos). Los detalles
se publican en la revista científica «Proceedings».
Intereses mutuos
La estrategia femenina cambió las reglas
de la evolución. Ya no triunfaba ni se reproducía el más fuerte. Las hembras
dejaron de elegir a los machos dominantes como pareja reproductiva por aquéllos
menos importantes en la jerarquía, pero que les proporcionaban otras
seguridades, desde alimento hasta protección para sus crías. A cambio, ellas se
convirtieron en sus fieles compañeras.
Esta nueva investigación plantea dos
asuntos interesantes, reflexiona Antonio Rosas, profesor de investigación del
CSIC y del Museo Nacional de Ciencias Naturales. «Una es la estrategia combinada entre las hembras y los machos
inferiores en la jerarquía de la dominancia. Ellos terminan
llevándose el gato al agua, frente a los más fuertes. En lugar de pelearse con
otros machos, utilizan su energía en ganarse a una hembra con comida y
protección para las crías. Pero eso solo funciona con el requisito de la
fidelidad. Si no sería una pérdida de tiempo y de energía».
Otros estudios ya habían apuntado al intercambio de sexo por comida entre
nuestros antepasados. Lo original de este trabajo es el
cambio de comportamiento simultáneo de machos y hembras por un interés mutuo,
la acción combinada. Aunque ellas siempre marcan el paso: «Una vez que las
hembras empiezan a mostrar cierto interés para que las abastezcan con comida,
son ellos los que dejan de competir con otros machos por el favor femenino,
explica el autor del estudio Sergey Gavrilets. En su opinión, su investigación
describe «una auténtica revolución sexual».
Fórmulas de cooperación
El trabajo también deja ver en el género
«Ardipithecus» los primeros rasgos
de reconocimiento entre padres e hijos y el nacimiento de una
nueva forma de sociedad con fórmulas de cooperación dentro del grupo.
Todo esto ocurrió hace más de 4 o 5
millones de años, «aunque sin duda no hubo una barrera nítida que marcó el
cambio de comportamiento», apunta Antonio Rosas. «Si en nuestras sociedades
aceptamos cierta holgura en el concepto de emparejamiento, imaginemos a unos
homínidos de hace millones de años».
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