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Druidas celtas, «kouros» griegos, antiguos romanos, guerreros aztecas, incas, bereberes… la celebración del solsticio de verano data del 5.000 a. C., pero su historia es tan variada que es difícil conocer su procedencia |
Israel Viana, Madrid 23 de junio de 2012
La
observación del Sol y el culto al fuego son tan antiguos como la humanidad. Los
hombres de la prehistoria pronto comenzaron a darse cuenta de que, a partir de
un determinado momento, el Sol perdía su fuerza y los días se hacían cada vez
más cortos. Desconcertados, llegaron a temer que el astro rey no volvería a
salir jamás, y la noche y el frío se cernieran sobre ellos para siempre. Fue
por este motivo por el que se comenzaron a realizar los primeros rituales de
adoración al Sol, las primeras «fiestas
de San Juan», bajo los nombres más variados y las lecturas más variopintas.
Cristianos, «kouros» griegos, guerreros
aztecas, romanos, incas, bereberes… la lista de pueblos que comenzaron a
celebrar el solsticio de verano es infinita. Pero, ¿cuál fue el primer pueblo?
Aunque se tiende a decir que los primeros rituales aparecen alrededor del 5.000 a. C. y su origen se
encuentra en los celtas, lo cierto es que esto no se puede afirmar con total
certeza, como en tantas otras cuestiones de Antropología e Historia.
De los celtas a los guerreros aztecas
En la cultura celta, los druidas celebraban el «Alban Heruin» en el
solsticio de verano, un ritual en el que se encendían grandes hogueras buscando
la bendición para sus tierras y los frutos que debían dar, así como los buenos
augurios para los enamorados y la fertilidad de las mujeres. Durante esta ceremonia
sagrada, que ha dejado tras de sí una gran tradición musical e infinitas
leyendas populares, los druidas invocaban a los elementos de la naturaleza,
representados en animales como la salamandra o personajes mitológicos como el
gnomo.
Por
su parte, la mitología griega entendía
la fiesta del solsticio como una puerta de entrada del Sol a la dimensión del
espíritu de los hombres. Según los antiguos griegos, el astro iba reduciéndose
de tamaño, luciendo primero en el exterior, para, una vez llegada a la otra
dimensión, iluminar el interior y ayudar a los hombres a asimilar las
experiencias vividas. A esta puerta imaginaria la conocían como la «Puerta de
los hombres», mientras que al solsticio de invierno los llamaban la «Puerta de
los dioses».
Esta ceremonia apareció en México, donde los
guerreros aztecas realizaban no pocos rituales al culto solar y construían los
monumentos más importantes teniendo en cuenta este importante día. La pirámide
del Sol de Teotihuacán,
por ejemplo, se erigió entre los años 50 y 200 d. C. orientada de tal manera
que el Sol se pone exactamente frente a ella en el solsticio de verano. Fue en
construcciones como esta donde realizaban sus rituales al culto solar para que
el fuego ayudara a la tierra y a los hombres a obtener buenas cosechas.
El solsticio de verano para los Bereberes: Los bereberes del norte de Marruecos y Argelia celebran desde hace siglos el «Ansara»
El 24 de junio, los bereberes del norte de Marruecos y Argelia celebran también desde hace siglos el «Ansara». Igual que ocurre en España, encienden hogueras en las plazas de los pueblos y todos aquellos lugares que necesitan ser purificados, desde hace siglos. Durante la fiesta, arrojan al fuego todo tipo de hierbas medicinales y ahumaban sus herramientas de trabajo y objetos personales, al considerar que el humo de las hogueras protegía sus tierras cultivadas de las plagas. Además, saltaban siete veces por encima de las brasas y purifican con ramas encendidas el interior de las casas y a los enfermos. Una tradición que procede de la cultura preislámica.
Para
la tradición hindú,
por ejemplo, el solsticio de verano representaba la vía de los ancestros, el
«pitri-yana», que conducía al interior de las personas, tal y como le ocurría a
los griegos con la «Puerto de los hombres». Sus ceremonias eran oficiadas por
chamanes que durante el ritual del fuego aseguraban que podían leer el futuro
en las llamas. Tal era su importancia que las cenizas de las hogueras del
solsticio se guardaban todo el año.
Por su parte, la tradición cristiana celebra la famosa
«noche de San Juan» el 24 de junio, en homenaje al nacimiento de Juan Bautista. En
sus orígenes fue una adaptación del culto pagano a las enseñanzas de la Biblia,
basadas en la gran hoguera que Zacarías
encendió después de que naciera su hijo Juan y saltara por
encima de las llamas recitando cánticos de alabanza a Dios para anunciar la
buena nueva. Una escena que ocurrió, según las Sagradas Escrituras, después de
que Zacarías recibiera en sueños el mensaje del Arcángel Gabriel anunciándole su próxima
paternidad y éste, por su falta de fe, no le creyera.
Las interpretaciones son infinitas y la
fiesta ha tomado numerosos nombres en otras muchas culturas de la antigüedad.
Así que, no importa si no es usted cristiano, tiene donde elegir. Pero no se
olvide «quemar lo malo» y comenzar el lunes con lo bueno. Por si acaso.
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