La enfermedad a través del arte

Los diagnósticos médicos realizados por el político popular Alejandro Font de Mora tras la observación de varias obras maestras


En la Historia del Arte encontramos el catálogo ilustrado de un sinfín de patologías humanas, retratadas de forma sutil o en su versión más cruda y realista. Llevados por el interés humanista que mueve a cualquier pintor, nombres como Velázquez, Picasso, Degàs o Sorolla han inmortalizado enfermedades en las que la mirada profana del espectador medio no suele profundizar. Sin embargo, no son pocos los médicos que han analizado la significación última de este tipo de cuadros. Uno de ellos es el doctor, ex conseller y vicepresidente primero de las Cortes, Alejandro Font de Mora, quien dedicó esta semana su discurso de ingreso en la Real Academia de la Medicina de la Comunidad Valenciana a la «Pericia médica y el arte».

En su conferencia, el político popular realizó un diagnóstico sobre las patologías presentes en centenares de obras maestras, proponiendo también nuevas hipótesis, como la posibilidad de que la mancha que aparece en la sien derecha de «La duquesa de Alba» de Goya se corresponda con un típico parche terapéutico utilizado en el siglo XIX contra la cefalea. Exponemos otros ejemplos.

- Cretinismo

«El niño de Vallecas», Velázquez

Siguiendo una tradición medieval, los enanos (junto a los bufones y otras personas son anomalías muy llamativas) formaban parte de las cortes de todos los países. En el caso del personaje retratado por Velázquez –caracterizado por déficit de inteligencia, talla corta, deformidades equeléticas y craneofaciales, pelo seco, grueso y áspero, etcétera-, Font de Mora apunta a un hipotiroidismo congénito o cretinismo.

- Hirsutismo

«Magdalena Ventura», José de Ribera

Al igual que otros personajes como Frida Kahlo, aunque en este caso con una manifestación mucho más evidente, el hirsutismo (aparición de pelo en zonas hormonalmente determinadas) ha sido recogido por el arte. En esta obra se observa una frondosa barba y recesión frontal del cabello en la protagonista, de «aspecto viriloide acusado». 


- Raquitismo y anemia

Carlos II «El hechizado», de Juan Carreño de Miranda

A pesar del «benévolo tratamiento pictórico» de este rey, el pintor no ha podido ocultar alteraciones típicas del raquitismo, la anemia («tal vez de origen palúdico») y un más que posible déficit intelectual. Estos síntomas son el cráneo con abombamiento frontoparietal, intensa palidez, deformidad de las extremidades y mirada melancólica y vacía.

- Sífilis

«Herencia», Eduard Munch. 

Esta enfermedad está representada aquí en la variedad de sífilis congénita de comienzo temprano. El pintor fijó su atención en un bebé con signos de esta afectación: «exantema macular e hidrocefalia, así como mal estado general y aspecto de facies de viejo”.

- Gigantismo

«Gilles», de Jean-Antonie Watteau

Obra del periodo rococó que describe a un personaje de talla anormalmente elevada. La causa puede ser constitucional o patológica, «casi siempre debida a un adenoma hipofisario con secreción excesiva de hormona del crecimiento». Si la aparición del tumor es previa al cierre epifisario, se produce un gigantismo sin deformidades; si es posterior, se produce acromegalia (ensanchamiento craneal, deformidad facial, diastemas dentarios). Gilles sería, según Font de Mora, un caso intermedio.

- Traumatismo craneal

«La muerte de Santiago el Menor», de Pedro de Orrente

Font de Mora hace valer su amplia experiencia en Medicina Legal en este cuadro del San Pío V, en el que se aprecia un “traumatismo craneal grave, abierto, con salida de masa encefálica”. Una lesión que “requiere la actuación de un instrumento contundente y además la reiteración de la acción agresiva”. Estas circunstancias constituirían un asesinato, según el artículo 139 del Código Penal.

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