Naufragio del Juncal: asunto de seguridad nacional
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Roberto E Galindo Domínguez, Maestro en ciencias; arqueólogo subacuático; diseñador gráfico; integrante del taller Madre Crónica, 14 de octubre de 2012.
El próximo 28 de octubre se cumplen 381 años de la tragedia naval más relevante para la historia y la arqueología subacuática de nuestro país: se fue a pique, en el Golfo de México, la nao almiranta de la Flota de la Nueva España de 1630-1631, Nuestra Señora del Juncal. La noche del naufragio una tormenta acometía el galeón, que sobrecargado de metales preciosos navegaba el embravecido mar. El barco estaba dañado, iba haciendo agua, el Norte lo ahuyentaba hacia la costa de Campeche, lugar que el almirante Andrés de Aristizábal, pensó, sería su salvación de la tempestad. Sólo 39 náufragos se salvaron en una lancha, el almirante se hundió con su barco.
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Tras guarecerse un año amarradas a las argollas del muro de San
Juan de Ulúa se aprestaban las naos para el regreso a España, pero el 12
de octubre de 1631 murió Miguel de Echazarreta, capitán general de la
flota, quien navegara a bordo del Juncal. Así, Manuel Serrano de Rivera,
quien era el almirante, asumió el cargo y trasladó la capitanía a la
nave que comandaba: la Santa Teresa, la original almiranta se convertía
en capitana. Con estas promociones de cargos, el capitán de mar y guerra
que navegaba con Echazarreta fue nombrado almirante, con lo que el
Juncal sería la nueva almiranta. El 14 de octubre esas dos naves y el
resto de la flota zarpaban rumbo a la Habana, Cuba.
De acuerdo con Fernando Serrano Mangas, doctor en historia por la
Universidad de Sevilla y profesor en la Universidad de Extremadura, el
destino de las naves naufragadas y la muerte de alrededor de 1 mil
personas se selló antes de iniciar el tornaviaje, debido principalmente
al deceso de Echazarreta, los cambios en los mandos, el sobrepeso que
llevaban las naos por transportar un enorme cargamento de metales
preciosos, las modificaciones estructurales a las que fueron sometidas
previamente las naves para poder portar más soldados y piezas de
artillería y, sobre todo, a que aquellos navegantes se aventuraron a la
mar en época de nortes, a razón de la premura de la Corona
Española por tener las cuantiosas remesas de metales y mercaderías para
mantener su hegemonía en Europa. La combinación de esos factores hizo
naufragar a la Santa Teresa a pocas jornadas de iniciar la navegación,
en una profundidad entre los 2 mil 500 y 3 mil metros; posteriormente
hundió, en la Sonda de Campeche, al Juncal, en una zona entre las
formaciones de Cayo Obispos, Banco Pera y Cayo Arcas en no más de 45
metros. La ubicación de esta última nave en aguas someras y el haber
transportado el cargamento más cuantioso de oro y plata en la historia
han hecho de este pecio uno de los más codiciados por los cazadores de
tesoros y ser abordado académicamente por investigadores de diversas
nacionalidades, por su innegable valor histórico y por ser un testigo
único del engranaje político y naval del siglo XVII. Asimismo, el doctor
Serrano indica que una tercera nave, el San Antonio, varó en la costa
de Tabasco, que de otras naves no se supo nada y que algunas más
lograron tocar tierra (mapa 1).
En México, la investigación y protección del patrimonio cultural
es, supuestamente, una tarea llevada a cabo por el Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) que, a través de la Subdirección de
Arqueología Subacuática (SAS), se encarga del patrimonio cultural
sumergido. En fechas recientes ha quedado evidenciado un grave conflicto
entre investigadores y directivos del INAH. Los primeros han denunciado
una serie de políticas y manejos que han ido en detrimento de la
investigación y preservación del patrimonio cultural, acusando a los
segundos de priorizar la cuestión económica y mediática (Proceso,
edición 1869, Columba Vértiz, 25 de septiembre de 2012). De esta
degradación del INAH no se escapa la SAS, como ya advertí en el artículo
“La infructuosa búsqueda de Nuestra Señora del Juncal” (Contralínea 289
), en donde reflexioné sobre su mal desempeño en múltiples aspectos,
pero sobre todo en lo concerniente a la investigación del Juncal y la
última expedición de búsqueda, realizada en mayo y junio de este año. A
lo mencionado hay que sumar que a más de cuatro meses de la expedición,
la SAS no ha informado oficialmente de los resultados geofísicos que
indicarían si se encontró el pecio. Es sabido que la prospección
geofísica marina estuvo a cargo de especialistas de Estados Unidos, de
instituciones como el Waitt Instittute y que se contó con rastreadores
geofísicos profesionales de compañías particulares, como Azul Mar
Research, que usualmente son con los que trabaja la SAS para suplir sus
carencias académicas y técnicas.
Por lo anterior es necesario resaltar que los datos de geofísica
que pudieran develar la ubicación precisa del Juncal u otros pecios en
el área prospectada han sido analizados por los estadunidenses, cuando
se debería tener el más estricto celo profesional y nacional, pues se
trata del patrimonio arqueológico subacuático de México, y en el caso
del Juncal, de acuerdo con el doctor Serrano, de un cargamento de oro y
plata de 120 mil kilogramos más joyería, artefactos de metales
preciosos, mercaderías, todo aquello no declarado oficialmente, así como
el instrumental de navegación de la época y piezas de artillería.
Cabe señalar que por la reciente campaña de búsqueda del Juncal, la
SAS debió erogar varios millones de pesos por la renta del Buque
Oceanográfico Justo Sierra, de la Universidad Nacional Autónoma de
México; los costos por la intervención de compañías de geofísica
estadunidenses, renta de equipos de geofísica y transportación, entre
otros. Dinero que sale de nuestros impuestos y que de terminar 2012 sin
resultados, sumarán ya 19 años de patrocinios fallidos en empresas de
búsqueda.
En opinión del historiador y periodista Santiago Mata, la
expedición se intentó mantener en el más absoluto secreto y fue
acelerada y promovida desde el gobierno federal, pues al presidente
Felipe Calderón le hubiera gustado encontrar el pecio con el mayor
tesoro subacuático de la historia antes de las elecciones presidenciales
del 1 de julio (sección de cultura en el diario La Gaceta, 1 de mayo de
2012, España), en lo que interpretó como uno más de los fallidos
intentos por incrementar la baja popularidad del Partido Acción Nacional
en esta gestión. Cabe señalar que desde 1994, cuando la SAS inició la
búsqueda del Juncal mediante la formación del Fideicomiso para el
Rescate de Pecios emanado desde el gobierno de Carlos Salinas de
Gortari, la maestra Pilar Luna, titular de la dependencia, ha navegado a media agua
sexenio tras sexenio, asegurando a las diversas administraciones la
localización y recuperación del pecio. Por otro lado, en agosto de 2011,
Alfonso de Maria y Campos ,
director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, firmó un
convenio con Televisa a través de la Fundación Emilio Azcárraga
Vidaurreta, AC, para la búsqueda de restos arqueológicos sumergidos,
pero fundamentalmente para encontrar el Juncal (Boletín del INAH, 30 de
agosto de 2011, www.inah.gob.mx), a lo cual deberemos estar
atentos, pues la televisora no se inmiscuye en algo si no es por dinero
(como quedó de manifiesto en su ominosa participación en el proceso
electoral pasado, donde sobre cualquier valor ético o moral sobrepuso el
monetario), y en ese sentido el Juncal es único. Si a la empresa
televisiva no le interesa el destino de la nación, menos le va a
interesar el valor histórico de un pecio.
Llama la atención que, por cuestión de días, la salida de la expedición casi coincide con la presentación del libro Los tres credos de don Andrés de Aristizábal,
de Fernando Serrano Mangas (editado por la Universidad Veracruzana),
que se llevó a cabo a principios de mayo de este año. Ésta, de acuerdo
con Santiago Mata, generó animadversión en el Instituto Nacional de
Antropología e Historia. Es de suponerse que el recelo a la presentación
del libro debió ser causado porque en éste Serrano Mangas detalla la
posible ubicación del Juncal (mapa 2), entre muchos otros valiosos datos
que reconstruyen la historia de la flota. Cabe señalar que la SAS
publicó en 2003 La Flota de la Nueva España de 1630-1631, libro
coordinado por Flor de María Trejo y editado por el INAH, en el que
diversos autores rescatan información de la flota y en particular sobre
el Juncal, pero en el que no se expone un área de ubicación del pecio
como la que ha determinado Serrano Mangas. A este respecto, hasta
finales de 2009, la SAS no contaba con un área de ubicación del pecio
definida y, sin embargo, expedición tras expedición, variaba las zonas
de búsqueda sin una metodología que lo justificara, dilapidando recursos
económicos del erario.
El doctor Serrano Mangas colaboró con la Subdirección de
Arqueología Subacuática hace algún tiempo en cuestiones referentes al
Juncal. Es posible que debido a ello y ante la inminente presentación de
su libro se intentara mantener en secreto las fechas de la expedición,
los participantes y las áreas de prospección, si es que la SAS salió al
mar a buscar el pecio en las zonas propuestas por el investigador
español, quien no participó en la búsqueda. Ahora falta saber si
encontraron el pecio y en qué punto. De ser el caso, podría confirmarse
que fuera en alguna de las ubicaciones propuestas por el doctor Serrano.
La Subdirección de Arqueología Subacuática tiene la oportunidad de
hacer públicas sus áreas de prospección señalando la metodología que
empleó para definirlas, y si coinciden con las del doctor Serrano
explicar por qué.
Al respecto de la exclusión del doctor Serrano de la expedición, y
con ello del Ministerio de Cultura Español, debe recalcarse que el
Juncal se encuentra en aguas mexicanas, lo que automáticamente lo
deslinda de España en cuanto al sentido de propiedad material, lo que no
implica la exclusión de los españoles de la búsqueda y en su caso
excavación del pecio. Asimismo, si de proteger el patrimonio
arqueológico sumergido se tratara, y en consecuencia de mantener en
secreto la expedición y sus resultados, entonces no se explicaría la
participación de estadunidenses y el que ellos manejen la información
estratégica. Éste es un tema que debería revestir el más alto interés de
la sociedad y nuestros gobernantes, e incluso debería ser considerado
asunto de seguridad nacional por el valor histórico y económico que
representa.
Nota: el doctor Serrano Mangas autorizó a este semanario la
reproducción de información contenida en su libro. Los mapas fueron
facilitados por el doctor Loïc Ménanteau, investigador de LETG Nantes
Géolittomer y la Universidad de Nantes, Francia.
Mapa 1. Hipótesis sobre las derrotas y situación de los naufragios
de tres navíos de la Flota de la Nueva España de 1631, en el Sur del
Golfo de México. Concepción y realización: Loïc Ménanteau (LETG Nantes
Géolittomer). Fuente: Secretaría de Marina, 2006, y otras.
Mapa 2. Hipótesis basadas en los tres tipos de legua (inglesa,
española y costera) sobre la localización del punto del naufragio de la
almiranta Nuestra Señora del Juncal al Norte del Cayo Arcas. Concepción y
realización: Loïc Ménanteau (LETG Nantes Géolittomer). Fuente:
Secretaría de Marina, 2006, y otras. Tipos de fondo: A, arena; A Cn,
arena conchífera; A Co, arena con coral; A G , arena con grava; A gr,
arena gris; Co Lo, coral con lodo; Lo, lodo; Lo gr, lodo con grava; Lo
Cn, lodo con coral; Lo vr, lodo verde; rc, rocoso.
17 de junio de 2012.-La infructuosa búsqueda de Nuestra Señora del Juncal
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2012/06/17/la-infructuosa-busqueda-de-nuestra-senora-del-juncal/
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