ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SEVILLA.
El documento del mes: Febrero 2013
¡ A galeras, a remar !
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http://www.juntadeandalucia.es/cultura/archivos_html/sites/default/contenidos/archivos/ahpsevilla/documentos/Real_Cedula.pdf
Código de referencia: ES 41003
AHPSE 3.1.1. Celomar, 23834-P
Título:
Real Cédula por la que Felipe IV da poder a Luis Ramírez de Arellano,
alcalde del crimen de la Chancillería de Granada, para reclutar a
esclavos , moros, turcos y gitanos para enviarlos a galeras.
Fecha: 1639, abril, 12. Sevilla
Nivel de descripción: Unidad documental simple.
Reglas o convenciones: ISAD (G), NEDA
Nota del archivero: Mª Carmen Díaz Castillo
“La galera, dela Dios a quien la quiera”
Este mes de febrero dedicamos nuestro documento a las galeras. En la Real Cédula
que os presentamos, el rey Felipe IV, preocupado por la falta de
“chusma” que compone sus galeras, insta al alcalde del crimen Luis de
Arellano a reclutar, tras la pertinente consulta a ministros y teólogos,
a esclavos ,moros, gitanos y turcos. Estos serían enviados a los
puertos de Málaga, Puerto de Santa María y Cartagena, donde les
esperarían las galeras para embarcar, con el objeto de servir a la
Corona y al mismo tiempo “limpiar mis Reynos de este genero digente que
es de tanto perjuicio...”
La pena de galeras era un castigo que
se imponía a ciertos delincuentes y que consistía en remar en las
galeras del rey. Se imponía a aquellos que habían cometido delitos
denigrantes o reincidentes que no podían hacer prever la rehabilitación
del condenado (según la teoría de la pena vigente en la época).
Los hombres condenados a las galeras
eran denominados galeotes, y como norma se asignaban cinco hombres para
bogar en cada remo. La gente de remo o chusma estaba formada por
condenados por sentencia judicial o esclavos turcos y berberiscos,
aunque también hubo remeros voluntarios o buenas boyas que solían ser
galeotes que, una vez cumplida su condena e incapaces de encontrar otro
trabajo, volvían a la boga a cambio de una paga. A los galeotes se les
afeitaba la cabeza para que fueran identificables en caso de fuga,
aunque a los musulmanes se les permitía llevar un mechón de pelo, ya que
según su creencia, al morir Dios les asiría del pelo para llevarlos al
Paraíso. Debido al esfuerzo requerido en este trabajo, era considerada
estrictamente una pena masculina y no hay casos documentados de que se
haya aplicado a mujeres. También podían ser integrantes de etnias
estigmatizadas en la sociedad, reclusos sobrantes en cárceles con mucho
hacinamiento, enemigos, algunos nobles caídos en desgracia ante el
gobernante o simplemente por motivos de reclutamiento forzado en casos
de guerra naval.
La ración diaria de alimentos
suministrados a los galeotes consistía en dos platos de potaje de habas o
garbanzos, medio quintal de bizcocho (pan horneado dos veces) y unos
dos litros de agua. A los buenos boyas se les añadía algo de tocino y
vino. Cuando se exigía un esfuerzo suplementario en la boga dura por el
estado del mar o en vísperas de batalla, se daban raciones extra de
legumbres, aceite, vino y agua.
En una galera corriente la chusma
estaba formada por unos 250 galeotes, a los que se le sumaba la gente de
cabo, dividida a su vez en gente de mar y gente de guerra. La gente de
mar eran marinos encargados de gobernar la nave y artilleros encargados
de manejar las piezas de a bordo, incluidos entre la gente de mar y no
de guerra. Estos últimos eran soldados y arcabuceros mandados por
capitanes y por nobles e hidalgos, cuya misión era el combate.
Unas de las más famosas galeras españolas fue “La Real”, construida en Barcelona. Fue la mayor galera de su tiempo y el buque insignia de Don Juan de Austria en la Batalla de Lepanto de 1571, la mayor batalla de la historia entre galeras, en la cual la flota de la Liga Santa, la alianza de las potencias cristianas del Mediterráneo, derrotó a la flota del Imperio otomano bajo el mando de Alí Pachá.
Aunque se construyó en Barcelona, la hechura de la decoración de la
popa se encomienda al entallador sevillano Bautista Vázquez, que realiza
el programa iconográfico siguiendo las condiciones estipuladas en el contrato fechado en 1569,
el cual conservamos en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla. Por
la elección de sus historias, de los emblemas y las divisas, el buque se
convirtió en el espejo de virtudes de un buen gobierno cristiano –más
que las de un buen Capitán– y en una puesta en escena anunciadora de su
victoria.
Cuando se extinguió la escuadra de galeras, se ordenó por pragmática de 12 de marzo de 1771 que los reos que hubieran sido condenados a la pena de galeras fuesen destinados a los arsenales de Ferrol, Cádiz y Cartagena, de modo que la pena de arsenales vino a sustituir a la de galeras.
Referencias en la literatura y en el cine
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En El Quijote, el protagonista libera a una docena de condenados a galeras en una de sus aventuras por los caminos de La Mancha: “...y que así como Sancho los vido dixo: esta es cadena de galeotes, gente forzada del Rey, que va a galeras. ¿Como gente forzada? preguntó Don Quixote: ¿es posible que el Rey haga fuerza á ninguna gente?
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En la película Ben -Hur, el protagonista, Judá Ben-Hur, pasa tres años remando en una galera romana. "Ahora
escuchadme, galeotes: a todos vosotros se os condenó. Os mantenemos
vivos para servir esta nave. Por lo tanto remad, y vivid".
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En la novela "Corsarios de Levante", de Arturo Pérez Reverte, donde Diego Alatriste e Iñigo Balboa recorren el Mediterráneo a bordo de una galera.
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Igualmente en el largometraje Alatriste, Íñigo Balboa es condenado a galeras por haber espiado para la corona francesa.
Bibliografía:
-Rodríguez
Amos, Luis. La pena de galeras en la España Moderna. Estudios Penales,
libro homenaje al profesor Antón Oneca, Salamanca, 1982
-Temprano, Emilio . El mar maldito. Mondadori. 1989
-Marañón, Gregorio. La vida en las galeras en tiempos de Felipe II. Ars Medica. Revista de Humanidades. 2005
-Marchena Giménez, José Manuel. La vida y los hombres de las galeras de España (Siglos XVI-XVII). Madrid. 2010
-Martínez Martínez, Manuel, Los forzados de marina en la España del siglo XVIII (1700-1775), Almería, 2011.
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