Las 6 grandes batallas de la División Azul, los soldados españoles de Hitler
http://www.abc.es/historia-militar/20130215/abci-division-azul-batallas-201302142034_1.html
Villanos para unos y héroes para otros, estos soldados protagonizaron hechos insólitos como caminar 1.000 Km. para llegar al combate
Manuel F. Villatoro, Madrid 15 de febrero de 2013
1.- Introducción: División azul, la unidad española de Hitler
Ríos de tinta se han escrito sobre la División Azul, la unidad española de voluntarios que partió hacia Rusia durante la II Guerra Mundial para combatir el comunismo. Villanos para unos y héroes para otros, lo que es cierto es que, a la luz de la historia, estos soldados protagonizaron algunos insólitos sucesos como caminar 1.000 kilómetros en pocas semanas para entrar en batalla.
No obstante, hay que remontarse algunos años más atrás en
la historia para conocer las causas de formación de la División Azul.
Todo comenzó con la invasión de la U.R.S.S por parte de la Alemania nazi
de Hitler. La movilización, que recibió el nombre de «Operación Barbarroja»,
se inició un 22 de junio de 1941. Ese mismo día, los alemanes
decidieron que era hora de cobrarse el favor que habían prestado a
Franco en la Guerra Civil.
Así lo explica el doctor en Historia Contemporánea Xavier Moreno Juliá (autor de varios libros cómo «Hitler y Franco. Diplomacia en tiempos de guerra -1936-1945-»), en su trabajo «La División Azul. Sangre española en Rusia. 1941-1945»:
«Franco ofreció a Alemania el envió de algunas unidades de voluntarios
en reconocimiento a la ayuda recibida durante la Guerra Civil. Un
ofrecimiento que tenía que ser interpretado como un gesto de
solidaridad».
Un discurso que valió 20.000 voluntarios
Sólo dos días después de que Hitler decidiera marchar sobre
la estepa rusa, España se preparaba para dar la noticia a sus
ciudadanos de la existencia de la División Azul y de la necesidad de
voluntarios. El encargado de dar la exclusiva fue el ministro de Asuntos
Exteriores Ramón Serrano Súñer.
«Un Serrano exultante, con uniforme blanco y gafas de sol,
ante la expectativa de la gente y sin micrófonos, exclamó desde el
centro de Madrid: “Camaradas: No es hora de discursos, pero sí de que la
Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es
culpable!¡Culpable de nuestra Guerra Civil! (…) ¡El exterminio de Rusia
es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa!”», determina
Juliá.
Con estas palabras, Súñer dio el pistoletazo de salida para
la entrada de voluntarios en la División Azul, noticia que sería dada a
conocer por los diarios tres días después. Al instante, miles de
jóvenes de lanzaron a las calles para alistarse. Entre ellos, se
encontraba el joven Juan José Sanz, entonces de 17 años, que, en declaraciones a ABC, explica como vivió la situación.
«Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, escuché el
discurso que hizo el ministro Serrano Suñer en el que dijo la famosa
frase “Rusia es culpable”. Después de eso, nos apuntamos de golpe a la
División Azul. Tras el mensaje, yo fui a Zaragoza y me presenté
voluntario para luchar, pero no contra el pueblo ruso, sino contra el
comunismo. Igual que yo, en pocos días salieron a las calles casi 20.000
jóvenes», determina el antiguo miembro de la División Azul.
La llegada de voluntarios fue masiva.
«Se dieron casos familiares extremos, como el ofrecimiento conjunto de
hasta tres y cuatro hermanos, o el de un padre con todos sus hijos»,
determina Juliá en «División Azul». Sin embargo, la mayor afluencia fue
sin duda de universitarios:
Así, tras aproximadamente una semana de inscripciones, el 2
de julio finalizó la fecha para alistarse en la División Azul, conocida
por los alemanes como «Blau división» o «250. Einheit spanischer
Freiwilliger» (250 Unidad de voluntarios españoles). Ansiosos, sus
18.000 integrantes, al mando de Agustín Muñoz Grandes, esperaban la
orden de partir.
España despide a los divisionarios
Unos 10 días después, la orden se hizo realidad, pues
Franco hizo marchar a la División Azul hacia Baviera (Alemania), donde
tendrían su primer contacto con los nazis y llevarían a cabo su
instrucción. «El domingo 13 de julio, la División Azul comenzó el
transporte escalonado de sus hombres hacia Alemania, en 19 expediciones,
y a lo largo de diez días», determina Juliá en su libro.
Sanz, ya divisionario, partió más tarde. «A mi me asignaron
al 3º Batallón del Regimiento 263, que se formó entero en Zaragoza. De
hecho, uno de los curas más destacados, el padre Indalecio, vino a
Zaragoza desde Madrid para incluirse en esta unidad. Éramos casi todos
universitarios, además de médicos, abogados…. También es curioso que
nosotros no salimos de España el 13 de junio, como el resto, sino que lo
hicimos dos días después», determina antes de aclarar lo emotiva que
fue para él la partida.
La sangre latina contra la frialdad alemana
«Un campamento militar instalado al lado del pueblecito
bávaro de Grafenwöhr, a pocos kilómetros de Nuremberg, fue el centro
asignado por el alto mando alemán para la instrucción de la División
Azul», explica el experto. En este campo, sería donde los divisionarios
españoles conocerían al ejército nazi.
«Hicimos el adiestramiento en sólo dos meses cuando
lo normal era en tres. Los alemanes quedaron sorprendidos de nuestra
preparación porque todos teníamos una vocación clara y todos estábamos
ilusionados en ir y aprender», señala Sanz, uno de los últimos en llegar
al campo.
Con la convivencia, se pudieron observar las grandes
diferencias que aporta la sangre latina. «Existían muchos contrastes de
mentalidad entre nosotros y los alemanes. Nosotros cantábamos, hacíamos
fiestas y ellos eran inflexibles. Por ejemplo, fue muy jocosa cuando, el
primer día de entrenamiento, recibimos material. Nos dieron un equipo
completo con hojas de afeitar, cepillo de dientes, cepillo para el pelo…
Nos hizo mucha gracia porque nos parecía todo un lujo», explica el
antiguo miembro de la División Azul, que ahora roza los 90 años.
«Otra anécdota sucedió con la ropa. Cuando nos dieron las camisas, como éramos más pequeños que los alemanes, nos quedaban muy grandes.
Más de uno parecía que llevaba puesto un camisón. Lo mismo pasaba con
los pantalones, a los que teníamos que dar un par de vueltas. No
obstante, y a pesar de todo, no tuvimos ningún problema con ellos porque
siempre cumplíamos nuestras misiones», recuerda Sanz.
«En principio, durante las primeras marchas, decían que éramos unos “desarrapaos”.
La verdad es que, por ejemplo, nunca tuvimos mucho interés en llevar
pulcro el uniforme mientras que ellos lo llevaban impoluto. Sin embargo,
cuando llegamos al frente fue otra cosa, porque la División Azul se
mantuvo en su sitio durante importantes combates singulares», finaliza
el divisionario.
2.- Una marcha de 1.000 kilómetros hasta el frente
Tras dar por finalizado el entrenamiento, los divisionarios
recibieron sus primeras órdenes: partir hacia Rusia para reforzar a las
fuerzas alemanas. Sin embargo, se planteó un problema para la División
Azul debido a que, aunque podían ser trasladados hasta Polonia en tren,
se les informó de que deberían hacer a pie una distancia de casi 900 kilómetros (un espacio similar al que separa el sur de Andalucía del norte del País Vasco) para llegar a Smolensko, cerca de Moscú.
«Llegadas todas las expediciones, comenzó la parte más dura
del viaje hasta el frente, por la falta de transporte motorizado, los
españoles deberían cubrir casi 900 kilómetros a pie (…). Los cálculos
estimaban que en unos 40 los días necesarios para llegar hasta allí,
donde los divisionarios embarcarían nuevamente en ferrocarril hasta
Dno», determina el historiador Xavier Moreno Juliá.
La dureza del calzado, acompañada por las nubes de polvo
que se provocaban por la marcha y la falta de alimento, hacían el camino
insoportable. Además, la hilera que los soldados españoles formaban era
tan larga que había aproximadamente entre dos y tres días de camino
entre el grupo de cabeza y el del final.
«En esa marcha se nos rompieron los zapatos y llegamos a acabar casi medio desnudos.
Además, el problema también fue el frío que sufrimos que, aunque no era
tan intenso como el que sufrimos luego, nos afectó mucho más porque nos
cogió medio desnudos tras la caminata, sin apenas zapatos, que se
habían roto. Fue muy duro», recuerda el divisionario Juan José Sanz.
«Aquella salvaje marcha se cobró 11 vidas humanas (sólo la
explosión de una mina mató a 4 soldados e hirió a otros 34), y dejó
fuera de juego a 3013 hombres más, mayoritariamente en la condición de
aspeados. Mató también a 44 caballos e inutilizó a otros 957, así como
77 vehículos, algunos perdidos para siempre», explica Juliá. A pesar de
todo, tras varias semanas se encontraron por fin cerca de su objetivo.
No obstante, el destino todavía guardaba una agria sorpresa para los soldados. Justo antes de llegar a Moscú, fueron informados de que debían volver sobre sus pasos.
«La División Azul recibió la orden de girar y desandar unos cien
kilómetros hasta Orsha, y dirigirse, en dirección norte, hasta Vitebsk,
donde tomaría el tren hasta Novgorod. En pocas palabras: las necesidades
de Hitler en el sector norte del frente ruso y los malos informes que
la Plana de Enlace alemana en la División Azul envió al mando alemán
(españoles mal uniformados y con comportamientos mediterráneos, alejados
de los parámetros germánicos), decidieron a aquel a enviar a los
españoles al sector norte del frente», finalizada el historiador. Tras
llegar definitivamente a su posición, la División Azul entraría
finalmente en batalla.
El primer frente en el que la División Azul combatió fue cerca de un río navegable de más de 200 kilómetros de largo, el Voljov, situado al norte de Rusia. «Al Voljov los españoles llegaron entre los días 10 y 11 de octubre de 1941, y el 12, fiesta de la Hispanidad, entraron en combate. El frío era ya intenso, por debajo de los cero grados centígrados, y el Ejército alemán -y con él la División Azul- carecía de equipo de invierno, en tanto que Hitler había previsto que la campaña rusa iba a estar acabada en unos dos meses», señala el historiador Xavier Moreno Juliá.
Los españoles no tuvieron que esperar mucho para volver a combatir, pues a los pocos días de retirarse de sus posiciones avanzadas fueron atacados por centenares de soldados rusos. «El 27, una posición española ubicada entre las localidades de Udarnik y Lobkovo fue atacada. El pelotón, que estaba al mando de un alférez, fue aniquilado y los cuerpos de sus hombres, clavados en el suelo con picos para romper el hielo», afirma el historiador.
Después de resistir los ataques soviéticos, la División Azul protagonizó una de sus acciones más valerosas, la cual consistió en cruzar un lago helado para socorrer a una unidad alemana que estaba siendo «machacada» por fuerzas soviéticas. Concretamente, esta acción se desarrolló en el lago Ilmen (cerca del frente del río Voljov) del 10 al 21 de enero al mando del español José Manuel Ordás.
3.- El frente del río Voljov: Primeras conquistas
El primer frente en el que la División Azul combatió fue cerca de un río navegable de más de 200 kilómetros de largo, el Voljov, situado al norte de Rusia. «Al Voljov los españoles llegaron entre los días 10 y 11 de octubre de 1941, y el 12, fiesta de la Hispanidad, entraron en combate. El frío era ya intenso, por debajo de los cero grados centígrados, y el Ejército alemán -y con él la División Azul- carecía de equipo de invierno, en tanto que Hitler había previsto que la campaña rusa iba a estar acabada en unos dos meses», señala el historiador Xavier Moreno Juliá.
Tras llegar, la División Azul trató de llevar a cabo una
serie de pequeñas conquistas al otro lado del río. «Hubo un corto
período de ofensiva hispano-alemana con la toma de varias poblaciones de
escaso valor, en tanto que no sobrepasaban la catalogación de aldeas. Y
llegaron, en su avance hasta tres poblaciones que pasarían a ser
fundamentales: Otenski al norte, Possad en el centro, y Posselok, la más
oriental, al sur; las tres, cercanas al río Vischera, afluente oriental
del Voljov», afirma el experto.
No obstante, esta ofensiva no se extendió mucho y en poco
tiempo los rusos iniciaron si propio asalto. «Siguieron cinco semanas de
sufrimiento atroz en Possad y Otenski, en tanto que Posselok fue
abandonada. Atacadas por la infantería, la artillería y la aviación, las
dos poblaciones se convirtieron en tumba abierta de cientos de
españoles», explica el historiador.
Al final, el 7 de diciembre el general español al mando de la operación recibió la orden de retirada por parte de los alemanes. No hubo más que decir, la División Azul cruzó la orilla y se apostó para la defensa de sus nuevas posiciones.
4.- La gran matanza de españoles en el Voljov
Los españoles no tuvieron que esperar mucho para volver a combatir, pues a los pocos días de retirarse de sus posiciones avanzadas fueron atacados por centenares de soldados rusos. «El 27, una posición española ubicada entre las localidades de Udarnik y Lobkovo fue atacada. El pelotón, que estaba al mando de un alférez, fue aniquilado y los cuerpos de sus hombres, clavados en el suelo con picos para romper el hielo», afirma el historiador.
Esta gran derrota fue conocida como la tragedia de la «Posición intermedia».
Sin embargo, los españoles decidieron no dejar este suceso impune y
devolvieron el envite de manos del comandante Tomás García Rebull quien,
finalmente, casi aniquiló en su totalidad a la fuerza rusa. La venganza
se había cumplido para estos militares.
Por aquel tiempo, las bajas de la División Azul eran ya
considerables, pero nada comparables con las del ejército nazi. «El 31
de diciembre de 1941 la División Azul había visto morir a 1.400 de sus
hombres, en tanto que el Ejército alemán, desbordado desde hacía ya tres
semanas ante Moscú (5 de diciembre, ataque del general Zhukov con
reservas siberianas), contaba ya con un cuarto de millón de muertos»,
explica Juliá.
5.- El cruce del lago Ilmen: La muerte helada
Después de resistir los ataques soviéticos, la División Azul protagonizó una de sus acciones más valerosas, la cual consistió en cruzar un lago helado para socorrer a una unidad alemana que estaba siendo «machacada» por fuerzas soviéticas. Concretamente, esta acción se desarrolló en el lago Ilmen (cerca del frente del río Voljov) del 10 al 21 de enero al mando del español José Manuel Ordás.
«El año 1942 vio el cruce del Lago Ilmen -al sur de las
posiciones de la División Azul- por la recientemente creada Compañía de
Esquiadores. El lago, completamente helado, fue cruzado a pie, pero con
muy mala suerte, pues la trayectoria prevista tuvo que anularse ante las
grietas que se abrían ante los españoles», determina el historiador Xavier Moreno Juliá.
Estas dificultades provocaron que tuviera que cambiarse el
itinerario inicial por uno más largo. Esto fue letal para las tropas
españolas, que tuvieron que soportar una temperatura de nada menos que 52 grados bajo cero.
«Finalmente, tras once días de penalidades, los españoles encontraron a
los alemanes, que habían podido zafarse del acoso soviético», explica
el experto.
La acción no fue demasiado satisfactoria para los españoles, que sufrieron 102 bajas por congelación acompañadas de una gran cantidad de heridos.
«Poco hubiesen podido hacer para ayudarles (a los alemanes), pues
quedaban sólo doce hombres ilesos de un contingente inicial de 240»,
sentencia el historiador.
«Esta acción fue aprovechada por el general español Muñoz
Grandes para dar publicidad a su División Azul, por medio del envío de
un álbum con los telegramas enviados y recibidos durante el cruce del
lago. El alto mando alemán quedó impresionado y la noticia llegó a
Berlín. A partir de entonces, luchar al lado de los españoles pasó a ser
señal de buena suerte para el soldado alemán», explica Juliá. Después
de estos envites, Berlín anunció al mundo la victoria en el Voljov.
6.- El sitio de Leningrado
Tras el frente del río Vonjov, los españoles fueron enviados hacia Leningrado (una
de las principales ciudades rusas) para ayudar a las tropas alemanas a
mantener el cerco de la ciudad, sitiada por el ejército nazi. Mediante
este asedio, Hitler pretendía que la ciudad muriera de hambre al contar
con más de 3.000.000 de ciudadanos.
«El frente de Leningrado, a diferencia del anterior, el del
río Voljov, era estático. En un primer momento, había incluso la
intención alemana de tomar por asalto la ciudad, por lo que fue llevada
la División Azul hasta allí, al objeto de cubrir el flanco suroriental
del ataque», sentencia el historiador Xavier Moreno Juliá.
Sin embargo, Hitler tuvo que detener finalmente el sitio de esta ciudad.
«Tenía que dar prioridad a la batalla que se desarrollaba en el sector
sur del frente ruso, en Stalingrado, donde sus tropas comenzaban a tener
serias dificultades. De ahí que Leningrado se convirtiese en núcleo de
asedio por parte de las tropas alemanas, apoyadas por las españolas.
Además, se daba la circunstancia de que aquel nuevo frente era en gran
medida urbano, a diferencia del anterior, fundamentalmente rural»
explica el historiador.
7.- Muerte en Krasni Bor y regreso a España
Pero, sin duda, la acción más valerosa de la División Azul fue la defensa de la ciudad rusa de Krasni Bor,
cerca de Leningrado. «Acaeció el 10 de febrero de 1943. Ese día, 38
batallones soviéticos salieron de Kolpino, el barrio industrial de
Leningrado ante el que estaba acantonada la División Azul, apoyados por
unos ochenta tanques, unas 150 baterías y un número indeterminado de
"organillos de Stalin", esto es, de lanzadoras de proyectiles», destaca
el historiador Xavier Moreno Juliá.
«El embate fue tal, que en menos de veinticuatro horas acabó con la vida de 1.125 españoles,
hirió a más de mil y unos noventa se dieron por desaparecidos. Los
infantes alemanes, a cuyo mando estaba el general Philipp Kleffel,
tardaron casi diez horas en intervenir, una más que su aviación. Tan
sólo con los muertos de aquel día, España saldó -e invirtió dieciséis
veces- la mortandad en combate de la Legión Cóndor, que sobrepasó en
poco la cifra de trescientos hombres», finaliza el experto.
La vuelta a España
Finalmente, y tras decenas de combates, la División Azul
fue relevada y enviada a España a pesar de que algunos de sus
integrantes se negaban a marcharse del frente. Muchos, de hecho,
consiguieron permanecer un poco más en combate formando nuevas unidades
hasta que volvieron a su país de origen, donde, hoy por hoy, son
queridos y odiados.
Comentarios
Una aportación muy interesante que da una idea general.