“General Varela (2 millones)”
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Los documentos desclasificados por los Archivos Nacionales británicos detallan los sobornos a cargos franquistas para que España no abandonara la neutralidad
Walter Oppenheimer , Londres 1 de junio de 2013
El 4 de junio de 1940, el embajador británico en Madrid, sir Samuel
Hoare, envió un mensaje cifrado de la máxima urgencia, secreto y
“personal” al secretario del Foreign Office, el vizconde Halifax, según
los más de 400 documentos hasta ahora secretos que acaban de ser
desclasificados por los Archivos Nacionales británicos. “Hay indicios de
que está cogiendo impulso la idea de abandonar la neutralidad y tengo
la impresión de que ha llegado el momento de actuar de forma inmediata
para verificarlo”, arrancaba el texto. El embajador cree tener “una
forma segura” de acceder a los ministros mejor colocados.
Esa forma de “influir de forma decisiva y asegurar la neutralidad de
España” en la II Guerra Mundial no es otra que el pago de sobornos, para
lo cual necesita de “un máximo de medio millón de libras” y exige de
forma “urgente” la autorización. Y ruega que “si hay alguna duda, se
consulte con el primer ministro”, Winston Churchill. Al final, los
británicos se gastarían 13,5 millones de dólares en sobornos (hoy 222
millones, 170 de euros). Los pagos se harían a través del banquero
mallorquín Juan March y los sobornados no sabrían que el dinero procedía
del Gobierno británico. El mayor problema no fue encontrar candidatos a
ser sobornados, sino que March pudiera hacerse con el dinero sin
levantar sospechas. La fórmula elegida, una cuenta en Nueva York de un
banco suizo, levantó las suspicacias del Tesoro de EE UU, que bloqueó la
cuenta durante meses.
El embajador Hoare recibió luz verde con el visto bueno directo de
Winston Churchill y el canciller del Exchequer y ministro del Tesoro,
sir Kingsley Woody. El 9 de junio confirmaba en un nuevo telegrama que
las negociaciones “se desarrollan de forma satisfactoria” pero advertía
que serían necesarias “cantidades más amplias” que el medio millón de
libras estimado al principio. El Foreign Office cuestiona el 14 de junio
la posibilidad de autorizar un gasto superior, pide detalles de la
operación y avisa al embajador que si las ofertas de sobornos son
rechazadas y se llega a conocer la implicación británica la consecuencia
sería “un daño infinito”. “Tengo dudas de enviar ningún nombre, ni
siquiera en un mensaje cifrado”, responde al día siguiente el embajador.
“Tienen que aceptar mi palabra de que las personas son de la mayor
importancia”, asegura, y lanza una advertencia definitiva: “Puede muy
bien ocurrir que la entrada de España en guerra dependa de la rapidez de
nuestra actuación. La situación es crítica”. El 21 de junio, el Foreign
Office confirma que “el dinero ha sido depositado según lo acordado en
el Swiss Bank Geneva en Nueva York”.
Un informe firmado por el comandante Furse el 26 de junio y dirigido a
Churchill y sir Kingsley sintetiza la operación desde el punto de vista
de la legación en Madrid. “La Embajada opina que España está a punto de
entrar en guerra y solo la adopción de esta estrategia puede evitarlo”,
describe. “Franco desea seguir siendo neutral pero está aterrorizado
con Alemania; Suner [Suñer] Yague [Yagüe] y el ala izquierda de la
Falange están a favor de la intervención; el ala derecha (Requetés,
Carlistas, empresarios, la mayoría del Ejército y los campesinos) están
por la neutralidad”, prosigue el militar.
“El objetivo de sir S. Hoare es dar al ala derecha la fuerza
necesaria para que se puedan organizar. Esa organización sería
pro-España y anti-extranjera (por ejemplo, tanto anti italiana como anti
inglesa) pero no reclamaría Gibraltar hasta después de la guerra”,
continúa. Y explica que “la oposición a Suñer se está organizando a
través de Juan March, con el que el agregado Naval está en contacto
directo”. “March actuó como un agente doble para nosotros y para los
alemanes en la última guerra y está de nuevo en contacto con nosotros”,
recuerda.
March se encargó de contactar con ministros y militares (a menudo
eran ambas cosas), pero no por amor al arte: no solo se acabaría
embolsando cinco millones de dólares, sino que a juicio de los
británicos, March quiere que fracasen las políticas de Ramón Serrano
Suñer como ministro de Exteriores “para salvar sus inversiones e
incrementar su poder”. El documento de Furse detalla a continuación los
pagos comprometidos y el grado de compromiso de los implicados en la
operación, también el dinero prometido a cada uno y el calendario de los
pagos. Documentos posteriores especifican además que de los 13,5
millones de dólares a pagar, 3,5 se abonarían al final de la guerra. De
los otros 10 millones, dos ya se habían pagado cuando Furse envía su
informe, tres se deben entregar de inmediato y de una vez y los otros
cinco (la comisión de March), al cabo de seis meses.
Visita del dictador Francisco Franco (tercero por la izquierda) a la sede de la compañía Fecsa, propiedad de Juan March.
Luego cita a los implicados y lo que recibe cada uno en dólares:
Nicholas \[sic\] Franco (2 millones); general Varela (2); general Granda
(2); el secretario general de la Falange, Gallardo (1); general
Kindelán (500.000 dólares), del que añade entre paréntesis: “Es un
chorizo”. Todos reciben el dinero directamente de March. Siete más están
en la operación pero solo tres, los generales Queipo de Llano, Orgaz y
Asensio, reciben pagos, sin que se detalle la cantidad. Los otros cuatro
son los generales Llana, Moreno, Alonso y Solchagar y el ex secretario
general de la Falange, Muñoz Grandes. Un telegrama del embajador Hoare
del 28 de junio explica: “Los planes están dando resultados. El general
Yagüe, protagonista de la entrada de España en la guerra, ha sido
despedido”.
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