La dura vida en los submarinos nazis de la Segunda Guerra Mundial
La flota submarina alemana fue un arma de guerra tan impresionante como exigente para sus tripulantes
bitacoras.com
/ MADRID, 03/07/2013
Tripulantes
de un submarino nazi durante una incursión a la superficie
Tras
el fin de la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles prohibió a
Alemania poseer submarinos, pero el régimen nazi burló esa limitación y entre
1935 y mayo de 1954 llegó a construir casi 1.200 buques que causaron
enormes estragos en las flotas aliadas. Sin embargo, su fragilidad era tan
enorme como duras las condiciones de vida en su interior. Prueba de ello es que
al menos el 70 por ciento de sus tripulantes no sobrevivieron a la
contienda.
Hoy
en día es difícil imaginar cómo se vivía en esos sumergibles alemanes. Por
ello, un interesante artículo publicado en la web «Jot Down», ganadora del Premio del Jurado en los Premios
Bitácoras 2012, revela algunos de los aspectos más curiosos del día a día
en un submarino nazi.
La
tripulación de estos buques rondaba el medio centenar de personas y
estaba compuesta de hombres muy jóvenes, que en gran parte se presentaban
voluntarios, dado el prestigio y el halo romántico que rodeaba a los
submarinistas. A pesar de ello, nada más embarcar, descubrían que su rutina
sería una mezcla de aburrimiento y claustrofobia, aderezada con
ocasionales momentos de absoluto terror.
Una
vez iniciada la expedición, el submarino debía estar a pleno rendimiento y en
alerta las 24 horas del día, así que la tripulación realizaba turnos de
cuatro horas, por lo que todas las camas eran usadas alternativamente por dos
personas, lo que se conocía como «cama caliente». Esto, unido a la falta
de distinción entre el día y la noche dentro de la embarcación, acababa
alterando los ritmos horarios de los submarinistas.
Para
disminuir ese efecto se procuraba respetar las horas de las comidas. El
problema era que, con el paso de los días, la dieta iba deteriorándose debido
al agotamiento del almacén y la constante aparición de moho
debido a la humedad. Por ello, productos como la fruta o el chocolate eran
usados para recompensar el esfuerzo de la tripulación, mientras que el consumo
de bebidas alcohólicas solía estar prohibido.
Al
vivir en un espacio cerrado, solían utilizar una buena cantidad de agua de
colonia llamada «Kolibri», con la que disimular un poco la intensa
atmósfera del submarino que, en ocasiones podía pasar más de una semana
sumergido. Estos buques contaban con tan solo un retrete para toda la
tripulación y dentro del mismo había un cuaderno en el que debía escribirse el
nombre de quien lo usaba. De esa manera cuando se atascaba se conocía al culpable,
que debía encargarse de desatascarlo.
Para
sobrellevar una vida tan monótona y claustrofóbica, era frecuente poner
música durante una hora al día. Además, estaba prohibido tener
fotografías de mujeres desnudas y libros «subidos de tono», por lo que el
entretenimiento en los ratos libres se limitaba a hablar con los compañeros, fumar,
leer o jugar al ajedrez o a las damas.
Aunque,
sin duda, los momentos más tensos eran aquellos en los que todos tenían que permanecer
inmóviles y en silencio, con el submarino pegado al fondo del océano,
intentando escapar del sónar de los barcos enemigos. Muchos no lo
consiguieron y quedaron para siempre en lo más profundo del mar.
Comentarios