“LA VINCULACIÓN AMERICANA DE
FUENTE DE CANTOS:
PASAJEROS A INDIAS (SIGLOS
XVI-XVII)”.
Francisco J. Gutiérrez Núñez
en
Actas II Jornadas de Historia de Fuente de Cantos (9-10 de Noviembre
2001),
Asociación Cultural Lucerna – Ilmo. Ayto. de Fuente de Cantos – Diputación
Provincial de Badajoz,
pp. 53-70 ;
pp. 82-83
(Depósito Legal: BA- 503/2002).
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1. INTRODUCCIÓN.
La
emigración que se produjo durante el siglo XVI, desde la península ibérica
hacia América, es considerada como el primer fenómeno de tal magnitud que se
produjo a través del Atlántico, y el atractivo de su estudio ha originado una
buena producción historiográfica. La aportación de Extremadura en la emigración
española a América durante toda la Edad Moderna, se ha convertido en un tema
puntero de la historiografía extremeña, así como en una de sus señas de
identidad, al ser un fenómeno muy destacable dentro de su pasado histórico como
región. A nivel nacional el estudio de la emigración se vio favorecido con la
celebración del V Centenario del Descubrimiento de América (1992), el cual
motivó un gran desarrollo en los estudios con temática americanista, al
proliferar los congresos, jornadas, encuentros y reuniones científicas. Aunque
hayan pasado ya varios años de tal efeméride, y la historiografía ya haya
marcado las pautas generales y específicas por las que discurrió la emigración
extremeña a América[i],
aún sigue siendo un tema de investigación, para continuar descubriéndolo desde
la escala local y comarcal.
Como
apunta Garraín Villa, “cualquier pueblo
de Extremadura, cuenta con muchos emigrantes, a los que apenas se conocen, la
mayor parte de ellos se encuentran en el más absoluto de los anonimatos, ya es
hora de que los saquemos a la luz y conozcamos sus vidas”[ii].
Por ello en nuestra intención está, el aportar una visión global de cual fue la aportación
de Fuente de Cantos, dentro del contexto de la emigración extremeña, y poner
nombres a esa emigración anónima que debe ser conocida y difundida, a niveles
más locales. Esbozaremos como se desarrollaba el preámbulo de esta emigración,
algunas causas y factores que puedan explicarla, sus ritmos, cantidades, y su
destino final, así como todo los datos sociales y económicos que van ligados al
viaje y a su llegada, sin olvidar su vinculación con su lugar de origen, pues
para entenderla también se debe tener en cuenta qué implicó para la villa de
los siglos XVI y XVII.
2. UNA REFLEXIÓN NECESARIA. LA HISTORIOGRAFÍA Y LAS
FUENTES.
En
los inicios historiográficos del tema a finales del siglo XIX, y en muchas
obras del siglo XX, ha subyacido, la idea épica de los extremeños como
conquistadores y superhombres, de la búsqueda de la hazaña para salir de la
dura realidad socioeconómica. Esta historiografía inicial se centró en los
grandes prohombres, varones ilustres de las armas y la religión, siendo
trabajos que carecían en muchos casos de rigor, y rozaban más la imaginación y
la creación literaria, dando cabida al laudo y la alabanza, sin ninguna
objetividad y respaldo de las afirmaciones. No habían vinculado la emigración
con su entorno histórico, ni a sus aspectos políticos, sociales y económicos[iii].
La identificación y conocimiento de los emigrantes del siglo XVI, sólo fue
posible a partir de la publicación de los trabajos de Rubio y Muñoz-Bocanegra
(1930), de Boyd-Bowman (1964-1968),
Navarro del Castillo (1978), las
ediciones de los Catálogos de Pasajeros, etc..
En
las dos últimas décadas del siglo XX, han sido numerosos los historiadores que
se embarcaron en descubrir la realidad socioeconómica de Extremadura durante la
Edad Moderna para entender la emigración, y fruto de ello han sido los
numerosos trabajos de Altman, Garrain Villa, Lemus López, Pereira Iglesias,
Rodríguez Cancho, Rodríguez Grajera, Rocío Sánchez Rubio, Isabel Testón Núñez, etc. Estos estudios ya han demostrado la falsedad
de extrapolar el comportamiento migratorio del siglo XVI como cumbre de la
aportación extremeña, a todo el período colonial. En la actualidad ya se conoce
que la emigración extremeña a lo largo de los tres siglos de la Edad Moderna,
no ha sido igual. En líneas generales el gran éxodo extremeño se produjo en el
siglo XVI, sobre todo las tres últimas décadas con un culmen entre 1570-1579,
tras lo cual la emigración se redujo a un volumen moderado en el siglo XVII,
siendo en el siglo XVIII aún más escasa.
Para
elaborar el presente trabajo hemos consultado varias fuentes bibliográficas y
documentales. En primer lugar
consultamos los Catálogos de pasajeros elaborados por el Archivo General de
Indias, en base a los expedientes de información, a las licencias y libros de
asientos de pasajeros, de las secciones Contratación e Indiferente
General. Los Catálogos a pesar de sus
deficiencias, omisiones y lagunas, siguen siendo una fuente de ineludible
consulta, para iniciar cualquier investigación sobre la emigración a Indias[iv].
En segundo lugar consultamos los expedientes de concesión de licencia y las
reales cédulas (ubicadas en la sección de Indiferente, de dicho Archivo), los bienes de difuntos, y los catálogos de los
protocolos notariales de Sevilla, relativos a temas americanistas. En tercer
lugar, hemos consultado la amplia bibliografía ya publicada y que siempre
aporta noticias interesantes, así podemos citar las obras de Publio Hurtado, Boyd-Bowman, Navarro del Castillo, Melquiades
Andrés Martín, Rocío Sánchez Rubio, Encarnación Lemus López, etc[v]. Para reconstruir la emigración ha sido
fundamental el minucioso trabajo de reconstrucción de Rocío Sánchez Rubio
(1993), la cual incorpora en su estudio emigrantes localizados en el Archivo
General de la Nación de México, a través de la sección Inquisición y sus
expedientes de limpieza de sangre.
Por
tanto todas estas piezas del puzzle nos permiten reconstruir de manera bastante
fiable, la relación de pasajeros que marcharon de Fuente de Cantos hacia
América durante los siglos XVII y XVIII. En total hemos cuantificado un total
de 291 pasajeros para el siglo XVI, 23 para el siglo XVII, y 1 para el XVIII.
Estas cifras son sólo una aproximación, que en un futuro sin duda será
matizadas y posiblemente ampliadas.
Existen
otras fuentes que pueden complementar el conocimiento de esta emigración, se
trata de las fuentes locales. Lemus López entiende que su información es
especialmente valiosa “porque recoge al
emigrante en sociedad, participando en su círculo familiar, en el
funcionamiento económico y en la comunidad religiosa”, y “porque ilustra los nexos que el individuo
conserva con su lugar de nacimiento”[vi].
Entre las fuentes locales hay que resaltar sobre todo la información que ofrece
la variada documentación de los protocolos notariales[vii],
en nuestro caso los protocolos
notariales de Fuente de Cantos, se conservan en fecha muy tardía, a partir del
año 1607, con lo cual no nos sirve para profundizar en la emigración del siglo
XVI, aunque sí para la minoritaria que se produjo en el siglo XVII. Por tanto
en el caso del quinientos, sólo podríamos contar con el Archivo Parroquial, los
libros de bautismos parten del año 1555, y los de matrimonio de 1587[viii].
3. EMIGRACIÓN FUENTECANTEÑA A LAS INDIAS. SIGLOS
XVI-XVII.
3.1. LOS PREÁMBULOS. TRÁMITES Y CONTRATACIÓN DEL
VIAJE.
La
emigración española a América, de forma oficial estuvo controlada desde inicios
del XVI y durante décadas, por la Casa de la Contratación. Este organismo era
el encargado de regular y velar por el cumplimiento de la normativa vigente en
cuanto al tráfico comercial y la emigración humana hacia el nuevo continente.
Sevilla se convirtió en puerto y puerta de las Indias. El emigrante que decidía
marchar a las Indias, debía cumplimentar una serie de requisitos burocráticos
para conseguir la licencia que le permitiría cruzar el Atlántico. La licencia
se convirtió en requisito imprescindible desde 1539, incluso desde mediados de
siglo hubo una intensificación de las formalidades legales exigidas para
conseguir la autorización real. En teoría el paso de cada emigrante tendría que
haber generado un expediente, aunque en la práctica no fue así. En la
actualidad dichos expedientes se forman con la petición del emigrante, una nota dejando constancia de su
presentación, copia de la Real Cédula dándole permiso para emigrar, concesión
de licencia de embarque por parte de los funcionarios de la Casa de la
Contratación, una Información sobre la limpieza de sangre, etc.
Por tanto
en primer lugar el futuro emigrante debía dirigir una petición de licencia al
rey, en la cual tenía que exponer y alegar los motivos por los que tenía para
abandonar la península. Por tanto en el caso de los fuentecanteños, como en el
de tantos extremeños, en primer lugar tenía que realizar un primer viaje a
Madrid, Valladolid o Sevilla (Casa de la Contratación), para realizar la
gestión de forma personal, o bien delegar el trámite en personas conocidas o de
confianza. Las peticiones o solicitudes eran examinadas y resueltas bajo las
fómulas “désele licencia” o “no ha lugar”, en este último caso existía la vía
de la apelación (“tornar a suplicar”). A través de las solicitudes, en otras
ocasiones también se demandaba al rey, la concesión por parte de éste, de
exenciones fiscales, permisos para llevar armas, provisión de cargos, o
concesiones de tierras y solares, este último fue lo que solicitaron los
fuentecanteños, Juan Martín de las Indias y Juan Sánchez, que más adelante
veremos.
Por
lo general los motivos más reiterados que se expresaban en estas solicitudes,
eran la pobreza, tener ya familiares en Indias, pasar para hacer vida
maridable, regularizar el cobro de la herencia de parientes, el servir como
religiosos, o cualquier otro motivo. Por
ejemplos, Pedro de Cuéllar, vecino de Fuente de Cantos, obtuvo Real
Cédula fechada en la ciudad de Valladolid, el 10 de septiembre de 1548,
dirigida a los oficiales de la Casa de la Contratación para dejarlo pasar a
Popayán, donde iba a cobrar los bienes dejados por Rodrigo Núñez[ix].
Por su parte en 1587, Hernán González de Castro vecino de Fuente de Cantos,
exponía en su información, que tenía un hermano fraile franciscano, residiendo
ya hacia 10 años en Yucatán, donde se hallaba enfermo, por este motivo solicitaba
pasar a las Indias con la promesa de regresar con su hermano, aunque no parece
que retornara pues viajaría con su mujer, su hija y cinco sobrinos[x].
Una
fuente muy interesante para la historia local de Fuente de Cantos, son las
informaciones de limpieza de sangre de los emigrantes, que tenían que demostrar
que no pertenecían al grupo de los “prohibidos” que no podían pasar a las
Indias. Estas informaciones incluían la toma de declaración por la justicia
local, de varios testigos, que ratificaban la “pureza” del emigrante. Nos
sirven para conocer a los testigos, que solían tener alguna relevancia social
dentro de la villa, así como para la reconstrucción parcial de familias y
conocer algún dato socioeconómico del emigrante. A veces éstas incluyen partidas
de bautismo.
Un
botón de muestra, es la información iniciada en Fuente de Cantos el 13 de junio
de 1576, sobre Juan Domínguez de la Guía, mozo soltero de 36 años. Era hijo de Juan Domínguez de la
Guía y de María Hernández, y sus abuelos paternos, habían sido Juan Domínguez de la Guía e Inés García, y
sus abuelos maternos, Francisco Navarro
y Elvira González. Él declaraba ser “(...) cristiano viejo de limpia generación y
que no soy de casta de judios ni de moros ni conversos ni de los nuevamente convertidos
a nuestra sata fe católica ni he sido penitenciado por el Santo Oficio de la
Inquisición (...)”. De él conocemos que terminó pasando como labrador a
Nueva España, el 13 de junio de 1577[xi].
Después
de obtener la licencia para pasar a Indias, expedida a título personal e
intransferible, el poseedor tenía dos años como máximo para hacer uso de ella y
poder embarcar de manera legal. Durante este tiempo el futuro emigrante tenía
que arreglar sus asuntos, y disponer los preparativos del viaje. Si no
hacía uso de su licencia esta caducaba,
y tenía que volver a solicitar su renovación, aunque no era nada
habitual que esto sucediese, en nuestro caso contamos con la excepción.
Alonso Domínguez, clérigo presbítero, que eran natural de Fuente de Cantos,
obtuvo licencia en 1579, y solicitó renovarla en 1587 y 1591, viajando
finalmente al Perú en compañía de su criado[xii].
Como
tantos extremeños el fuentecanteño, iniciaba su definitivo viaje hacia Sevilla,
en muchas ocasiones era la primera vez que visitaba esta ciudad. Lo hacía a
través de la Vía de la Plata, o por la
Sierra Norte de Sevilla, ambas rutas en pésimo estado[xiii].
Ya en Sevilla, el emigrante tenía que contratar y apalabrar la forma en que iba
a viajar, con los maestres de las naos. Además tenían que presentar en la Casa
de la Contratación sus informaciones para que se le diera validez a la
autorización real, inscribiéndose en los libros de asientos y estando en
disposición de embarcar en la primera flota que marchara rumbo hacia el destino
que indicara su licencia. En los días
previos a su partida, el emigrante debía
adquirir todo aquello que le hiciera falta para su aprovisionamiento y
equipaje, incluyendo los cacharros de cocina. Si en el contrato de viaje no se
incluía la comida, se debía acopiar de alimentos, para un período nunca
inferior a un mes, bizcocho, carne, pescado, vino, sal, etc.
El
coste del pasaje suponía en muchos casos un esfuerzo económico para la mayoría
de emigrantes con pocos recursos, por ello, tenían que recurrir a vender sus
bienes, recibir dinero procedente de familiares ya afincados en América, o bien
a percibir donaciones o adelantos de herencia, entre otras cosas. Pero en otras
ocasiones la liquidación de bienes y hacienda como paso previo para emigrar, también
la realizaban personas con recursos suficientes. Por su parte otra fórmula para
no realizar gastos excesivos era pasar en calidad de criado de otra persona, el
cual costeaba el pasaje como pago de sus primeros servicios.
En
nuestro caso, conocemos varios fuentecanteños que protocolizaron en Sevilla,
los contratos de viaje, Ruy García del Corro (1521), Diego Hernández
(1524), Juan Montoro (1549) y Bartolomé Guerrero (1551). Por ejemplo el 12 de
septiembre de 1521, Ruy García del Corro, vecino de Fuente de Cantos, estante
en esos momentos en Sevilla, se obligaba a pagar a Luis de Santiesteban (vecino
de Sevilla, colación de Santa Catalina), señor y maestre de la nao ´San Juan´,
10 ducados de oro por su pasaje a la ciudad de Santo Domingo[xiv].
Un segundo caso es el de Diego Hernández, también vecino de Fuente de Cantos,
el cual el 8 de marzo de 1524, se obligaba a pagar a Juan del Hoyo, señor y
maestre de la carabela “Santo Antón”, 68 pesos de oro, del valor de su pasaje y
el de su esposa, su hijo, y el de Francisco Ruíz y Gonzalo Sánchez, llevando
equipaje, con destino al Yucatán (México)[xv].
Juan
Montoro, natural de Fuente de Cantos, el 5 de noviembre de 1549, se obligaba a
pagar a Francisco Camacho, vecino de Ayamonte y maestre de la nao Santa María de
Guadalupe, 60 pesos de oro, por el uso de la
cámara de popa de dicho nao y por el pasaje de él, su esposa, cuatro hijos
y el de Isabel Pimentel, y porque les diera agua y leña, según la costumbre, en el viaje que harían a Santo
Domingo[xvi].
Similar es el caso de Bartolomé Guerrero, natural de Fuente de Cantos, el cual
en 1551, se obligaba a pagar a Sebastián de Flores, vecino de Lepe, maestre de
la nao La Bella, 44 ducados de oro por su pasaje, el de su esposa, su cuñada y
dos hijos pequeños hasta el puerto de Nombre de Dios, a cambio de que le diesen lugar donde llevasen una caja de
siete palmos de su matalotaje, dos pequeñas con ropa, dos barriles de bizcocho,
cuatro botijas para agua, vinagre, aceite y otras cosas[xvii].
Por
abril o mayo partía una flota hacia Nueva España, y en agosto salía otra con
destino a Tierra Firme, desde donde se enlazaba con Perú, ambas se juntaban
tras el invierno en la Habana e iniciaban el regreso a la península. El viaje
se solía hacer habitualmente o bien en carabelas o en galeones, aunque en
barcos de tráfico comercial, como urcas y carracas, también se embarcaban un
reducido número de pasajeros. El trayecto era penoso, ante la estrechez de las
carencias de espacio, la suciedad y la falta de ocupación, que conducían al tedio
y a la monotonía. Pero junto a esta emigración legal y formal, existía otra
ilegal motivada en muchos casos por la impaciencia de la persona ante las
trabas y demoras en la concesión de licencias, deseosas de burlar las
exigencias de la Casa de la Contratación,
la cual se producía desde otros puertos como Sanlúcar de Barrameda,
Lisboa o las Canarias.
3.2. CAUSAS Y CARACTERÍSTICAS DE LA EMIGRACIÓN. RITMOS
Y DESTINOS.
La
historiografía coincide en señalar a la pobreza como causa general del
movimiento migratorio a Indias durante la Edad Moderna, sin embargo hay que
tener en cuenta que ésta no fue constante ni en el espacio ni en el tiempo de
estos tres siglos, con lo cual hay que recurrir en ocasiones a factores y
circunstancias complementarias que nos expliquen los flujos de salida en
distintas etapas. El emigrante se decide a marchar, cuando tiene la sensación
de que las condiciones de vida son insoportables. Constantemente se ha expuesto
como causa principal la miseria que
padecía una mayoría de la población extremeña ocasionada por la desigual
distribución de los recursos económicos, sobre todo en torno a la propiedad de
la tierra.
Entre
las características de la emigración podemos citar varios aspectos. El primero
al que debemos hacer alusión es la forma
de viajar, si se afronta el viaje de manera individual o integrándose en un
colectivo .La familia y el paisanaje eran alternativas a las que se recurría,
tanto para marchar, como al llegar al destino. Lo que predomina en todo el
siglo XVI, es una amplia presencia
masculina individual frente a la menor emigración de grupos familiares
que sí tenían muy clara la idea de permanencia en América. Del total de 291
emigrantes fuentecanteños, 127 de ellos viajaron de forma individual, 27
parejas (54 personas), 9 tríos (27 personas). Además encontramos 6 grupos de 4
(24 personas), 5 grupos de 5 (25 personas), 2 grupos de 6 (12 personas), 2
grupos de 7 (14 personas) y sólo uno de 8 personas.
De
las 127 personas que viajaron de forma individual, la inmensa mayoría eran
hombres, sólo encontramos cuatro mujeres, María Jiménez que pasa a Nueva España
(1591), y otras de las que no conocemos la fecha de cuando viajaron, pero sí
que al menos en la que ya residían en el nuevo continente, se trata de Leonor
Sánchez e Isabel Sánchez (1599), que residían en Nueva España, y Beatriz
Saldaña (1570), que residía en Perú. La historiografía tradicionalmente venía fijando como
característica de la emigración, que era en su mayoría masculina, aunque se
viene matizando y empezando a tener en cuenta el peso relativo cada vez mayor
de las mujeres.
Entre
las 54 personas que viajaron en 27 dúos, encontramos 13 matrimonios, 7 dúos
formados por señor y criado, 4 dúos de hermanos, y 3 de padre e hijo/a. En el
caso de las parejas de hermanos podemos citar los casos de Ruy y Gonzalo García
(1527), Juan López y Pedro Aguilar (1534), Benito Rodríguez y Cristóbal Mateo
(1577), Miguel Martínez y María Hernández (1592). También son pocos, los casos
del viaje, padre e hijo/a, hemos localizado los de Cristóbal Sánchez de
Santiago con su hijo Hernando (1527), Francisco Pérez Hidalgo y su hijo Luis
(1527), y el de Cristóbal Rangel y su hija María (1592).
De
los tríos, encontramos a 6 de ellos que estaban compuesto del matrimonio y de
un hijo/a, los otros 3 grupos son cada uno distintos y no siguen este primer
modelo, así encontramos a Gil López, que viaja con sus hijos Juan López y
Francisco Ortega (1515); Tomás García de Herrera que viaja con dos criados
(1548), o Catalina Rodríguez de Arteaga, que viaja en 1593 a Nueva España, con
su hermana Isabel, y su sobrino Juan. La casuística de los grupos familiares es
variada. Por ejemplo Ginés Hernández marchaba con su mujer e hijos en 1582 a
Nueva España, el mismo año y con igual destino lo hacía Juan Guerrero el
Tierno, también acompañado de su mujer e hijos, de igual forma lo hacía Martín
Rodrigo (1582). Otras variantes nos lo ofrecen los casos de Mencia Gómez que
viajó en 1548 junto con sus dos hijos y su sobrino. Por su parte Alonso Martín
Sárdano viajaba en 1581 con sus tres hijos a Nueva España, al año siguiente
encontramos a Gonzalo del Corro, que marchaba con sus hijos y un criado.
Entre
los grupos más numerosos podemos citas el del médico Juan Sánchez, que viajaba
junto a su mujer, dos criados y dos esclavos negros a Nombre de Dios (1549),
Antón Domínguez que lo hacía con su mujer , sus tres hijos y su criado, con
destino a Nueva España (1554). Ya vimos con anterioridad a Juan Montoro, que
marchó a Santo Domingo con su amplia familia (1549), aún mayor en el caso de
Nicolás Martín (1565), que emigró a Nueva España. El grupo más amplio lo
encabezó Hernán González de Castro, que además de viajar con su esposa e hija,
llevaba a cinco sobrinos suyos, con destino a Nueva España (1587).
En el
caso de Fuente de Cantos los ritmos
emigratorios fueron similares. En la primera mitad del siglo XVI,
constatamos que emigran 94 personas, aproximadamente un tercio del total de
emigrantes, cuando en la segunda mitad de la centuria lo hacen 197 personas, de las cuales más de la mitad
lo hacen en las dos últimas décadas. En la década de los 80, lo hicieron 56
personas, y en la década final, 54 personas. Si analizamos los datos por
decenios se puede comprobar que existen dos fases, que concuerdan con cada mitad
de siglo, en ambos el crecimiento es lento pero seguro, en el caso de la
primera el culmen llega en la década de 1540-1549, cuando emigran 44 personas,
en la siguiente década baja bastante, reduciéndose a 17 personas, momento desde
el cual empieza de nuevo a recuperarse. (Vid. Gráficos 1 y 2).
EMIGRACIÓN
FUENTECANTEÑA A AMÉRICA,
POR
DÉCADAS, SIGLO XVI.
|
|||
DECENIO
|
N°
|
DECENIO
|
N°
|
1510-1519
|
8
|
1560-1569
|
32
|
1520-1529
|
19
|
1570-1579
|
38
|
1530-1539
|
23
|
1580-1589
|
56
|
36993
|
44
|
1590-1599
|
54
|
1550-1559
|
17
|
En
cuanto a destinos, Nueva España y Perú, fueron los preferidos por la emigración
extremeña. En la misma línea está la elección de los fuentecanteños del siglo
XVI, un destino destaca sobre el resto, Nueva España, del total de 291
personas, cerca de la mitad, 140 de ellas, optaron por emigrar allí. Los
siguientes destinos elegidos están a gran distancia de éste, así en segundo
lugar encontramos, Perú, con 38 personas y Nueva Granada con 33 personas. Del
total sólo desconocemos el destino de 26 personas, la gran mayoría de la
primera mitad de siglo. En todas las décadas el destino principal es Nueva
España, con una excepción, en la última década le sobrepasa Nueva Granada, al
producirse un gran éxodo de fuentecanteños con destino a la Nueva Andalucía (la
parte más oriental de Venezuela), acompañando a su Gobernador, D. Francisco de
Vides, natural de Trigueros (Huelva). (Vid. Tabla nº 1 y Gráfico nº 3).
Entre
las principales ciudades y villas extremeñas que más emigración enviaron a las
Indias durante el siglo XVI, podemos citar de mayor a menor a Trujillo, Zafra,
Cáceres, Badajoz, Mérida, Medellín, Llerena, Fregenal de la Sierra, Azuaga,
Jerez de los Caballeros, Zalamea, Santos de Maimona y Villanueva de la Serena.
En nuestro caso Fuente de Cantos estaría a niveles similares de los de éstas
dos últimas poblaciones, muy por encima del resto de poblaciones de la comarca
de Tentudía, a excepción de Segura de León que contó con 221 emigrantes. Es
curioso como en el siglo XVII, a Fuente de Cantos incluso le superan, en emigración
tanto Fuentes como Segura, con 24 y 34 emigrantes respectivamente (Vid. Tabla
nº 2).
Fuente
de Cantos como otros lugares extremeños fue objeto de continuas visitas de
delegados de jefes de expedición, en busca de reclutar efectivos humanos, sin
los cuáles no se podía llevar a cabo la conquista y colonización, así los
rituales de captación eran similares a los del reclutamiento del ejército, se
tocaban tambores y se enarbolaban banderas. Ambiente que se tuvo que reproducir
en la villa al reclamarse la recluta de voluntarios para la expedición
encabezada por Francisco de Vides. Sin
duda en Fuente de Cantos se tuvo que insistir en varias ocasiones, pues Vides
consiguió atraer para su empresa a 48 extremeños, de ello 29 fuentecanteños.
Según Sánchez Rubio, aunque no se
especifica la profesión, hay dos razones
que llevan a suponer su dedicación al cultivo de la tierra, la primera, que se
les otorga el adjetivo “pobladores”, y la segunda la existencia de grupos
familiares, con idea de arraigo y asentamiento[xviii].
Los
nombres de estos pobladores fuentecanteños de Nueva Andalucía en 1592, fueron: Francisco
de Chinchilla ; Alonso del Corro ; Hernando del Corro (clérigo) ; Juan del
Corro ; Diego del Corro y su mujer María Jiménez ; Antonio del Corro y su mujer
María Mateos ; Alonso Díez Delgado y su mujer Catalina Rodríguez.; Pedro García
del Corro ; Alonso García de Castro ; Alonso García del Corro y su mujer Isabel
Núñez y su hijo Diego.; Lorenzo García y su mujer Isabel González ; Lorenzo
García de Castilla y su mujer Elvira Jiménez ; Juan Guerra del Corro ;
Francisco Jiménez. ; Cristóbal Morejón y su mujer Ana Castro. ; Andrés Pérez.;
Cristóbal Rengel y su hija María Rengel Trejo ; Cristóbal Rengifo, su mujer
María Trejo y su hija María.
Tenemos que entrar aunque sea brevemente a valorar que
supuso para Fuente de Cantos esta emigración. Extremadura sigue la tendencia de
la Corona de Castilla durante el siglo XVI, experimentando un incremento
demográfico y expansión económica hasta la década de los años 80, cuando
comienza a apreciarse una desaceleración en ese incremento y expansión. De esta
tendencia participó también Fuente de Cantos. Conocemos que su crecimiento
demográfico a lo largo del siglo XVI, fue un hecho indudable a pesar de las
precauciones que hay que tomar con las fuentes que nos lo apuntan. A través de
los datos que conocemos, Fuente de Cantos como villa fue una localidad grande,
la cual conservaba a finales del siglo XVI, los mismos vecinos que a mediados
de la centuria: 657 (1532), 900 (1552), 800 (1587), 900 (1591), 699(1598). Si
tomamos las cifras de 591 vecinos para 1631, y la de 600 para 1645 (Rodrigo
Méndez Silva), apreciaríamos un fuerte descenso, de un tercio de población, con
respecto a la década final del siglo XVI, en relación a 1591. Habría que
matizar que aunque el descenso fue evidente, sería menor pues este censo según
Rodríguez Grajera, nos puede engañar al no ser muy fiable [xix].
Anteriormente
vimos como de los 291 emigrantes fuentecanteños del siglo XVI, 197 lo hacen en
la segunda mitad de la centuria, y de ellos 110 sólo en las dos últimas
décadas, el principal éxodo se produjo en 1592, cuando emigró un total de 36
personas, 29 de ellas enroladas en la expedición de D. Francisco de Vides con
destino a Nueva Andalucía. Podríamos explicar este incremento y aceleración de
la emigración si tenemos en mente que
Fuente de Cantos, participó de la ralentización del crecimiento
demográfico y económico que sufrió Extremadura en las dos últimas décadas del
siglo XVI. Pero en cambio la explicación se desmonta si vemos la emigración de
toda la primera mitad del siglo XVII, cuando sólo se constata a 18 emigrantes,
siendo también un período recesivo. En el caso de Fuente de Cantos, creemos que
el crecimiento que se produjo a lo largo del quinientos, permitió que el vecindario de la villa
pudiera soportar esta progresiva salida emigratoria sin resentirse, es más
incluso fue beneficioso para relación población-recursos, y evitar como en
otros muchas localidades extremeñas, tensiones y conflictos sociales. La
emigración que se produjo a lo largo del siglo XVI, no provocó alteraciones en
su devenir demográfico, ya que fue una
emigración espaciada en el tiempo, y relativamente bien distribuida. Por tanto
podemos considerar que aunque con respecto a las cifras absolutas del
vecindario, la emigración americana, casi no afecta a la pérdida de población,
en cambio si tiene su peso específico y puntual en las dos últimas décadas,
pudiendo considerarla como un factor más junto a otros muchos, del declive
demográfico que sufrió Fuente de Cantos desde fines del siglo XVI si
consideramos que la población que emigra son en su mayoría solteros y
matrimonios jóvenes con hijos pequeños, que inciden directamente en la base de
crecimiento de la población. De todas formas todo ello queda abierto a nuevas
interpretaciones.
3.3. CUALIFICACIÓN SOCIO-PROFESIONAL.
En
esta emigración sobresalen los personajes fuentecanteños de los que sí
conocemos su statu socio-profesional, que siguen los parámetros de la emigración
extremeña. Del total de 291 emigrantes del siglo XVI, sólo conocemos la
situación de 57 de ellos, así entre ellos encontramos a 4 personas vinculadas
al ejército y la conquista (tres conquistadores-encomenderos, y un alférez), 4
personas relacionadas con el ámbito de la administración y la política (un
regidor, un procurador, un escribano, un notario), 4 labradores o hacendados, 2
mercaderes, 1 herrador, 10 eclesiásticos del clero secular y 5 del clero
regular, y dos médicos, 23 criados y 2 esclavos (Vid. Gráfico nº 4). Con
respecto al siglo XVII, conocemos la profesión de 14 de los fuentecanteños que
emigraron, 9 como criados, 2 vinculados a la administración, y 3 eclesiásticos
de órdenes regulares.
Son 4 los relacionados con el ejército y la conquista
en el siglo XVI, en la primera mitad del siglo XVI encontramos tres personajes
interesantes de conocer, ya que fueron conquistadores de nuevos territorios y
encomenderos. Se trata de Gil de Molina (1523), Francisco de Saldaña (1524) y
Juan Martín de las Indias (1549). Ya a finales de siglo encontramos a D.
Antonio de Norona, Alférez de profesión, que emigró a Nueva España (1591).
Gil
de Molina, natural de Fuente de Cantos,
era hijo de Juan de Calderón y Mari Sánchez de Molina. Marchó a México en 1523,
donde fue conquistador. Se asentó en la Huasteca, y fue propietario en Ciudad
de México en 1537, así como encomendero en Tezayuca, aunque fue destituido. Ya
viejo vivía al menos en 1547 en México, donde se reencontró con una hija y un
hijo, para casarlos. En el Archivo General de Indias, hemos encontrado nuevas
referencias suyas. En febrero de 1539, siendo vecino de Ciudad de México,
obtuvo Real Cédula, para que el Virrey de Nueva España le proveyera con un
corregimiento. Sobre su destitución como encomendero de Tezayuca o Teziuca,
también existe un expediente de 1541-1543, de las diligencias realizadas por el
fiscal.
Francisco
de Saldaña, también natural de Fuente de Cantos, era hijo de Bartolomé Mateos
Saldaña y Leonor García del Corro, marchó a Nueva España en 1524, donde ejerció
como conquistador de Motín, Jal, Cipotecas, Mixes y Chontales, fue vecino de
Cipotecas, encomendero en Totolinga, en 1547 aún vivía. Entre 1541-1548,
Gonzalo Díaz de Vargas, alguacil mayor y regidor de Puebla de los Ángeles inició
contra Francisco de Saldaña, siendo vecino de S. Ildefonso, un contencioso
sobre el derecho al pueblo de Sultepec.
Sobre
Juan Martín de las Indias sabemos que intervino en la década de los años 30, en
el alzamiento de indios de Los Reyes, Cuzco y las Charcas, “y en otras partes, hasta que la tierra se allanó y los yndios quedaron
en paz”, lo cual le permitió obtener un repartimiento de indios, pero “por las disputas de los gobernadores se los
quitaron”. Así lo encontramos retornado en la península como vecino de
Fuente de Cantos, en el año 1549, solicitando repartimientos de indios y
caballería. Se le concedería licencia para volver a Perú, junto a su mujer,
hijos y un criado. En el mismo afirma haber residido mucho tiempo en las
Indias, como conquistador [xx].
Como
curiosidad podemos citar que Fuente de Cantos, fue escenario en 1508, del acto
de realizó el rey Fernando el Católico para armar caballero de las espuelas
doradas a Diego Méndez (1472-1536), navegante y conquistador español
castellano, que participó como escribano en el cuarto viaje de Cristóbal Colón
(1502-1504), durante el cual se destacó por sus hazañas, motivo por el que fue
armado caballero. Posteriormente en las Indias, fue secretario y contador de
Diego Colón (1509), y encomendero (1510), entre otras cuestiones[xxi].
Relacionados
con la administración, encontramos
varios casos. Quizás el más llamativo sea el de Rodrigo Pérez, procurador de
causas en Panamá hacia 1525. Su controvertida figura parece que no pasó
desapercibida y en 1532, se envío una Real Cédula al Gobernador o juez de
residencia de Tierra Firme, para obligarlo junto a Hernando del Castillo
(vecino de Lebrija), a que volviera a la península a vivir con su mujer e hijo,
al ser “hombres muy perjudiciales”.
Sin duda sus pendencias no tuvieron que darle más alternativa a la justicia,
que el de condenarlo a la pena de muerte. Sabemos que murió ahorcado por Diego
de Almagro en la isla Taboga, dejando viuda en España. En el ámbito
administrativo, también tenemos nombres, de Andrés Jiménez de Fuentes que pasó
en 1572 a Río de la Plata como escribano, y Alonso Martínez de Porras, que
obtuvo Cédula Real para poder ser Notario (1592).
Otro
caso interesante es el de Gonzalo del Corro, natural de Fuente de Cantos, el
cual en 1582, obtuvo licencia para regresar a Zamora (Michoacán, Nueva
España), con sus hijos y un criado, al
ser Regidor y justicia de dicha ciudad
de Zamora. Según Rodríguez Grajera, la familia Del Corro estuvo entre las
privilegiadas de la villa por su nivel de riqueza, y terminó alcanzando la
nobleza. Muestra de ello no es sólo Gonzalo del Corro, pues ya en el siglo
XVII, encontramos también personas de este linaje que pasaron como “provistos”,
para desempeñar cargos administrativos, son los ejemplos de Francisco de Corro
Carrascal, oidor de la Audiencia de Panamá (1664) y Diego de Corro Carrascal,
presidente de la Audiencia de Quito (1677). A lo largo de ambos siglos, muchos
miembros de esta familia emigraron a las Indias, alguno de ellos como
eclesiásticos, como veremos más adelante [xxii].
También conocemos que pasaron varios fuentecanteños
como labradores, son los casos de Alonso
Mateos (1512), Bartolomé Saldaña (1570), y Juan Domínguez de la Guía (1577). Lo
que conocemos de Bartolomé de Saldaña, proviene de dos cartas que envió a su
familia de Fuente de Cantos. Las “cartas de llamada” solían ser un reclamo de
los emigrantes a sus familiares y amigos que se habían quedado en España. Hemos
hallado varias relacionadas con Fuente de Cantos[xxiii].
Las dos enviadas por Bartolomé de Saldaña
están fechadas en Cuzco el 1 de febrero de 1570, y dirigidas a su hijo Rodrigo
Payán y a su mujer Elvira Pérez, vecinos de Fuente de Cantos. En los inicios de
ambas cartas Bartolomé de Saldaña, reprende a su hijo y a su mujer, por su
persistencia en no abandonar Fuente de Cantos, y marchar con él a América, y
por la soledad y la falta de compañía que sufría. A los dos les comentaba que
si el hijo lo visitaba, éste volvería con dinero para casar a sus hermanas, y
se lamentaba de que no iba, teniendo el refugio de sus padres, pues si él
(Bartolomé) los tuviera, iría a buscarlos a los confines de Arabia,
recordándole que él trabajaba para dejarle su herencia: “Y si vinieres acá darse ha orden como te vuelvas, a casar a tus
hermanos, que plugiera a Dios que yo tuviera el remedio que vosotros tenéis en
mis padres, aunque fuera en los confines de Arabia, a ver si los fuera yo a
buscar, que yo os digo que no os falten cinco o seis mil castellanos, y aunque
yo muera, quedan vuestro tío Francisco Hidalgo y vuestra tía Beatriz de
Saldaña, que os los darán, que por mi trabajo os los he ganado, para dejároslos
conque viváis, si fuéredes los que debéis ser”. La última carta de su mujer
la había recibido hacía ya dos años. A ella le recriminaba que “(...) otras mujeres sin marido ni recurso
de parientes se vienen de sus tierras con sus hijos por remediarlos, y vos con
tenerlos no lo habéis hecho”. Sin embargo a las pocas líneas se enternece,
y le confiesa que “de ninguna cosa tengo
tanta pena ni tanto llegue a mis entrañas cada vez que me acuerde que es de no
poderos ver antes que me muera, porque estoy muy viejo y muy enfermo”.
Al
parecer por lo que cuenta Bartolomé en ambas cartas (1570), él ya había hecho
fortuna y tenía una hacienda que diez años atrás valía 10 mil pesos, pero que
por cierta venta que hizo, su valor decayó, valiendo cuando escribe 4 o 5 mil
pesos. La hacienda o heredad según cuenta, rentaba cada año 2 mil pesos. Y
confesaba que no enviaba nada, porque tenía una deuda de mil pesos, a pagar en
seis u ocho meses, y por otra razón convincente, “(...) porque los dineros acá se ganan con mucho trabajo, y se levan
con mucho riesgo”. A pesar de todo en 1569 si había mandado 50 ducados para
su mujer, a través de Alonso de Loaysa, natural de Trujillo, y en las cartas
daba cuenta de ello para que su hijo y mujer los cobrarán. A través de una
pequeña nota de un expediente de bienes de difunto fechado en 1590, conocemos,
que Bartolomé falleció en Cuzco, sin familiares que vivieran con él, tras
liquidarse sus bienes y pagar las diligencias de la repatriación de capital, se
envió a su familia, 750 pesos en escudos[xxiv] .
En
cuanto a mercaderes, solo hemos
localizado a dos que pasaron al Nuevo Mundo, se trata de Hernán Mejía que
marchó en 1564 a Honduras, y Garci López de Morales que lo hizo en 1577 a
Tierra Firme y Perú. Sin embargo la vinculación comercial de Fuente de Cantos
con América, se produjo desde las primeras décadas del siglo XVI, por la
relativa cercanía que tenía con respecto a Sevilla, que se perfilaba como la
cuna de la carrera comercial y punto de partida de la expansión colonial.
Tenemos varios indicios de esos intereses comerciales. Por ejemplo podemos
citar el caso de Francisco López,
natural de Fuente de Cantos, el cual en 1508 realizó una escritura de concierto
en Sevilla, con Álvaro Gutiérrez, mercader y vecino de la colación de San
Ildefonso de dicha ciudad. Dicho concierto consistía en que el primero (López),
se obligaba a servir por arriero al segundo (Gutiérrez) durante tres años y bajo
distintas condiciones, tanto en tierras de Castilla como en las Indias, a las
cuales tenía proyectado marchar el referido Álvaro Gutiérrez, en concreto
desembarcando en la isla Española. Al año siguiente en 1509, encontramos otra
escritura, esta vez otorgada por Alvar Pérez Hidalgo, vecino de Fuente de
Cantos, en concreto se trataba de un testimonio notarial de probanza por el
cual confirmaba que hacia dos años había embarcado en la nao “San Nicolás” del
maestro Fernando de Morales, distintas mercancías con destino al Puerto de la
Plata, de la isla Española, las cuales fueron tras ser desembarcadas,
depositadas en las casas de un hombre apellidado Ceballos[xxv].
En la
emigración fuentecanteña destaca sobre el resto de profesiones, la amplia
nómina de eclesiásticos que siendo
naturales o vecinos fuentecanteños, marcharon a América, decididos a ejercer
labores de evangelización y prosperar en su carrera religiosa. Del clero regular, podemos citar a fray
Francisco de Fuente de Cantos, fraile franciscano que emigró en 1545, fray
Alonso de San Martín que profesó en la orden de San Agustín ya en Nueva España
en 1569, fray Juan de Fuente de Cantos, fraile franciscano que marchó a Perú en
1574, fray Alonso Guerrero, fraile franciscano, que emigró a Filipinas (hacia
1597) y fray Juan Díaz, fraile dominico que en 1599 ya residía en Nueva
España. Por su parte el clero secular superó en número al
regular, así constatamos que marcharon los siguientes eclesiásticos: Sancho
Pérez (1572), Cristóbal Calderón (1575) a Nueva España ; Rodrigo Martínez (1573), Bartolomé Jiménez
(1573), Pedro Cuéllar de Ocampo (1578), Alonso Domínguez (1592), Francisco
Jiménez Rico (1597) al Perú ; Hernando
del Corro (1592) a Nueva Andalucía ; Alonso Mejía (1574) y Francisco Jara
(1588) a Honduras. Destaca el hecho que éste último, pasó con el obispo de
dicha provincia, Fray Gaspar de Andrada.
En el
siglo XVII también encontramos a tres eclesiásticos de origen fuentecanteño, el
franciscano fray Nicolás Velázquez integrante de una expedición de 38 personas
de su orden que pasó a Filipinas (1601), el jesuita Benito Carvajal que marchó
a Nueva Granada (1662), y el capuchino Francisco de Fuente de Cantos que lo
hizo al mismo destino (1687).
Por
último también podemos citar a dos médicos
naturales de Fuente de Cantos, que emigraron al Nuevo Mundo, se trata de Juan
Sánchez y Alonso de Castro. El primero de ellos, Juan Sánchez, solicitó
licencia en 1549 para retornar a Nombre de Dios (Panamá), donde ya había
ejercido su profesión, en concreto en el hospital de pobres de dicha ciudad.
Quizás su vuelta a la península fuera para recoger a su familia, en este caso
se le concedió licencia para volver llevando a su mujer Inés Álvarez, dos
criados y dos esclavos negros. Según Rocío Sánchez Rubio, ahora en su retorno
solicitó la merced de adjudicación de tierras.
Por
su parte de Alonso de Castro, conocemos que ya residía en Perú en concreto en
la ciudad de Los Reyes en 1591, y que al año siguiente era médico del Virrey, D. García de Mendoza. De
él nos ha llegado una carta que fechó en Los Reyes (Perú) el 17 de marzo de
1591, dirigida a Francisco Sánchez de
Porras, vecino y familiar del Santos Oficio de la Inquisición en la villa de
Fuente de Cantos. Francisco era además escribano público, y era cuñado de
Alonso. En ella le contaba que ya sabría de todo el suceso de su viaje y del
fallecimiento de su mujer, por otras cartas que le había enviado. El viaje
había sido muy trabajoso, y él también había enfermado con calenturas que le
llevaron a estar en cama, y sólo le habían remitido, hacía un mes (“de que doy gracias a Dios por tanta merced
como me hace”). A través del
mercader Diego de León, ya le había reclamado a Francisco Sánchez de Porras,
que le enviase a sus sobrinos Mariquita y Miguelito, ambos menores, hasta que
pudiera casarlos, para lo cual le otorgaba poder para que arreglara el coste
del flete y equipaje hasta Cartagena de Indias, donde terminaría de pagarlo si
hiciera falta, Francisco Hernández (cuñado de ambos), quién tenía en depósito para
ello 300 pesos. Diego de León se encargaría de darle el dinero a Francisco
Sánchez, para lo que le encargaba, y el señor León sería el acompañante de los
dos menores: “Así que vuestra merced
disponga luego, y me envíe estos dos muchachos en la primera flota que viniere
para estas partes, porque yo me hallo muy solo, y es tan mal servicio el de los
indios que yo no me hallo con tal mal servicio”. Sus sobrinos Miguel
Martínez y María Hernández terminaron por pasar en 1592, con destino Lima
(Perú), para vivir con él[xxvi].
En
los últimos puestos del escalafón socioprofesional podemos encontrar a los criados. Hemos contabilizado a 23 de
ellos para el siglo XVII, aunque no conocemos el nombre de todos. A veces
declarar ser criado era una estrategia para intentar acelerar los trámites
burocráticos, y de ahí que encontremos infladas las cifras sobre esta
profesión, por ejemplo es el caso de Alonso Martínez de Porras, el cual pasó a en febrero de 1592 a Quito, declarando
ser criado del Licenciado Juan de Ávila, cuando hemos visto que obtuvo real
cédula para ser Notario de Indias, tan sólo unos meses después de emigrar, en
julio.
Podemos
citar varios fuentecanteños que pasaron como criados, Francisco Jara (1554), Alonso Hernández
(1591) y María Jiménez (1591) que pasaron a Nueva España ; Simón Pérez (1566) y
Pedro García (1569), que lo hicieron a Santo Domingo ; Juan Jiménez (1565) a
Costa Rica, Alonso Calderón (1534) a Panamá ; Alonso Mejía (1576) a Guatemala ;
Alonso Téllez (como criado de frey D. Gabriel de Herrera, 1596) al Perú. Incluso el médico Juan Sánchez llevaba dos
esclavos negros a su servicio, en su viaje de 1549 a Nombre de Dios..
A lo
largo del siglo XVII, la profesión de criado, siguió siendo la más declarada,
así de las 23 personas que emigraron durante esta centuria, 9 eran criados, la
mayoría sirviendo a eclesiásticos. Por ejemplo Pedro García, que pasó al Perú
(1600), sirviendo a fray Miguel de Ayala y otros cincuenta religiosos, Pedro
Navarro que emigró a Nueva España (1603) como criado de un fraile dominico, y
Gonzalo Domínguez Guerrero que lo hizo con destino a Guatemala (1603),
sirviendo al franciscano fray Fernando de Revenga. En situación parecida a la
de Pedro García, viajó Lorenzo Pérez Payán, con destino a Filipinas (1605), al
servicio de cincuenta franciscanos. Por su parte Juan Jiménez Santos, pasó a
Nueva España en 1606 para servir a otro fraile dominico, fray Antonio Gil
Negrete. Como criados de señores laicos,
podemos citar a Marcos Vázquez (1605) y Aguilar Bartolomé que emigraron a Nueva
España (1621) , Alonso de Morales criado del alférez Alonso Montero, que emigró
al Perú (1624), y Juan Cortés que lo hizo a Nueva Granada (1624).
4. A MODO DE CONCLUSIÓN.
Como
hemos visto, la emigración fuentecanteña a América, es una emigración que se
produjo dentro del contexto emigratorio extremeño, a los mismos destinos y con
los mismos ritmos. Por tanto tras la visión general que hemos pretendido
ofrecer, aún quedan muchas líneas de investigación abiertas para profundizar en el conocimiento de esa
emigración anónima que sin tener grandes cargos, se embarcaron en la aventura
de marchar a América. Pero también queda por profundizar en el conocimiento
biográfico de personajes interesantes que sobresalen por su mejor fortuna.
Todos ellos son parte de la memoria colectiva y la historia de un pueblo.
Desde aquí mi felicitación y reconocimiento a la Asociación Cultural Lucerna, y
a sus integrantes por empeñarse en descubrir la historia de sus raíces, Fuente
de Cantos, pues como afirmaba el insigne
historiador y maestro de historiadores, D. Antonio Domínguez Ortíz, “el presente es hijo del pasado, y el futuro
del presente. Ninguna colectividad humana puede mantener su propia identidad si
desprecia sus raíces, si olvida sus tradiciones”[xxvii].
Al respecto puede consultarse los amplios
e interesantes estudios de: SÁNCHEZ RUBIO, Rocío: La
emigración extremeña al Nuevo Mundo. Exclusiones voluntarias y forzosas de un
pueblo periférico en el siglo XVI, Junta de Extremadura, Madrid, 1993.
LEMUS LÓPEZ, Encarnación: Ausente en
Indias. Una historia de la emigración extremeña a América, Ediciones
Siruela, Madrid, 1993.
[ii]GARRAIN VILLA, L.: Llerena en el siglo XVI. La emigración a Indias, Extremadura
Enclave 92, Junta de Extremadura & Ediciones Tuero, Madrid, 1991, pag. 15.
La rigurosidad y el enorme trabajo de documentación que plantea esta obra, hace
que pueda ser seguido como modelo de estudio sobre el tema americanista desde
la óptica local.
[iii]Como
apunta Encarnación Lemus López, “(...) ya
no era posible aceptar a priori la existencia de un éxodo masivo y posteriormente
enumerar unos pocos casos”. LEMUS
LÓPEZ, E.: Ausente en Indias..., op. cit., 1993, pag. 21.
[iv]Los
catálogos de pasajeros son los siguientes: BERMÚDEZ PLATA, C.: Catálogo de pasajeros a Indias durante los
siglos XVI, XVII y XVIII. Vol. I (1509 - 1534), editado en 1940, Vol. II
(1535 - 1538), editado en 1942, y Vol. III (1539 - 1559), Imprenta Editorial de
la Gavidia, Sevilla 1946. ROMERO IRUELA, Luis & GALBIS DÍEZ, Mª del
Carmen: Archivo General
de Indias. Catálogo de pasajeros a Indias. Siglos XVI, XVII y XVIII,
Vol. IV (1560 - 1566),
edit. en 1980, Vol. V (1567 - 1577): tomo I (1567 - 1574) y tomo II (1575 -
1577), Madrid, 1980. GÁLBIS DÍEZ, M. C. Archivo
General de Indias. Catálogo de pasajeros a Indias. Siglos XVI, XVII y XVIII, Vol.
VI (1578 - 1585) , ed. Madrid 1986 ;
Vol. VII (1586 - 1599), Murcia, Ministerio de Cultura 1986. ARCHIVO GENERAL DE INDIAS: Catálogo de pasajeros a Indias durante los
siglos XVI, XVII y XVIII, Vol. VIII
(1600 – 1607), Sevilla, 1995 ; Vol. IX (1608 – 1615); Vol. X (1616 – 1625). Sevilla, 1996; Vol. XI (1626 – 1639),
Sevilla, 1996. (Catálogos de sala, no
editados).
[v]SÁNCHEZ RUBIO, R.: La
emigración extremeña al Nuevo Mundo. Exclusiones voluntarias y forzosas de un
pueblo periférico en el siglo XVI, Junta de Extremadura, Madrid, 1993.
BOYD-BOWMAN, P.: Indice geobiográfico de cuarenta mil pobladores españoles de
América en el siglo XVI. Tomo I, 1493-1519 (Bogotá, Instituto Caro y Cuervo,
1964), Tomo II, 1520-1539 (México, Editorial Jus, 1968). BOYD-BOWMAN, P.: Indice geobiográfico de más de 56 mil pobladores de la América
Hispánica (1493-1600), vol. I, Fondo de Cultura Económica, México 1985.
LEMUS LOPEZ, E.: Ausente en Indias ...,
op. cit., 1993. HURTADO, PUBLIO: Los
extremeños en América. Sevilla, 1992.
NAVARRO DEL CASTILLO, V.: La
epopeya de la raza extremeña en Indias (...). Mérida, 1978. MÉNDEZ VENEGAS,
E.: Emigrantes a América (s. XVI –
XVIII). Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1995. ANDRÉS MARTÍN,
MELQUIADES (dir.): Misioneros
extremeños en Hispanoamérica y Filipinas, Biblioteca de
Autores Cristianos, Madrid 1993. En adelante no citaremos la procedencia de los
pasajeros sino el año de su viaje entre paréntesis, ya que la gran mayoría
podemos encontrarlos en los catálogos o en la bibliografía citada.
[vi]LEMUS LOPEZ, E.: Ausente en Indias ..., op. cit., pag. 24.
[vii]Aunque
la investigación de la documentación notarial conlleva un exhaustivo trabajo,
podemos encontrar cartas de poder, de obligación, de aprendizaje y
concierto, peticiones de curaduría,
institución de mayorazgo, contratos de mercaderías, etc. que sirven para
descubrir la sociología de los emigrantes, y las actividades económicas que
realizaran en su tierra de origen. Los testamentos también recogen noticias
indirectas de los familiares emigrados y son documentos muy interesantes para
el estudio de las mentalidades y la religiosidad.
[viii]LORENZANA
DE LA PUENTE, Felipe: “Fuentes
documentales para la Historia de Fuente de Cantos”, en VV. AA.: I Jornada de Historia de Fuente de Cantos.
Actas, Lucerna (Asociación Cultural de Fuente de Cantos), Badajoz 2001, pp.
9-30.
[ix]Pedro
Cuéllar. A.G.I. Indiferente 1964, L. 11, fol. 315 v.-316. Real Cédula,
Valladolid, 10/10/1548.
[x]Hernán
González de Castro. A.G.I. Indiferente, 2063, N. 141. Exponía que deseaba pasar para cuidar de su hermano y retornar con
él: “(...) para su regalo y remedio soy
muy necesario porque como hermano cuidare de su salud y bida para lo qual tengo
necesidad de que V. A. siendo serbido me haga merced de darme licencia (...)”.
Juan
Domínguez de la Guía. A.G.I. Contratación 5224, N. 9. Catálogo Vol. V (Tomo
II), nº 4091 (Sign. I, nº 7), (pag. 592)..
Alonso
Domínguez. A. G. I. Indiferente 611,
libros I y II. A. G. I. Indiferentes
2096, N. 163. A. G. I. Indiferente 2099, N. 211. Catálogo de pasajeros vol.
VII, nº 1771, (pag. 261). Viajó el 13/2/1592.
[xiii]Vid. al respecto GUTIÉRREZ NÚÑEZ, F. J.
& HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, S.: “Aportaciones
al estudio de la Historia de la comarca de Tentudía: Bibliografía
Histórico-geográfica (siglos XVII-XIX)” (I), en I Congreso de
la Memoria Colectiva de Tentudía, Centro de Desarrollo Comarcal de
Tentudía, (Fuente de Cantos 8-10 Junio 2001). (En prensa).
[xiv]Sobre
Ruy García del Corro. INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Catálogo
de los fondos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, Vol. VIII (ss.
XV-XVI), Sevilla 2000, nº 1029 (pp.
279-280). Oficio IX. Libro: I. Escribano: Pedro Fernández. Fecha: 15/9/1521.
Folio 777 vt.
[xv]Sobre Diego Hernández: INSTITUTO HISPANO
- CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Catálogo
de los fondos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, Vol. V,
Sevilla, 1937. Nº 379 (pag. 119), contrato de pasaje., 1524, Marzo,
8. Oficio: V. Libro: I. Escribano: Francisco de Castellanos. Folio 20-ss.
Sobre
Juan Montoro: INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Documentos americanos del Archivo de
Protocolos de Sevilla,, Madrid 1935, Nº 900 (pag. 234), contrato de pasaje,
1549, Noviembre, 5. Oficio X. Libro II. Escribano: Alonso de Cazalla. Folio
1.057.-ss.
[xvii]Sobre
Bartolomé Guerrero. INSTITUTO HISPANO -
CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Documentos americanos del Archivo de
Protocolos de Sevilla,, Madrid
1935, Nº 1517 (pag. 406-7), contrato de pasaje., 1551, Noviembre, 28. Oficio
XV. Libro II. Escribano: Alonso Cazalla. Folio 2071-ss.
[xix]Los
datos de población han sido extraídos de RODRÍGUEZ CANCHO, M.: Historia de Extremadura. Los Tiempos
Modernos, Badajoz 1985, Vol. III, pp. 486-488. RODRÍGUEZ GRAJERA, Alfonso: “Fuente de Cantos en tiempo de Zurbarán”,
en LORENZANA DE LA PUENTE, F. (coord.):
Francisco de Zurbarán (1598-1998). Su tiempo, su obra, su tierra, Edición
conmemorativa del IV Centenario de su nacimiento, Fuente de Cantos 1998, Ed. 1999,
pag. 23-42. MÉNDEZ SILVA, RODRIGO: “Población
general de España”, 1.645. Fuente de Cantos, Folio 79 vuelto:“FUENTE DE CANTOS. CAPÍTULO XXVII. Cuatro
leguas a Zafra esta la villa de Fuente de Cantos, abundante de pan, ganados,
por muchos pastos, y dehesas; con 600 vezinos, una Parroquia y un Convento de
Frayles. Fundaronla Celtiveros, antiguos Españoles, año 550 antes de Nuestro
Redemptor, nonbrandola Vultimaco. Despues amplificandola Romanos, la mudaron en
Contributa Iulia, segun lo qual seria Julio César. Autor Florian lib. 2, capit.
23. Medina y Mesa lib. 2 capit. 65. Rodrigo Caro, fol. 196".
Sobre
Gil de Molina: BENÍTEZ, JOSÉ R.: Historia
Gráfica de la Nueva España, México 1929, pag. 230. ICAZA, FRANCISCO A. DE: Diccionario autobiográfico de conquistadores
y pobladores de la Nueva España, 2 vols., Madrid 1923, n° 1281. A.G.I.
México, 1088, L. 3, fol. 259 v. (Digitalizado). A.G.I. Justicia 194/1541).(Sin
digitalizar). Sobre Francisco de Saldaña: A.G.I. Justicia 135, Nº 1. Sobre Juan
Martín de las Indias: A. G. I. Indiferentes, 2078, n. 14. (11 folios). SÁNCHEZ
RUBIO, R.: La emigración extremeña al
Nuevo Mundo ...., op.
cit., 1993, pag. 262. Los
tres son citados por BOYD-BOWMAN, P.: Indice geobiográfico de cuarenta mil
pobladores españoles de América en el siglo XVI, Tomo II, 1520-1539, México, Editorial Jus,
1968.
[xxi]"Méndez,
Diego" Enciclopedia Microsoft®
Encarta® 2000.
[xxii]Sobre
Rodrigo Pérez:: FERNÁNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, GONZALO: Historia general y natural de las Indias, Tomo IV, pag. 234, 4
tomos 1851-1855. (BOYD-BOWMAN, Vol. II, pag. 35).
A.G.I. Panamá 234, L. 5, fol. 16 v.-17 r.
Sobre: Alonso Martínez de Porras: Real Provisión (Valladolid
13/7/1592), dándole título de notario de
Indias (A. G. I. Indiferente, 426, L. 28, fol. 142 v.). Sobre Gonzalo del Corro: A. G. I. Indiferente 2060, N. 112. SÁNCHEZ RUBIO,
R.: La emigración extremeña al
Nuevo Mundo ...., op.
cit., 1993, pag. 211. RODRÍGUEZ GRAJERA,
Alfonso: “Fuente de
Cantos en tiempos..., art. cit., 1998, 1999, pag. 36.
[xxiii]OTTE, Enrique: Cartas privadas de emigrantes a Indias (1540 - 1616), Fondo de
Cultura Económica, México, 1993, cartas 543 y 544 (pp. 484-485). Otra
recopilación similar es la de SÁNCHEZ RUBIO, Rocío & TESTÓN NÚÑEZ, Isabel: El hilo que une: las relaciones epistolares
del Viejo y Nuevo Mundo (siglos XVI-XVIII), Universidad de Extremadura,
Cáceres 1999.
[xxiv]Sobre
la actividad de los indianos fuentecanteños en América y como se formaban los
bienes de difuntos, pueden consultarse en estas mismas Jornadas, a HERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, Salvador: “Indianos de Fuente
de Cantos ante la vida y la muerte”. Bartolomé de Saldaña: A. G. I.
Contratación 484, N. 2, R. 3 (15 folios). Año 1590. Partidas de bienes de
difuntos de Lima. Fol. 2 r. “Por bienes de Bartolomé de Saldaña difunto,
natural de la villa de Fuente de Cantos en España que falleció en la ciudad de
Cuzco, se cobraron setecientos y treinta y un pesos ensayados, de los cuales se
embian en la dicha nao maestre Hernando Alonso de la dicha flota y armada
setecientos pesos en escudo, dirigidos y consignados y para el efecto referido
y los ciento y treinta y un pesos restantes se pagaron de todas costas de su
cobranza y aviamiento” .
[xxv]Sobre
Francisco López: INSTITUTO HISPANO -
CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Catálogo de los fondos americanos del
Archivo de Protocolos de Sevilla,
Vol. VI, Sevilla 1986, Nº 561 (pag.
153); 1508, Enero, 21. Oficio VI. Escribano: Juan Núñez. Fol. 38 vto.-ss.
Sobre Alvar Pérez de Hidalgo: INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE
AMÉRICA: Catálogo de los fondos americanos del Archivo de Protocolos
de Sevilla, Vol. VIII
(ss. XV-XVI), Sevilla 2000, nº 570 (pag. 157),
1509, Enero, 15. Oficio IV. Libro I. Escribano: Manuel Sigura. Signatura
Legajo: 2.182.
[xxvi]Alonso de Castro: OTTE, Enrique: Cartas privadas de emigrantes a Indias (1540
- 1616), Fondo de Cultura Económica, México, 1993, carta nº 498 (pag. 443). Sobre
sus sobrinos: A. G. I. Indiferente,
2100, N. 77.
[xxvii]DOMÍNGUEZ
ORTÍZ, Antonio; La Sevilla del siglo XVII, C.B. nº 93,
Universidad de Sevilla, 3ª Edición, 1.986, pág. 9.
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