Juan Antonio del Río
http://weblitoral.com/entrevistas/investigadores/juan-antonio-del-rio
“La
folklorística maneja conceptos y términos que la Antropología se encargó hace
bastante tiempo de criticar concienzudamente y mandar al olvido.”
Lleva varias décadas dedicado a
estudiar la narrativa popular de una encrucijada situada entre las provincias
de Sevilla, Cádiz y Málaga. Tierras más conocidas por tópicos superficiales que
por su historia cotidiana, pero que poco a poco surgen del oscurantismo gracias
a estudios antropológicos, políticos y sociales como los que aborda, bien en
solitario o en grupos de trabajo, Juan Antonio del Río. Su labor docente, tanto
en institutos como en la sección de la UNED en Olvera, contribuye también a
ello. Es, sobre todo, un investigador crítico y comprometido con el lugar donde
reside porque no es bueno que vengan otros y, con una mirada prestada, cuenten
lo que tú vives y conoces.
¿Qué razones te llevaron a la
investigación del cuento popular?
Fueron varias. Van desde el
contacto continuado de pequeño con el folklore oral, más que con los cuentos
populares en particular, hasta la percepción de los intensos y profundos
cambios producidos en los modos de vida durante mi infancia y adolescencia. Mi
formación posterior me ayudó además a decantarme por este ámbito de estudios.
¿Consideras que debe seguir
indagándose en estas manifestaciones o crees que ya está todo dicho y
descubierto sobre la narrativa de tradición oral?
Aún queda mucho por hacer
respecto a esta temática, porque más que descubrir se trata de crear nuevas
teorías más abarcadoras e interdisciplinares sobre un fenómeno tan plural y
heterogéneo.
Y habiendo tantas
perspectivas de estudio abiertas en torno a este género, ¿cuál te parece más
interesante?
Cada una de ellas tuvo su
momento de esplendor, relacionado con las hipótesis y resultados de su
disciplina de procedencia, y tiene su interés particular. En mi caso me
resultan especialmente atractivas las que relacionan el folklore con la
Antropología, pero hay aportaciones fundamentales que provienen de otros
círculos, como la de Jakobson.
Además de tus publicaciones,
¿cómo presentarías, definirías y describirías el repertorio de textos recogidos
en tu trabajo de campo?
Me resultaría bastante difícil
hacerlo desde el ámbito recopilatorio más allá de sus similitudes más obvias,
como que están grabados en su mayoría en Andalucía, con especial incidencia en
algunas comarcas. Y es que, como suele suceder en folklorística, los “textos”
son diversos y variopintos, genéricamente heterogéneos, y sus mensajes no
solamente están sujetos a diversas interpretaciones y contextos, sino que las
propias personas encuestadas son con frecuencia conscientes de las
contraposiciones que se dan entre ellos. De todas formas, yo estoy más
interesado desde hace tiempo en sus relaciones con los contextos, que en los
supuestos “textos” en sí, porque son producciones personales o comunitarias
ligados a los modos de vida.
En cambio, y para ello están los
diversos niveles de estudio, si englobamos desde una perspectiva antropológica
lo que cuentan las personas sí presenta un denominador común. Que suelen
corresponderse efectivamente con sus estereotipos, hablas y formas de vida.
¿Es necesario aplicar un
método de trabajo al entrevistar, al transcribir, al seleccionar… o resulta tan
sencillo como ir hablando y tomar notas?
Los métodos se van puliendo a
medida que se van practicando y se estudia a otros autores. Es un proceso de
aprendizaje. Conviene comenzar con uno más disciplinado, pero cuando controlas
los resortes acabas hablando con los entrevistados y prácticamente no tomas
notas.
De izquierda a derecha, Del Río, Tamar Alexander, Ben-Amos
y un organizador del congreso de la ISFNR
¿Qué han significado para ti,
como estudioso del cuento popular, los siguientes investigadores: Anti Aarne y
Stith Thompson, Demófilo, Aurelio Espinosa (padre e hijo) y Alfonso Jiménez?
¿Destacarías alguno más?
Aarne y Thompson son los
folkloristas claves de una de las escuelas más longevas e influyentes. Se puede
criticar, y de hecho muchos lo hemos hecho, las contradicciones y laxitud
genérica de su teoría o su excesiva preocupación por los “textos” y no por las
personas que los cuentan, sin que ello reste demasiado a su mayor mérito, la
homogeneización internacional de la cuentística. Catálogos de cuentos populares
españoles como los de Chevalier y Camarena, basados en recopilaciones como la
nuestra, no se explicarían sin ellos.
Demófilo fue un importante
investigador, y un aglutinador de esfuerzos aún mayor, que pudo haber sido
decisivo en la conformación de la Antropología como disciplina en España y no
lo fue por las razones que sabemos. Un precursor, a pesar de ello, en varios
campos.
Los dos Aurelio Macedonio
Espinosa, estadounidenses, tomaron indirectamente el relevo del grupo de
Demófilo cuando este tipo de estudios pasaba en nuestro país por horas bajas y
dieron, de paso, una lección de amor al extenso patrimonio hispánico a las dos
orillas del Atlántico.
Alfonso Jiménez estaba muy
interesado en bucear en fuentes folklóricas tradicionales como inspiración para
sus obras de teatro y dirigió, en su corta etapa como profesor, un trabajo
escolar a sus alumnos de El Arahal y Paradas que rescatamos y editamos como
libro en “La flor de la florentena”. Teresa Mora, que realizó la Tesis sobre su
obra y estuvo en contacto conmigo, tuvo la deferencia hace poco de enviarme un
cuento manuscrito de otro estudiante suyo.
Pero hay muchos más autores
destacables. Entre los extranjeros Dan Ben-Amos, que es una de las piedras
angulares en los estudios sobre géneros folklóricos y mantuvo durante décadas
con Lauri Honko una de las mejores y más continuadas polémicas sobre este tema.
O no digamos Alan Dundes y tantos otros.
Respecto a España, me interesan
mucho las conexiones que establecen con las escuelas de folklore de otros
países investigadores como Carme Oriol, Cristina Sánchez-Carretero, Juan José
Prat y Luis Díaz, al que podríamos considerar pionero también en el estudio de
las relaciones entre folklore y Antropología.
De este último campo procede
Honorio Velasco, que ha escrito uno de los artículos fundamentales para
comprender mejor nuestro ámbito, “El folklore y sus paradojas”. Y es además el
responsable de la segunda edición de un libro muy importante también para este
tema, “Grazalema: un pueblo de la Sierra”, de Pitt-Rivers. Otras obras
fundamentales sobre el territorio andaluz son las de Stanley Brandes sobre
“Monteros”, Cazorla en realidad, Candace Slater sobre las historias granadinas
de fray Leopoldo de Alpandeire y la del economista Juan Martínez Alier sobre la
campiña cordobesa, que fue publicada en Ruedo Ibérico en 1.968.
No puedo dejar de recordar,
además, al menos a algunas de las personas que se brindaron a ser entrevistadas
y de las que aprendí tanto. A ellas, sin cuya colaboración estas
investigaciones no son posibles. En Olvera Dolores Olid, mi abuela, e Isabel
Villalba. En Pruna, la zagreña Aquilina Ruiz. Y en Torre Alháquime, Francisco e
Isabel Guerra, entre otras muchas.
¿Qué ha supuesto el cuento de
tradición oral en el desarrollo de la literatura “culta”?
Mucho. Es uno de sus orígenes. Y
no debemos olvidar tampoco lo que ha supuesto posteriormente la literatura
culta en el desarrollo del cuento de tradición oral, que va mucho más allá de
la mera “contaminación”. O de medios como la radio en su momento.
¿Y en las señas de identidad
de Andalucía?
Desde la perspectiva del gran
público creo que muy poco. Nada que ver con lo que han tenido que ver el mundo
del flamenco, y del “flamenquito”, o fenómenos festivos como la Semana Santa,
las romerías y las ferias. De todas formas, me parece que intentar dilucidar
las supuestas “señas de identidad” sin tener en cuenta sus componentes
mediáticos e ideológicos y su uso político es bastante complicado, si no
imposible.
Con José Menese
Como miembro del Grupo de
Investigación “Sierra de Cádiz: historia, patrimonio, cultura”, ¿has encontrado
algunos rasgos diferenciadores en la tradición oral de esta zona, tanto a nivel
de textos como de formas y razones de expresión, costumbres…?
He estado más años que en éste
en el Grupo de Investigación y Estudios sobre la Religión en Andalucía, de la
Universidad de Sevilla, que dirigía Salvador Rodríguez Becerra, y en él también
me dedicaba a estos asuntos.
Como sucede respecto a las
“señas de identidad”, sobrevalorar las diferencias ayuda más a la
desorientación que a otra cosa, porque se tiende a olvidar las similitudes. Y
las dos existen. Así, los “textos” no se diferencian precisamente mucho, ni de
hecho tienen porqué, de los que te cuentan en comarcas limítrofes, como la
Serranía de Ronda o la Sierra Sur sevillana, tan conectadas históricamente en
muchos aspectos con la Sierra de Cádiz. Otra cosa es lo que te encuentras
cuando investigas en áreas bastante más lejanas, como en Almería o Jaén, con un
notable aumento de los rasgos distintivos.
Las diferencias entre
localidades, a veces muy próximas, que cuentan por ejemplo con ciclos festivos
o condicionamientos socieconómicos e históricos bien distintos. Benarrabá no es
Benalauría, ni Faraján Alpandeire, a pesar de sus importantes similitudes
superficiales y por ello, en “textos” que ciertas corrientes clasificarían en
el mismo género y apartado, se encuentran con frecuencia implicaciones
distintas. O no, que diría un gallego.
En un estudio que realizaste
sobre líneas convergentes en el cuento y el romance, te centraste en el
anticlericalismo. ¿Qué otros temas han estado también presentes de forma
transversal en los diferentes géneros de la literatura oral?
El anticlericalismo, como suele
ocurrir, es ni más ni menos que la otra cara del clericalismo en historias tan
pendulares como la española.
Hay muchos otros temas o motivos
que están presentes de forma transversal en los diversos géneros del folklore
oral porque forman parte de una misma cultura y de una concepción, bastante
generalizada en ella, de la vida y del mundo. Y se nota incluso en expresiones
aparentemente poco estructuradas, como los nombres propios o los estereotipos
sobre oficios.
Flamenco, memoria histórica,
tradición oral… son temas integrados en una misma realidad que parecen ir por
caminos distintos a la hora de su tratamiento. ¿Por qué estas diferencias?
Porque las investigaciones
suelen centrarse en un solo campo. Con frecuencia ni siquiera se advierte que
estos y otros temas forman parte de una misma realidad y las divisiones entre
disciplinas ayudan, además, a ello. También por la precariedad que acompaña a
este tipo de estudios en ciertos países, como el nuestro.
Pero la metodología que se debe
usar para cada uno de ellos no es precisamente la misma.
Como persona vinculada a la
enseñanza, ¿qué valor se le da a la literatura oral en los centros docentes y
qué lugar podrá ocupar en una educación que tiende fundamentalmente a las
competencias digitales?
Creo que en general no se le
presta mucha atención, aunque depende de los niveles educativos de los que
hablemos. Por ejemplo, creo que se le da más importancia en Educación Infantil
o Primaria que en Bachillerato o en la Universidad, lo que no deja de tener
cierta lógica.
También depende de la apuesta
que haya hecho la administración educativa, y no sólo los profesores, por ella.
Como en la práctica esto se concreta en distintos equipos con sus estrategias
de turno, ahora parece que se la da más importancia en Andalucía al flamenco,
conectando con su actual inclusión por la UNESCO en la lista del patrimonio
cultural inmaterial de la humanidad. En otros tiempos se le dio
alternativamente más importancia a los aspectos antropológicos, con el Proyecto
Demófilo, o a los cursos y publicaciones sobre folklore oral. Y han ido
despareciendo de los currículos de Secundaria asignaturas como “Cultura
andaluza”, que era el epígrafe que abarcaba a los demás, con la interpretación
que cada uno quiera darle.
El folklore oral en una
educación orientada a la competencia digital tiene muchas posibilidades y
algunas ya se muestran navegando un poco por Internet, pero su papel real va a
depender mucho de los aspectos anteriores, tanto del que le otorguen los
propios profesores como la administración educativa. También habría que sopesar
hasta qué punto en la formación del profesorado se deben o no reforzar los
contenidos, además de las competencias, porque ni la autoformación, tan en
boga, ni los grupos de trabajo ni las redes sociales pueden sustituir a un
especialista en ningún ámbito ni asignatura. Igual que no pueden hacerlo con un
profesor.
Con Aimée y Eduardo Escot, superviviente de Mauthausen
¿Cuál es la asignatura
pendiente de la cultura oral en nuestro país?
Más bien sería cuáles son las
asignaturas pendientes, porque son muchas. Cuando oyes hablar a un
estadounidense o a una alemana sobre las penurias de los investigadores en sus
respectivos países, en los que cuentan con cátedras, programas de doctorado e
institutos asociados de nuestro ámbito, procuras no perderte en
comparaciones. Pero la realidad es que, salvo excepciones puntuales, que más
bien tienen que ver con lo privado o semipúblico, como la Fundación Machado en
su tiempo o la que dirige Joaquín Díaz, de algún género cuyo estudio está más
consolidado institucionalmente como el romancero, y de otras singularidades
menores y aisladas, la situación de la folklorística en nuestro país es muy
precaria. Podríamos hablar de amateurización y no de profesionalización de sus
practicantes.
El otro campo del que fue
pionero Demófilo, el antropológico, tardó muchísimo respecto a otros países en
institucionalizarse y tuvo que esperar en la práctica hasta finales de los años
sesenta del siglo pasado para conseguirlo. Pero lo hicieron con bastante éxito.
El nuestro, en cambio, sigue
como siempre. Mal. Y me parece que está claro respecto al resto de las
asignaturas pendientes, ya que tratamos también con refranes, que si no hay
mata, no hay patata.
¿Se siguen generando
actualmente textos orales de tanta envergadura como los cuentos tradicionales?
Si no es así, ¿qué es lo que ha sustituido en la sociedad actual al cuento como
intérprete de lo inaccesible?
Ya que el matiz señala al
pasado, la procesión va por géneros y en los últimos años, efectivamente, es
cada vez más difícil encontrar a personas especializadas en narrar largos
cuentos de encantamientos o en cantar un romance detrás de otro. Y eso que
nunca he creído en “informantes ideales” ni esos tipos de patrañas acuñadas por
ciertos estudiosos, generalmente muy distantes de los modos de vida de sus entrevistados
y no demasiado empáticos, porque ni son simples informantes ni existen tampoco
los investigadores ideales. Entonces, ¿por qué debemos pedirles a las personas
que nos soportan que ellas sí tengan que serlo y además en el ámbito que
nos interesa a nosotros?
Tampoco conviene olvidar que si
estas manifestaciones del folklore oral, la cuentística y el romancero,
están en su agonía, como vienen asegurando agoreramente tantos especialistas
desde hace ya muchas décadas, ésta es desde luego muchísimo más larga y
compleja de lo que ellos esperaban.
Otros géneros gozan, en cambio,
al menos del mismo éxito que hace décadas, como los chistes y refranes. Y otros
están floreciendo intensamente, como lo que llaman “leyendas urbanas” y otros
relatos asociados con el terror.
Considero en consecuencia que,
como investigador, es importante poner entre paréntesis y criticar los
estereotipos que nos ha ido transmitiendo nuestra propia tradición, que está
con frecuencia demasiado alejada de la de los entrevistados.
Respecto a qué ha sustituido a
los cuentos en el imaginario actual, buena parte tiene que ver con lo que me
parece que es en realidad la “literatura popular” y se ha prolongado en la
radio, el cine de mayor consumo o los juegos de consola. El mundo de los folletines,
las novelas de a duro, aunque ahora sean mucho más caras, o los dibujos
animados. Dentro de este mundillo considero muy importante, porque parte de sus
fuentes están en los cuentos populares, la gran expansión que están teniendo la
ciencia ficción y el fantasy anglosajón en todos los medios.
Y el cine de Hollywood ha
explotado como nadie la estructura de muchos cuentos, sobre todo de
encantamiento, con su clara división entre buenos y malos y su agonismo. Mucho
mejor que el cine europeo, más intelectualizado o artístico en general.
¿Consideras que es mejor,
para el gran público, acercarse a las versiones locales o que se conozcan los
arquetipos universales?
Prefiero inequívocamente las
“versiones locales”, porque están en conexión directa con las vidas y
tendencias sociales reales y, metodológicamente, porque antes me tendrían que
demostrar que existen los “arquetipos universales”. Como sucede con los
supuestos “universales antropológicos”, que también postulan expertos en ese
ámbito. Creo que les costaría bastante trabajo, porque yo no llego más allá de
reconocer que hay rasgos más generalizados que otros. Y eso es obviamente
distinto.
De todas formas, no dejo de
reconocer que el público también llega a este tema desde las versiones de
Disney o las versiones escritas y estandarizadas de cuentos, en un proceso
inevitable.
¿Tu mayor descubrimiento como
investigador (algún texto olvidado, algún paralelismo geográfico, algún detalle
contextual…)?
Hay mucha gente que resalta los
descubrimientos en nuestra área. Se le concede una gran importancia a publicar
una versión muy “rara”, la primera o poco menos de la tradición hispánica, y a
asociar áreas geográficas alejadas por el simple hecho de que se han encontrado
en ellas algunos cuentos del mismo tipo. Esto no deja de constituir en realidad
la constatación de que interesa ser el primero en poner una pica en Flandes, un
fenómeno muy humano, y de que cuentos con una trama argumental levemente
parecida de zonas muy distantes, como he tenido la ocasión algunas veces de
estudiar, se toman por el mismo cuento porque lo dicen Aarne y Thompson o
alguna otra autoridad en la materia.
La folklorística, y no sólo la
española, maneja en realidad conceptos y términos que la Antropología se
encargó hace bastante tiempo de criticar concienzudamente y mandar al olvido.
Me ha pasado de todo, porque son
ya bastantes los años dedicados a este tema. Respecto a los supuestos
“descubrimientos” voy a resumir algunos casos claramente chuscos. Con cierta
frecuencia me han narrado uno de esos cuentos “raros” y “únicos” en una
localidad. Entonces recibes alabanzas de algunos especialistas. Y en pocos días
se repiten distintas versiones en la misma comarca o pueblo, porque no se había
investigado nunca antes allí o se había hecho, pero de pasada. Tan de paso que
ni siquiera se preocupan de conocer lo que ya se ha publicado anteriormente
sobre ella.
Otros casos se basan en el
desconocimiento de colecciones publicadas hace años por alguna institución
local, o fruto de la autoedición, en las que se muestran varias versiones de la
supuesta rareza.
O, lo que es excesivamente
frecuente y por ello me he referido al economista Martínez Alier, porque no se
conocen ni se tienen en cuenta publicaciones de otros ámbitos con muchos
elementos folklóricos. Y muy bien elaborados y usados, por cierto.
Estos ejemplos pueden ayudar a
poner en entredicho metodologías que se quedan en los primeros estadios de la
investigación, recopilar, transcribir y como mucho clasificar. No estaría mal
si el fin es exclusivamente su divulgación o narración.
Pero si se trata de investigar
sobre los cuentos, con el abundante número de colecciones ya existentes, y
aunque no fueran tantas, es mucho más interesante la interpretación
contextualizada, bastante más difícil, que el descubrimiento “textual” o los
“paralelismos geográficos”. Y la constancia que el hallazgo fortuito.
Algunas publicaciones de Juan
Antonio del Río
LIBROS:
- La flor de la florentena. Cuentos tradicionales recogidos en Arahal. (En colaboración con A. Jiménez Romero y M. Pérez Bautista). Fundación Machado y Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía. Sevilla, 1990. ISBN: 84-86773-26-1.
- Cuentos populares de animales de la Sierra de Cádiz. (En colaboración con M. Pérez Bautista). Diputación de Cádiz y Universidad de Cádiz. Cádiz, 1998. ISBN: 84-7786-612-0.
- La historia recobrada. República, sublevación y represión en Olvera. (En colaboración con F. Sígler Silvera y J. Román Román). Tréveris. Olvera, 2011. ISBN: 978-84-938452-1-6.
CAPÍTULOS DE LIBROS, ACTAS Y
OTROS:
- "Líneas convergentes en la cuentística y en el romancero andaluz: los temas anticlericales". En El Romancero. Tradición y pervivencia a fines del siglo XX (M. Piñero y otros, eds.), 553-562. Fundación Machado y Universidad de Cádiz. Cádiz, 1989. ISBN: 84-86773-09-3.
- “El cuento popular en la Sierra de Cádiz”. (En colaboración con M. Pérez Bautista). En Anuario Etnológico de Andalucía 1988-90: 64-69. Consejería de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Sevilla, 1991. ISBN: 84-87826-24-5.
- “El cuento maravilloso en Andalucía”. (En colaboración con M. Pérez Bautista). En III Congreso de Folclore Andaluz Almería, 1990 (R. Fernández Manzano, coord.), 85-93. Centro de Documentación Musical de Andalucía. Granada, 1992. ISBN: 84-87769-10-1.
- “Rituales y culturas de géneros. Una aproximación al ciclo vital en las localidades de Olvera y Torre Alháquime (Cádiz) y Pruna (Sevilla)”. (Profesor coordinador). Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía. En Proyecto “Demófilo” de Cultura Andaluza. Selección de Trabajos de alumnos y alumnas. Curso 1994-95 (S. Rodríguez Becerra, dir.), 79-104. Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía. Sevilla, 1996. ISBN: 84-8051-928-2. Publicado posteriormente por entregas, con ciertas modificaciones y más fotos, en Olvera Información, 3 (20-21; 26-10-96), 4 (20-21; 23-11-96), 5 (20-21; 21-12-96) y 7 (24; 22-II-97).
- “Los cuentos populares en Andalucía”. En Proyecto Andalucía. Antropología (S. Rodríguez Becerra, dir.), Tomo 9, 71-114. Publicaciones Comunitarias. Sevilla, 2003. ISBN: 84-931553-1-4.
- “Antología de folklore oral de Andalucía”. En Proyecto Andalucía. Antropología (S. Rodríguez Becerra, dir.), Tomo 9, 307-374. Publicaciones Comunitarias. Sevilla, 2003. ISBN: 84-931553-1-4.
- “De todos o ninguno: la sucesión devocional de la Virgen de Caños Santos a la Virgen de los Remedios en la confluencia de las Sierras de Cádiz, Sevilla y Málaga”. (En colaboración con F. Siles Guerrero). En La religiosidad popular y Almería. Actas de las III Jornadas (J. Ruiz Fernández y V. Sánchez Ramos, eds.), 69-76. Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación Provincial de Almería. Almería, 2004. ISBN: 84-8108-305-4.
- “Franquismo y folklore. Análisis del caso de Olvera”. En Rescatar la memoria. I encuentro de Investigadores sobre la Memoria Histórica (L. García Bravo), 217-225. Consejería de Justicia y Administración Pública de la Junta de Andalucía, Ayuntamiento de Castellar de la Frontera, Foro por la Memoria de la Provincia de Cádiz y Universidad de Cádiz. Cádiz, 2006. ISBN: 84-933059-6-0.
- “La leyenda del hallazgo y el Libro de Milagros de Caños Santos”. En XII Cursos de Verano El franciscanismo en Andalucía (M. Peláez del Rosal), 463-480. Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos. Córdoba, 2007. ISBN: 978-84-933977-7-6.
- “La mirada cercana. El estereotipo flamenco de La Puebla de Cazalla”. En La Puebla de Cazalla. Una villa Centenaria, una villa con Historia. V Centenario de la Carta-Puebla (1502-2002) (Cabello Núñez, J. y Gutiérrez Núñez, F. J.). Ediciones El Viso. Madrid, 2010. ISBN: 978-84-95241-69-6.
- “José María Sánchez Reviriego, alcalde de Olvera”, en Moreno Tello, S. (Ed.), La destrucción de la Democracia: Vida y muerte de los alcaldes del Frente Popular en la provincia de Cádiz, vol. 2, Consejería de Gobernación y Justicia. Junta de Andalucía, Sevilla. ISBN: 978-84-695-1214-2.
Entrevista realizada por Juan Ignacio Pérez
(juanignacioperez@weblitoral.com)
© Asociación LitOral, noviembre 2013
© Asociación LitOral, noviembre 2013
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