Desde que Ali ben Ziyad cruzó el Estrecho
http://www.diariodesevilla.es/article/andalucia/1929519/desde/ali/ben/ziyad/cruzoacute/estrecho.html
El verdadero artífice de crear una gran biblioteca es Mahmud Kuti, hijo del jurista que salió de Toledo.
P. G. | ACTUALIZADO 28.12.2014 - 11:47
El Fondo Kati es la biblioteca de Ali ben Ziyad al-Quti, quien dejó Toledo, su ciudad natal, el año de los fuegos de la Magdalena, año en que los musulmanes, los judíos y los cristianos viejos se sublevaron en una sangrienta contienda que acabó con el incendio de la Catedral y de 1.600 casas de la urbe regia, Toledo. Ante tan cruenta lucha, ben Ziyad, que ejercía de juez entre la comunidad musulmana, dejó España con sus manuscritos, dejando mujer e hijos. Tras una larga peregrinación por Ceuta, Siyilmasa, El Cairo, La Meca, Damasco, Bagdad y Jerusalén -periplo en el que adquirió entre otras joyas de incalculable valor el Corán de Ceuta, una pieza almohade del siglo XII grabada en oro-, volvió por el Tuat argelino para instalarse en Gumbu, la antigua capital del Reino de Gana en la actual Malí, donde se casó con la princesa Jadiya Sila, sobrina del Rey Soni Ali, el Grande, y hermana mayor del futuro emperador Askia, Muhammad Sila.
De este matrimonio nació el príncipe Mahmud Kati, erudito y autor de varios textos de Historia, Astronomía, Derecho y Medicina. A partir de Mahmud el nombre Quti por deformación de la lengua de los nativos se transforma en Kati. Ministro de Finanzas, Ministro de Justicia y virrey en el Songhai Occidental, Mahmud Kati fue el fundador del Fondo Kati ya que reunió a mediados del siglo XVI los manuscritos que trajo su padre de Toledo con los de su tío, el emperador Askia.
El fondo se dispersó cuando los moriscos, los bereberes y los árabes invadieron el Imperio Songhai bajo el mando de Yawdar Pasha, natural de Cuevas de Vera, Almería (hoy Cuevas de Almanzora) en 1591, en nombre del Rey saadi, Al-Mansur. La Biblioteca se reunificó con Mahmud Kati II en 1648 y se dispersó, a su muerte, entre diferentes miembros de su familia. El jurista Alfa Ibrahimy su hijo Abana volvieron a reunirla y copiaron los textos de sus antepasados y todo lo relativo a Al-Ándalus en los márgenes de los manuscritos. Alfa Ibrahim fue asesinado y su hijo Abana se exilió del Reino Fulani de Macina. La Biblioteca quedó a cargo de Arkia la toledana, hija de Ali-Gao y esposa de Abana. Arkia murió en 1857 y la Biblioteca volvió a dispersarse. Hay que esperar hasta el siglo XX para que un bisnieto de Abana y Arkia Ali-Gao, Ismael Diadié Haidara, reúna de nuevo la Biblioteca de los Quti de Toledo en 1998. Hoy el décimosegundo eslabón de esta cadena continúa la lucha por la preservación de estos manuscritos a caballo entre Europa y África.
PATRIMONIO
El tiempo decisivo para el Fondo Kati
Tras años de vicisitudes, varias instituciones y DKV Seguros se unen para la salvaguarda de los 12.000 manuscritos que Ali ben Ziyad al-Quti llevó a Tombuctú tras su exilio de Al-Ándalus en 1647.
PATRICIA GODINO | ACTUALIZADO 28.12.2014 - 09:39
Existen mil modos de relatar el rosario de vicisitudes que han sufrido los manuscritos que componen el Fondo Kati desde que su primer dueño, el juez musulmán Ali ben Ziyad al-Quti, tuvo que dejar su Toledo natal en 1467 tras una cruenta contienda entre judíos, musulmanes y conversos frente a los cristianos viejos; pero hasta ahora había pocas maneras de continuar escribiendo el futuro inmediato de unos legajos que por sí solos cuentan la historia de Al-Ándalus, por tanto de España, Portugal, el sur de Francia y de los legendarios imperios de Gana, Malí y Shongai.
No sólo era que la irracionalidad del extremismo islamista y la violencia que azota la zona del Sahel desde 2012 había obligado a guardar gran parte de este inmenso material en cajas de metal "en una zona geográfica en la que desde finales de febrero hasta octubre se alcanza temperaturas de más de 45 grados...", como apuntó recientemente en Sevilla Ismael Diadié Haidara (Malí, 1957), el decimosegundo eslabón de esta saga. Ha sido también la ceguera política y de las administraciones públicas la que durante años ha sumado incertidumbre al destino de esta biblioteca, a día de hoy repartida entre una aldea cercana a Tombuctú (Malí), Bamako, la capital del país, y, desde abril de 2012, en la sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH).
De ahí que la noticia de que varias administraciones de distintos colores políticos comandadas por el liderazgo de una entidad privada, la DKV Seguros, se unan para la salvaguarda de este legado parezca una señal de la etapa decisiva que ya por fin encara el Fondo Kati. "Somos los únicos que hemos sido capaces de poner de acuerdo al Partido Socialista, al Partido Popular, al Partido Comunista... y, si hace, falta también convenceremos a Podemos", presume Diadié sobre el compromiso formulado por la Junta de Andalucía, a través del IAPH y la Fundación Tres Culturas, y los ayuntamientos de Toledo (PSOE), Jerez (PP) y Tarifa (PP-PA y Unión Liberal de Tarifa), tres ciudades españolas que aparecen en la crónica del peregrinaje desde que el Ali ben Ziyad tuvo que salir de España.
Fue en la Fundación Tres Culturas, con sede en el Pabellón de Marruecos de la Isla de la Cartuja, donde recientemente tuvo lugar un encuentro crucial entre Ismael Diadié, Elvira Saint Gerons, directora de la Fundación, y Antonio Vila, director de Desarrollo Corporativo en DKV Integralia además de vicepresidente de la Fundación Fondo Kati, para diseñar "el presente y el futuro" de este legado, en palabras de Diadié, esperanzado en esta nueva etapa que se abre. A partir de la comisión técnica puesta en marcha en Sevilla, a la que asistieron como expertos la arquitecta María Paz Villalba, Rocío García, de la Dirección General de Industrias creativas y del Libro de la Consejería de Cultura, Educación y Deporte, Eulalia Bellón Cazabán del IAPH, Olga Cuadrado Fernández, responsable de la Biblioteca Especializada de la Fundación Tres Culturas, se han trazado las necesidades perentorias para estos legajos entre los que se cuentan centenares de tratados originales de medicina, astrología, religión, ciencia y religión.
Porque, básicamente, desde que en el año 2000 se evidenciara los peligros que acechaban a este fondo gracias a un manifiesto impulsado por el poeta José Ángel Valente y firmado por intelectuales como Muñoz Molina o Saramago, el avance más rotundo fue la apertura de la sede de la Biblioteca del Fondo Kati en Malí en 2003, gracias a la financiación de la Junta de Andalucía. La limpieza, restauración, preservación y digitalización del legado, aspectos fundamentales para la apertura de estos manuscritos al mundo de la investigación, seguían siendo, pues, las asignaturas pendientes. De ahí que esté siendo tan estimulante para los promotores de la Fundación Kati el respaldo mostrado por varias administraciones públicas entre las que figura la Secretaria de Estado de Cultura, el Instituto de Patrimonio Histórico de España, la Unesco y el propio Gobierno de Malí a través de su Embajada en España.
La divulgación y la comunicación son, por supuesto, fundamentales para entender la trascendencia del proyecto. Desde noviembre de 2012, el Grupo DKV ha financiado el mantenimiento de estos fondos en Malí y el sustento de su patriarca en España, consiguiendo hasta la fecha salvar la biblioteca y que Ismael Diadié pueda mantener una agenda de actividades y conferencias -como la exposición celebrada en los Claustros de Santo Domingo en Jerez en octubre de 2013- para dar cuenta de que parte de la historia de Andalucía y de España reposa en Malí, país donde, al margen de todas las actividades que se hagan en esta orilla del mundo, permanecerán estos documentos. "Existe una comunicación constante con el Gobierno de Malí, porque le hemos hecho partícipes desde el principio y le hemos explicado que nuestro interés no es arrancar el legado de África, sino ayudar a conservarlo allí y servir de puente aquí entre diferentes culturas y pueblos", explica Antonio Vila sobre la representación permanente que el legado tendría en España en paralelo al apoyo a la biblioteca de Malí.
De hecho, en enero, ya está proyectado que una comisión técnica viaje a la aldea maliense para comprobar en qué estado se hallan los manuscritos y valorar el propio edificio (cuya construcción fue muy deficiente) además de para estudiar la logística necesaria para el traslado de unos documentos que han sufrido demasiado, tanto como su propio guardián, una mente inquieta y apolítica que tuvo que exiliarse primero a Francia y luego a España. "Ha habido intentos de quemar la biblioteca, el edificio ha sido asaltado hasta en cinco ocasiones por grupos de extremistas, he recibido amenazas... Yo estoy en el exilio, pero ahora me atrevo a hablar porque afortunadamente las cosas en mi país van un poco mejor. Y yo también me siento muy respaldado, me siento con más optimismo que hace dos años y siento tranquilidad por el futuro de estos documentos, veo de verdad una voluntad internacional", comenta Diadié sobre el interés mostrado por el Gobierno de Francia -cuyo canal público grabó un documental sobre el fondo-, de Suiza o de Holanda.
Animados por las nuevas adhesiones a la causa, Diadié y Vila preparan ya la conmemoración del 550 aniversario de la salida del Fondo Kati de Toledo, ciudad que quiso honrar la memoria de esta familia entregando la Medalla de Oro de la Ciudad al descendiente de Ali ben Ziyad en enero de 2014. Los ayuntamientos de la ciudad manchega y de Jerez y Tarifa ya han ofrecido sus mejores espacios -el centro cultural San Marcos, los Claustros de Santo Domingo y el Castillo de Guzmán el Bueno, respectivamente- para albergar la muestra itinerante con las piezas más valiosas de este legado que cuando salió de España contaba con 400 manuscritos y hoy, pese a todos los envites de la historia, supera los 12.000 tomos.
Echar a andar todo este complejo proyecto tiene un coste de al menos un millón de euros, calcula Vila sobre una iniciativa en la que DKV "ha entrado a lo grande, nosotros empezamos y terminamos los proyectos, pero necesitamos que se sumen más patrocinios... Y ahí seguimos a la espera de la Ley de Mecenazgo". Trabas políticas que se cruzan hoy en la crónica de unos manuscritos que explican un pedazo fundamental de la historia de las dos orillas del mundo.
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