Los 10 secretos de la Catedral
La 'montaña hueca' esconde detalles poco
conocidos por el gran público que la hacen aún más singular como
monumento más importante de la ciudad.
Carlos Navarro Antolín, Sevilla, 08.12.2014
1. El templo respira
Ha
sido uno de los grandes hallazgos de los últimos años. El equipo de
conservación del templo, que dirige el arquitecto Alfonso Jiménez,
colocó en julio de 2006 unos sensores para vigilar la evolución de los
dos pilares agrietados del trascoro, entonces estudiados al detalle con
ocasión de un complejo proceso de restauración felizmente concluido. La
alarma saltó cuando los sensores informaron de movimientos de hasta tres
centímetros. Las indagaciones durante las horas siguientes calmaron los
ánimos. No se iban a agrietar más pilares ni había peligro de derrumbe.
Las bóvedas de la Catedral se dilatan a diario a medida que va
cambiando la temperatura. Experimentan un movimiento de subida por la
mañana y otro de bajada al término del día, una suerte de respiración y
expiración en un ciclo perfecto. Se dice desde entonces que la Catedral
tiene vida. Y literalmente se mueve cada día. Los expertos
coinciden en que es bueno que la arquitectura de bóvedas del templo
tenga ese margen de movimiento en evitación de cualquier desastre, en
cuyo caso la rigidez absoluta de la piedra no sería ningún beneficio,
sino más bien un factor a jugar en contra. Los sensores colocados
durante aquellos años demostraron que cualquier gran restauración debía
ser aprovechada para conocer más y mejor el templo. La Catedral nunca
deja de sorprender en detalles como una creación perfecta que comenzó a
edificarse en 1433 y terminó de construirse a mediodía del 10 de octubre
de 1506, según consta en la documentación original en posesión del
Cabildo. Quinientos años después de aquella terminación, se sigue
sabiendo más de esta gran montaña hueca.
2. ¿Por qué se cae la piedra?
La
piedra empleada en la Catedral es conocida como calcoarenita. Se trata
de un material muy barato y de escasa calidad. El comienzo del siglo XXI
ha estado marcado por los continuos desprendimientos, provocados por
tres causas: la poca resistencia del material, su escasa versatilidad y
el ennegrecimiento y debilitamiento provocado por la polución que ha
generado el tráfico rodado de la Avenida hasta 2007. Los pináculos, por
ejemplo, son víctima de una arenización que los va redondeando con el
paso del tiempo. Las restauraciones de todas las portadas y la
peatonalización de la Avenida han mitigado este problema.
3. ¿Cuál es la inscripción más antigua?
Las
inscripciones no se comienzan a realizar hasta el siglo XVI. En la
cubierta correspondiente a la Capilla Real está la inscripción más
antigua hallada en un elemento constructivo del templo: la fecha de
1569. Se trata del año de terminación de la solería. Para apreciarla es
preciso realizar la denominada visita aérea del templo, muy
recomendable. Para encontrar alguna de mayor antigüedad hay que fijarse
en elementos no constructivos, como la fecha de 1537 que aparece en la
decoración de la Capilla Real, del arquitecto Diego de Riaño.
4. ¿Qué hay bajo la Parroquia del Sagrario?
Las
misteriosas ventanas con rejería que se ubican en los bajos de la
Parroquia del Sagrario de la Catedral, justo enfrente de la antigua
Punta del Diamante, no permiten ver con claridad el contenido de las
dependencias. Se trata de la conocida como Cripta de los Arzobispos,
por los enterramientos de prelados y dignidades mitradas que acoge.
Posee columnas de refuerzo del siglo XVIII.
5. Decenas de ánforas en las cubiertas
Están
colocadas en las cubiertas por decenas. Se trata del relleno utilizado
por los constructores del siglo XV para cubrir el vacío interior de las
bóvedas, una técnica conocida como enjarrar bóvedas. Hoy ya no se
encuentran cumpliendo la función de relleno en muchos casos. Han sido
extraídas. Se han dejado expuestas con todo acierto para la curiosidad
de los visitantes.
6. Las gárgolas: animales fantásticos
Son
rostros expresivos al máximo que llaman poderosamente la atención a
quienes tienen la oportunidad de contemplarlos de cerca. Las gárgolas de
la Catedral tienen la fisonomía de animales fantásticos en cuyas garras
aparecen figuras humanas, una decoración muy alejada del contenido
religioso de la decoración de las portadas artísticas. Son rostros de
criaturas que en algunos casos expresan agresividad. Las de mayor
impacto se encuentran en las fachadas hacia la calle Fray Ceferino
González y la Avenida de la Constitución. Siguen cumpliendo su función
original como vías de evacuación del agua de las cubiertas en los días
de lluvia y también padecen la arenización que lastra la conservación
de toda la piedra. En el caso de las gárgolas, el desgaste tiende
también a redondear los perfiles, al igual que ocurre con los pináculos.
Las gárgolas hacen aún más singular el exterior de un templo colosal
que también tiene pequeños detalles.
7. Las columnas
De
la Giralda a la Puerta de San Miguel están ubicadas las de mayor
antigüedad, colocadas en el año1398. Estas columnas encadenadas, cuyo
origen era marcar la jurisdicción arzobispal, son muy distintas unas de
otras. La mayoría son de origen romano, reaprovechadas para circundar la
Catedral. Las restantes que rodean el templo son de piedra de Estepa y
mucho más recientes.
8. Las azucenas sobre esferas
Situadas
en el tramo superior de la Giralda. En origen sólo estaban las esferas,
con 144 estrellas cada una. Dentro de ellas se introducían ovillos
encendidos para buscar un efecto de luminaria. Así se hizo por última
vez en la boda de la infanta Elena en 1995. En el siglo XVIII se añadió
la azucena, símbolo de la pureza de la Virgen y heráldica del Cabildo
Catedral.
9. ¿Qué hay bajo el Patio de los Naranjos?
Hay
diez aljibes almohades (finales del siglo XII) como perfectos túneles,
de los que sólo uno es visitable. Tenían la función de sobreelevar el
firme del Patio de los Naranjos, pues la mezquita se construyó sobre un
suelo con acentuada inclinación. Servían también para almacenar el agua
de lluvia hasta que los Caños de Carmona llegaron a la Catedral. Y se
usaron también como osarios.
10. Las escaleras de caracol
Hay
dos tipos de escaleras de caracol. Las conocidas como Caracol de
Mallorca, que tienen un ojo central y son del siglo XVI (como la de la
fotografía), y Caracol de Husillo, cuyo centro tiene un macizo central.
Están situadas en el recorrido de la visita a las cubiertas. Aparecen
descritas en la obra Anatomía de la Catedral de Sevilla, de Alfonso
Jiménez, editada por la Diputación Provincial.
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