Salvador HERNÁNDEZ GONZÁLEZ: "380 años del Patronazgo sobre Cazalla". en Monte, nº 3 (Cazalla de la Sierra, 2014), pp. 14-17.
Salvador HERNÁNDEZ GONZÁLEZ:
"380 años del Patronazgo sobre Cazalla,
en Monte, nº 3
(Cazalla de la Sierra, 2014),
pp. 14-17.
Imagen 1
Imagen 2
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EL
PATRONAZGO DE NUESTRA SEÑORA DEL MONTE SOBRE
CAZALLA
DE LA SIERRA (1635): A PROPÓSITO DE SU 380 ANIVERSARIO
Salvador
Hernández González
EL
PATRONAZGO DE NUESTRA SEÑORA DEL MONTE SOBRE
CAZALLA
DE LA SIERRA (1635): A PROPÓSITO DE SU 380 ANIVERSARIO
Salvador
Hernández González
El origen de
la devoción a Nuestra Señora del Monte aparece ligado, según la tradición, al
prototípico relato del milagroso hallazgo de la imagen por un pastor y la
habitual secuencia del traslado de la imagen al pueblo, la misteriosa
desaparición de la efigie y su reencuentro por parte del protagonista del
hallazgo en el mismo lugar.
De esta forma, la Virgen a través de esta mariofanía o manifestación en la tierra
expresaba su voluntad de permanecer en el lugar en el que fue encontrada, con
lo cual se creaban unos indisolubles vínculos entre la comunidad y la imagen
hallada, al tiempo que con este relato se intentaba dar respuesta a unos
orígenes misteriosos que se pierden en el tiempo ante la escasez de huellas
escritas que expliquen el surgimiento de este culto. El lugar elegido para la
aparición justifica plenamente la advocación del Monte aplicada a la imagen que
andando el tiempo se convertiría en Patrona de la localidad.
Si bien la
tradición local consideraba que tal aparición había tenido lugar en 1635, el
mismo año en que como veremos el clero de la villa la proclamó por Patrona, la
documentación histórica por el contrario no refiere tal portento, que forma
parte de ese inmenso corpus de leyendas de apariciones marianas que tiene
especial representación en Andalucía.
Como ya quedó expuesto en la monografía
que en su día escribimos sobre Nuestra Señora del Monte[1],
sabemos con seguridad que existió una primitiva ermita medieval, sustituida
posteriormente por el actual templo barroco del siglo XVIII y atendida por la
Hermandad de su advocación, existente con seguridad desde al menos 1555 y que
aprobó Reglas el 15 de diciembre de 1565.
Sin embargo, la
ermita del Monte no era el único centro mariano de Cazalla, pues por el término
municipal se repartían otras ermitas, de historia todavía mal conocida, como
las de la Celda, del Puerto y de Aguas Santas. Pero la del Monte gozaba de los
ventajosos factores de la cercanía a la población y la diligente atención y
cuidado dispensados por su hermandad tanto para el mantenimiento del templo
como para la frecuencia del culto. Y tales ventajas, con ser ya importantes, se
completaban con un factor fundamental en la religiosidad popular de los siglos
de la Edad Moderna: el potencial milagroso atribuido a la imagen.
Así debieron
circular por vía oral los relatos en los que se narrasen los favores y prodigios
obrados por aquella imagen pequeñita encontrada según la leyenda por un pastor
en la oquedad de una fuente. Y como expresión de esta conciencia del papel
protector sobre el pueblo, tenemos el hecho de la declaración de su Patronazgo
sobre la villa formulada por el clero local el 19 de agosto de 1635.
Esta
designación oficial como Patrona de Cazalla nos es conocida indirectamente, a
través de un breve extracto (tomado del documento original desaparecido) que se
contiene en el texto de las Reglas aprobadas por el Real Consejo de Castilla en
1795, cuyo texto original obra en poder de la Hermandad. Así lo refiere el
proemio o introducción a tal corpus normativo, en el que se expresa “que la devoción de dicha Santa Imagen era
tan antigua en aquella villa, que ya en el año de 1635 el Clero de ella la votó
por su Patrona en cabildo que celebró en 19 de agosto del mismo”.
Esta solemne
declaración de patronazgo obedece a los parámetros de la religiosidad popular
de la época del Barroco, cuando por iniciativa bien del clero o bien de la
autoridad civil en representación del pueblo, y sin ulteriores trámites ante
otras instancias civiles o eclesiásticas superiores, se otorgaba la condición
de Patrona de la población a la imagen que gozase de mayor trayectoria devocional
y hubiese dado sobradas muestras de su poder milagroso.
Aunque en
Cazalla durante el siglo XVII se había consolidado un amplio repertorio de
advocaciones marianas, tanto de gloria como pasionistas, vinculadas en unos
casos a esas ermitas rurales antes citadas y en otros a las diferentes
hermandades y cofradías radicadas en los templos del casco urbano, seguramente
tales imágenes no debieron ser contempladas por los fieles con las mismas
expectativas que la de Nuestra Señora del Monte, en cuya promoción debió jugar
un papel decisivo el hecho de contar con hermandad propia, plenamente
consolidada como sabemos desde el siglo XVI.
La actividad de esta corporación
piadosa en el mantenimiento y conservación del santuario y la extensión del
culto tuvo que resultar decisiva para que la clerecía local considerase a
Nuestra Señora del Monte como modelo de imagen cercana a los fieles, no ya en
la distancia física, sino en su comprobada cualidad de poderosa intercesora
ante la Divinidad. Tal consideración la hacía la candidata perfecta para
recibir la designación de Patrona de Cazalla.
Un pueblo
que, como sigue contando el texto de las Reglas de 1795, “experimentó en varios tiempos los efectos maravillosos del Patrocinio
de esta Señora, particularmente en las ocasiones que se vio afligido de
enfermedades, sequías y otras calamidades”, contingencias en las que era
traída desde su ermita a la localidad. Desafortunadamente, la pérdida de las
Actas Capitulares del Ayuntamiento de los siglos XVI al XVIII nos priva de
saber los pormenores de los beneficios operados por la Virgen del Monte sobre
nuestro pueblo. Pero ciertamente debieron ser de la suficiente entidad y
cuantía como para que a raíz de aquella proclamación de Patronazgo en 1635 se
prometiese por parte del clero y pueblo la celebración de una festividad anual
en su ermita, que se había venido ejecutando puntualmente desde dicha fecha y
hasta el momento en que se aprobaron dichas Reglas de 1795.
Y tanto ayer como
hoy, desde los 350 años de aquel voto de 1635 que se cumplirán en el próximo
2015, Cazalla de la Sierra sigue y seguirá implorando el amparo de la Santísima
Virgen del Monte, en un estrecho vínculo espiritual que une el pasado de
nuestra historia con el presente de nuestra identidad como pueblo que la aclama
como su Madre, Reina y Protectora.
[1]
HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, S.: Nuestra Señora del Monte, Patrona de
Cazalla. Historia, arte y devoción. Cazalla de la Sierra, 2001.
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Abrazos.