PATRIMONIO
La olvidada Sevilla arqueológica
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Un libro reconstruye la protohistoria de la ciudad a partir de los últimos hallazgos
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La obra va desde los orígenes en el siglo IX a.C. hasta el final de la Sevilla andalusí
Casa de la Columna hallada en la Encarnación.
GONZÁLEZ ACUÑA
Caminamos por ruinas frágiles, sobre una Sevilla sostenida apenas por
fragmentos, piezas dispersas, audaces hipótesis históricas. Una ciudad
subterránea y extraña, sumergida en el fango y la oscuridad, perdida en
la memoria, un puzzle de recuerdos olvidados que a veces aparecen por
fortuna en el azar de una excavación, en las profundidades de solares,
sótanos, criptas y cimientos.
Frente a la Sevilla bajomedieval, moderna y contemporánea, hay una
ciudad que se cuece en el fuego lento donde se mezclan la leyenda y la
Historia. Una Sevilla de compleja lectura:la que parte de sus remotos
orígenes fenicios en el siglo IX a.C. ¿Cómo era la ciudad de entonces?
¿Quiénes la habitaban? ¿Cuál era el perímetro de esa Sevilla de antaño?
Un revelador libro se propone ahora desentrañar esa ciudad
desconocida que durante demasiados siglos ha permanecido oculta y
disimulada entre las brumas de la leyenda y el barro del subsuelo. Se
trata de Sevilla arqueológica:la ciudad en época protohistórica, antigua
y andalusí, obra publicada por la Universidad de Sevilla y el
Ayuntamiento y que aborda una lectura arqueológica en un complejo
trabajo coordinado José Beltrán Fortes y Oliva Rodríguez Gutiérrez.
Esta obra monumental es el resultado del proyecto de investigación de
excelencia «Sevilla Arqueológica. Investigación y modelo de gestión del
patrimonio arqueológico urbano de Sevilla». Lo fundamental es que este
libro recopila todas las informaciones arqueológicas dispersas que han
aparecido en los últimos años a raíz de los hallazgos en excavaciones
arqueológicas realizadas en la Encarnación, los Jardines del Cristina y
Paseo de Colón, el Patio de Banderas o los amplios viarios afectados por
las obras del metro y el tranvía.
Y es que en los últimos años, el lector interesado en la Historia de
la ciudad había hallado en la prensa noticias sobre hallazgos
sorprendentes en excavaciones arqueológicas en estos solares. Unas
informaciones que hablaban incluso de refutación de teorías anteriores
sobre los orígenes de la ciudad o incluso de verdades asumidas acerca de
los periodos históricos.
El primer habitante individualizado en las fuentes históricas es Filón
Sin embargo, eran noticias dispersas, deshilvanadas,
descontextualizadas y mal narradas por falta de datos que únicamente se
podían encontrar explicadas con rigurosidad en publicaciones académicas,
pero muy lejanas a la comprensión del gran público. Además, faltaba la
lectura global, la comprensión total de un periodo con demasiadas
lagunas. En resumen, la reconstrucción de la Sevilla antigua era un caos
para el neófito y hasta el especialista caminaba sobre terrenos
resbaladizos.
Ahora este libro aporta una mirada total, un panorama
histórico-arqueológico actualizado a partir precisamente de las últimas
excavaciones y sus sorprendentes hallazgos que han permitido dar la
vuelta a muchas teorías consideradas 'sagradas'.
Paseemos por algunos de estos descubrimientos que han cambiado la
idea sobre la Sevilla que va de los orígenes fenicios en el IX a.C. al
reflujo turdetano, la efímera presencia cartaginesa, la presencia romana
hasta convertirse en capital económica de la Bética, la época
tardoantigua, la cristianización y desmembramiento del Imperio, la
eclosión visigoda, la invasión musulmana y finalmente la reconquista
cristiana. Un espectacular periodo histórico que en buena parte
permanece dormido, olvidado, aún esperando su oportunidad bajo los
cimientos de las casas en las que vivimos.
Casa almohade en la calle Castilla
En este itinerario de hallazgos arqueológicos descubrimos el jardín
de una casa almohade excavado en la calle Castilla y nos preguntamos
¿quién viviría aquí? ¿cómo fue su vida? ¿qué quedó de su memoria? La
arqueología sólo descubre a medias lo que pudo ocurrir en el pasado.
Sobre un profundo y meditado análisis científico se aventuran teorías,
se proponen realidades posibles, pero siempre queda una cierta
insatisfacción.
Las excavaciones en el Patio de Banderas han sido reveladoras
Una circunstancia que en Sevilla se ve subrayada por varias
circunstancias que destacan los especialistas que participan en este
ambicioso proyecto. «Los ritmos de trabajo, en muchas ocasiones,
impuestos desde un mercado ajeno a los tiempos de investigación y
estudio, no siempre han facilitado una lectura pausada y coherente.
También se ha echado de menos un instrumento integral de documentación y
procesado de los mismos que permitiera gestionar la urbe como
yacimiento único en su compleja diacronía», comentan José Fortes y Oliva
Rodríguez en su crítica a la falta de tutela patrimonial y cierta
desidia institucional.
Desde luego, es un hecho que esta lectura global de la Sevilla
antigua está impedida por la forzada atomización de solares y factores
como la elevada cota del nivel freático.
En el mismo tono interviene el profesor Antonio Caballos, profesor de
Historia Antigua e impulsor de esta obra como director del Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Sevilla:«Está la parquedad de fuentes
literarias y epigráficas, la continuidad urbanística, que propicia el
reaprovechamiento de materiales, si no la radical desaparición del
registro arqueológico, unido a una corta y compleja estratigrafía
condicionada por el reducido nivel freático, fruto de la escasa altitud
de la ciudad y de la inmediata vecindad del Guadalquivir».
Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, en los últimos años se
puede hablar de una auténtica revolución en la arqueología sevillana.
Por ejemplo, una oportunidad fabulosa fueron las obras realizadas en el
mercado de la Encarnación, ya que permitieron que se levantara la piel
de la ciudad en un enclave estratégico de la Sevilla antigua, en un
escenario en el que se había asentado buena parte de la ciudad romana. Y
el pasado romano, a pesar de su importancia en Sevilla, era uno de los
periodos más desconocidos por la ausencia de hallazgos arqueológicos.
En estas excavaciones se encontraron espacios sorprendentes como la
Casa de la Columna, la Casa del Sigma, la de los Dameros o de la Ninfa.
Aquí es posible 'comprender' cómo era la vida cotidiana en Hispalis. Nos
asomamos a las piletas de salazones en el solar de la Encarnación y
podemos intuir el trasiego de mercaderes en la época, una atmósfera no
muy diferente de la que se sucede arriba, en el reformado mercado de la
Encarnación.
Precisamente, esta cripta arqueológica del Antiquarium ha sido una de
las grandes incorporaciones históricas de los últimos años junto a
centros de interpretación y áreas musealizadas como el castillo de San
Jorge en Triana o la cisterna de la Pescadería en la Alfalfa.
Lo que sí aclaran los autores de este libro es que no se trata de una
guía monumental puesto que sólo se puede visitar una mínima parte de
estos restos arqueológicos. «La mayor parte de los vestigios
documentados en estas décadas pasadas se encuentran hoy cubiertos, bajo
construcciones modernas, cuando no, desafortunadamente, desaparecidos»,
aclaran José Beltrán y Oliva Rodríguez.
En este sentido, el libro se plantea como una obra de lo oculto, ya
que cuenta con un importante apartado de planos, mapas, callejeros para
descubrir las huellas históricas y numerosas fotografías de las
excavaciones cuyos descubrimientos permanecen ocultos, justo debajo de
donde probablemente caminamos todos los días.
Por ejemplo, al caminar por la Avenida de Roma y los Jardines del
Cristina sabremos que existen restos de una parrilla de horno o que en
la calle San Fernando se descubrieron ambientes domésticos de época
romana altoimperial. Piensen en ellos cuando atraviesen veloces en el
metro por esos niveles donde se sucedía la Sevilla antigua.
En estas piezas dispersas descubrimos una inscripción honorífica
dedicada a Antonino Pío por los barqueros del Guadalquivir o
enterramientos de inhumación documentados en las calles San Luis 26 e
Inocentes,ungüentarios del ajuar funerario de tumbas excavadas en el
solar del hoy Parlamento de Andalucía o un muro de ánforas púnicas
hallado durante la intervención realizada en la calle Alemanes 25.
Y remontándonos en el tiempo a la Sevilla más lejana surgen hornos de
la ciudad turdetana aparecidos en el Palacio Arzobispal o el misterioso
suelo de conchas marinas de El Carambolo en los años de apogeo del
santuario dedicado a Astarté.
Pero sin duda la gran revelación en clave arqueológica en los últimos
años la han aportado las excavaciones en el Patio de Banderas. Se trata
de la ciudad protohistórica: «La ocupación primigenia del solar
hispalense da comienzo en el siglo IX a.C., en el marco de un paisaje
lacustre en el que muy pronto se deja ver la acción colonizadora
procedente del mediterráneo oriental y su estrategia territorial»,
explica José Luis Escacena.
Es la oscura y aún por desvelar Spal. Este enclave comercial fenicio
correspondería a un reducido altozano de forma oval que iría, en sentido
este-oeste, desde la calle Fabiola hasta la zona de la catedral y, en
su eje norte-sur, desde la plaza de la Alfalfa hasta el Patio de
Banderas del Alcázar. Una mínima Sevilla de la que están surgiendo
teorías sorprendentes.
La arqueología de la vida cotidiana ha descubierto hoyos empleados
como basureros de las casas cercanas, que se extendían tal vez desde la
calle Mateos Gago hacia el norte, pero otros corresponden a cocinas al
aire libre, ya que contiene numerosos hogares, carbones y ceniza, huesos
de animales y ollas de cerámica. Unasfosas-cocinas que forman parte de
un suburbio meridional de Sevilla, un posible cinturón de servicios, en
este caso concreto próximo al puerto.
La Sevilla turdetana es otro periodo con numerosas lagunas y muchos
interrogantes porque apenas existe media docena de excavaciones en la
Cuesta del Rosario, Argote de Molina, San Isidoro, Mármoles, Abades,
Palacio Arzobispal o la calle Alemanes que sólo descubren pequeños
retales, insuficientes fragmentos inconexos. «La ciudad turdetana
descansa silenciosa, sumergida bajo las aguas, a muchos metros de
profundidad. Las calles, las casas, los mercados, el puerto por el que
discurrieron nuestros antepasados yacen mudos entre capas de fango y
detritus, en una oscura y perenne humedad», asegura el profesor García
Fernández.
Entre las curiosidades de la Sevilla romana, se descubre el que
podría ser el primer habitante de la Sevilla antigua al que se
individualiza en las fuentes históricas:Filón, integrante del conuentus
[agrupaciones de ciudadanos romanos asentados en la ciudad a mediados
del siglo I a.C.]. «Era un acérrimo partidario de Pompeyo, seguramente
poseedor de la ciudadanía romana y miembro conspicuo de la élite social
hispalense, y al parecer alma de la resistencia de la ciudad frente a
las armas cesarianas», aclara el profesor Ordoñez Agulla refiriéndose a
la guerra entre partidarios de César y de Pompeyo.
El libro continúa su viaje en el tiempo por otros solares
descubriendo hallazgos náuticos en la Plaza Nueva, una necrópolis de
época califal bajo la calle Divina Enfermera o el palacio andalusí
hallado en las excavaciones en el antiguo barrio de San Juan de Acre en
San Lorenzo.
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