Tras una estrategia de búsqueda documental muy meticulosa e innumerables horas de investigación, el historiador y archivero palaciego Julio Mayo Rodríguez ha acertado a localizar en elArchivo Provincial Histórico de Sevilla, en la sección de protocolos notariales, varios documentos que arrojan luz sobre la estancia de Miguel de Cervantes en Utrera. El más llamativo, sin duda, es el que recoge una de las ocho escribanías que tenía esta ciudad en 1593, donde aparece un documento firmado en el mesón Felipe de Rojas a través del cual el propio Cervantes otorga poderes a un arriero llamado Juan de Valbuena, para que este se encargue de recoger trigo y posteriormente acarrearlo a los puertos gaditanos.
Lo más interesante es que aparece la firma autógrafa del autor de El Quijote en esa escritura, la cual arranca así: «Sepan cuantos esta carta vieran como yo Miguel de Servantes Saabedra vecino de la ciudad de Sevilla comisario de Su Majestad para proveimiento y bastimiento de los galeones y Armadas del Rey, nuestro señor, de la guardia de las Indias…».
El escritor viajó por la campiña sevillana con un salvoconducto, portando vara alta de justicia y acompañado de un séquito. En definitiva, era un comisario real al que se le había encomendado la tarea de hacer acopio de cereales y aceite para abastecer a los galeones de la flota española. Una vez fue declarado inepto para el ejercicio militar tras perder el brazo, es muy probable que continuara vinculado a la armada realizando labores de intendencia, siendo este el origen de sus privilegios y del importante salario que recibía.
Esto indica que era una persona muy valorada y reconocida en el reino de Sevilla, tanto por su labor en la armada como por la grandiosidad de su obra literaria. Prueba de esto último es que en 1618, tres años después de publicarse la segunda parte de El Quijote, ya se hacen en Utrera mascaradas y cabalgatas donde salen representados Don Quijote y Sancho Panza. Toda esta información deja en evidencia a los historiados que conjeturan con la idea de que el «Manco de Lepanto» malvivió por tierras andaluzas.
Según palabras de Julio Mayo, «estamos ante el documento definitivo que atestigua fehacientemente la presencia de Cervantes en Utrera». En esta misma investigación, el historiador ha conseguido, incluso, ensamblar la secuencia cronológica de la recogida de cereal para las galeras: desde el 21 de marzo hasta el 28 de abril estuvo Cervantes ocupado en recoger trigo y aceite para los galeones de la armada española por Carmona, Arahal, Morón de la Frontera, La Puebla de Cazalla, Marchena, Paradas, Osuna, Villamartín y Utrera. Aunque solo hay constancia documentada de su paso por Utrera, gracias a la estampación de su firma y rúbrica hallada ahora.
Vuelca de tuerca a la historia
Hasta hoy los biógrafos de Cervantes solo intuían que había tenido que ir a la campiña sevillana, basándose en unos documentos existentes en el archivo de Simancas (Valladolid), donde aparece marcado por el rey (a través de sus comisarios oficiales) un itinerario de recogida de trigo. En este sentido, cabe destacar que la ciudad utrerana fue la más importante del reino de Sevilla y una de las agrovillas más importantes de Andalucía; debido a su importante producción agrícola, a su vocación eminentemente americanista, a su tradicional vinculación con la armada española y a su privilegiado enclave geográfico, situado entre Sevilla y Sanlúcar.
Este dato no es baladí. Y es que es la relevancia de Utrera en aquella época unida al itinerario pautado a Cervantes, es lo que pone a Julio tras la pista de esta ciudad como lugar elegido por el genial escritor para realizar las encomendadas gestiones de la zona. El municipio disponía de una estructura lo suficientemente importante como para recibir y hospedar a la cantidad ingente de personas que se dirigían andando hacia Sanlúcar de Barrameda para embarcar rumbo a América. Este masivo desplazamiento terrestre se debía a que las naves quedaban encalladas a orillas del Guadalquivir, lo cual determinó que las embarcaciones atracasen en Sanlúcar y toda la caravana de viajeros más su correspondiente cargamento se desplazara por vía terrestre.
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