Julio Mayo, "¿Por qué eres GRAN PODER? Cofradía del Santísimo Poder y Traspaso (siglo XVII)", ABC de Sevilla, 29 de marzo de 2015
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POR
QUÉ ERES
GRAN PODER
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Cofradía del
Santísimo Poder y Traspaso (siglo XVII)
JULIO MAYO
en ABC de Sevilla, domingo 29 de marzo de 2015, pp. 58-59
En
la periferia de la ciudad, radicaba la hermandad del Santísimo Poder y Traspaso de Nuestra Señora, colindando con los
paños de muralla cercanos a la Puerta Osario, dentro de una capilla de la
iglesia del desaparecido convento franciscano del Valle –precedente del actual templo
de los Gitanos–, cuando fue tallado el portentoso Nazareno en el año 1620. Al
recibir el encargo, Juan de Mesa tuvo que conocer la significación teológica de
la advocación que debía encarnar. Un documento autógrafo aparecido en el
interior de San Juan Evangelista, durante su restauración hace varias décadas,
nos confirma que dicho escultor había sido su autor (1620) y que éste tuvo que ser
muy consciente del título de la advocación del Cristo, como se deduce del
manuscrito que expresa literalmente haber sido hecho el Discípulo Amado para la
«Santa Cofradía del Poder y Traspaso de Nuestra Señora y Ánimas del Purgatorio».
Después de que Mesa realizase la imagen
del Señor, los frailes franciscanos ayudaron a aumentar su culto y expandirlo
hacia el otro lado del océano, por el Nuevo Mundo. En Quito (Ecuador) se venera
desde los años centrales del siglo XVII, una imagen de idéntico título que tomó
el modelo sevillano como prototipo escultórico. Gracias a un libro antiguo de
«cofradas» que todavía conserva la hermandad del Gran Poder en su Archivo,
hemos podido comprobar que en el pasado formaron parte de la corporación
ciertas mujeres (Cervantes,
Mesa, Miranda y Castro), casadas con tratantes y mercaderes del momento que gozaban
de una cierta liquidez económica. Dinamizaron el seno corporativo entonces unos
cofrades vinculados a los circuitos comerciales de la época, como lo pone de
manifiesto la distribución de huchas y alcancías por muchos enclaves
estratégicos, e incluso hasta en América. Esta circunstancia permitió a algunos
de sus mayordomos invertir en la adquisición de enseres, vestuarios e imágenes
de primer nivel para la cofradía. Representa un claro ejemplo de aquellos
cofrades resolutivos, don José García de Verástegui, quien a mediados del siglo
XVII logró dotar a la hermandad de un notable esplendor cofradiero, antes nunca
conocido, pese a las coyunturas de esterilidad económica propias de la época
que le tocó vivir.
En aquella Sevilla corrompida del Seiscientos, todavía con tintes de
opulencia debido al tráfico mercantil de los negocios coloniales con América, en
la que se vendían y compraban los cargos públicos, con el consentimiento de la
Corona, el pueblo llano vivía en medio de una enorme penuria; los privilegiados
gozaban de placeres mundanos y la población se martirizaba con cargos de
conciencia pecadora, continuamente criticada por los muchísimos curas y frailes
que había por todos los rincones. Esa llamada al arrepentimiento arengada desde
los púlpitos, llevaba al pueblo a ejercitar prácticas penitenciales que
colmasen sus necesidades purificadoras.
A diferencia de la cofradía de la Santísima Cruz de
Jerusalén (El Silencio), en la que sus penitentes iban descalzos, con coronas
de espinas en la cabeza, en imitación de Jesús Nazareno, y con las cruces sobre
sus hombros, la del Santísimo Poder
permitía a sus penitentes que pudieran sentirse llamados a desprenderse de sus
pecados, fortaleciéndose como hombres, emulando los azotes de sus
flagelaciones. Prueba del éxito de esta modalidad de disciplina tan arcaica,
son las 222
túnicas de sangre, «con sus azotes», que en 1660 empleó la hermandad del
Traspaso en su procesión de Semana Santa, al margen de 184 túnicas de luz «para
la cera», según recogen las Actas que hemos examinado.
En
1680, la sagrada imagen del Gran Poder fue llevada a la Catedral de modo
extraordinario en procesión de rogativas, junto a las imágenes más veneradas,
por lo que su fama era ya más que notable. Paulatinamente fue eclipsando la
importancia devocional del Crucifijo de San Agustín, hermandad vinculada con la
nobleza, para cuyo cortejo estaba obligada la hermandad del Traspaso a ceder
túnicas de sus disciplinantes, después de cumplir su procesión. En la década
última del siglo XVII, la cofradía del Santísimo
Poder y Traspaso se marchó del convento del Valle y terminó asentándose en
la céntrica parroquia de San Lorenzo (1703), después de haber residido
momentáneamente en varias capillas conventuales. Con la llegada a este templo
se consuma el fin de una etapa en la que se consagra el éxito devocional de su imagen
titular y el de una advocación que trasvasa fronteras, gracias a las iniciativas
promovidas por un determinado grupo social adinerado, aunque todavía no
aristocrático.
Por
tanto, esto nos hace ver que el desarrollo iniciático del Gran Poder no la materializó
precisamente un barrio, como ocurre en el caso de la Macarena, sino un
colectivo aburguesado. Misteriosamente, los devotos encontramos en el rostro
del Señor la confortación de una mirada compungida, que parece buscar
fervorosamente al pueblo, invitándonos a que lo imitemos y le sigamos; de ahí
que el camino de la salvación había de andarse, según la mentalidad religiosa
del Siglo de Oro, con el esfuerzo penitente de soportar la cruz de nuestros
pecados, a imagen y semejanza del Redentor..., tal como verdaderamente enseña
el Gran Poder de Sevilla.
JULIO MAYO ES HISTORIADOR Y
ESTÁ ESPECIALIZADO
EN
RELIGIOSIDAD POPULAR
Eres Gran Poder porque...
Desde que la hermandad radicaba en el
convento franciscano del Valle, las reglas más antiguas que se conocen,
fechadas en 1570, diferenciaban en su título Poder y Traspaso. La primera de las invocaciones califica a Dios,
como fuente única de todo poder y no alude a ninguna cualidad intermediadora de
la Virgen. De hecho, estas mismas reglas en uno de sus capítulos significa
que en la procesión se lleve «un Cristo con su cruz a cuestas que se titule
Jesús Nazareno del Gran Poder Santísimo». Esta propuesta de profunda carga
teológica, que exalta la omnipotencia divina, hubo de ser sugerida a los
cofrades fundadores por algún religioso franciscano, u otro mentor espiritual,
buen conocedor de la literatura mística del momento. Por ello, no ha de
resultarnos extraño que la imagen fuese conocida a nivel popular como «Santísimo
Cristo Jesús Nazareno», sin que llegase a trascender mucho en la calle su
auténtica denominación aquellos años del siglo XVII.
De hecho, en las propias Actas de la
hermandad no figura asentado como Gran Poder hasta 1686, dos años antes de
que Ruiz Gijón tallara el paso del Señor (1688), decorado con cartelas de
pasajes alusivos a episodios de la Biblia mediante la escenificación del gran
poder de Dios sobre el pueblo elegido. Razón ésta más que suficiente para
entender que la imagen del Gran Poder no tomó su nombre precisamente del
mensaje de las andas labradas por Gijón, como incluso ha llegado a afirmarse,
sino que los tarjetones recrean plásticamente la riqueza de matices
espirituales de una advocación bastante remota de la que también tuvo que ser
conocedor el imaginero utrerano.
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ALGUNAS CLAVES
DEL ÉXITO (SIGLO XVII)
C O F R A D Í A
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I M A G E N
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