La Hermandad de N. P. Jesús Nazareno y la ermita de Santa Ana: notas sobre su Historia (La Puebla de Cazalla, ss. XVII-XVIII)




“LA HERMANDAD DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO
Y LA ERMITA DE SANTA ANA: NOTAS SOBRE SU HISTORIA
(LA PUEBLA DE CAZALLA, SIGLOS XVII-XVIII) ”

Fco. Javier Gutiérrez Núñez.


en la revista

CCCXXV Aniversario de la Fundación Canónica de la Hermandad
de Nuestro Padre Jesús Nazareno. La Puebla de Cazalla 1677-2002,
La Puebla de Cazalla, 2002.


  1. INTRODUCCIÓN.

            Se suele aceptar casi como un axioma, la máxima que dice que las personas pasan y que las instituciones permanecen. Esto podríamos decir de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Ntra. Sra. de las Lágrimas y San Juan Evangelista de La Puebla de Cazalla, un “sentir” que sobrevive a inicios del siglo XXI, con más de tres siglos de Historia a sus espaldas, cumpliéndose 325 años de la redacción de sus primeras reglas. A lo largo de estas centurias ha sido la única hermandad de La Puebla, que ha residido más tiempo en tres sedes distintas, la ermita de Santa Ana (1.677-1.728), la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Virtudes (1.728-1.809), y la Iglesia del convento de San Francisco (desde 1.809 hasta la actualidad). Más de tres siglos de historia, a los que han contribuido muchas personas, aunque para nosotros sean una mayoría anónima, no hay que olvidar su contribución y loable esfuerzo, así como el de esa minoría cuyos nombres conocemos y que estuvo al frente de esta corporación en distintas épocas.

            Sin el esfuerzo y devoción de tantos cientos de personas, esta Hermandad no hubiera sobrevivido, y son muchos los ejemplos de hermandades sevillanas y “moriscas”, que se quedaron “a mitad de camino” y se han extinguido. Una Hermandad que ya cuenta con una larga Historia, y que se constituyó para dar gloria y culto a  “Nuestro Padre Jesús Nazareno”, Padre de todos nosotros, Padre de todos los “moriscos”. En nuestra intención está el ofrecer algunas notas sobre el contexto histórico en el que se produjeron los orígenes de la Hermandad allá por  la segunda mitad del siglo XVII, los cuáles están indisolublemente unidos a la ermita de Santa Ana que terminó por arruinarse y desaparecer en la segunda mitad del siglo XVIII. Deseamos que en un futuro éstas modestas páginas sean completadas con estudios de mayor profundidad, que den a conocer las vicisitudes por las que pasó durante siglos nuestra Hermandad, y por ende, La Puebla de Cazalla.


  1. LA DEVOCIÓN AL NAZARENO EN
LA ERMITA DE SANTA ANA (1658-1677).

            El origen de una hermandad, casi siempre tenemos que vincularlo con la expansión de una determinada devoción en un momento histórico concreto. Y nuestro caso no es distinto, la devoción a Jesús Nazareno tuvo que ir calando en La Puebla desde mediados del siglo XVII. Su imagen e iconografía se empezaría a contemplar en numerosas casas de la villa, ya fuera a través de cuadros, láminas o estampas. Aún son muchos los interrogantes sobre como se fue desarrollando esta devoción hasta cristalizar en la fundación de la Hermandad. Quizás en breve se puedan responder cuando se pueda consultar el fondo de protocolos notariales de La Puebla de Cazalla, depositados en Morón de la Frontera, pero por el momento sólo contamos con noticias sueltas que hay que relacionar y poner en pie.

            A través de los trabajos que José Cabello Núñez ha realizado sobre la religiosidad y las cofradías de La Puebla, y las noticias aportadas por Antonio Moreno y María Antonia Carmona, ya conocemos las líneas básicas de la trayectoria de la Hermandad a lo largo de los siglos XVII-XX[1].

            La primera noticia documental, de la devoción a una imagen de Jesús Nazareno ubicada en la ermita de Santa Ana, aparece en el testamento de Martín de Aguilar, ermitaño de la misma, otorgado el día 20 de octubre de 1658 ante el escribano Bartolomé de Acosta: “Ytem mando se digan por su alma dosçientas missas rresadas (...). Y quiere y es su boluntad que de las dichas doçientas missas se digan a las cinco dellas a Señora Santana en su hermita y sinco a Jesus Naçareno en la dicha ermita de Señora Santana y otras sinco a la Madre de Dios de la Caveza en la dicha ermita y otras sinco a la Madre de Dios de Consolaçion en la dicha ermita y por cada una dellas se pague de limosna dos reales y medio por el travaxo de yrlas a dezir a la dicha ermita”[2].

            Esta primera referencia de la devoción a Jesús Nazareno, nos hace pensar que  Martín de Aguilar pudo ser una de las primeras personas que la fomentaron en la villa, al ser el santero de dicha ermita y estar al cuidado de dicha imagen. Este hecho es lo que explica que expongamos algunas noticias que tenemos sobre su persona. Ya ejercía como ermitaño desde inicios del año 1658, y las autoridades eclesiásticas abrieron un proceso informativo para confirmarlo. En el mismo se recogen los testimonios realizados en mayo de 1658 por ciertos testigos, sobre la calidad de su persona. D. Rodrigo Miguel de Parra (Vicario de las iglesias de la villa), D. José de Cepeda y Pedro Lucero (regidor), confirmaron la honradez, la devoción y piedad de Martín de Aguilar con respecto de Santa Ana, y recordaban que si no fuera por los reparos que se hicieron a la ermita siendo él Mayordomo de una cofradía que años atrás tuvo allí su sede, ésta se hallaría en ruinas, a la cual incluso perdonó la cantidad de 500 reales que había gastado de su propios bienes[3].  Ésta cofradía a la que hacen referencia debe ser la conocida como de Santa Ana, que aún existía en junio de 1647, a la cual el Vicario le adjudicó el noveno lugar del orden en el cortejo del Corpus[4].

            La siguiente referencia a la devoción de Jesús en la ermita, procede del año 1672. A través del testamento de Doña Ana Mancera, fechado el 15 de marzo del mismo año, tenemos constancia que la imagen tenía su propio altar dedicado, para el cual dicha señora realizaba una donación:  “Mando que de una basquiña de tabí que tengo se le haga un frontal a el altar de Jesús de Nazareno que está en Señora Santa Ana extramuros desta villa, el forro encarnado de dicha saya sea para forro del dicho frontal, y así es mi voluntad[5]. Meses después testaba Diego Calderón Jara, en concreto el 17 de agosto, gracias al cual sabemos que ya existía un grupo de personas que daban culto a dicha imagen de nazareno,  formando una “proto-hermandad”, a la que el otorgante donaba 8 reales de sus bienes[6].

            La ermita de Santa Ana tenía sus orígenes a mediados del siglo XVI, las primeras noticias sobre ella se fechan en 1543, y de ella sabemos que estaba situada en las afueras o “extramuros” de la villa, camino de la “Foronguilla” o “Fuenlonguilla”[7], en las inmediaciones de la fuente de La Plata. Aunque no tenemos descripciones de como era la ermita de Santa Ana, pensamos que  tuvo que ser una modesta construcción edificada con materiales pobres, posiblemente de planta rectangular con techumbre de madera (a dos aguas) y espadaña, lo que explica las continuas reparaciones que sufrió a lo largo de su historia, y que en algunas ocasiones rozara la ruina, y necesitara varias reconstrucciones. También conocemos algunos santeros o ermitaños que la asistieron, caso de Juan Méndez (1631), Martín de Aguilar (desde 1658), María de Flores y su marido Andrés Jiménez Madrila (desde 1709 al menos hasta 1726), Pedro Orellana (antes de 1732), Miguel Crespo hijo de María de Flores (desde 1732).

            El origen de nuestra Hermandad en una ermita extramuros, guarda en parte similitud con la fundación de otras hermandades en pueblos cercanos.  En ermitas dedicadas a San Roque, encontramos los casos de El Arahal y Alcalá de Guadaíra, y en ermitas dedicadas a San Sebastián tienen su origen las hermandades fundadas en Lora del Río, y Mairena del Alcor. Por su parte, la ermita de la Fuensanta parece ser el lugar de fundación de la hermandad de Jesús Nazareno de Morón de la Frontera. En cambio en Osuna, se funda en un convento de religiosos, el convento de la Victoria de los padres mínimos, y en Marchena parece ser que en la Parroquia de San Miguel (entre 1607-1631), aunque la tradición oral fija su fundación en el desaparecido convento de Santa Eulalia (franciscanos recoletos), extramuros de la villa.
           
             A pesar de que constatamos ya en 1658 la devoción a Jesús Nazareno y su vinculación con la ermita de Santa Ana, no podemos fijar la fundación oficial de una Hermandad, hasta el año 1677, año del que datan sus primeras reglas. Teniendo en cuenta esta fecha, estaríamos hablando de una fundación tardía con respecto al auge fundacional de estas corporaciones en la provincia de Sevilla, que en la mayoría de casos siguieron el modelo de reglas de la hermandad sevillana de “El Silencio” para redactar las suyas: Osuna (1576), Écija (1582), Utrera (1586), Lebrija (1587), Carmona (1597), Morón (1602), Paradas (1605), Viso del Alcor (1617), Estepa (1626), etc.[8]


3. LA PUEBLA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XVII:
APUNTES SOBRE EL DECANATO FUNDACIONAL DE 1677.

            En el año de 1677 era el señor de la villa, D. Gaspar Téllez Girón y Sandoval, Duque de Osuna, quinto de dicho título, que desempeñó su mandato entre los años 1656 y 1694. La Plaza Vieja era el centro neurálgico de la villa, allí se concentraban el poder civil, representado por el Cabildo municipal, el religioso, representado por la Iglesia parroquial y su clero secular. El Cabildo era el máximo órgano político a nivel local, con el Corregidor al frente, dependiendo ambos del Duque como instancia superior. En él se reservaba la llamada “mitad de oficios” para la élite de hijosdalgo, que ocupaban anualmente una Alcaldía Ordinaria, una Regiduría y una Juradería. Una élite en la que se integraban familias como las de los Moreno de Guerra, Bermúdez de Castro, Herdara, Calderón, etc. También se repartían por la Plaza Vieja diferentes comercios, siendo la calle Mesones, con sus posadas el principal lugar de tránsito y paso de los viajeros y comerciantes, al estar la villa en el camino de las “dos Andalucías”.

            La Puebla desde el segundo cuarto del siglo XVII, sufría un proceso de decadencia demográfica y retroceso urbano, y la población padecía unas duras condiciones de vida, a causa de las sucesivas crisis agrícolas provocadas por años de sequías o inundaciones, que terminaban provocando epidemias y hambrunas, tal como se reproducían en el resto de pueblos de la geografía española. Las estimaciones del vecindario para inicios y final de siglo son clarificadoras. En el año 1614, se cifraba su vecindario en 600 vecinos, y en 1697 en 200 vecinos[9].

            Las desgracias fueron constantes en éstas décadas. En el año 1663, el vecindario de la villa fue objeto del saqueo y extorsión de las tropas del Regimiento del General Fabris (de nación alemana), que tenían que ser alojadas en su marcha camino de la frontera portuguesa[10]. Las epidemias de 1649 y 1680, también diezmaron a su vecindario, la segunda fue de extrema gravedad, hasta el punto de huir como ya se conoce gran cantidad de vecinos, que hizo temer por una despoblación total del caserío. Fue este momento en el cual los vecinos solicitaron a San José su intersección, produciendo el alivio de la epidemia, lo que motivaría que en el siglo XVIII (1764, 1783-1785), se le nombrara patrono de la villa[11].

            Por su parte el clero secular de la parroquia y el clero regular del convento (de padres mínimos), se repartían la atención espiritual del vecindario. La religiosidad popular al margen de la parroquia y el convento, tenía su referente en cuatro ermitas, dedicadas a la Ntra. Sra. de la Concepción,  San Sebastián, San José y Santa Ana.

            En este recorrido histórico, llegamos a la fecha del 9 de mayo de 1.677, que se nos presenta como la fecha de las primeras y más antiguas reglas y por tanto  fundación “oficial”  de la Hermandad en la Ermita de Santa Ana, para “...honra y gloria de nuestro Señor y que su Santo Culto sea ensalzado con oraciones y sacrificios tenemos ajustado y consultado... de erigir y levantar una Cofradía y Hermandad con el título de Jesus Nazareno que esta sita en la ermita de Nuestra Señora de Santa Ana, que está extramuros de dicha villa...”.  Dichas reglas terminaron siendo aprobadas el11 de junio de 1.677 por D. Antonio Bastán y Aróstegui, Vicario General, y D. Ambrosio Ignacio Spínola Guzmán, Arzobispo de Sevilla. Como reconocimiento y memoria de este evento y efeméride, y a modo de sugerencia, creo que podría ponerse una inscripción en alguna de las paredes laterales de la actual capilla de Jesús en el Convento, donde figurase el comienzo de las reglas de 1677, conteniendo la nómina de personas que aparecen en las mismas[12]. Estas reglas no restringían el ingreso como hermano a nadie por su condición social o racial, solamente se pedía 6 reales de limosna para ingresar en ella. Obligaban a realizar un cabildo anual de elecciones, el cuarto domingo de Cuaresma, a realizar la procesión la madrugada del Viernes Santo, y una misa todos los viernes del año en la ermita de Santa Ana.

            En aquel entonces lo que podríamos denominar “decanato fundacional”, estuvo compuesto por D. Salvador Bermúdez de Castro, D. Antonio Moreno de Guerra, Rodrigo Díaz Roldán, D. Andrés de Terrona, D. Lorenzo Herdara, D. Francisco Becerra Gordillo, D. Marcos de Castro Garrido, Francisco Ruíz de Angulo, Bartolomé de la Barrera y Alfonso Calderón Melado. Podemos trazar algunas breves notas biográficas de las personas que intervinieron en la fundación de la Hermandad.

1. D. Salvador Bermúdez de Castro. Es de la personas que más datos conocemos. Nacido en Ronda, fue bautizado el 14 de agosto de 1636, siendo el único hijo varón de D. Luis Bermúdez de Castro (natural de Arahal) y Doña Isabel de Andrade y Medina (natural de Ronda). Sus abuelos paternos fueron D. Diego Bermúdez de Castro (natural de Ronda) y Doña María de Bohórquez y Luna (natural del Arahal), y sus abuelos maternos, Diego Duarte de Medina y María Ruiz de Fontalba (naturales de Ronda).

            D. Salvador heredaría las propiedades del mayorazgo de su padre, compuesto de una heredad o dehesa llamada Bentomi (jurisdicción de Ronda). Sus padres y abuelos fueron vecinos de Arahal y Ronda, donde compartían propiedades. Él aunque era natural de Ronda, parece que se crió en Arahal, hasta que se avecindó en La Puebla, al contraer matrimonio hacia 1657 con Doña María Corona y Guerra (hija de Francisco Muñoz Corona), con la que tuvo 8 hijos[13]. Dentro de la élite local tuvo que tener un papel importante, ya que llegó a ser Administrador de las rentas del Duque de Osuna y Regidor en la década de los 80.

            En 1666 inició pleito con el Cabildo de La Puebla, para que se le reconociera su condición de hijosdalgo, y no tener que pagar repartimientos ni impuestos, el proceso con distintos dictámenes a su favor, se terminó dilatando hasta el año 1680. A través de documentación notarial sabemos que al menos que en el año 1693 ya había fallecido. Sus hijos, Diego (clérigo de menores) y Salvador, fueron Hermano Mayor y Alcalde Diputado respectivamente de la Hermandad en el año 1711. Este linaje permaneció en La Puebla durante varias generaciones a lo largo de todo el siglo XVIII, ya en el siglo XIX no se constata su presencia. Por ejemplo, D. Luis y D. Antonio Félix Bermúdez de Castro, comparecieron en 1783 durante el proceso de nombramiento de San José como patrono.

2. D. Antonio Moreno de Guerra Torres y Lasarte.  Era hijo de D. Juan Moreno de Guerra y Doña María Torres y Lasarte y Benjumea, que se casaron en La Puebla el 11 de noviembre de 1618. Descendía de familias de reconocida hidalguía por ambas líneas, tanto paterna como materna. Sus abuelos paternos fueron Francisco de Guerra Moreno e Inés Ruiz del Río, y sus abuelos maternos D. Juan de Torres y Lasarte y Doña María de Benjumea. De éstos últimos, D. Antonio y su hermano, heredarían propiedades en localidades ubicadas en Estepa (Sevilla) y Teba (Málaga). Del matrimonio Moreno de Guerra - Torres y Lasarte nacieron cuatro hijos varones, el citado D. Antonio, D. Francisco, D. Juan y D. Luis. Nos interesan los datos de:

- D. Antonio Moreno de Guerra Torres y Lasarte. Se bautizó en La Puebla, el 31 de octubre de 1635. De él sabemos que durante el período de segregación e independencia de Portugal del trono español, ejerció como Capitán de Infantería destinado en diferentes pueblos de la provincia de Badajoz, como la Puebla de la Calzada y Montijo. Por ello en abril de 1657 tuvo que delegar sus funciones de albacea del testamento de su madre, en su tío[14]. Años antes de iniciar su carrera militar, contrajo  matrimonio en La Puebla el 17 de diciembre de 1654, con Doña Magdalena María Carvajal Verdugo, natural de Campillos (hija de D. Mateo Carvajal Verdugo y María Carvajal Hormigo). Tuvieron por hijo a D. Mateo Moreno de Guerra (nacido en 1669), el cual a su vez se casó con Doña Juana Ponce de León Moya, en 1698. D. Antonio Moreno de Guerra era Corregidor de La Puebla cuando fue testigo del matrimonio de su sobrina Catalina con D. Lorenzo Herdara, celebrado en 1667.

- D. Francisco Moreno de Guerra y Torres y Lasarte, se casaría con Doña Juana Ponce y Ojeda (natural de Paradas), en Arahal el 16 de octubre de 1645[15]. Este matrimonio sólo tuvo una hija, Doña Catalina Moreno de Guerra, que entroncaría con otro de los linajes de la élite local, los Herdara. Se casaría en La Puebla el 30 de octubre de 1667, con D. Lorenzo de Herdara, del que a continuación daremos algunas notas biográficas ya que también intervino en la fundación de la Hermandad.

            La solvencia económica de Doña María Torres y Lasarte y Benjumea era evidente en 1.642, cuando estando ya viuda compró por valor de siete mil ducados de vellón diversos oficios municipales al Duque de Osuna, en concreto los de Alguacil Mayor (incluido el de Guarda Mayor del Campo), y el de Escribano del Cabildo. Esta adquisición tuvo que reforzar la preeminencia social y económica de esta familia, situación de prosperidad que perduró a lo largo de todo el siglo XVIII. La misma Doña María dando muestras de su acomodada posición social, junto a su segundo marido D. Francisco Ponce de León, en 1646 hizo reconstruir la capilla del Sagrario de la Iglesia Parroquial, para adecuarla para su enterramiento. La terminación de la pintura y dorado de la capilla, se produjo en 1.660, a cargo de Andrés de Castro, maestro pintor vecino de Marchena[16].

3. D. Lorenzo Herdara Ladrón de Guevara. Era hijo de D. Pedro Herdara  y de Doña María Ladrón de Guevara. D. Pedro de origen navarro, parece ser el primero del linaje “Herdara” que se asentó en territorio andaluz en la primera mitad del siglo XVII, al vincularse con la gestión política del ducado de Osuna.  De él conocemos que fue Caballero de la orden militar de Santiago y Gobernador del Estado ducal de Osuna (al menos desde el año 1624). Este linaje es un caso curioso en la sociedad de la Campiña sevillana, pues a pesar de su origen foráneo se integró perfectamente en su nuevo lugar de residencia, y sin llegar a ser  nobleza titulada, durante más de dos siglos, los Herdara fueron señores de vasallos en la distancia, al ser “señores de Eulza”, su solar y terrazgo navarro de origen, al cual reconocen en sus testamentos[17].

            Sin duda el enlace matrimonial Herdara - Ladrón de Guevara, como en el caso de otras familias hijosdalgas tuvo que producirse para satisfacer los intereses sociales y económicos compartidos por estas dos familias. Tuvieron tres hijos:

- D. Pedro de Herdara casado con Doña Inés Moreno de Guerra. Afincados en La Puebla, él heredó como primogénito el señorío de Eulsa, trasmitiéndolo a sus descendientes (D. Pedro de Herdara y Moreno de Guerra, D. Pedro de Herdara y Cruzat, D. Pedro Fermín de Herdara Cruzat y Herdara).

- D. Lorenzo de Herdara casado con Doña Catalina Moreno de Guerra. Ya vimos que se casaron en 1667, y tuvieron una amplia prole, José, Francisco, Lorenzo, María, Antonia (casada con D. Pedro de Herdara Cruzat). En 1711 aparece como Alcalde Diputado de la Hermandad, otro D. Lorenzo de Herdara, su hijo.

- Doña Mariana de Herdara casada con D. Cristóbal de Govantes. Los hijos de este matrimonio fueron los que construyeron en Osuna, la bella casa palacio de los “Govantes y Herdara”, que se puede aún contemplar en la calle Sevilla.

4. D. Rodrigo Díaz Roldán. Su familia ya estaba asentada en La Puebla desde mediados del siglo XVI, desempeñando cargos de escribano (Ruy Díaz Roldán y Juan Díaz Roldán). Posiblemente sus padres fueran Rodrigo Díaz Roldán y Doña Leonor de Lucena, que aparecen en las amonestaciones matrimoniales de la iglesia parroquial del año 1631[18]. Sabemos que en 1693, era vecino de Morón de la Frontera, y al menos contaba con 70 fanegas de tierra al sitio del Fontanal, que arrendó a Juan Amigo Catalán Navarrete[19]. Esta familia escalaría posiciones sociales en la siguiente centuria, y algunos de sus miembros ocuparían también cargos municipales durante el siglo XVIII.

5. D. Marcos de Castro y Garrido. De él en concreto no tenemos datos en torno a su vida y profesión. Posiblemente el presbítero D. Pedro de Castro y Garrido, que testó en 1692, fuera su hermano. Curiosamente este clérigo en un codicilo del mismo año citaba que tenía un lienzo de “Jesus Nazareno de Alexandro”, además donaba para la obra de la ermita de Santa Ana, cien reales. No sería su devoción una coincidencia, si tenemos en cuenta la posible vinculación familiar con D. Marcos, y el origen ya constatado de esta Hermandad en esta ermita[20].

6. Alfonso Calderón Melado. Su familia era de condición hijosdalga, cuyos miembros ocuparon cargos municipales reservados por la llamada mitad de oficios al estado hijosdalgo. Por ejemplo Juan y Diego Calderón Melado, fueron Alcaldes Ordinarios en los años de 1669 y 1677, Diego también fue Jurado en 1656.

7. D. Andrés de Terrona y otros. Sobre D. Andrés de Terrona sólo sabemos que en 1669, desempeñó un cargo capitular, siendo Fiel Ejecutor; mientras que nada conocemos D. Francisco Becerra Gordillo, Francisco Ruíz de Angulo, Bartolomé de la Barrera.


4. ERMITA Y HERMANDAD: DE LA FUNDACIÓN AL
TRASLADO A LA IGLESIA PARROQUIAL (1677-1728).

            A partir de 1677 y durante casi treinta años, no tenemos noticias del devenir de la Hermandad, hasta que los protocolos notariales arrojen luz sobre estos años. En mayo de 1697, el Visitador D. José de Villota inspeccionó las iglesias de La Puebla, y entre ellas la ermita de Santa Ana. Sobre ella exponía que había sufrido una reciente reedificación, y que debía adornarse con nuevos ornamentos:

“No tiene esta Puebla Hospital alguno, ni mas hermitta que la de Santa Ana: esta la han reedificado poco tiempo ha los vezinos que estava cayda y tienen muy special devocion a la santa ymagen, prettenden se les conzeda nueva lizencia para selebrar, pero esta no convendra darsela hasta haya hecho nuevos ornamentos porque los que tiene no son dezentes, y que pongan los lienzos sacras, Evangelios de San Juan y Cruces con la Ymagen de Cristo Nuestro Redemptor en los dos altares que tiene dicha Hermita, que todo le falta, y con la devocion que tienen y el zelo con lo dessean, me parece lo executaran y ya le despacho que de otra forma no lograran su desseo. No he allado cossa escandalossa, aunque me procure ynformar con cuydado”[21].

            Como se aprecia no se cita que uno de los dos altares fueran del culto de la Hermandad. Por tanto podemos pensar que si la ermita en los años anteriores a 1.697 estaba caída,  la Hermandad o bien se encontraba en un proceso de desorganización en la última década del siglo XVII, o bien ante las obras tuvo que trasladarse temporalmente a otro templo mientras se reedificaba.  Ésta última opción parece que pudo ser la más factible, y que posiblemente su nueva sede interina debió ser la iglesia parroquial. Esta hipótesis al menos se deduce de la carta que D. Diego Bermúdez de Castro, Hermano Mayor de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno de La Puebla de Cazalla dirigió en 1.711, al señor Vicario General del Arzobispado, solicitando el traslado de dicha cofradía de la ermita de Santa Ana a la Iglesia Parroquial, donde construiría su propia capilla. En la misma expresaba que la Hermandad tenía “... determinado en diferentes acuerdos el Redificarle Capilla en la Yglesia Parroquial de dicha Villa para colocar la Ymagen de Jesus Nasareno y que este con la mayor desencia que se deve....”.

            Sin duda la expresión, “reedificarle capilla”, entendida como “volver a edificar”, induce a pensar que se refiere a que ya tuvo una capilla en la iglesia parroquial, lo que nos deja entrever que realmente la parroquia pudo ser su sede temporal durante la reedificación de la ermita de Santa Ana a finales del siglo XVII.  En dicha carta D. Diego Bermúdez de Castro seguía expresando que la nueva capilla iba a ser costeada por los hermanos, al no poseer ni bienes ni rentas la hermandad: “Suplico se sirba de conzeder su licencia para haser esta Capilla que será a costa de los hermanos de dicha hermandad por no tener vienes ni rentas algunas y se coloque la dicha Ymagen de Jesus Nasareno...” [22].

            Esta imagen había sido adquirida en 1709, y había sustituido a la anterior al parecer muy deteriorada por la humedad que tenía la ermita. Esta imagen adquirida, era de nueva talla y fue la titular de la Hermandad hasta su desgraciada pérdida en la quema del Convento en julio de 1936. La devoción a esta imagen arraigó a lo largo de las décadas en La Puebla, hasta tal punto que aún se conservan en distintas casas de nuestra localidad, cuadros con fotografías de la imagen, en concreto dos versiones. Se trataba de una imagen de candelero, que seguía la iconografía habitual del Nazareno, presentaba un canon esbelto y los miembros muy estilizados, el rostro reflejaba unos rasgos muy perfilados que subrayaban el sentimiento expresivo del dolor. Aunque aún no se ha datado su autoría, tal como ya ha señalado anteriormente José Cabello Núñez, por similitud iconográfica recuerda la influencia e impronta del taller sevillano del escultor Pedro Roldán, el cual tras su fallecimiento se mantuvo abierto, curiosamente hasta el año 1709, el mismo año de la adquisición. Entre los escultores que parece que colaboraron en las obras postreras de dicho taller, parece que se encontró José Montes de Oca, el autor de las imágenes de Ntra. Sra. de los Dolores y del desaparecido Cristo de las Aguas (1717), y de Santa Ana y virgen niña (1726)[23].

            En las dos primeras décadas del siglo XVIII, la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno era una hermandad muy humilde con escasos ingresos, procedentes casi en exclusiva de limosnas, reduciéndose sus actividades al culto de su imagen y  a la procesión de Semana Santa. La Hermandad a diferencia de la de 1697, sí aparece citada en varias visitas posteriores, tanto en las de 1709, 1712 y 1717.

            El visitador D. Pedro Gobernador y Linares, en 1709, citaba la existencia de cuatro ermitas, Ntra. Sra. de la Concepción, San José, Santa Ana y San Sebastián, las cuáles halló “(...) decentes, y aseadas y aderezadas de obras que necesitaban a expensas de los vezinos (...)”. Con respecto a las cofradías, soló citaba tres, Santa Vera Cruz, Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de la Soledad, “(...) que se componen de limosnas que dan los dichos hermanos, hice diligencias para que diesen quentas y ni se hallaron libros, ni apuntacion de el yngresso de dichas limosnas, y se me ynformo que los Maiordomos costeaban lo mas de sus funciones que se reducen a las procesiones la Semana Santa y gasto de zera; quedó mandato para que en adelante apuntasen dichas limosnas y gastos y comisión del cura para que todos los años tomasen quentas”.

         Aspectos muy similares en torno a los cortos medios de las cofradías, se recoge en la visita de D. Martín Carrera en 1712, expresaba que había “(...) en esta villa Cofradia de la Santa BeraCruz, Jesus Nasareno, Soledad, y Santo Entierro y la de Nuestra Señora de la Consolasion, que se compone de limosnas y estas no alcansan para las fiestas y prosesiones que aze sus maiordomos y cuia rason no se toma quentta muchos años ha (...)”. Sobre las ermitas también repetía casi lo mismo: “Ay en estte pueblo ttres hermitas su advocacion San Sevastian, San Joseph y la de la Consepcion, y extramuros la de Santa Ana, las visitte reconoci sus alttares, aras, ornamentos y lo demas dellas pertenecientes y ttodo estava con desencia. Fui ynformado que los hermitaños es gentte de buena vida y que en dichas hermitas no ai vailes, ni otra cosa que necesite de remediarlo”.

            La situación era casi idéntica cinco años después en 1717: “Ay en esta villa Cofradia de la Santa Veracruz, Jesus Nazareno, ntra. señora de la Soledad, Santo Entierro, Cofradia de ntra. señora del Rosario y la de ntra. sra. de la Consolación, se componen todas de limosna que juntan sus hermanos para las fiestas y procesiones de Penitencia que hacen, no consta se ayan tomado quentas, en visita por cuia razon y no tenerla sus hermanos mayores para darla por que cada uno en su año suple de su caudal para los gastos, no se puede dar mas razon de la referida[24].

            Por tanto las figuras del Mayordomo y Hermano Mayor, se presentan como los principales benefactores de la Hermandad ante la carencia y falta de recursos. En 1711 la Hermandad no poseía ni bienes raíces, ni rentas por títulos de propiedad o de censos, hecho que conocemos gracias a que el día 8 de Diciembre de 1711, se realizó un revisión notarial de los libros de cuentas de la Cofradía, por parte del notario público, D. Pedro Ignacio de Espejo. El encargado de enseñarle los dos libros que poseía la Hermandad, fue Juan de Montoya,  Mayordomo de la Hermandad: “(...) que son en los que se toman las quentas de las personas que sirviere el ofizio de maiordomo de dicha hermandad a donde se sientan los maravedis que de limosna se dan a dicha Cofradia de Jesus Nazareno por donde consta los maravedis que tiene de caudal para la distribuzion de sus gastos y por ellos no consta tenga la rreferida Cofradia de Jesus Nazareno vienes algunos raizes ni renttas por ningun tittulo de que pueda perzevir maravedis algunos pues solo dize en ellos limosna que dio el hermano fulano”[25].

            Los escasos medios con los que contaba la Hermandad durante las dos primeras décadas del siglo XVIII, tuvo que dar paso a un mayor desahogo económico en años sucesivos, lo cual explicaría que acometieran la definitiva construcción de una capilla, en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de las Virtudes se realizó en el período 1.720-1.728. Al menos eso se reconocía en el expediente iniciado en el año, siendo D. Martin Judas Gutierrez, Hermano mayor y Mayordomo de la Cofradia de Ntro Padre Jesus Nazareno, cuando la Hermandad solicitó licencia para poder construir una bóveda de enterramiento en la capilla. En una de las cartas de ese expediente se expresaba “(...) que en el año passado de 1720 a expensas de dicha Hermandad y de los caudales propios de los Hermanos que eran de ella se principio la Capilla, donde esta colocada la Ymagen, de que se titula dicha Cofradia, cuya Capilla se concluyó en el año de 1728, que fue en el que se colocó dicha Ymagen, teniendola como es notorio, con la mayor y posible decencia (...)”[26].

            Pensamos que esta recuperación tuvo que proceder de distintas donaciones de fieles, como botón de muestra, podemos citar la donación testamentaria que en 1731 realizaba D. Pedro Antonio de Herdara, que donaba a la hermandad aranzada y media de olivar, lindante con el camino de los Santos, con el objeto “que con su fruto se alumbre de noche y de día, la lámpara de su majestad”.

            Así en el año 1728, la Hermandad pudo cumplir su objetivo de trasladarse desde la ermita de Santa Ana hasta la Iglesia parroquial, deseo que persistía desde la citada petición de 1711.  La situación de la capilla dentro del templo la conocemos gracias al plano que realizó en el año 1785, el arquitecto D. Antonio de Figueroa, estaba situada en el lado de la epístola, entre la capilla del Rosario y la capilla de Ntra. Sra. de los Dolores[27].


            5. LA ERMITA DE SANTA ANA:
DE LA DEVOCIÓN AL OLVIDO (1728-1743).
        
            Dos años antes de trasladarse la hermandad, se cambió la imagen titular de la ermita a iniciativa de la ermitaña María de Flores, la cual costeó la talla de una nueva  imagen de Santa Ana con la virgen niña, terminada en 1.726, y que costeó vendiendo unos zarcillos de oro, valorados en unos 20 escudos. Así lo testificaba D. José de Herdara, afirmando que era “(...) publico y notorio que a expensas y solicitud de la dicha Maria de Flores se hiso una Señora Santa Ana de talla mui costosa que oi permanese en dicha ermitta por esttar la anttesedente con yndevocion por su yndesencia y le consta al testigo que para la fabrica de dicha ymagen la dicha Maria de Flores madre del que lo presentta vendio unos Sarzillos de oro que quando menos valian veintte escudos (...)”[28].

            La autoría de esta imagen, que estaba acompañada de una virgen niña fue obra del ya citado, José Montes de Oca. Este grupo escultórico debido a la ruina de la ermita, pasó a mediados del XVIII a la ermita de San José, y que terminó pasando a la iglesia parroquial, donde se puede contemplar en un altar ubicado en el crucero del lado de la epístola.

            En 1728, el visitador del Arzobispado, D. Andrés de Maestrucio de Tejada, decía brevemente de la ermita de Santa Ana que estaba aseada “y prevenida de ornamentos, cuidala un hombre de estado casado que vive en quarto  contiguo a ella”. En la visita de 1732, D. Francisco Mesa Jinete, de nuevo la citaba junto a las tres existentes : “(...) las que visite y halle decentes según su pobreza”. En su nueva visita de 1739 de nuevo afirmaba que las halló decentes[29].

            La definitiva ruina de la ermita de Santa Ana se produjo a mediados del siglo XVIII, hacia el año 1743, tan sólo 25 años después de la marcha de la Hermandad a la iglesia parroquial. Gracias a la visita que realizó D. Antonio de Mena el 11 de abril de 1.752, por orden del Prior de las ermitas del Arzobispado de Sevilla (máxima autoridad de quién dependía la jurisdicción de éstas), conocemos que la ermita de Santa Ana se hallaba en estado de ruina desde el año 1743, y estaba completamente abandonada. Su misión era tomar al Administrador de las ermitas de cada lugar que tenía que visitar, La Puebla de Cazalla, el Viso y Teba; la cuenta de los caudales, rentas, bienes y efectos pertenecientes a las ermitas de cada villa, así como hacer inventario general de todos sus bienes y alhajas, reconociendo el estado de las mismas y los reparos que necesitasen. En el caso de La Puebla el Administrador de las ermitas, D. Luis de Montoya,  había fallecido, y las cuentas se debían tomar a sus herederos, en concreto a su hermano. Con respecto a la ermita de Santa Ana, en las cuentas reflejadas se contabilizan 225 reales de vellón por la renta de las tierras propiedad de la ermita, 60 reales de vellón ingresadas por haber vendido las vigas que eran parte de la construcción arruinada ya,   63 reales de vellón por la venta de otros 21 palos, a razón de 3 reales cada uno, 40 por tapiar la puerta para que no entrase ganado alguno. [30]

            Al arruinarse todas sus alhajas, ornamentos y bienes debieron de pasar a ser custodiados por el Administrador de las ermitas de La Puebla. Así el 9 de enero 1755, el D. José Ignacio Delgado y Ayala, Prior, ordenaría que D. José Sánchez,  entregara la campana de la arruinada ermita de Santa Ana, a D. Juan de los Santos, Administrador de las ermitas de Paradas y Marchena, con destino a una de las ermitas que él administraba[31]. En la visita de 1772, se tomaron cuentas de nuevo a D. José Sánchez Herrera, como “(...) Administrador de las hermitas de Señor San Joseph y vienes de la de Señora Santa Ana arruinada de ella (...)”, sin duda esta última frase confirma que el Administrador regentó y custodió sus bienes desde su extinción. Sobre ellos se dice en dicha visita que entre 1.764-1.766 no hubo ingresos por haber estado “(...) las tierras de la hermita hundida de Santa Ana por arrendar (...)”, y que en el año 1.767 se arrendaron por cuatro años hasta 1.770, a Francisco de Paula Duarte por una renta anual de 100 reales de vellón. En 1.771 no se arrendaron, aunque sí de nuevo en 1.772, esta vez a Diego José Sánchez por un valor de 200 reales anuales[32].          
             
            En diciembre de 1.792, D. Antonio María de León, cura de la Iglesia Parroquial de El Arahal, fue nombrado por el Prior, como Juez de Comisión para llevar a cabo una nueva visita a la ermita del Señor San José y Señora Santa Ana, de La Puebla de Cazalla. Sin duda esta denominación unificada es curiosa, lo que  indica que tras terminar de arruinarse la ermita de Santa Ana (1.743-1.752), tuvieron que pasar sus bienes a integrarse en los de la ermita de San José. Esto sería lo que tuvo que suceder, ya que D. Antonio María manifestaba que “(...) para cumplir con su cometido, mediante lo expuesto por el Señor Vicario desta Villa, devia de mandar y mando se pase a la Hermita del Señor San Joseph en donde existe la efigie de Señora Santa Ana por haverse arruinado la Hermita de dicha Santa y se practique formal ynventario de todo quanto le corresponda, asi Alajas, ornamentos ropas, y vienes, como fincas, tributos, y demas cosas que le correspondan y evacuado se traiga para dar providencia (...)”. Después de esta orden se realizaría un inventario de todas las alhajas, ropa y bienes de la Ermita de San José. Al final de la visita D. Antonio María como ordenaba el Prior, redactaba un informe de las necesidades que tenía la ermita, y en él expresaba de nuevo la ruina de la ermita de Santa Ana: “(...) por lo que respecta a la Hermita de Santa Ana, no tiene Yglesia por que se arruino, y la Ymaxen se halla en la citada del Señor San Josef ”.

            Por tanto el hecho que la imagen de Santa Ana se encontrara ya en la ermita de San José, es lo que explica que se le agregara su advocación en el nombre de ésta última, conformándose como ermita de Señor San José y Señora Santa Ana, ya que en 1774 se propuso la reedificación de la de Santa Ana y se terminó desestimando[33].  Sin duda el traslado de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno a la iglesia parroquial, afectó de forma determinante al destino de la ermita de Santa Ana, que debió de contar con menos atención del vecindario, y por su relativa lejanía del caserío, se dejaría de atender y reparar hasta terminar por arruinarse a mediados del siglo XVIII, mientras que la ermita de San José más cercana gozaría de mayor popularidad.

            Por los avatares del destino, el primitivo templo parroquial también terminó arruinándose a inicios del siglo XIX, dando paso a la construcción del actual edificio de estilo neoclásico. Este hecho motivó como ya se sabe, que la Hermandad se trasladara en 1809 a la iglesia del convento de la Victoria (de San Francisco o de Ntra. Sra. de la Candelaria), donde tiene su sede actual, y que debería ser la definitiva. Espero que un futuro no muy lejano, para evitar sorpresas imprevistas, se acometan labores de restauración de este edificio, que simboliza tanta Historia y devoción del pasado y presente “morisco”, como se demuestra cada viernes santo en la plaza del Convento a las seis de la “madrugá”.


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[1]Debe ser reconocida la extraordinaria labor y trabajo desinteresado de José Cabello Núñez, historiador que ya ha logrado recuperar del pasado “morisco”, parte de nuestra olvidada Historia. Vid. al respecto  CABELLO NÚÑEZ, José: Las Cofradías de La Puebla de Cazalla. Sus primitivas reglas. Siglos  XVI-XIX, Edita Hermandad del Stmo. Cristo de La Vera-Cruz y María Stma. del Mayor Dolor en su  Soledad, 1999. CABELLO NÚÑEZ, José: “Acuerdo de la Hermandad de Jesús para abandonar la ermita de Santa Ana y construir capilla en la Parroquia “, en El Estandarte, nº 6 (marzo 2000), pp. 45-48. CABELLO NÚÑEZ, José (coord.): Santo Entierro Magno. La Puebla de Cazalla. Sábado Santo, 30 de Marzo de 2002, Ayto. de La Puebla de Cazalla 2002. MORENO, Antonio: “Breve Historia de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno, María Santísima de las Lágrimas y San Juan Bautista”, en “El Morisco. Revista Local. La Puebla de Cazalla”, nº 10 (1985), pp. 5-7. CARMONA RUÍZ, Mª Antonia: “Venerable Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén, María Santísima de las Lágrimas y San Juan Evangelista. Convento de Nuestra Señora de la Candelaria. La Puebla de Cazalla”, en VV. AA. Nazarenos de Sevilla,  vol. III, Editorial Tartessos, Sevilla 1997.
[2]CABELLO NÚÑEZ, José : Cuentas de Fábrica (1.610-1.614) e Hijuelas Testamentarias (1.655-1.659), de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de las Virtudes, La Puebla de  Cazalla, Editor Hermandad de la Triunfal  Entrada de Jesús en Jerusalén, Puebla de Cazalla, 1995, pag. 136-137.
[3]ARCHIVO GENERAL DEL ARZOBISPADO DE SEVILLA (en adelante A.G.A.S.) Sección IV: Administración General, Subsección: Priorato de Ermitas, Legajo 3.647. Ramo “Puebla de Cazalla”. Documento n° 7.
[4]CABELLO NÚÑEZ, José: Las Cofradías de..., op. cit.,1999, pp. 30-31.
[5]ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (en adelante A.H.N.). Nobleza. Sección Osuna. Legajo 103. Letra i. En este expediente se recoge el testamento de Doña Ana Mancera, fechado el 15 de marzo de 1672:
[6]CABELLO NÚÑEZ, José: Las Cofradías de..., op. cit.,1999, pag. 32. CABELLO NÚÑEZ, José (coord.): Santo Entierro..., 2002, pag. 51. Tampoco es descartable la hipótesis de José Cabello Núñez, que la hermandad se hubiera creado a partir de la antigua Hermandad del Dulce Nombre de Jesús, originada en 1604, y vigente en 1647.
[7]La existencia de la fuente de la “Fuenlonguilla” se constata al menos documentalmente desde el año 1694. A.H.N. Nobleza. Sección Osuna. Legajo 103, Documento n° 7, a-b. Toma de posesión de la villa de La Puebla de Cazalla en 1694, por D. Francisco Téllez Girón, VI Duque de Osuna.

[8]VV. AA.: Nazarenos de Sevilla, Editorial Tartessos, Sevilla 1997, Vol. II y III. VV. AA.: Jesús Nazareno de Utrera, 1997.
[9]A.G.A.S. Sección II: Gobierno, Serie: Resultas de Visitas, Legajo 1.332, Ramo nº 1. Visita de D. Jerónimo de Mendoza en 1.614. A.G.A.S. Sección II: Gobierno, Serie: Resultas de Visitas, Legajo 1.343. Visita de D. José de Villota.
[10]A. H. N. - Nobleza (Toledo). Sección Osuna. Legajo 103. Documento n° 6.
[11]Ver al respecto CABELLO NÚÑEZ, José: El Glorioso Patriarca San José Patrón de La Puebla de Cazalla. (Autos   para su elección y nombramiento), Editor Hermandad de la Triunfal Entrada de Jesús en Jerusalén y María Santísima de la Paz de La Puebla de Cazalla, 1.993.
[12]Así lo ha hecho en fechas pasadas, La Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Utrera, para conmemorar el IV Centenario de la hechura del Nazareno, su actual imagen titular, por el escultor Marcos Cabrera, en el año 1597.
[13]ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE GRANADA. Ejecutoría de 12 de Diciembre de 1680. Signatura 301-124-8. A través de esta documentación conocemos la fecha de bautismo de sus 8 hijos, todos bautizados en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de las Virtudes: (1) Catalina Bernarda (17-12-1658). (2) Juan Luis Francisco (22-6-1660). (3) Isabel Gabriela ( 22-11-1661). (4) Elvira María (11-3-1667). (5) Francisco (4-4-1669). (6) Diego Florentino (23-3-1671). (7) Bartolomé Nicolás (21-9-1673). (8) Salvador (31-3-1676).
[14]A.G.A.S. Sección IV: Administración General, Subsección: Exclaustraciones, Legajo 90.
[15]Doña Juana Ponce era hija de Bartolomé Díaz y Doña Catalina Ponce, naturales y vecinos de El Arahal. Vid. CABELLO NÚÑEZ, José: Cuentas de Fábrica (1.603-1.610) y Amonestaciones (1.628-1.646) de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de las Virtudes, La Puebla de Cazalla, Editor Hermandad de la Triunfal  Entrada de Jesús en Jerusalén y María Santísima de la Paz, Puebla de Cazalla, Colección Documentos Parroquiales nº 3, 1994, pag. 146.
[16]A.G.A.S. Sección III: Justicia, Clase 3ra. Capellanías, Legajo 1527 (Capellanía de Alonso Sánchez de Andrada, fundada en 1599) y Legajo 1533 (Capellanía de Juan Moreno de Guerra y Doña María de Torres y Lasarte, fundada en 1644). A.H.N.-Nobleza. Sección Osuna. Legajo 103. Letra i.  A.G.A.S. Sección IV: Administración General, Subsección: Exclaustraciones, Legajo 90.
[17]El señorío aparece citado tanto como Eulza, Eulsa, Eusa o Euza.  A.G.A.S. Sección III: Justicia, Clase 3ra. Capellanías, Legajo 1539 (Capellanía fundada por D. Pedro Antonio de Herdara, fundada en 1723).  A.H.M.M.F., Protocolos notariales de La Puebla de Cazalla. Legajo 193. Año 1707. Fol. 50.
[18]CABELLO NÚÑEZ, José: Cuentas de Fábrica (1.603-1.610)..., op. cit, 1994, pag. 138.
[19]A.H.M.M.F., Protocolos notariales de La Puebla de Cazalla. Legajo 185. Año 1693, fol. 5-6.
[20]A.H.M.M.F., Protocolos notariales de La Puebla de Cazalla. Legajo 185. Año 1692. Fol. 39-40.“Mando se le de a el muy reberendo Padre fraile Esteban Falcon predicador de el horden de nuestro padre San Francisco de Paula un lienso de Jesus Nazareno de Alexandro que tengo mio propio que luego que yo fallezca para que sea suio propio. (...) A mi padre San Joseph mando sinquenta reales de limosna. A mi señora Santana mando para ayuda a su obra sien reales. (...)”.
[21] A.G.A.S. Sección II: Gobierno, Serie: Resultas de Visitas, Legajo 1.343. Visita de D. José de Villota.
[22]A.G.A.S. Sección III: Justicia, Subsección: Pleitos Ordinarios, Serie: Hermandades y Cofradías, Legajo 170.
[23]BERNALES BALLESTEROS, J.: Pedro Roldán. Maestro de escultura (1624 - 1699). Diputación Provincial de Sevilla, 1973. SALAZAR BERMÚDEZ, M. D.: Pedro Roldán. Madrid, 1955. SANCHO CORBACHO, A.: El escultor sevillano Pedro Roldán y sus discípulos. Sevilla, 1950. TORREJÓN DÍAZ, Antonio: El escultor José Montes de Oca, Colecc. Arte hipalense n° 46, Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla 1987, pag. 19. Según este autor, “...cabe la hipótesis de que colaborase en las postreras realizaciones del taller de Roldán que se mantuvo abierto, tras el fallecimiento del viejo maestro, hasta el año 1.709".
[24]A.G.A.S., Sección II: Gobierno, Serie: Visitas Pastorales, Legajo 1.350, Documento 35. Visita de D. Pedro Gobernador y Linares (1.709). A.G.A.S. Sección II: Gobierno, Serie: Visitas Pastorales, Legajo 1.353. Visita de Eugenio Martín Carrera (1.712). ARCHIVO CATEDRAL DE SEVILLA. Sección II: Mesa Capitular, Libro 1169, fol. 524 v.

[25]A.G.A.S. Sección III: Justicia, Subsección: Pleitos Ordinarios, Clase 6ta., Hermandades y Cofradías, Legajo 170.
[26]A.G.A.S., Sección  III: Justicia, Subsección: Pleitos Ordinarios, Clase 2da., Fábrica, Legajo 2364.
[27]A.G.A.S., Sección III: Justicia, Pleitos Ordinarios, Clase 2da.: Fábrica, Legajo 657.
A.G.A.S. Sección II: Gobierno, Priorato de Ermitas, Legajo 3.864. Documento 10.
[29]A.G.A.S. Sección II: Gobierno, Serie: Resultas de Visitas, Legajo 1370, fol. 377-391 (visita de 1728) ;  Legajo 1377, folios 122-132, (visita de 1732) ; Legajo 1383, folio 433-439. Visita de 1739.
[30]A.G.A.S.. Sección II: Gobierno, Subsección: Priorato de ermitas, Leg. 3.864. Ramo “Puebla de Cazalla”, nº  12.
[31]A.G.A.S.. Sección II: Gobierno, Subsección: Priorato de ermitas, Leg. 3.896. Ramo “Paradas”.
[32]A.G.A.S. Sección II: Gobierno, Subsección: Priorato de Ermitas, Legajo 3.864. Ramo “Puebla de Cazalla”. Documentos n° 15 y 16.
[33]Idem nota 32.

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