Los 'Viajes de Alí Bey', una mirada desde el rigor a un mundo prodigioso
http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/1432425/los/viajes/ali/bey/una/mirada/desde/rigor/mundo/prodigioso.html
Almed publica las crónicas de Domingo
Badía, un científico español que recorrió África y Asia con la identidad
de un príncipe abasí
Braulio Ortiz, Sevilla 6 de enero de 2013

Los Viajes... ofrecen la crónica de las expediciones que Alí Bey realizó entre 1803 y 1808, que le llevarían de Marruecos a Turquía y a escalas como Trípoli, Alejandría, El Cairo, La Meca, Damasco, Jerusalén o Alepo, entre otros destinos de los que este hombre ilustrado ofrecería valiosísimas descripciones. Entre otros hallazgos, la última edición de su obra determina el verdadero itinerario que siguió este viajero, corrigiendo algunas imprecisiones en los mapas y reproduciendo con mayor calidad planos que en las anteriores publicaciones españolas eran, advierte Mimó, "prácticamente indescifrables".
Entre los equívocos que han desvirtuado la percepción de Alí Bey destaca su trabajo como espía al servicio de España. Fue Godoy quien financió el proyecto con el que Badía podría desplazarse, y a cambio le encargaba al explorador una misión política. En realidad, el encargo se limitaba al ámbito de Marruecos, que como señala Mimó no le tomaría al estudioso más que una cuarta parte de sus estancias en el extranjero, pero aquel episodio tendría un insospechado peso en el perfil con el que Bey pasaría a la posteridad. Su labor como agente "jamás debió hacer sombra -como haría en todos los prólogos, críticas y comentarios desde 1836 hasta hoy- a la inmensa labor científica desarrollada por el viajero".
Es cierto que Bey "ejerció como espía una temporada", pero
estamos ante una personalidad poliédrica que abarcó un inmenso espectro
de actividades y que entre otras ocupaciones fue "funcionario,
científico, bibliotecario, general de brigada, traductor, intendente y
dramaturgo".
Su sobresaliente capacidad intelectual y su dominio de las
materias más diversas se refleja en numerosas escenas del viaje, como
cuando asegura haber demostrado con razonamientos ante un astrónomo de
Fez que "la práctica de la astrología es un pecado". El supuesto
príncipe abasí manejaba su sabiduría ante su público a menudo con cierta
insolencia: Mimó describe a Badía como un tipo "con un carácter y una
testarudez excepcionales", alguien "soñador e irresponsable, capaz de
comprometerse en quiméricas empresas sin saber muy bien cómo llevarlas a
término y confiando sólo en su propio temperamento y su capacidad
personal como garantías de éxito".
Uno de esos tópicos que el prologuista y editor de los Viajes de Alí Bey no comparte es el de que Domingo Badía fuera el primer cristiano que penetró en La Meca. Las investigaciones precedentes empujan a Mimó a pensar que cuando en 1807 Bey llega a la ciudad santa ese hombre "tenía mucho más de musulmán que de cristiano, aunque probablemente seguía siendo deísta en el fondo de su alma" y albergaba pesar porque también en el islam "las ceremonias exteriores del culto hubieran prevalecido por encima del fondo de la religión".
Otro de los frecuentes dardos que suelen lanzarse contra Badía es que su narración carece de veracidad, como han apuntado entre otros Goytisolo y el arabista Salvador Barberá. Pero Mimó dirige sus esfuerzos a demostrar lo contrario: que "la precisión científica de Badía en sus descripciones resultaba casi obsesiva". Hubo dos cuestiones en las que el viajero escondió no obstante la realidad, dos aspectos que no hacen sino añadir complejidad a un individuo ya de por sí lleno de luces y sombras: en lo referente a la misión encomendada por Godoy y en sus relaciones con mujeres, que Badía se guardó por respeto a la esposa que había dejado en España.
Uno de esos tópicos que el prologuista y editor de los Viajes de Alí Bey no comparte es el de que Domingo Badía fuera el primer cristiano que penetró en La Meca. Las investigaciones precedentes empujan a Mimó a pensar que cuando en 1807 Bey llega a la ciudad santa ese hombre "tenía mucho más de musulmán que de cristiano, aunque probablemente seguía siendo deísta en el fondo de su alma" y albergaba pesar porque también en el islam "las ceremonias exteriores del culto hubieran prevalecido por encima del fondo de la religión".
Otro de los frecuentes dardos que suelen lanzarse contra Badía es que su narración carece de veracidad, como han apuntado entre otros Goytisolo y el arabista Salvador Barberá. Pero Mimó dirige sus esfuerzos a demostrar lo contrario: que "la precisión científica de Badía en sus descripciones resultaba casi obsesiva". Hubo dos cuestiones en las que el viajero escondió no obstante la realidad, dos aspectos que no hacen sino añadir complejidad a un individuo ya de por sí lleno de luces y sombras: en lo referente a la misión encomendada por Godoy y en sus relaciones con mujeres, que Badía se guardó por respeto a la esposa que había dejado en España.
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