sábado, 17 de enero de 2009

"Los desastres de la guerra", en Sevilla (22 de enero - 28 de febrero de 2009)

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Los desastres de la guerra es una serie de 82 grabados del pintor español Francisco de Goya, realizada entre los años 1810 y 1815. El horror de la guerra se muestra especialmente crudo y penetrante en esta serie. Las estampas detallan las crueldades cometidas en la Guerra de la Independencia Española.
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Goya frente a la crueldad bélica
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El Hospital de la Caridad exhibirá a partir del próximo jueves los grabados que componen la serie 'Los desastres de la guerra' ·
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La muestra ilustra la frustración del pintor ante el fracaso de la razón Goya:
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'Los desastres de la guerra'. Del 22 de enero al 28 de febrero. Hospital de la Caridad. Calle Temprado, 3. Inauguración: Jueves 22 a las 19:30. Abierto de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00.
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Charo Ramos / 17.01.2009
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Si las fotografías de Robert Capa fijaron internacionalmente la visión de la guerra civil española, más de cien años antes fue la obra gráfica de Francisco de Goya la que retrató en toda su crudeza la sinrazón bélica. Los grabados de su serie Los desastres de la guerra estremecen tanto hoy como entonces porque su retrato de la tortura, el hambre, la violación, la muerte y el saqueo, de todos esos males que las batallas convierten en asuntos cotidianos, resulta estremecedoramente contemporánea.
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La semana que viene, el Hospital sevillano de la Caridad acogerá en su Sala de la Virgen (c/ Temprado, 3) la exposición que Ibercaja y la Fundación Fran Daurel prepararon con motivo del bicentenario de la Guerra de la Guerra de la Independencia y de la propia creación de estos grabados, que Goya abordó en la etapa final de su vida. A partir de 1808, sorprendido en Madrid -como el resto de ilustrados- por las atrocidades que cometía el ejército francés, el pintor desterrará por primera vez de sus grandes cuadros y de sus estampas las heroicidades de la contienda para centrarse en sus aspectos más inhumanos y desoladores.
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Esta exposición de Los desastres de la guerra , que ya se ha visto en varias ciudades españolas, ofrece los 80 grabados que constituyen la serie (de la que la Biblioteca Nacional conserva otro juego) y podrá visitarse hasta el 28 de febrero. En su producción ha participado asimismo la Hermandad de la Santa Caridad.
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Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746-Burdeos 1828) abordó esta creación en plena contienda, entre los años 1810 y 1814, adelantándose a la estética del fotoperiodismo al plasmar en estas impactantes imágenes las experiencias vividas por él mismo y por otros españoles durante aquel durísimo enfrentamiento entre las tropas francesas invasoras, enviadas por Napoleón Bonaparte, y los patriotas españoles que se opusieron a sus deseos imperialistas.
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La cita sevillana justifica de sobra los motivos por los que Goya es reivindicado como uno de los primeros artistas que puso en tela de juicio su mundo y todo cuanto le rodeaba, adoptando la denuncia, la sátira y la crítica como posición creativa. Como recuerda Arturo Ansón Navarro, profesor de Historia del Arte y experto en la obra del pintor zaragozano, Los desastres de la guerra es su serie de grabados más dramática y, por razones políticas, no fueron publicados hasta 1863, 35 años después de su muerte.
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Según Ansón, "en un principio Goya quiso plasmar la destrucción, violencia y horrores que él mismo contempló en Zaragoza tras el primer Sitio y durante el viaje desde Madrid a la capital aragonesa; pero luego tuvo la necesidad, sin duda, de continuar plasmando los horrores de esa guerra trascendiendo el propio conflicto en el que estaba inmerso nuestro país".
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Los Desastres son, por ello, mucho más que un alegato contra la invasión francesa ya que ofrecen una denuncia general de la violencia y una mirada pacifista y contemporánea que pone al desnudo la fragilidad de la sociedad civil. De aquí que Goya denuncie en ellos no sólo las atrocidades cometidas por el ejército francés sino también la violencia de los guerrilleros españoles y de la masa incontrolada, así como la decepción que supuso, en la posguerra, la restauración del absolutismo más intransigente.
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