viernes, 14 de agosto de 2009

Hermandades y cofradías en Alanis a comienzos del siglo XVIII

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Hermandades y cofradías en Alanis a comienzos del siglo XVIII, a través de una relación de 1717

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Salvador Hernández González
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en Alanís. Feria y Fiestas (2007), págs. 29 – 31.
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En el siglo XVIII la religiosidad barroca alcanza en Alanís un clima de auténtica efervescencia, manifestado en la existencia de algunas hermandades y cofradías de diversa naturaleza que polarizaban su actividad en torno a los templos de la localidad, como la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, la capilla de Jesús Nazareno y la ermita de Nuestra Señora de la Encarnación. Conocemos la naturaleza y actividades de estas piadosas corporaciones ya entrada la centuria, concretamente en 1717, a través de la relación contenida en el libro de Subsidio y Excusado de las Vicarías de la Sierra, documento de gran valor estadístico por recoger las rentas de la Iglesia en la población, a través de su complejo aparato administrativo integrado por elementos tan variados como la Fábrica de la Parroquia, capellanías y obras pías, y las hermandades y cofradías, que aparecen todos censados bajo el común denominador de su naturaleza de bienes eclesiásticos. En función de este carácter eclesial, estas instituciones quedaban obligadas al pago del subsidio y excusado, impuesto con el que la Iglesia contribuía a las necesidades de la Corona española y cuyo importe se repartía entre los distintos elementos que acabamos de ver componían la trama eclesial, como parroquias, capellanías, cofradías, etc.
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De este auténtico “catastro eclesiástico" nos vamos a interesar como decimos por el apartado de las hermandades y cofradías , de las que se traza una reseña que, si bien ciertamente escueta por la naturaleza estadística de esta relación de 1717, resulta bien expresiva de su situación económica y actividades. No obstante, hay que señalar que están ausentes de este listado aquellas cofradías que, como la de Jesús Nazareno o la Vera Cruz, estaban radicadas en capillas propias y cuya actividad puede constatarse por otras fuentes. (nota 01).-
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En cumplimiento de los mandatos diocesanos, todas las parroquias acogían a hermandades destinadas a promover el culto al Santísimo Sacramento y la devoción a las Benditas Ánimas, dando así respuesta a las orientaciones emanadas del Concilio de Trento en defensa del dogma de la Transustanciación y la existencia del Purgatorio, cuestiones ambas combatidas intensamente por la reforma protestante. (nota 02).-
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De ahí que en el caso de Alanís, como en otras poblaciones, la cofradía del Santísimo Sacramento, establecida en la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, fuese la más rica de la población, siguiendo así la tónica general de las hermandades sacramentales, vinculadas en función de la extracción social de sus miembros a las clases altas y por ende al poder civil y eclesiástico, lo que les confería un marcado sello de oficialidad, al tiempo que un importante patrimonio económico (nota 03). En el caso de la de Alanís sus rentas estaban evaluadas en 567 reales y medio anuales. De ellos, 13 reales y medio procedían del cobro de 3 tributos; 6 del arrendamiento de dos pedazos de tierra; 510 del arrendamiento de dos huertas; y los 38 restantes del alquiler de unas casas. El capitulo de gastos importaba 420 reales, repartidos en los siguientes conceptos: 408 abonados al Párroco por la celebración de 68 misas cantadas a precio de 6 reales cada una, que la corporación tenía obligación de cumplir a cuenta de sus rentas; y los 12 reales restantes a la Parroquia por su asistencia a los cultos de la hermandad. Descontados los gastos de los ingresos, quedaba un sobrante de 147 reales y medio.
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Este tipo de hermandades sacramentales, como apunta Candau Chacón, ejerció un importante papel en el programa de difusión del culto y adoración del Santísimo Sacramento y en su popularización. Su actividad se manifestaba en la celebración de misas y memorias cantadas en determinados días festivos – Navidad, Pascua de Resurrección, Pentecostés y Corpus – , bendiciones y procesiones públicas acompañadas de danzas, músicos y ministriles, y salidas para la administración del Viático a los enfermos. Esta devoción eucarística se ponía en escena en las calles mediante el adorno con juncia y romero, los fuegos artificiales lanzados desde las torres de las iglesias y las colgaduras con las que se ornaban el interior del templo (nota 04).
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Igualmente fue impulsada por las directrices del Concilio de Trento la devoción a las Benditas Ánimas, promoviéndose en consecuencia la fundación de hermandades de esta advocación en las parroquias y conventos, especialmente desde fines del siglo XVII. Su programa de cultos se centraba en la celebración de misas de ostentación diversa – cantadas o rezadas – por los hermanos difuntos, otras misas los lunes (día que se configuraba como el destinado a las Benditas Ánimas) y otros actos piadosos como oraciones, limosnas o procesiones por el interior del templo (nota 05).
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En la Iglesia Parroquial de Alanís radicaba precisamente la Hermandad de las Benditas Ánimas. Se mantenía exclusivamente de limosnas, que sumaban al año 150 reales, cantidad “que se distribuye en sus obligaciones”. Tengamos en cuenta que, como apunta Candau Chacón, la atención a las Ánimas se hallaba asegurada desde las mandas testamentarias, ya que la normativa eclesiástica precisaba la obligatoriedad de su inclusión entre los legados píos contenidos en los testamentos (nota 06).
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Estas devociones al Santísimo Sacramento y Benditas Ánimas, fomentadas por sus respectivas hermandades como nuevas devociones de impulso tridentino no consiguieron eclipsar la continuada aceptación de las antiguas, dedicadas a santos titulares, patronos y protectores, advocaciones marianas y escenificaciones de Cristo en relación con su pasión y muerte (nota 07). Aunque nada nos dice este informe de 1717 de otras cofradías existentes en la localidad, como las de Jesús Nazareno, Santa Vera Cruz y Nuestra Señora del Rosario, tal vez por no alcanzar un nivel mínimo de rentas para merecer la atención de los visitadores eclesiásticos, encontramos en nuestra localidad a una hermandad mariana de tipología esencialmente cultual, como fue la de Nuestra Señora de la Encarnación, establecida en la antigua ermita de esta advocación, que gozó de gran devoción hasta que la desamortización del siglo XIX provocó la extinción de la cofradía y el abandono y ruina del templo, borrando su recuerdo de la religiosidad local. En 1717 esta hermandad disponía de una modesta renta de 265 reales, desglosados en los 160 procedentes del arriendo de algunas colmenas y los 105 restantes de la colecta de limosnas, dinero que se gastaba “en las obligaciones de su instituto”, que por otras fuentes sabemos consistían en la celebración de los cultos a la Titular en su festividad del 25 de marzo.
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Todas estas hermandades, al igual que las de otras poblaciones de la diócesis, como las estudiadas por Candau Chacón en la Campiña sevillana, incidían “en la exteriorización del culto, en el cuidado y proliferación de altares e imágenes, en la colectivización del rezo, algunas en los acompañamientos o en las procesiones, y menos en la caridad y en la purificación de las formas, más propias de una religiosidad interior" (nota 08). La misma autora apostilla que, dentro de la común finalidad piadosa de estas asociaciones de fieles, “las misas, memorias, sufragios, fiestas, procesiones, bendiciones, exposiciones del Santísimo, Rosarios Públicos, novenarios o jubileos, junto al cuidado de altares y capillas, por señalar los objetivos más comunes, compusieron las manifestaciones más conocidas de la religiosidad" (nota 09).
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En definitiva, a través de estas rápidas pinceladas se perfila una visión panorámica de lo que fue la vida cofrade en la villa de Alanís a comienzos del siglo XVIII, tema necesitado de estudio como tantos aspectos de la historia local. Entretanto, quede nuestra aportación como un modesto grano de arena para el conocimiento de esta apasionante parcela de la historia de las mentalidades como es el estudio de la religiosidad popular.
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Notas al texto:

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(01).- ARCHIVO GENERAL DEL ARZOBISPADO DE SEVILLA, Fondo Catedral, Sección II (Mesa Capitular), serie Subsidio y Excusado, libro 1172: Libro VII. Valores de las Vicarías de la Sierra (1717), folios 716 vuelto – 717 vuelto.

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(02).- CANDAU CHACON, María Luisa: “Hermandades y cofradías en la Sevilla rural del XVIII: el asociacionismo religioso y sus devociones", en Gremios, Hermandades y Cofradías, tomo I. San Fernando, 1992. Págs. 115 – 116.

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(03).- Para las hermandades sacramentales debe consultarse la obra de RODA PEÑA, José: Hermandades Sacramentales de Sevilla. Ediciones Guadalquivir, Sevilla, 1996. Aunque se centra en las de Sevilla capital, el modelo se puede perfectamente extrapolar a las del mismo tipo en la provincia.

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(04).- CANDAU CHACON, María Luisa: Op. cit., pág. 118.

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(05).- Ibídem, págs. 118 – 119.

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(06).- Ibídem, págs. 119 – 120.

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(07).- Ibídem, pág. 121.

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(08).- Ibídem, pág. 117.

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(09).- Ibídem, pág. 123.

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1 comentario:

Fernando dijo...

Para quien le interese quedan todavía muchas hermandades dedicadas a ayudar a las almas de los difuntos. La hermandad internacional de las benditas ánimas del purgatorio, además esta haciendo un "restate" intentando rescatar del pasado aquellas hermandades, refundandolas de nuevo con los mismos nombres históricos de cada población, y seguramente con descendientes de los mismos. Si alguien esta interesado puede leer mas en www.tenesperanza.org o escribirlos info@tenesperanza.org