lunes, 19 de julio de 2010

El cine de la españolada, de tonadilleras y toreros desde el prisma de la sociología

El cine de la españolada, de tonadilleras y toreros desde el prisma de la sociología
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Emilio José Gallardo investiga la imagen que el cine de mitad del siglo XX transmitió de Andalucía
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Rosa París / Sevilla, 19 de julio de 2010
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Bajo el título Gitana tenías que ser. Las andalucías imaginadas por las coproducciones fílmicas España - Latinoamérica, Emilio José Gallardo se aproxima al estudio de la imagen que se proyectó de Andalucía tanto fuera como dentro de España durante el franquismo a través del subgénero cinematográfico musical folclórico andaluz. Dicha imagen, anclada en el imaginario de generaciones de españoles, se basaba en la reproducción de tres estereotipos masculinos básicos -torero, bandolero o señorito andaluz- frente a la protagonista femenina, que se representaba fundamentalmente como gitana. Estos personajes se encuadraban en unos escenarios cargados de tópicos propios del género como la fusión de folclores, las situaciones cómicas resultantes de las diferencias lingüísticas o el recurso a personajes secundarios burlescos.
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Doctor por la Universidad de Sevilla en 2008 con la tesis Caminando sobre espejos: teatro, ideología e identidad en Cuba, el autor de este trabajo para el Centro de Estudios Andaluces identifica tres grandes etapas en la evolución de este tipo de cine. La primera de ellas se sitúa entre 1931 y 1936, periodo en el que "la película Morena Clara marcó todo un hito dentro, no sólo del subgénero del musical folclórico andaluz, sino en todo el cine de la II República". Rosario la cortijera o María de la O contribuyeron también de forma decisiva a la consolidación del género en sus primeros compases de existencia. La llegada del régimen de Franco intensificó las películas de este corte con el inicio, además, de una larga sucesión de coproducciones con países de América Latina. Así, Jalisco canta en Sevilla se convirtió en el primer filme fruto de esta colaboración transatlántica. El también investigador en el departamento de Sociología de la Universidad de Birmingham entiende que "Un caballero andaluz aglutina buena parte de las características del género durante el franquismo (tipos de personajes, interludios musicales, asunciones de clase, etnia y género, etcétera), constituyendo un paradigma climático".
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Ya en la década de los 60, se asistió al declive de los largometrajes protagonizados por las grandes divas de bata de cola como Lola Flores, Carmen Sevilla o Sara Montiel, que encarnaron la tan popular figura de la folclórica, que había resultado ser un producto altamente exportable y rentable. A partir de este momento se apostará por los repartos encabezados por estrellas infantiles con dos nombres clave, Marisol y Joselito.
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También en los años del aperturismo franquista se adulteró la figura ya de por sí viciada de los personajes para, al mismo tiempo que se seguía encandilando a las audiencias iberoamericanas con la presentación de roles exitosos, abrir el negocio a nuevos mercados. Gallardo señala al respecto que "un factor esencial que condiciona el desarrollo del cine comercial son los intereses económicos de los productores, distribuidores, directores, etcétera. Evoluciones como la de Marisol o la tropicalización de Lola Flores obedecieron a una lógica económica expansiva ".
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A pesar de que estas películas monopolizaron en gran medida los discursos que se transmitían sobre Andalucía, también existieron excepciones a esta tónica como atestiguan producciones como Embrujo o La piel quemada. Aún así, la hegemonía de lo que se ha dado en llamar popularmente "españoladas", según Emilio José Gallardo, "conllevó una carga representativa que lastró el desarrollo de la identidad andaluza contemporánea".
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