Cien años de luz en Los Palacios

Cien años de luz en Los Palacios



El investigador local Julio Mayo reconstruye un acontecimiento histórico del que hablan pocos archivos y que supuso toda una revolución en un pueblo rural y humilde

M. J. G. , Bajo Guadalquivir. 7 de enero de 2011.
 
 
El escritor palaciego Joaquín Romero Murube, en su libro Pueblo Lejano, recoge cómo llegó a Los Palacios para inaugurar el alumbrado eléctrico hace un siglo don Otto, "un alemán cuyo rostro era tan rojizo como una mazorca". El año de la luz, un acontecimiento histórico que el investigador local Julio Mayo ha querido recordar esta pasada Navidad con sus vecinos. Este historiador ha podido reconstruir el episodio, en parte, gracias a la documentación heredada de su abuelo, Francisco Mayo, un cronista popular que apuntaba a diario curiosidades y detalles de la vida palaciega.

La luz llegó a Los Palacios hace un siglo. Crónicas del diario El liberal relatan con detalle cómo "con gran regocijo y aplausos, el público congregado en la plaza del alegre pueblo" esperó el encendido en la noche del 24 de julio de 1910. Hubo acto oficial -que acabó con el grito de ¡viva Los Palacios!-, encendido de las lámparas e incluso una proyección de cinematógrafo. "El no va más", asegura Julio Mayo, que reunió a antiguos trabajadores de Sevillana de Electricidad y a vecinos del pueblo para conmemorar dicha efemérides.

Las gestiones para traer la electricidad a Los Palacios las inició el Ayuntamiento con la compañía dos años antes, en 1908. El municipio contaba ya con un sistema de alumbrado público, mantenido a base de combustible, que la electricidad acabaría desterrando. La corriente llegó desde Dos Hermanas, donde se había instalado la subestación para repotenciar la energía que, desde 1906, llegaba al municipio nazareno desde Sevilla. "La gente del pueblo comentaba asustada que iban a poner una cosa que hasta los alfileres se verían cuando se cayesen al suelo", recuerda Mayo, que pronunció una conferencia que versó sobre el fin de la cultura de la vela, el quinqué y el carburo.

El Ayuntamiento que gobernaba en 1910, presidido por el liberal Antonio Calvo, extendió un contrato con la Compañía, como se denominaba a Sevillana de Electricidad, bajo la modalidad de "tanto alzado". Esto es, la empresa percibía una cantidad fija según los vatios instalados y bombillas puestas: 250 pesetas mensuales, cifra bastante considerable en aquellos años.

El paisaje urbano de Los Palacios cambió con la llegada de cableados, postes metálicos, palomillas de porcelana y de cristal... Y el primer contrato privado se firmó con la Parroquia de Santa María la Blanca, cuatro meses antes de la inauguración oficial de la línea. El canon: 5 pesetas mensuales, 3 por las lámparas instaladas y el resto por el alquiler del contador. Entre los hogares a los que la luz llegó antes se encuentra también la tahona de la calle Real que regentaba Cipriano Murube: el molino del motor que, según los vecinos, elaboraba pan con sabor a electricidad.
 
No hay mucha documentación oficial del acontecimiento, lo que da aún más valor a la investigación desarrollada por Julio Mayo sobre este centenario curioso e inédito. El pueblo era denominado entonces oficialmente Villafranca y Los Palacios y fue uno de los ocho primeros municipios sevillanos a los que la Compañía Sevillana les proporcionó fluido eléctrico. Hay pocos archivos oficiales, pero sí algunas letras de murgas que se han ido transmitiendo de generación en generación. Otro archivo popular para recordar el año de la luz y las lámparas de 400 bujías.

Comentarios