Una Inmaculada bajo secuestro
La Exaltación teme por la Inmaculada
de Hita y Castillo de su Sacramental:
lleva ocho años encerrada en la capilla tapiada
José Luis García / Sevilla, 16 de abril de 2012
Ocho años
después de ver cómo quedaba «secuestrada» tras los muros tapiados que encierran
una de las joyas del Barroco, mientras el tiempo transcurre sin saber
qué pasa con Santa Catalina, la Hermandad de la Exaltación se ha
propuesto evitar que la imagen de la Inmaculada Concepción que preside el
retablo de su Capilla Sacramental, acabe destrozada por la misma incuria que,
en palabras del hermano mayor, José Manuel Marcos, «ha herido de muerte a
Santa Catalina».
Hace ya
cuatro mes que, tras aprobarlo en cabildo, la hermandad hizo llegar al
Arzobispado una petición para que Palacio autorizara que la imagen, obra de
Benito Hita y Castillo, de mediados del siglo XVIII, pudiera ser sacada
de su encierro para comprobar su estado y someterla a una restauración que
impida la continuidad de su deterioro, el mismo al que se presume que están
sometidos todos los bienes inmuebles que encierra la Capilla Sacramental de
Santa Catalina, una obra de Leonardo de Figueroa de la que el profesor
Alfredo J. Morales dijo que «guarda en su interior una de las piezas más
valiosas del barroco andaluz y, probablemente, del Barroco universal», en
referencia al retablo ejecutado por Felipe Fernández del Castillo y su sobrino
Benito Hita y Castillo.
Ni el
argumentario artístico, ni el criterio de los especialistas, y mucho menos la
petición de la hermandad, han servido hasta este momento para sacar de su
secuestro, «al menos» a la Inmaculada Concepción de Hita y Castillo,
obra cumbre del retablo, cuya hornacina central presiden.
Palacio no
ha respondido aún a una petición que, ante la imposibilidad material de otra
cosa, sólo alcanza a una de las piezas del retablo, sobre todo cuando la
hermandad, a la sazón propietaria de la capilla, teme que cuando esta
reconocida joya barroca sea reabierta, los daños producidos por la humedad y el
abandono puedan ser irreparables o, en cualquier caso, de una
recuperación muy costosa y difícil en los tiempos que corren.
La Capilla
Sacramental de Santa Catalina fue tapiada a cal y canto al mismo tiempo que el
templo se cerraba al culto, hace ya ocho años. Siete años antes, en 1995, la Consejería
de Cultura de la Junta de Andalucía había presentado a bombo y
platillo la restauración integral tanto de la capilla como de su rico
patrimonio retablístico, imaginero y pictórico, en el que llegó a trabajar
Duque Cornejo. La restauración fue costeada por la Fundación Argentaria.
José
Manuel Marcos está convencido de que el tiempo juega en contra de toda la obra,
vistos los pasos que sigue la restauración de Santa Catalina. «Por eso —dice—
intentamos salvar la portentosa Inmaculada antes de que sea tarde. Así se lo
hicimos saber al párroco y luego al Arzobispado. Pero para eso hay que sacarla
de la capilla, en la que no sabemos qué está pasando, ni lo que puede pasar
aún, porque no se olvide que hay un informe del arquitecto Francisco Granero
que certifica el progresivo hundimiento de los pilares que soportan la iglesia,
lo que podría provocar el hundimiento del templo y la desaparición tanto del
edificio como de todo lo que contiene. Dios quiera que eso no ocurra.
Pero si pasa, será la vergüenza de Sevilla y de todos los sevillanos».
La
intención de la Hermandad de la Exaltación no sólo alcanza a la Inmaculada,
sino también a la titular de la iglesia, Santa Catalina, que preside el retablo
principal del templo, también tapiado desde hace ocho años, sin que nadie sepa
cuál es su estado.
Santa Catalina corre riesgo de desplome
Cuando la Hermandad de la Exaltación pidió al
Arzobispado que le permitiera rescatar la imagen de la Inmaculada para
restaurarla, sus miembros aún no tenían conocimiento de las dramáticas
conclusiones del informe que por entonces estaba redactando el arquitecto
Francisco Granero. Hoy, a la luz de ese documento, puede decirse, más que
nunca, que la situación de la iglesia de Santa Catalina es de extrema urgencia,
hasta el punto de que podría venirse abajo si no se lleva a cabo un recalce
urgente de su cimentación. La alarma la han constatado los testigos colocados
en los pilares cuando se apuntaló la techumbre debido a su mal estado, hace
cinco años. Una vez acabada la restauración de las cubiertas y retirados los
andamios, esos mismos testigos han dejado al descubierto un hundimiento en
distintas zonas de la iglesia de entre seis y ocho centímetros, más de un
centímetro por año. De seguir así, cerrada y sin ninguna intervención que frene
el hundimiento, los técnicos temen que en cualquier momento pueda pasar algo
irremediable.
Comentarios