De repente, los restos de Ricardo III
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/02/04/actualidad/1359974798_703428.html
Patricia Tubella, Londres, 4 de febrero de 2013
Muy lejos de los oropeles que suelen enmarcar las tumbas de los
monarcas británicos, el feo recinto de un parking municipal escondía en
su subsuelo los restos de Ricardo III, el último rey inglés muerto en el
fragor de la batalla hace más de cinco siglos. Un equipo investigador
de la Universidad de Leicester, la ciudad del centro de Inglaterra donde
se ha producido el hallazgo, confirmó ayer y “más allá de la duda
razonable” que el esqueleto y el cráneo localizados el pasado verano
corresponden a ese soberano erigido para el imaginario colectivo en un
villano ambicioso y cruel por obra de la pluma de William Shakespeare.
El sorprendente descubrimiento constituye una fabulosa plataforma
publicitaria para esta población de 330.000 habitantes, con una
fisonomía poco atractiva aunque dotada de una intensa vida cultural, y
en cuya catedral serán enterrados los restos del rey, tal como se
aprestó a anunciar el alcalde, sir Peter Soulsby. En un esfuerzo por
vencer las lógicas suspicacias, el jefe del grupo de arqueólogos
encargado de la investigación, Richard Buckley, subrayó que la osamenta
ha sido objeto de “un estudio académico riguroso”, donde se ha permitido
determinar gracias a las pruebas de carbono el periodo del que datan
los restos (entre 1455 y1540), comparar sus características con los
detalles conocidos sobre el físico del monarca y, sobre todo, cotejar su
ADN con el de un descendiente directo de la familia de Ricardo.
Los restos escrutados al detalle por los científicos pertenecen a un
hombre “inusualmente esbelto, casi femenino” de veintitantos años o a
principios de la treintena. Ricardo III tenía 32 años cuando perdió la
vida en la batalla de Bosworth, que lo enfrentó a Enrique Tudor. Por
decisión de su sucesor, Enrique VII, fue enterrado sin pompa alguna en
la iglesia de Greyfriars (en el actual centro de Leicester) y la
propaganda de la dinastía Tudor quiso que fuera olvidado. Así fue a raíz
de la demolición del edificio religioso en el siglo XVI: el rastro de
ese monarca de breve reino (1483-1485) se perdió hasta nuestros días.
Uno de los aspectos más curiosos y casi increíbles de la
investigación tiene como protagonista a un carpintero canadiense con
residencia en el Reino Unido desde hace cinco lustros. Michael Ibsen, de
55 años, pertenece a las decimoséptima generación de descendientes de
Ana de York, la hermana del rey Ricardo. Y su ADN, aseguran los expertos
de la Universidad de Leicester, corresponde al extraído de los huesos
que fueron hallados bajo el pavimento de cemento del parking de la
ciudad.
Desentrañar una historia apasionante que conecta a este fabricante de
muebles nada menos que con un rey inglés ha sido posible gracias al
empeño de la guionista Phillipa Langley, miembro también de la Sociedad
Ricardo III que encabeza una campaña para rehabilitar la maltratada
figura del monarca medieval. Fue Langley quien motivada por una
“corazonada” recabó los fondos para iniciar las excavaciones de
Leicester, embarcando en el proyecto al equipo de arqueólogos de la
universidad, cuya verdadera ambición de entonces era sin embargo la de
localizar los restos de la iglesia de Greyfriars. El desenlace de esa
aventura, que arrancó con el casi inmediato hallazgo de los restos de un
esqueleto y una calavera en lo que fuera el coro de la iglesia, ha
resultado espectacular.
La enorme difusión que el hallazgo está mereciendo en las islas
británicas vino arropada por la difusión televisiva, anoche mismo en
Channel 4, de un documental en el que se detallan los detalles de la
investigación bajo el título “Ricardo III: el Rey en el Aparcamiento”:
las diez heridas que presenta el esqueleto, ocho de ellas en el cráneo, o
la esclerosis detectada en la espina dorsal, aunque también la ausencia
de trazos de un brazo atrofiado, como el que tenía Ricardo según los
historiadores de la época Tudor. Y, por encima de todo, el veredicto de
que el conjunto de pruebas apunta a que los restos corresponden
efectivamente al que fuera rey de Inglaterra.
El rigor científico y un fabuloso aparato publicitario –que, por
ejemplo, condujo al equipo de arqueólogos a mantener el suspense hasta
el final de su rueda de prensa de ayer- se dan de la mano en esta
historia que ha convertido a la ciudad de Leicester en centro de
atención nacional. A partir del viernes de esta semana, una exposición
temporal en la catedral de la ciudad relatará a los visitantes la vida y
muerte del monarca, a la espera de la inauguración de un centro
permanente el próximo año.
Retratado por los mejores actores shakespearianos como un ser brutal
que no dudó en asesinar a quien se interpusiera en su camino al trono,
aquel que en la obra del Bardo se queda sólo en el campo de batalla y
clama “Un caballo, un caballo, ¡Mi reino por un caballo!”, va a ser
finalmente sepultado con todos los honores. En pleno siglo XXI, Ricardo
tendrá el solemne entierro que le había negado la historia.
Comentarios