SER Historia:
'Tras los pasos de la Armada Invencible'
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El año 2013 nos regala una efeméride en mayúscula: el 425 aniversario del desastre de la Armada Invencible, un episodio clave de la historia española y europea que contiene todos los elementos de una gran historia: clímax heroico de una larga pugna marítima, militar, económica e ideológica entre Inglaterra y España, es éste un episodio con un mayúsculo e imperecedero atractivo
Y a pesar de ello, después de 25 años desde la gran efeméride,
el 400 aniversario celebrado en 1988, la Gran Armada apenas ha ocupado
un espacio entre las novedades bibliográficas españolas
Curiosamente, esa desmemoria no ha sido tal en el Reino Unido e
Irlanda, donde la Invencible ha seguido teniendo en este último cuarto
de siglo un interés capital entre investigadores y autores ingleses e
irlandeses de renombre como Angus Konstam, Colin Martin, Geoffrey Parker
o Ken Douglas.
Comandada por el Duque Medina Sidonia, la partida
de la Armada de A Coruña el 21 de julio de 1588, solventados ya los
problemas de avituallamiento y reparadas las naves maltrechas tras el
temporal que dispersó la flota una vez hubo zarpado de Lisboa el 28 de
mayo, era el pistoletazo de salida para el Gran Designio de Felipe II:
asestar un golpe mortal en la Inglaterra Tudor. La estrategia estaba
clara. El fin último de los 130 barcos que formaban "la mayor flota
jamás vista desde la creación del mundo" era navegar por el Canal de la
Mancha hasta encontrarse con el Ejército de Flandes, 27.000 veteranos
comandados por el duque de Parma, Alejandro Farnesio. Escoltadas por la
Gran Armada, las lanchas de desembarco harían entonces tierra en la
playa de Kent y, desde ahí, en un movimiento de asalto fulgurante,
pondría sitio a Londres.
Ese era el plan. Pero entonces entró en escena la flota inglesa para con barcos y capitanes célebres como el Revenge de Francis Drake o el Ark Royal
de Charles Howard de Effingham evitarlo a toda costa. Desde el 31 de
julio, día en el que la Gran Armada tomó contacto por primera vez con la
flota inglesa cerca de Plymouth y en el que se perdió el Rosario y el San Salvador,
hasta la última y definitiva batalla frente a Gravelinas, el 8 de
agosto, la travesía de la flota creada por Felipe II protagonizó uno de
los episodios marítimos más sobresalientes de la Historia. No faltaron
otras escenas memorables como el duro combate el 2 de agosto frente a
Portland Bill, la primera vez que la flota inglesa puso en práctica el
ataque en línea, o el 7 de agosto, cuando ocho brulotes -navíos
incendiados- lograron romper la formación de la Armada española y
dispersarla.
Pero la aventura de la Felicísima Armada no
había terminado. Entre retroceder al sur, al Canal de la Mancha, donde
la flota inglesa les esperaba, y volver a España doblando Escocia e
Irlanda, la segunda opción fue la que prevaleció. Fue a finales de
agosto, tras dejar atrás los archipiélagos escoceses de las Orcadas y
las Shetland, que Medina Sidonia convocó a sus capitanes para decidir
qué ruta era la más segura en el retorno a España. La opinión fue
contundente: que la Armada navegara hacia el sur, pero alejada de las
peligrosas costas de Irlanda. No lo lograron.
Irlanda: escenario del desastre de la Armada
Porque
el gran escenario de la tragedia -marítima y humana- de la Armada no
fue el Canal de la Mancha ni los cañones ingleses, sino Irlanda. Entre
septiembre y octubre de 1588 naufragaron 24 barcos y murieron más de
5.000 hombres en sus costas como consecuencia de los vientos huracanados
que azotaron la antigua Hibernia y que salieron al paso de los bajeles
de Felipe II en su desesperado retorno a España.
Recordatorio de
ese infausto viaje de vuelta a casa son las historias cuyos
protagonistas son los náufragos de la Invencible y que, aún hoy, siguen
grabadas a fuego tanto en la toponimia como en la memoria local. De ahí
que, aprovechando su 425 aniversario, visitar alguno de los evocadores
paisajes irlandeses que fueron escenarios de los naufragios más
relevantes es lo más cercano a pisar historia:
La tragedia de la 'Girona'
En la noche del 28 de octubre de 1588, la galeaza Girona,
un navío de guerra de procedencia napolitana, se estrelló contra las
rocas cercanas a la Calzada del Gigante, en el Ulster. A bordo iban más
de 1.300 hombres y, entre ellos, Don Alonso de Leyva, Capitán General de
la Caballería de Milán. Recalar en este hermoso lugar del Ulster es el
mejor enclave para aproximarse a uno de los naufragios más trágicos de
la Armada en Irlanda, una inmersión histórica que debe complementarse
con una visita al Ulster Museum, en Belfast. Descubierta en 1967 por el
arqueólogo marino Robert Sténuit, los cañones, armas y aparejos de la
Girona pueden contemplarse en el museo, así como los tesoros que
portaban los caballeros que iban a bordo: armas, botones de oro y plata,
camafeos bizantinos de lapislázuli y perlas, anillos de oro y diamantes
o medallas de órdenes de militares como las de Santiago o Alcántara...
Los últimos del 'Trinidad Valencera'
Para descubrir la aventura y la tragedia de La Trinidad Valencera
nada como acercarse hasta el hermoso arenal de Kinnogae Bay, en la
península de Inishowen, el lugar de su naufragio. Aunque para
aproximarse a la desventura del barco y la de sus hombres lo mejor es
visitar el Tower Museum, en Derry. Ahí, la vibrante exposición
permanente An Armada Shipwreck-La Trinidad Valencera permite
rememorar, a través centenares de objetos, cañones y armas recuperados
del fondo mar por los arqueólogos marinos, la historia de este barco y
su naufragio en Irlanda.
Las aventuras del capitán Cuéllar
El capitán Francisco de Cuéllar volvió a nacer el 21 de septiembre de 1588 cuando, sin saber nadar, sobrevivió al naufragio del Lavia, navío que junto a la Juliana y la Santa María de Visón
se desintegró bajo las olas en la playa de Streedagh, muy cerca de la
ciudad de Sligo. Poco podía imaginar este capitán que esa milagrosa
salvación no sólo iba a ser el principio de una increíble aventura
personal, sino también, a la postre, gracias a su pluma ágil y
descriptiva, uno de los relatos más vívidos de las desventuras de los
náufragos de la Gran Armada en Irlanda. Sin duda, seguir el relato de
Cuéllar es la mejor guía turística para quedar prendado por los bellos
paisajes de la zona, con joyas como el lago Glencar, la playa de
Streedagh -el arenal donde naufragó el barco de Cuéllar-, las tranquilas
aguas del Lough Melvin, la omnipresente presencia del monte Ben
Bulben...
Spanish Point
Si hay una coordenada de la
toponimia irlandesa que proclama a los cuatro vientos su vinculación con
la Armada Invencible ésa es, sin duda, Spanish Point. Situada en el
condado de Clare, no lejos de muy lejos de los conocidísimos acantilados
de Moher y de la bella región conocida como The Burren, en esta
localidad engastada entre hermosos parajes marinos late la tragedia de
la Gran Armada. Y lo hace recordando los naufragios de los barcos San Esteban y el San Marcos. El primero, perteneciente a la escuadra de Guipúzcoa, encalló en los arrecifes de cercanos a Doonbeg, mientras que el galeón San Marcos, de la escuadra de Portugal, se fue al fondo del mar junto a las rocas de la isla de Mutton.
Península de Dingle
El sur del condado de Kerry fue el último destino de varios barcos de la Armada, como el Trinidad y el San Juan
de Fernando Horra. Recorrer la península de Dingle permite también
descubrir los escenarios de las desventuras de otros barcos más
afortunados y que lograron llegar a España, como el San Juan de Portugal, comandado por Juan Martínez de Recalde, y el San Juan Bautista, de Marcos de Aramburu.
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