sábado, 1 de junio de 2013

Así trocaste tu gloria. Guerra y comercio colonial en la España del siglo XVII

José Manuel Díaz Blanco:

Así trocaste tu gloria. Guerra y comercio colonial en la España del siglo XVII

Marcial Pons/ Inst. Simancas, 2013. 314 páginas. 19'90 euros

 

http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/32390/Asi_trocaste_tu_gloria_Guerra_y_comercio_colonial_en_la_Espana_del_siglo_XVII

 

Luis RIBOT, 22/02/2013 |  Ver el número en PDF

 
El título se refiere a la decadencia del comercio de Sevilla con las Indias en el siglo XVII y procede de un soneto de Francisco de Rioja para el libro Los pastores del Betis (1633). Como suele ocurrir en estos casos, tras un título críptico aunque llamativo viene el subtítulo, que es el que verdaderamente nos aclara los contenidos. El tema del comercio colonial ha sido objeto de una amplia bibliografía que el autor resume en su introducción. Toda ella -y las posturas contrapuestas sobre las fases de auge o decadencia de la Carrera de Indias- se guió por la preocupación de cuantificar la aportación de América a la economía española y europea, así como a las finanzas de la Corona de Castilla; por analizar, en definitiva, el efecto económico de las mercancías y tesoros indianos, su aportación a la hacienda castellana y el influjo que tuvieron en el auge y decadencia de la España de los siglos XVI y XVII. El objetivo de Díaz Blanco (Sevilla, 1981) es el contrario: estudiar las repercusiones de la fiscalidad sobre el comercio de Indias. Por eso, el subtítulo pone en relación la guerra, consecuencia de la política internacional hegemónica que caracterizó a la España de los Austrias, con el comercio colonial en el siglo XVII, que es el periodo en el que se centran las controversias entre los especialistas.
 
 


Dado que el comercio se realizaba a través de Sevilla, en régimen de monopolio y con dependencia de la Corona, el nudo central del estudio son las relaciones entre la corte y los organismos sevillanos relacionados con el Nuevo Mundo. La complejidad de la cuestión estaba en la existencia, por ambas partes, de diversas instancias. En Madrid, pese a que intervinieron también otros consejos, los dos principales para las cuestiones de América fueron los de Indias y de Hacienda, que se disputaban las competencias. En Sevilla, la Casa de Contratación, subordinada y cada vez más dependiente de la Corona, y el Consulado de Cargadores a Indias, que agrupaba a los comerciantes desde su creación en 1543 y que se constituiría en el polo básico de la negociación con los gobernantes de cada momento. A través del análisis de las relaciones entre tales instancias y las distintas fases por las que atravesó la presión fiscal sobre la Carrera de Indias, el autor aporta un elemento nuevo que contraponer al modelo que más le convence sobre la evolución del comercio indiano en el siglo XVII: el que acepta una crisis cuyas primeras manifestaciones tendrían lugar en el reinado de Felipe III y que llegaría a su culminación en el de Felipe IV, seguida de una recuperación o fase de crecimiento a partir de los años sesenta. Superponiendo a tales periodos las distintas fases de la fiscalidad, resulta evidente el fuerte influjo de aquélla, aunque no tanto como para considerar tal relación de un modo mecánico. A diferencia de lo que ocurrió durante la guerra de los Treinta Años, el fuerte incremento de la fiscalidad bélica a partir de los años setenta y ochenta no provocó una crisis del comercio indiano, que continuó la fase de recuperación en que se encontraba, lo que prueba la fortaleza de la economía atlántica en dicho periodo. La conclusión es que la fiscalidad no fue el único factor determinante, sino que la prosperidad o la crisis de la Carrera de Indias dependía del equilibrio entre tres elementos: los comerciantes y sus empresas, los mercados y el poder político, del que dependían aspectos tan importantes como la regulación legal o la fiscalidad.


El hecho de que Así trocaste tu gloria sea el resultado de un premio para jóvenes investigadores nos muestra el buen nivel que tienen en nuestro país las nuevas generaciones de historiadores. Ojala que los amenazadores recortes que ya han comenzado a aplicarse en las universidades y organismos públicos de investigación no frustren sus perspectivas, que son también las de nuestra historiografía.

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