sábado, 6 de julio de 2013

La vinculación americana de Fuente de Cantos. Pasajeros a Indias (siglos XVI-XVII)






“LA VINCULACIÓN AMERICANA DE FUENTE DE CANTOS:
PASAJEROS A INDIAS (SIGLOS XVI-XVII)”.

Francisco J. Gutiérrez Núñez

en
Actas II Jornadas de Historia de Fuente de Cantos (9-10 de Noviembre 2001),
Asociación Cultural Lucerna –  Ilmo. Ayto. de Fuente de Cantos – Diputación Provincial de Badajoz,
pp. 53-70 ;
pp. 82-83
(Depósito Legal: BA- 503/2002).



1. INTRODUCCIÓN.

            La emigración que se produjo durante el siglo XVI, desde la península ibérica hacia América, es considerada como el primer fenómeno de tal magnitud que se produjo a través del Atlántico, y el atractivo de su estudio ha originado una buena producción historiográfica. La aportación de Extremadura en la emigración española a América durante toda la Edad Moderna, se ha convertido en un tema puntero de la historiografía extremeña, así como en una de sus señas de identidad, al ser un fenómeno muy destacable dentro de su pasado histórico como región. A nivel nacional el estudio de la emigración se vio favorecido con la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América (1992), el cual motivó un gran desarrollo en los estudios con temática americanista, al proliferar los congresos, jornadas, encuentros y reuniones científicas. Aunque hayan pasado ya varios años de tal efeméride, y la historiografía ya haya marcado las pautas generales y específicas por las que discurrió la emigración extremeña a América[i], aún sigue siendo un tema de investigación, para continuar descubriéndolo desde la escala local y comarcal.

            Como apunta Garraín Villa, “cualquier pueblo de Extremadura, cuenta con muchos emigrantes, a los que apenas se conocen, la mayor parte de ellos se encuentran en el más absoluto de los anonimatos, ya es hora de que los saquemos a la luz y conozcamos sus vidas”[ii]. Por ello en nuestra intención está, el aportar  una visión global de cual fue la aportación de Fuente de Cantos, dentro del contexto de la emigración extremeña, y poner nombres a esa emigración anónima que debe ser conocida y difundida, a niveles más locales. Esbozaremos como se desarrollaba el preámbulo de esta emigración, algunas causas y factores que puedan explicarla, sus ritmos, cantidades, y su destino final, así como todo los datos sociales y económicos que van ligados al viaje y a su llegada, sin olvidar su vinculación con su lugar de origen, pues para entenderla también se debe tener en cuenta qué implicó para la villa de los siglos XVI y XVII.

2. UNA REFLEXIÓN NECESARIA. LA HISTORIOGRAFÍA Y LAS FUENTES.

            En los inicios historiográficos del tema a finales del siglo XIX, y en muchas obras del siglo XX, ha subyacido, la idea épica de los extremeños como conquistadores y superhombres, de la búsqueda de la hazaña para salir de la dura realidad socioeconómica. Esta historiografía inicial se centró en los grandes prohombres, varones ilustres de las armas y la religión, siendo trabajos que carecían en muchos casos de rigor, y rozaban más la imaginación y la creación literaria, dando cabida al laudo y la alabanza, sin ninguna objetividad y respaldo de las afirmaciones. No habían vinculado la emigración con su entorno histórico, ni a sus aspectos políticos, sociales y  económicos[iii]. La identificación y conocimiento de los emigrantes del siglo XVI, sólo fue posible a partir de la publicación de los trabajos de Rubio y Muñoz-Bocanegra (1930), de Boyd-Bowman (1964-1968),  Navarro del Castillo (1978),  las ediciones de los Catálogos de Pasajeros, etc..
           
            En las dos últimas décadas del siglo XX, han sido numerosos los historiadores que se embarcaron en descubrir la realidad socioeconómica de Extremadura durante la Edad Moderna para entender la emigración, y fruto de ello han sido los numerosos trabajos de Altman, Garrain Villa, Lemus López, Pereira Iglesias, Rodríguez Cancho, Rodríguez Grajera, Rocío Sánchez Rubio, Isabel Testón Núñez, etc.  Estos estudios ya han demostrado la falsedad de extrapolar el comportamiento migratorio del siglo XVI como cumbre de la aportación extremeña, a todo el período colonial. En la actualidad ya se conoce que la emigración extremeña a lo largo de los tres siglos de la Edad Moderna, no ha sido igual. En líneas generales el gran éxodo extremeño se produjo en el siglo XVI, sobre todo las tres últimas décadas con un culmen entre 1570-1579, tras lo cual la emigración se redujo a un volumen moderado en el siglo XVII, siendo en el siglo XVIII aún más escasa.

            Para elaborar el presente trabajo hemos consultado varias fuentes bibliográficas y documentales.         En primer lugar consultamos los Catálogos de pasajeros elaborados por el Archivo General de Indias, en base a los expedientes de información, a las licencias y libros de asientos de pasajeros, de las secciones Contratación e Indiferente General.  Los Catálogos a pesar de sus deficiencias, omisiones y lagunas, siguen siendo una fuente de ineludible consulta, para iniciar cualquier investigación sobre la emigración a Indias[iv]. En segundo lugar consultamos los expedientes de concesión de licencia y las reales cédulas (ubicadas en la sección de Indiferente, de dicho Archivo),  los bienes de difuntos, y los catálogos de los protocolos notariales de Sevilla, relativos a temas americanistas. En tercer lugar, hemos consultado la amplia bibliografía ya publicada y que siempre aporta noticias interesantes, así podemos citar las obras de Publio Hurtado,  Boyd-Bowman, Navarro del Castillo, Melquiades Andrés Martín, Rocío Sánchez Rubio, Encarnación Lemus López, etc[v].  Para reconstruir la emigración ha sido fundamental el minucioso trabajo de reconstrucción de Rocío Sánchez Rubio (1993), la cual incorpora en su estudio emigrantes localizados en el Archivo General de la Nación de México, a través de la sección Inquisición y sus expedientes de limpieza de sangre.

            Por tanto todas estas piezas del puzzle nos permiten reconstruir de manera bastante fiable, la relación de pasajeros que marcharon de Fuente de Cantos hacia América durante los siglos XVII y XVIII. En total hemos cuantificado un total de 291 pasajeros para el siglo XVI, 23 para el siglo XVII, y 1 para el XVIII. Estas cifras son sólo una aproximación, que en un futuro sin duda será matizadas y posiblemente ampliadas.

            Existen otras fuentes que pueden complementar el conocimiento de esta emigración, se trata de las fuentes locales. Lemus López entiende que su información es especialmente valiosa “porque recoge al emigrante en sociedad, participando en su círculo familiar, en el funcionamiento económico y en la comunidad religiosa”, y “porque ilustra los nexos que el individuo conserva con su lugar de nacimiento”[vi]. Entre las fuentes locales hay que resaltar sobre todo la información que ofrece la variada documentación de los protocolos notariales[vii], en  nuestro caso los protocolos notariales de Fuente de Cantos, se conservan en fecha muy tardía, a partir del año 1607, con lo cual no nos sirve para profundizar en la emigración del siglo XVI, aunque sí para la minoritaria que se produjo en el siglo XVII. Por tanto en el caso del quinientos, sólo podríamos contar con el Archivo Parroquial, los libros de bautismos parten del año 1555, y los de matrimonio de 1587[viii].

3. EMIGRACIÓN FUENTECANTEÑA A LAS INDIAS. SIGLOS XVI-XVII.

3.1. LOS PREÁMBULOS. TRÁMITES Y CONTRATACIÓN DEL VIAJE.

            La emigración española a América, de forma oficial estuvo controlada desde inicios del XVI y durante décadas, por la Casa de la Contratación. Este organismo era el encargado de regular y velar por el cumplimiento de la normativa vigente en cuanto al tráfico comercial y la emigración humana hacia el nuevo continente. Sevilla se convirtió en puerto y puerta de las Indias. El emigrante que decidía marchar a las Indias, debía cumplimentar una serie de requisitos burocráticos para conseguir la licencia que le permitiría cruzar el Atlántico. La licencia se convirtió en requisito imprescindible desde 1539, incluso desde mediados de siglo hubo una intensificación de las formalidades legales exigidas para conseguir la autorización real. En teoría el paso de cada emigrante tendría que haber generado un expediente, aunque en la práctica no fue así. En la actualidad dichos expedientes se forman con la petición del emigrante,  una nota dejando constancia de su presentación, copia de la Real Cédula dándole permiso para emigrar, concesión de licencia de embarque por parte de los funcionarios de la Casa de la Contratación, una Información sobre la limpieza de sangre, etc.

            Por tanto en primer lugar el futuro emigrante debía dirigir una petición de licencia al rey, en la cual tenía que exponer y alegar los motivos por los que tenía para abandonar la península. Por tanto en el caso de los fuentecanteños, como en el de tantos extremeños, en primer lugar tenía que realizar un primer viaje a Madrid, Valladolid o Sevilla (Casa de la Contratación), para realizar la gestión de forma personal, o bien delegar el trámite en personas conocidas o de confianza. Las peticiones o solicitudes eran examinadas y resueltas bajo las fómulas “désele licencia” o “no ha lugar”, en este último caso existía la vía de la apelación (“tornar a suplicar”). A través de las solicitudes, en otras ocasiones también se demandaba al rey, la concesión por parte de éste, de exenciones fiscales, permisos para llevar armas, provisión de cargos, o concesiones de tierras y solares, este último fue lo que solicitaron los fuentecanteños, Juan Martín de las Indias y Juan Sánchez, que más adelante veremos.

            Por lo general los motivos más reiterados que se expresaban en estas solicitudes, eran la pobreza, tener ya familiares en Indias, pasar para hacer vida maridable, regularizar el cobro de la herencia de parientes, el servir como religiosos, o cualquier otro motivo. Por  ejemplos, Pedro de Cuéllar, vecino de Fuente de Cantos, obtuvo Real Cédula fechada en la ciudad de Valladolid, el 10 de septiembre de 1548, dirigida a los oficiales de la Casa de la Contratación para dejarlo pasar a Popayán, donde iba a cobrar los bienes dejados por Rodrigo Núñez[ix]. Por su parte en 1587, Hernán González de Castro vecino de Fuente de Cantos, exponía en su información, que tenía un hermano fraile franciscano, residiendo ya hacia 10 años en Yucatán, donde se hallaba enfermo, por este motivo solicitaba pasar a las Indias con la promesa de regresar con su hermano, aunque no parece que retornara pues viajaría con su mujer, su hija y cinco sobrinos[x].

            Una fuente muy interesante para la historia local de Fuente de Cantos, son las informaciones de limpieza de sangre de los emigrantes, que tenían que demostrar que no pertenecían al grupo de los “prohibidos” que no podían pasar a las Indias. Estas informaciones incluían la toma de declaración por la justicia local, de varios testigos, que ratificaban la “pureza” del emigrante. Nos sirven para conocer a los testigos, que solían tener alguna relevancia social dentro de la villa, así como para la reconstrucción parcial de familias y conocer algún dato socioeconómico del emigrante. A veces éstas incluyen partidas de bautismo.

            Un botón de muestra, es la información iniciada en Fuente de Cantos el 13 de junio de 1576, sobre Juan Domínguez de la Guía, mozo soltero de 36 años. Era hijo de Juan Domínguez de la Guía y de María Hernández, y sus abuelos paternos, habían sido  Juan Domínguez de la Guía e Inés García, y sus abuelos maternos,  Francisco Navarro y Elvira González. Él declaraba ser  “(...) cristiano viejo de limpia generación y que no soy de casta de judios ni de moros ni conversos ni de los nuevamente convertidos a nuestra sata fe católica ni he sido penitenciado por el Santo Oficio de la Inquisición (...)”. De él conocemos que terminó pasando como labrador a Nueva España, el 13 de junio de 1577[xi].                                                                                                                                                                                                      
            Después de obtener la licencia para pasar a Indias, expedida a título personal e intransferible, el poseedor tenía dos años como máximo para hacer uso de ella y poder embarcar de manera legal. Durante este tiempo el futuro emigrante tenía que arreglar sus asuntos, y disponer los preparativos del viaje. Si no hacía  uso de su licencia esta caducaba, y tenía que volver a solicitar su renovación, aunque no era  nada  habitual que esto sucediese, en nuestro caso contamos con la excepción. Alonso Domínguez, clérigo presbítero, que eran natural de Fuente de Cantos, obtuvo licencia en 1579, y solicitó renovarla en 1587 y 1591, viajando finalmente al Perú en compañía de su criado[xii].

            Como tantos extremeños el fuentecanteño, iniciaba su definitivo viaje hacia Sevilla, en muchas ocasiones era la primera vez que visitaba esta ciudad. Lo hacía a través de la Vía de la Plata, o por  la Sierra Norte de Sevilla, ambas rutas en pésimo estado[xiii]. Ya en Sevilla, el emigrante tenía que contratar y apalabrar la forma en que iba a viajar, con los maestres de las naos. Además tenían que presentar en la Casa de la Contratación sus informaciones para que se le diera validez a la autorización real, inscribiéndose en los libros de asientos y estando en disposición de embarcar en la primera flota que marchara rumbo hacia el destino que indicara su licencia.  En los días previos a su partida, el emigrante debía  adquirir todo aquello que le hiciera falta para su aprovisionamiento y equipaje, incluyendo los cacharros de cocina. Si en el contrato de viaje no se incluía la comida, se debía acopiar de alimentos, para un período nunca inferior a un mes, bizcocho, carne, pescado, vino, sal, etc.

            El coste del pasaje suponía en muchos casos un esfuerzo económico para la mayoría de emigrantes con pocos recursos, por ello, tenían que recurrir a vender sus bienes, recibir dinero procedente de familiares ya afincados en América, o bien a percibir donaciones o adelantos de herencia, entre otras cosas. Pero en otras ocasiones la liquidación de bienes y hacienda como paso previo para emigrar, también la realizaban personas con recursos suficientes. Por su parte otra fórmula para no realizar gastos excesivos era pasar en calidad de criado de otra persona, el cual costeaba el pasaje como pago de sus primeros servicios.

            En nuestro caso, conocemos varios fuentecanteños que protocolizaron en Sevilla, los contratos de viaje,  Ruy García del Corro (1521), Diego Hernández (1524), Juan Montoro (1549) y Bartolomé Guerrero (1551). Por ejemplo el 12 de septiembre de 1521, Ruy García del Corro, vecino de Fuente de Cantos, estante en esos momentos en Sevilla, se obligaba a pagar a Luis de Santiesteban (vecino de Sevilla, colación de Santa Catalina), señor y maestre de la nao ´San Juan´, 10 ducados de oro por su pasaje a la ciudad de Santo Domingo[xiv]. Un segundo caso es el de Diego Hernández, también vecino de Fuente de Cantos, el cual el 8 de marzo de 1524, se obligaba a pagar a Juan del Hoyo, señor y maestre de la carabela “Santo Antón”, 68 pesos de oro, del valor de su pasaje y el de su esposa, su hijo, y el de Francisco Ruíz y Gonzalo Sánchez, llevando equipaje, con destino al Yucatán (México)[xv]. 

            Juan Montoro, natural de Fuente de Cantos, el 5 de noviembre de 1549, se obligaba a pagar a Francisco Camacho, vecino de Ayamonte y maestre de la nao Santa María de Guadalupe, 60 pesos de oro, por el uso de la cámara de popa de dicho nao y por el pasaje de él, su esposa, cuatro hijos y el de Isabel Pimentel, y porque les diera agua y leña, según  la costumbre, en el viaje que harían a Santo Domingo[xvi]. Similar es el caso de Bartolomé Guerrero, natural de Fuente de Cantos, el cual en 1551, se obligaba a pagar a Sebastián de Flores, vecino de Lepe, maestre de la nao La Bella, 44 ducados de oro por su pasaje, el de su esposa, su cuñada y dos hijos pequeños hasta el puerto de Nombre de Dios, a cambio de que  le diesen lugar donde llevasen una caja de siete palmos de su matalotaje, dos pequeñas con ropa, dos barriles de bizcocho, cuatro botijas para agua, vinagre, aceite y otras cosas[xvii].                       

            Por abril o mayo partía una flota hacia Nueva España, y en agosto salía otra con destino a Tierra Firme, desde donde se enlazaba con Perú, ambas se juntaban tras el invierno en la Habana e iniciaban el regreso a la península. El viaje se solía hacer habitualmente o bien en carabelas o en galeones, aunque en barcos de tráfico comercial, como urcas y carracas, también se embarcaban un reducido número de pasajeros. El trayecto era penoso, ante la estrechez de las carencias de espacio, la suciedad y la falta de ocupación, que conducían al tedio y a la monotonía. Pero junto a esta emigración legal y formal, existía otra ilegal motivada en muchos casos por la impaciencia de la persona ante las trabas y demoras en la concesión de licencias, deseosas de burlar las exigencias de la Casa de la Contratación,  la cual se producía desde otros puertos como Sanlúcar de Barrameda, Lisboa o las Canarias.

3.2. CAUSAS Y CARACTERÍSTICAS DE LA EMIGRACIÓN. RITMOS Y DESTINOS.

            La historiografía coincide en señalar a la pobreza como causa general del movimiento migratorio a Indias durante la Edad Moderna, sin embargo hay que tener en cuenta que ésta no fue constante ni en el espacio ni en el tiempo de estos tres siglos, con lo cual hay que recurrir en ocasiones a factores y circunstancias complementarias que nos expliquen los flujos de salida en distintas etapas. El emigrante se decide a marchar, cuando tiene la sensación de que las condiciones de vida son insoportables. Constantemente se ha expuesto como causa principal  la miseria que padecía una mayoría de la población extremeña ocasionada por la desigual distribución de los recursos económicos, sobre todo en torno a la propiedad de la tierra.

            Entre las características de la emigración podemos citar varios aspectos. El primero al que debemos hacer alusión es la forma de viajar, si se afronta el viaje de manera individual o integrándose en un colectivo .La familia y el paisanaje eran alternativas a las que se recurría, tanto para marchar, como al llegar al destino. Lo que predomina en todo el siglo XVI, es una amplia presencia  masculina individual frente a la menor emigración de grupos familiares que sí tenían muy clara la idea de permanencia en América. Del total de 291 emigrantes fuentecanteños, 127 de ellos viajaron de forma individual, 27 parejas (54 personas), 9 tríos (27 personas). Además encontramos 6 grupos de 4 (24 personas), 5 grupos de 5 (25 personas), 2 grupos de 6 (12 personas), 2 grupos de 7 (14 personas) y sólo uno de 8 personas.

            De las 127 personas que viajaron de forma individual, la inmensa mayoría eran hombres, sólo encontramos cuatro mujeres, María Jiménez que pasa a Nueva España (1591), y otras de las que no conocemos la fecha de cuando viajaron, pero sí que al menos en la que ya residían en el nuevo continente, se trata de Leonor Sánchez e Isabel Sánchez (1599), que residían en Nueva España, y Beatriz Saldaña (1570), que residía en Perú. La historiografía  tradicionalmente venía fijando como característica de la emigración, que era en su mayoría masculina, aunque se viene matizando y empezando a tener en cuenta el peso relativo cada vez mayor de las mujeres.

            Entre las 54 personas que viajaron en 27 dúos, encontramos 13 matrimonios, 7 dúos formados por señor y criado, 4 dúos de hermanos, y 3 de padre e hijo/a. En el caso de las parejas de hermanos podemos citar los casos de Ruy y Gonzalo García (1527), Juan López y Pedro Aguilar (1534), Benito Rodríguez y Cristóbal Mateo (1577), Miguel Martínez y María Hernández (1592). También son pocos, los casos del viaje, padre e hijo/a, hemos localizado los de Cristóbal Sánchez de Santiago con su hijo Hernando (1527), Francisco Pérez Hidalgo y su hijo Luis (1527), y el de Cristóbal Rangel y su hija María (1592).

            De los tríos, encontramos a 6 de ellos que estaban compuesto del matrimonio y de un hijo/a, los otros 3 grupos son cada uno distintos y no siguen este primer modelo, así encontramos a Gil López, que viaja con sus hijos Juan López y Francisco Ortega (1515); Tomás García de Herrera que viaja con dos criados (1548), o Catalina Rodríguez de Arteaga, que viaja en 1593 a Nueva España, con su hermana Isabel, y su sobrino Juan. La casuística de los grupos familiares es variada. Por ejemplo Ginés Hernández marchaba con su mujer e hijos en 1582 a Nueva España, el mismo año y con igual destino lo hacía Juan Guerrero el Tierno, también acompañado de su mujer e hijos, de igual forma lo hacía Martín Rodrigo (1582). Otras variantes nos lo ofrecen los casos de Mencia Gómez que viajó en 1548 junto con sus dos hijos y su sobrino. Por su parte Alonso Martín Sárdano viajaba en 1581 con sus tres hijos a Nueva España, al año siguiente encontramos a Gonzalo del Corro, que marchaba con sus hijos y un criado.

            Entre los grupos más numerosos podemos citas el del médico Juan Sánchez, que viajaba junto a su mujer, dos criados y dos esclavos negros a Nombre de Dios (1549), Antón Domínguez que lo hacía con su mujer , sus tres hijos y su criado, con destino a Nueva España (1554). Ya vimos con anterioridad a Juan Montoro, que marchó a Santo Domingo con su amplia familia (1549), aún mayor en el caso de Nicolás Martín (1565), que emigró a Nueva España. El grupo más amplio lo encabezó Hernán González de Castro, que además de viajar con su esposa e hija, llevaba a cinco sobrinos suyos, con destino a Nueva España (1587).

            En el caso de Fuente de Cantos los ritmos emigratorios fueron similares. En la primera mitad del siglo XVI, constatamos que emigran 94 personas, aproximadamente un tercio del total de emigrantes, cuando en la segunda mitad de la centuria lo hacen  197 personas, de las cuales más de la mitad lo hacen en las dos últimas décadas. En la década de los 80, lo hicieron 56 personas, y en la década final, 54 personas. Si analizamos los datos por decenios se puede comprobar que existen dos fases, que concuerdan con cada mitad de siglo, en ambos el crecimiento es lento pero seguro, en el caso de la primera el culmen llega en la década de 1540-1549, cuando emigran 44 personas, en la siguiente década baja bastante, reduciéndose a 17 personas, momento desde el cual empieza de nuevo a recuperarse. (Vid. Gráficos 1 y 2).


EMIGRACIÓN FUENTECANTEÑA A AMÉRICA,
POR DÉCADAS, SIGLO XVI.
DECENIO
DECENIO
1510-1519
8
1560-1569
32
1520-1529
19
1570-1579
38
1530-1539
23
1580-1589
56
36993
44
1590-1599
54
1550-1559
17




            En cuanto a destinos, Nueva España y Perú, fueron los preferidos por la emigración extremeña. En la misma línea está la elección de los fuentecanteños del siglo XVI, un destino destaca sobre el resto, Nueva España, del total de 291 personas, cerca de la mitad, 140 de ellas, optaron por emigrar allí. Los siguientes destinos elegidos están a gran distancia de éste, así en segundo lugar encontramos, Perú, con 38 personas y Nueva Granada con 33 personas. Del total sólo desconocemos el destino de 26 personas, la gran mayoría de la primera mitad de siglo. En todas las décadas el destino principal es Nueva España, con una excepción, en la última década le sobrepasa Nueva Granada, al producirse un gran éxodo de fuentecanteños con destino a la Nueva Andalucía (la parte más oriental de Venezuela), acompañando a su Gobernador, D. Francisco de Vides, natural de Trigueros (Huelva). (Vid. Tabla nº 1 y Gráfico nº 3).

            Entre las principales ciudades y villas extremeñas que más emigración enviaron a las Indias durante el siglo XVI, podemos citar de mayor a menor a Trujillo, Zafra, Cáceres, Badajoz, Mérida, Medellín, Llerena, Fregenal de la Sierra, Azuaga, Jerez de los Caballeros, Zalamea, Santos de Maimona y Villanueva de la Serena. En nuestro caso Fuente de Cantos estaría a niveles similares de los de éstas dos últimas poblaciones, muy por encima del resto de poblaciones de la comarca de Tentudía, a excepción de Segura de León que contó con 221 emigrantes. Es curioso como en el siglo XVII, a Fuente de Cantos incluso le superan, en emigración tanto Fuentes como Segura, con 24 y 34 emigrantes respectivamente (Vid. Tabla nº 2).

            Fuente de Cantos como otros lugares extremeños fue objeto de continuas visitas de delegados de jefes de expedición, en busca de reclutar efectivos humanos, sin los cuáles no se podía llevar a cabo la conquista y colonización, así los rituales de captación eran similares a los del reclutamiento del ejército, se tocaban tambores y se enarbolaban banderas. Ambiente que se tuvo que reproducir en la villa al reclamarse la recluta de voluntarios para la expedición encabezada por Francisco de Vides.  Sin duda en Fuente de Cantos se tuvo que insistir en varias ocasiones, pues Vides consiguió atraer para su empresa a 48 extremeños, de ello 29 fuentecanteños. Según Sánchez  Rubio, aunque no se especifica la profesión,  hay dos razones que llevan a suponer su dedicación al cultivo de la tierra, la primera, que se les otorga el adjetivo “pobladores”, y la segunda la existencia de grupos familiares, con idea de arraigo y asentamiento[xviii].

            Los nombres de estos pobladores fuentecanteños de Nueva Andalucía en 1592, fueron: Francisco de Chinchilla ; Alonso del Corro ; Hernando del Corro (clérigo) ; Juan del Corro ; Diego del Corro y su mujer María Jiménez ; Antonio del Corro y su mujer María Mateos ; Alonso Díez Delgado y su mujer Catalina Rodríguez.; Pedro García del Corro ; Alonso García de Castro ; Alonso García del Corro y su mujer Isabel Núñez y su hijo Diego.; Lorenzo García y su mujer Isabel González ; Lorenzo García de Castilla y su mujer Elvira Jiménez ; Juan Guerra del Corro ; Francisco Jiménez. ; Cristóbal Morejón y su mujer Ana Castro. ; Andrés Pérez.; Cristóbal Rengel y su hija María Rengel Trejo ; Cristóbal Rengifo, su mujer María Trejo y su hija María.                           

Tenemos que entrar aunque sea brevemente a valorar que supuso para Fuente de Cantos esta emigración. Extremadura sigue la tendencia de la Corona de Castilla durante el siglo XVI, experimentando un incremento demográfico y expansión económica hasta la década de los años 80, cuando comienza a apreciarse una desaceleración en ese incremento y expansión. De esta tendencia participó también Fuente de Cantos. Conocemos que su crecimiento demográfico a lo largo del siglo XVI, fue un hecho indudable a pesar de las precauciones que hay que tomar con las fuentes que nos lo apuntan. A través de los datos que conocemos, Fuente de Cantos como villa fue una localidad grande, la cual conservaba a finales del siglo XVI, los mismos vecinos que a mediados de la centuria: 657 (1532), 900 (1552), 800 (1587), 900 (1591), 699(1598). Si tomamos las cifras de 591 vecinos para 1631, y la de 600 para 1645 (Rodrigo Méndez Silva), apreciaríamos un fuerte descenso, de un tercio de población, con respecto a la década final del siglo XVI, en relación a 1591. Habría que matizar que aunque el descenso fue evidente, sería menor pues este censo según Rodríguez Grajera, nos puede engañar al no ser muy fiable [xix].

            Anteriormente vimos como de los 291 emigrantes fuentecanteños del siglo XVI, 197 lo hacen en la segunda mitad de la centuria, y de ellos 110 sólo en las dos últimas décadas, el principal éxodo se produjo en 1592, cuando emigró un total de 36 personas, 29 de ellas enroladas en la expedición de D. Francisco de Vides con destino a Nueva Andalucía. Podríamos explicar este incremento y aceleración de la emigración si tenemos en mente que  Fuente de Cantos, participó de la ralentización del crecimiento demográfico y económico que sufrió Extremadura en las dos últimas décadas del siglo XVI. Pero en cambio la explicación se desmonta si vemos la emigración de toda la primera mitad del siglo XVII, cuando sólo se constata a 18 emigrantes, siendo también un período recesivo. En el caso de Fuente de Cantos, creemos que el crecimiento que se produjo a lo largo del quinientos,  permitió que el vecindario de la villa pudiera soportar esta progresiva salida emigratoria sin resentirse, es más incluso fue beneficioso para relación población-recursos, y evitar como en otros muchas localidades extremeñas, tensiones y conflictos sociales. La emigración que se produjo a lo largo del siglo XVI, no provocó alteraciones en su devenir demográfico, ya que  fue una emigración espaciada en el tiempo, y relativamente bien distribuida. Por tanto podemos considerar que aunque con respecto a las cifras absolutas del vecindario, la emigración americana, casi no afecta a la pérdida de población, en cambio si tiene su peso específico y puntual en las dos últimas décadas, pudiendo considerarla como un factor más junto a otros muchos, del declive demográfico que sufrió Fuente de Cantos desde fines del siglo XVI si consideramos que la población que emigra son en su mayoría solteros y matrimonios jóvenes con hijos pequeños, que inciden directamente en la base de crecimiento de la población. De todas formas todo ello queda abierto a nuevas interpretaciones.

3.3. CUALIFICACIÓN SOCIO-PROFESIONAL.

            En esta emigración sobresalen los personajes fuentecanteños de los que sí conocemos su statu socio-profesional, que siguen los parámetros de la emigración extremeña. Del total de 291 emigrantes del siglo XVI, sólo conocemos la situación de 57 de ellos, así entre ellos encontramos a 4 personas vinculadas al ejército y la conquista (tres conquistadores-encomenderos, y un alférez), 4 personas relacionadas con el ámbito de la administración y la política (un regidor, un procurador, un escribano, un notario), 4 labradores o hacendados, 2 mercaderes, 1 herrador, 10 eclesiásticos del clero secular y 5 del clero regular, y dos médicos, 23 criados y 2 esclavos (Vid. Gráfico nº 4). Con respecto al siglo XVII, conocemos la profesión de 14 de los fuentecanteños que emigraron, 9 como criados, 2 vinculados a la administración, y 3 eclesiásticos de órdenes regulares.

         Son 4 los relacionados con el ejército y la conquista en el siglo XVI, en la primera mitad del siglo XVI encontramos tres personajes interesantes de conocer, ya que fueron conquistadores de nuevos territorios y encomenderos. Se trata de Gil de Molina (1523), Francisco de Saldaña (1524) y Juan Martín de las Indias (1549). Ya a finales de siglo encontramos a D. Antonio de Norona, Alférez de profesión, que emigró a Nueva España (1591).

            Gil de Molina, natural  de Fuente de Cantos, era hijo de Juan de Calderón y Mari Sánchez de Molina. Marchó a México en 1523, donde fue conquistador. Se asentó en la Huasteca, y fue propietario en Ciudad de México en 1537, así como encomendero en Tezayuca, aunque fue destituido. Ya viejo vivía al menos en 1547 en México, donde se reencontró con una hija y un hijo, para casarlos. En el Archivo General de Indias, hemos encontrado nuevas referencias suyas. En febrero de 1539, siendo vecino de Ciudad de México, obtuvo Real Cédula, para que el Virrey de Nueva España le proveyera con un corregimiento. Sobre su destitución como encomendero de Tezayuca o Teziuca, también existe un expediente de 1541-1543, de las diligencias realizadas por el fiscal. 

            Francisco de Saldaña, también natural de Fuente de Cantos, era hijo de Bartolomé Mateos Saldaña y Leonor García del Corro, marchó a Nueva España en 1524, donde ejerció como conquistador de Motín, Jal, Cipotecas, Mixes y Chontales, fue vecino de Cipotecas, encomendero en Totolinga, en 1547 aún vivía. Entre 1541-1548, Gonzalo Díaz de Vargas, alguacil mayor y regidor de Puebla de los Ángeles inició contra Francisco de Saldaña, siendo vecino de S. Ildefonso, un contencioso sobre el derecho al pueblo de Sultepec.

            Sobre Juan Martín de las Indias sabemos que intervino en la década de los años 30, en el alzamiento de indios de Los Reyes, Cuzco y las Charcas, “y en otras partes, hasta que la tierra se allanó y los yndios quedaron en paz”, lo cual le permitió obtener un repartimiento de indios, pero “por las disputas de los gobernadores se los quitaron”. Así lo encontramos retornado en la península como vecino de Fuente de Cantos, en el año 1549, solicitando repartimientos de indios y caballería. Se le concedería licencia para volver a Perú, junto a su mujer, hijos y un criado. En el mismo afirma haber residido mucho tiempo en las Indias, como conquistador [xx].

            Como curiosidad podemos citar que Fuente de Cantos, fue escenario en 1508, del acto de realizó el rey Fernando el Católico para armar caballero de las espuelas doradas a Diego Méndez (1472-1536), navegante y conquistador español castellano, que participó como escribano en el cuarto viaje de Cristóbal Colón (1502-1504), durante el cual se destacó por sus hazañas, motivo por el que fue armado caballero. Posteriormente en las Indias, fue secretario y contador de Diego Colón (1509), y encomendero (1510), entre otras cuestiones[xxi].

            Relacionados con la administración, encontramos varios casos. Quizás el más llamativo sea el de Rodrigo Pérez, procurador de causas en Panamá hacia 1525. Su controvertida figura parece que no pasó desapercibida y en 1532, se envío una Real Cédula al Gobernador o juez de residencia de Tierra Firme, para obligarlo junto a Hernando del Castillo (vecino de Lebrija), a que volviera a la península a vivir con su mujer e hijo, al ser “hombres muy perjudiciales”. Sin duda sus pendencias no tuvieron que darle más alternativa a la justicia, que el de condenarlo a la pena de muerte. Sabemos que murió ahorcado por Diego de Almagro en la isla Taboga, dejando viuda en España. En el ámbito administrativo, también tenemos nombres, de Andrés Jiménez de Fuentes que pasó en 1572 a Río de la Plata como escribano, y Alonso Martínez de Porras, que obtuvo Cédula Real para poder ser Notario (1592).

         Otro caso interesante es el de Gonzalo del Corro, natural de Fuente de Cantos, el cual en 1582, obtuvo licencia para regresar a Zamora (Michoacán, Nueva España),  con sus hijos y un criado, al ser  Regidor y justicia de dicha ciudad de Zamora. Según Rodríguez Grajera, la familia Del Corro estuvo entre las privilegiadas de la villa por su nivel de riqueza, y terminó alcanzando la nobleza. Muestra de ello no es sólo Gonzalo del Corro, pues ya en el siglo XVII, encontramos también personas de este linaje que pasaron como “provistos”, para desempeñar cargos administrativos, son los ejemplos de Francisco de Corro Carrascal, oidor de la Audiencia de Panamá (1664) y Diego de Corro Carrascal, presidente de la Audiencia de Quito (1677). A lo largo de ambos siglos, muchos miembros de esta familia emigraron a las Indias, alguno de ellos como eclesiásticos, como veremos más adelante [xxii].
           
         También conocemos que pasaron varios fuentecanteños como labradores,  son los casos de Alonso Mateos (1512), Bartolomé Saldaña (1570), y Juan Domínguez de la Guía (1577). Lo que conocemos de Bartolomé de Saldaña, proviene de dos cartas que envió a su familia de Fuente de Cantos. Las “cartas de llamada” solían ser un reclamo de los emigrantes a sus familiares y amigos que se habían quedado en España. Hemos hallado varias relacionadas con Fuente de Cantos[xxiii].

             Las dos enviadas por Bartolomé de Saldaña están fechadas en Cuzco el 1 de febrero de 1570, y dirigidas a su hijo Rodrigo Payán y a su mujer Elvira Pérez, vecinos de Fuente de Cantos. En los inicios de ambas cartas Bartolomé de Saldaña, reprende a su hijo y a su mujer, por su persistencia en no abandonar Fuente de Cantos, y marchar con él a América, y por la soledad y la falta de compañía que sufría. A los dos les comentaba que si el hijo lo visitaba, éste volvería con dinero para casar a sus hermanas, y se lamentaba de que no iba, teniendo el refugio de sus padres, pues si él (Bartolomé) los tuviera, iría a buscarlos a los confines de Arabia, recordándole que él trabajaba para dejarle su herencia: “Y si vinieres acá darse ha orden como te vuelvas, a casar a tus hermanos, que plugiera a Dios que yo tuviera el remedio que vosotros tenéis en mis padres, aunque fuera en los confines de Arabia, a ver si los fuera yo a buscar, que yo os digo que no os falten cinco o seis mil castellanos, y aunque yo muera, quedan vuestro tío Francisco Hidalgo y vuestra tía Beatriz de Saldaña, que os los darán, que por mi trabajo os los he ganado, para dejároslos conque viváis, si fuéredes los que debéis ser”. La última carta de su mujer la había recibido hacía ya dos años. A ella le recriminaba que “(...) otras mujeres sin marido ni recurso de parientes se vienen de sus tierras con sus hijos por remediarlos, y vos con tenerlos no lo habéis hecho”. Sin embargo a las pocas líneas se enternece, y le confiesa que “de ninguna cosa tengo tanta pena ni tanto llegue a mis entrañas cada vez que me acuerde que es de no poderos ver antes que me muera, porque estoy muy viejo y muy enfermo”.

            Al parecer por lo que cuenta Bartolomé en ambas cartas (1570), él ya había hecho fortuna y tenía una hacienda que diez años atrás valía 10 mil pesos, pero que por cierta venta que hizo, su valor decayó, valiendo cuando escribe 4 o 5 mil pesos. La hacienda o heredad según cuenta, rentaba cada año 2 mil pesos. Y confesaba que no enviaba nada, porque tenía una deuda de mil pesos, a pagar en seis u ocho meses, y por otra razón convincente, “(...) porque los dineros acá se ganan con mucho trabajo, y se levan con mucho riesgo”. A pesar de todo en 1569 si había mandado 50 ducados para su mujer, a través de Alonso de Loaysa, natural de Trujillo, y en las cartas daba cuenta de ello para que su hijo y mujer los cobrarán. A través de una pequeña nota de un expediente de bienes de difunto fechado en 1590, conocemos, que Bartolomé falleció en Cuzco, sin familiares que vivieran con él, tras liquidarse sus bienes y pagar las diligencias de la repatriación de capital, se envió a su familia, 750 pesos en escudos[xxiv] .         

            En cuanto a mercaderes, solo hemos localizado a dos que pasaron al Nuevo Mundo, se trata de Hernán Mejía que marchó en 1564 a Honduras, y Garci López de Morales que lo hizo en 1577 a Tierra Firme y Perú. Sin embargo la vinculación comercial de Fuente de Cantos con América, se produjo desde las primeras décadas del siglo XVI, por la relativa cercanía que tenía con respecto a Sevilla, que se perfilaba como la cuna de la carrera comercial y punto de partida de la expansión colonial. Tenemos varios indicios de esos intereses comerciales. Por ejemplo podemos citar  el caso de Francisco López, natural de Fuente de Cantos, el cual en 1508 realizó una escritura de concierto en Sevilla, con Álvaro Gutiérrez, mercader y vecino de la colación de San Ildefonso de dicha ciudad. Dicho concierto consistía en que el primero (López), se obligaba a servir por arriero al segundo (Gutiérrez) durante tres años y bajo distintas condiciones, tanto en tierras de Castilla como en las Indias, a las cuales tenía proyectado marchar el referido Álvaro Gutiérrez, en concreto desembarcando en la isla Española. Al año siguiente en 1509, encontramos otra escritura, esta vez otorgada por Alvar Pérez Hidalgo, vecino de Fuente de Cantos, en concreto se trataba de un testimonio notarial de probanza por el cual confirmaba que hacia dos años había embarcado en la nao “San Nicolás” del maestro Fernando de Morales, distintas mercancías con destino al Puerto de la Plata, de la isla Española, las cuales fueron tras ser desembarcadas, depositadas en las casas de un hombre apellidado Ceballos[xxv].
                       
            En la emigración fuentecanteña destaca sobre el resto de profesiones, la amplia nómina de eclesiásticos que siendo naturales o vecinos fuentecanteños, marcharon a América, decididos a ejercer labores de evangelización y prosperar en su carrera religiosa. Del clero regular, podemos citar a fray Francisco de Fuente de Cantos, fraile franciscano que emigró en 1545, fray Alonso de San Martín que profesó en la orden de San Agustín ya en Nueva España en 1569, fray Juan de Fuente de Cantos, fraile franciscano que marchó a Perú en 1574, fray Alonso Guerrero, fraile franciscano, que emigró a Filipinas (hacia 1597) y fray Juan Díaz, fraile dominico que en 1599 ya residía en Nueva España.  Por su parte el clero secular superó en número al regular, así constatamos que marcharon los siguientes eclesiásticos: Sancho Pérez (1572), Cristóbal Calderón (1575) a Nueva España ;  Rodrigo Martínez (1573), Bartolomé Jiménez (1573), Pedro Cuéllar de Ocampo (1578), Alonso Domínguez (1592), Francisco Jiménez Rico (1597)  al Perú ; Hernando del Corro (1592) a Nueva Andalucía ; Alonso Mejía (1574) y Francisco Jara (1588) a Honduras. Destaca el hecho que éste último, pasó con el obispo de dicha provincia, Fray Gaspar de Andrada.

            En el siglo XVII también encontramos a tres eclesiásticos de origen fuentecanteño, el franciscano fray Nicolás Velázquez integrante de una expedición de 38 personas de su orden que pasó a Filipinas (1601), el jesuita Benito Carvajal que marchó a Nueva Granada (1662), y el capuchino Francisco de Fuente de Cantos que lo hizo al mismo destino (1687).
                                                                                                         
            Por último también podemos citar a dos médicos naturales de Fuente de Cantos, que emigraron al Nuevo Mundo, se trata de Juan Sánchez y Alonso de Castro. El primero de ellos, Juan Sánchez, solicitó licencia en 1549 para retornar a Nombre de Dios (Panamá), donde ya había ejercido su profesión, en concreto en el hospital de pobres de dicha ciudad. Quizás su vuelta a la península fuera para recoger a su familia, en este caso se le concedió licencia para volver llevando a su mujer Inés Álvarez, dos criados y dos esclavos negros. Según Rocío Sánchez Rubio, ahora en su retorno solicitó la merced de adjudicación de tierras.

            Por su parte de Alonso de Castro, conocemos que ya residía en Perú en concreto en la ciudad de Los Reyes en 1591, y que al año siguiente era  médico del Virrey, D. García de Mendoza. De él nos ha llegado una carta que fechó en Los Reyes (Perú) el 17 de marzo de 1591,  dirigida a Francisco Sánchez de Porras, vecino y familiar del Santos Oficio de la Inquisición en la villa de Fuente de Cantos. Francisco era además escribano público, y era cuñado de Alonso. En ella le contaba que ya sabría de todo el suceso de su viaje y del fallecimiento de su mujer, por otras cartas que le había enviado. El viaje había sido muy trabajoso, y él también había enfermado con calenturas que le llevaron a estar en cama, y sólo le habían remitido, hacía un mes (“de que doy gracias a Dios por tanta merced como me hace”). A través del mercader Diego de León, ya le había reclamado a Francisco Sánchez de Porras, que le enviase a sus sobrinos Mariquita y Miguelito, ambos menores, hasta que pudiera casarlos, para lo cual le otorgaba poder para que arreglara el coste del flete y equipaje hasta Cartagena de Indias, donde terminaría de pagarlo si hiciera falta, Francisco Hernández (cuñado de ambos), quién tenía en depósito para ello 300 pesos. Diego de León se encargaría de darle el dinero a Francisco Sánchez, para lo que le encargaba, y el señor León sería el acompañante de los dos menores: “Así que vuestra merced disponga luego, y me envíe estos dos muchachos en la primera flota que viniere para estas partes, porque yo me hallo muy solo, y es tan mal servicio el de los indios que yo no me hallo con tal mal servicio”. Sus sobrinos Miguel Martínez y María Hernández terminaron por pasar en 1592, con destino Lima (Perú), para vivir con él[xxvi].

            En los últimos puestos del escalafón socioprofesional podemos encontrar a los criados. Hemos contabilizado a 23 de ellos para el siglo XVII, aunque no conocemos el nombre de todos. A veces declarar ser criado era una estrategia para intentar acelerar los trámites burocráticos, y de ahí que encontremos infladas las cifras sobre esta profesión, por ejemplo es el caso de Alonso Martínez de Porras, el cual  pasó a en febrero de 1592 a Quito, declarando ser criado del Licenciado Juan de Ávila, cuando hemos visto que obtuvo real cédula para ser Notario de Indias, tan sólo unos meses después de emigrar, en julio.

            Podemos citar varios fuentecanteños que pasaron como criados,  Francisco Jara (1554), Alonso Hernández (1591) y María Jiménez (1591) que pasaron a Nueva España ; Simón Pérez (1566) y Pedro García (1569), que lo hicieron a Santo Domingo ; Juan Jiménez (1565) a Costa Rica, Alonso Calderón (1534) a Panamá ; Alonso Mejía (1576) a Guatemala ; Alonso Téllez (como criado de frey D. Gabriel de Herrera, 1596) al Perú.  Incluso el médico Juan Sánchez llevaba dos esclavos negros a su servicio, en su viaje de 1549 a Nombre de Dios..

            A lo largo del siglo XVII, la profesión de criado, siguió siendo la más declarada, así de las 23 personas que emigraron durante esta centuria, 9 eran criados, la mayoría sirviendo a eclesiásticos. Por ejemplo Pedro García, que pasó al Perú (1600), sirviendo a fray Miguel de Ayala y otros cincuenta religiosos, Pedro Navarro que emigró a Nueva España (1603) como criado de un fraile dominico, y Gonzalo Domínguez Guerrero que lo hizo con destino a Guatemala (1603), sirviendo al franciscano fray Fernando de Revenga. En situación parecida a la de Pedro García, viajó Lorenzo Pérez Payán, con destino a Filipinas (1605), al servicio de cincuenta franciscanos. Por su parte Juan Jiménez Santos, pasó a Nueva España en 1606 para servir a otro fraile dominico, fray Antonio Gil Negrete. Como criados de  señores laicos, podemos citar a Marcos Vázquez (1605) y Aguilar Bartolomé que emigraron a Nueva España (1621) , Alonso de Morales criado del alférez Alonso Montero, que emigró al Perú (1624), y Juan Cortés que lo hizo a Nueva Granada (1624).    
                  
4. A MODO DE CONCLUSIÓN.

            Como hemos visto, la emigración fuentecanteña a América, es una emigración que se produjo dentro del contexto emigratorio extremeño, a los mismos destinos y con los mismos ritmos. Por tanto tras la visión general que hemos pretendido ofrecer, aún quedan muchas líneas de investigación abiertas para  profundizar en el conocimiento de esa emigración anónima que sin tener grandes cargos, se embarcaron en la aventura de marchar a América. Pero también queda por profundizar en el conocimiento biográfico de personajes interesantes que sobresalen por su mejor fortuna. Todos ellos son parte de la memoria colectiva y la historia de un pueblo. Desde aquí mi felicitación y reconocimiento a la Asociación Cultural Lucerna, y a sus integrantes por empeñarse en descubrir la historia de sus raíces, Fuente de Cantos, pues como afirmaba  el insigne historiador y maestro de historiadores, D. Antonio Domínguez Ortíz, “el presente es hijo del pasado, y el futuro del presente. Ninguna colectividad humana puede mantener su propia identidad si desprecia sus raíces, si olvida sus tradiciones”[xxvii].


Al respecto puede consultarse los amplios e interesantes estudios de: SÁNCHEZ RUBIO, Rocío:  La emigración extremeña al Nuevo Mundo. Exclusiones voluntarias y forzosas de un pueblo periférico en el siglo XVI, Junta de Extremadura, Madrid, 1993. LEMUS LÓPEZ, Encarnación: Ausente en Indias. Una historia de la emigración extremeña a América, Ediciones Siruela, Madrid, 1993.
[ii]GARRAIN VILLA, L.: Llerena en el siglo XVI. La emigración a Indias, Extremadura Enclave 92, Junta de Extremadura & Ediciones Tuero, Madrid, 1991, pag. 15. La rigurosidad y el enorme trabajo de documentación que plantea esta obra, hace que pueda ser seguido como modelo de estudio sobre el tema americanista desde la óptica local.
[iii]Como apunta Encarnación Lemus López, “(...) ya no era posible aceptar a priori la existencia de un éxodo masivo y posteriormente enumerar unos pocos casos”.  LEMUS LÓPEZ, E.: Ausente en Indias..., op. cit., 1993,  pag. 21.
[iv]Los catálogos de pasajeros son los siguientes: BERMÚDEZ PLATA, C.: Catálogo de pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Vol. I (1509 - 1534), editado en 1940, Vol. II (1535 - 1538), editado en 1942, y Vol. III (1539 - 1559), Imprenta Editorial de la Gavidia, Sevilla 1946.  ROMERO IRUELA, Luis & GALBIS DÍEZ, Mª del Carmen: Archivo General de Indias. Catálogo de pasajeros a Indias. Siglos XVI, XVII y XVIII, Vol. IV (1560 - 1566), edit. en 1980, Vol. V (1567 - 1577): tomo I (1567 - 1574) y tomo II (1575 - 1577), Madrid, 1980. GÁLBIS DÍEZ, M. C. Archivo General de Indias. Catálogo de pasajeros a Indias. Siglos XVI, XVII y XVIII, Vol. VI (1578 - 1585) , ed. Madrid 1986 ;  Vol. VII (1586 - 1599), Murcia, Ministerio de Cultura 1986.  ARCHIVO GENERAL DE INDIAS: Catálogo de pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII,  Vol. VIII (1600 – 1607), Sevilla, 1995 ; Vol. IX (1608 – 1615); Vol. X (1616 – 1625). Sevilla, 1996; Vol. XI (1626 – 1639), Sevilla, 1996.  (Catálogos de sala, no editados).
[v]SÁNCHEZ RUBIO, R.:  La emigración extremeña al Nuevo Mundo. Exclusiones voluntarias y forzosas de un pueblo periférico en el siglo XVI, Junta de Extremadura, Madrid, 1993. BOYD-BOWMAN, P.: Indice geobiográfico de cuarenta mil pobladores españoles de América en el siglo XVI. Tomo I, 1493-1519 (Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1964), Tomo II, 1520-1539 (México, Editorial Jus, 1968).  BOYD-BOWMAN, P.: Indice geobiográfico de más de 56 mil pobladores de la América Hispánica (1493-1600), vol. I, Fondo de Cultura Económica, México 1985. LEMUS LOPEZ, E.: Ausente en Indias ..., op. cit., 1993. HURTADO, PUBLIO: Los extremeños en América. Sevilla, 1992.  NAVARRO DEL CASTILLO, V.: La epopeya de la raza extremeña en Indias (...). Mérida, 1978. MÉNDEZ VENEGAS, E.: Emigrantes a América (s. XVI – XVIII). Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1995. ANDRÉS MARTÍN, MELQUIADES (dir.): Misioneros extremeños en Hispanoamérica y Filipinas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1993. En adelante no citaremos la procedencia de los pasajeros sino el año de su viaje entre paréntesis, ya que la gran mayoría podemos encontrarlos  en los catálogos  o en la bibliografía citada.
[vi]LEMUS LOPEZ, E.: Ausente en Indias ..., op. cit., pag. 24.
[vii]Aunque la investigación de la documentación notarial conlleva un exhaustivo trabajo, podemos encontrar cartas de poder, de obligación, de aprendizaje y concierto,  peticiones de curaduría, institución de mayorazgo, contratos de mercaderías, etc. que sirven para descubrir la sociología de los emigrantes, y las actividades económicas que realizaran en su tierra de origen. Los testamentos también recogen noticias indirectas de los familiares emigrados y son documentos muy interesantes para el estudio de las mentalidades y la religiosidad.
[viii]LORENZANA DE LA PUENTE, Felipe: “Fuentes documentales para la Historia de Fuente de Cantos”, en VV. AA.: I Jornada de Historia de Fuente de Cantos. Actas, Lucerna (Asociación Cultural de Fuente de Cantos), Badajoz 2001, pp. 9-30.
[ix]Pedro Cuéllar. A.G.I. Indiferente 1964, L. 11, fol. 315 v.-316. Real Cédula, Valladolid, 10/10/1548.
[x]Hernán González de Castro. A.G.I. Indiferente, 2063, N. 141. Exponía que deseaba pasar para cuidar de su hermano y retornar con él: “(...) para su regalo y remedio soy muy necesario porque como hermano cuidare de su salud y bida para lo qual tengo necesidad de que V. A. siendo serbido me haga merced de darme licencia (...)”.
Juan Domínguez de la Guía. A.G.I. Contratación 5224, N. 9. Catálogo Vol. V (Tomo II), nº 4091 (Sign. I, nº 7), (pag. 592)..
Alonso Domínguez. A. G. I.  Indiferente 611, libros I y II. A. G. I.  Indiferentes 2096, N. 163. A. G. I. Indiferente 2099, N. 211. Catálogo de pasajeros vol. VII, nº 1771, (pag. 261). Viajó el 13/2/1592.
[xiii]Vid. al respecto GUTIÉRREZ NÚÑEZ, F. J. & HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, S.: “Aportaciones al estudio de la Historia de la comarca de Tentudía: Bibliografía Histórico-geográfica (siglos XVII-XIX)” (I), en I Congreso de la Memoria Colectiva de Tentudía, Centro de Desarrollo Comarcal de Tentudía, (Fuente de Cantos 8-10 Junio 2001). (En prensa).
[xiv]Sobre Ruy García del Corro. INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Catálogo de los fondos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, Vol. VIII (ss. XV-XVI), Sevilla 2000,  nº 1029 (pp. 279-280). Oficio IX. Libro: I. Escribano: Pedro Fernández. Fecha: 15/9/1521. Folio 777 vt.
[xv]Sobre Diego Hernández: INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Catálogo de los fondos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, Vol. V, Sevilla, 1937. Nº 379 (pag. 119), contrato de pasaje., 1524, Marzo, 8. Oficio: V. Libro: I. Escribano: Francisco de Castellanos. Folio 20-ss.
Sobre Juan Montoro: INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Documentos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla,, Madrid 1935, Nº 900 (pag. 234), contrato de pasaje, 1549, Noviembre, 5. Oficio X. Libro II. Escribano: Alonso de Cazalla. Folio 1.057.-ss.
[xvii]Sobre Bartolomé Guerrero.  INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Documentos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla,, Madrid 1935, Nº 1517 (pag. 406-7), contrato de pasaje., 1551, Noviembre, 28. Oficio XV. Libro II. Escribano: Alonso Cazalla. Folio 2071-ss.
[xviii]SÁNCHEZ RUBIO, R.:  La emigración extremeña al Nuevo Mundo ...., op. cit., 1993,  pag. 192.
[xix]Los datos de población han sido extraídos de RODRÍGUEZ CANCHO, M.: Historia de Extremadura. Los Tiempos Modernos, Badajoz 1985, Vol. III, pp. 486-488. RODRÍGUEZ GRAJERA, Alfonso: “Fuente de Cantos en tiempo de Zurbarán”, en LORENZANA DE LA PUENTE, F. (coord.): Francisco de Zurbarán (1598-1998). Su tiempo, su obra, su tierra, Edición conmemorativa del IV Centenario de su nacimiento, Fuente de Cantos 1998, Ed. 1999, pag. 23-42. MÉNDEZ SILVA, RODRIGO: “Población general de España”, 1.645. Fuente de Cantos, Folio 79 vuelto:“FUENTE DE CANTOS. CAPÍTULO XXVII. Cuatro leguas a Zafra esta la villa de Fuente de Cantos, abundante de pan, ganados, por muchos pastos, y dehesas; con 600 vezinos, una Parroquia y un Convento de Frayles. Fundaronla Celtiveros, antiguos Españoles, año 550 antes de Nuestro Redemptor, nonbrandola Vultimaco. Despues amplificandola Romanos, la mudaron en Contributa Iulia, segun lo qual seria Julio César. Autor Florian lib. 2, capit. 23. Medina y Mesa lib. 2 capit. 65. Rodrigo Caro, fol. 196".
Sobre Gil de Molina: BENÍTEZ, JOSÉ R.: Historia Gráfica de la Nueva España, México 1929, pag. 230. ICAZA, FRANCISCO A. DE: Diccionario autobiográfico de conquistadores y pobladores de la Nueva España, 2 vols., Madrid 1923, n° 1281. A.G.I. México, 1088, L. 3, fol. 259 v. (Digitalizado). A.G.I. Justicia 194/1541).(Sin digitalizar). Sobre Francisco de Saldaña: A.G.I. Justicia 135, Nº 1. Sobre Juan Martín de las Indias: A. G. I. Indiferentes, 2078, n. 14. (11 folios). SÁNCHEZ RUBIO, R.:  La emigración extremeña al Nuevo Mundo ...., op. cit., 1993, pag. 262.  Los tres son citados por BOYD-BOWMAN, P.: Indice geobiográfico de cuarenta mil pobladores españoles de América en el siglo XVI,  Tomo II, 1520-1539, México, Editorial Jus, 1968.
[xxi]"Méndez, Diego" Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2000.
[xxii]Sobre Rodrigo Pérez:: FERNÁNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, GONZALO: Historia general y natural de las Indias, Tomo IV, pag. 234, 4 tomos 1851-1855. (BOYD-BOWMAN, Vol. II, pag. 35). A.G.I. Panamá 234, L. 5, fol. 16 v.-17 r.  Sobre: Alonso Martínez de Porras: Real Provisión (Valladolid 13/7/1592),  dándole título de notario de Indias (A. G. I. Indiferente, 426, L. 28, fol. 142 v.).  Sobre Gonzalo del Corro: A. G. I.  Indiferente 2060, N. 112. SÁNCHEZ RUBIO, R.:  La emigración extremeña al Nuevo Mundo ...., op. cit., 1993,  pag. 211. RODRÍGUEZ GRAJERA, Alfonso: “Fuente de Cantos en tiempos..., art. cit., 1998, 1999, pag. 36.
[xxiii]OTTE, Enrique: Cartas privadas de emigrantes a Indias (1540 - 1616), Fondo de Cultura Económica, México, 1993, cartas 543 y 544 (pp. 484-485). Otra recopilación similar es la de SÁNCHEZ RUBIO, Rocío & TESTÓN NÚÑEZ, Isabel: El hilo que une: las relaciones epistolares del Viejo y Nuevo Mundo (siglos XVI-XVIII), Universidad de Extremadura, Cáceres 1999.
[xxiv]Sobre la actividad de los indianos fuentecanteños en América y como se formaban los bienes de difuntos, pueden consultarse en estas mismas Jornadas, a HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Salvador: “Indianos de Fuente de Cantos ante la vida y la muerte”. Bartolomé de Saldaña: A. G. I. Contratación 484, N. 2, R. 3 (15 folios). Año 1590. Partidas de bienes de difuntos de Lima. Fol. 2 r.   “Por bienes de Bartolomé de Saldaña difunto, natural de la villa de Fuente de Cantos en España que falleció en la ciudad de Cuzco, se cobraron setecientos y treinta y un pesos ensayados, de los cuales se embian en la dicha nao maestre Hernando Alonso de la dicha flota y armada setecientos pesos en escudo, dirigidos y consignados y para el efecto referido y los ciento y treinta y un pesos restantes se pagaron de todas costas de su cobranza y aviamiento” .
[xxv]Sobre Francisco López:  INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Catálogo de los fondos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, Vol. VI, Sevilla 1986, Nº  561 (pag. 153); 1508, Enero, 21. Oficio VI. Escribano: Juan Núñez. Fol. 38 vto.-ss. Sobre Alvar Pérez de Hidalgo: INSTITUTO HISPANO - CUBANO DE HISTORIA DE AMÉRICA: Catálogo de los fondos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, Vol. VIII (ss. XV-XVI), Sevilla 2000, nº 570 (pag. 157),  1509, Enero, 15. Oficio IV. Libro I. Escribano: Manuel Sigura. Signatura Legajo: 2.182.
[xxvi]Alonso de Castro: OTTE, Enrique: Cartas privadas de emigrantes a Indias (1540 - 1616), Fondo de Cultura Económica, México, 1993, carta nº 498 (pag. 443). Sobre sus sobrinos:  A. G. I. Indiferente, 2100, N. 77.
[xxvii]DOMÍNGUEZ ORTÍZ, Antonio;  La Sevilla del siglo XVII, C.B. nº 93, Universidad de Sevilla, 3ª Edición, 1.986, pág. 9.



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