Entrevista a Julio Mayo Rodríguez, Archivero de Los Palacios (El Correo de Andalucía, 4 de octubre de 2013)


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“Estaba cansado de alertar a todos de las malas condiciones del archivo”

ENTREVISTA. Julio Mayo Rodríguez, archivero municipal de Los Palacios y Villafranca. "Todos los mandamientos de pagos que hacía Intervención estaban allí”, asegura




Julio Mayo Rodríguez trabaja 17 horas al día para intentar salvar los legajos quemados en el incendio.Un mes después del incendio que arrasó el archivo municipal de Los Palacios y Villafranca –mientras no cesa la polémica sobre si fue fortuito o intencionado–, Julio Mayo Rodríguez, archivero municipal desde el año 2000 y artífice de la salvación de miles de documentos, sigue afanado en su labor de recuperación en una nave municipal del polígono El Muro, con un equipo de voluntarios organizados en cadena: unos luchan contra las goteras, otros introducen papel secante entre las hojas, o colocan libros sobre cuerdas para que suelten agua, o introducen legajos en cajas de plástico para que ventile el papel… y todo en una atmósfera cargante y con olor a quemado. Cada libro puesto a salvo, repartido en una pila de media docena de cajas, es trasladado a una habitación climatizada del hotel-restaurante Manolo Mayo, libre de los hongos y sus amenazas. El trabajo parece interminable. El Instituto de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía y el Área de Archivos y Publicaciones de la Diputación no conocen precedentes de la tragedia ni de las ingeniosas soluciones.

–¿Qué porcentaje de documentos se puede salvar?
–Un porcentaje considerable, no me atrevo a decirle una cifra porque estamos a expensas de cuantificarlo con rigor, pero muchísimo más de lo que se esperaba al principio. Hasta el mediodía de aquel 5 de septiembre yo tenía la llave de la Casa de la Cultura para llevarme los tres o cuatro libros que se hubieran salvado… como el Libro del Becerro.
–Es el libro del siglo XVII que recoge la lucha de los vecinos de Villafranca para impedir que el Duque de Arcos comprara sus tierras, ¿no?
–Sí, de lo más valioso del archivo histórico.
–Y lo salvó usted…
–Bueno, lo salvaron los bomberos, aunque yo les hice un plano para indicarles dónde estaba exactamente. Lo consiguieron al tercer intento, y fue fundamental el estuche con que se protegió en la restauración de hace tres años.
–¿En qué pensó cuando lo tuvo en las manos?
–En la libertad de nuestro pueblo. Pensé en la libertad de Villafranca y en cómo había sobrevivido _a otra adversidad más, después _de que los franceses también incendiaran las casas de pasto _y nuestro ayuntamiento en el año 1810. Entonces se salvó porque _se guardaba en un arca con tres llaves.
–Se habrá perdido mucha documentación histórica importante…
–Sí, pero de todos los momentos históricos importantes queda una voz. Del siglo XX, por ejemplo, quedan muchos libros de actas de la Dictadura de Primo de Rivera, de la II República, de los años de la Guerra, de la posguerra, de cuando la prosperidad económica en la desalinización de la marisma… Los papeles hablan, contienen mucha vida, aunque hay mucha gente que no lo entiende.
–¿Es verdad que allí se guardaba documentación que comprometía al anterior Gobierno?
–Claro. Toda la documentación reciente, todos los mandamientos de pago, de cada vez que Intervención ordena pagar o cobrar estaba allí.
–No arriba, sino allí, junto a los legajos históricos…
–Sí, hasta el año 2011 estaba en Intervención, pero cuando se cambia de Gobierno, la documentación de 2008, 2009, 2010…, que se apilaba de mala manera, se trasladó al archivo, se ordenó y se acomodó. Era más seguro.
–¿Usted cree que el incendio fue fortuito?
–A mí me faltan minutos y horas para pensar en cómo salvaguardar el patrimonio documental…
–O sea…
–O sea, que no tengo tiempo de pensar en otra cosa.
–¿Cree que el mal ambiente político afecta negativamente a la recuperación en la que trabaja?
–Estoy atrapado totalmente en esta burbuja. Duermo en una casa del campo, con ayuda de pastillas, y trabajo 17 horas diarias. He informado, eso sí, a todos los partidos de la corporación de cada fase importante. Por ejemplo, del traslado a un hotel de toda la documentación salvada del fuego y de los hongos.
–El incendio ha revelado las malas condiciones en las que estaba el archivo…
–Yo ya había alertado repetidas veces de la situación, estaba cansado de poner en conocimiento de los distintos gobiernos esas malas condiciones… pero a los archivos no se les ha prestado nunca ni atención ni inversión. Hay archivos municipales en otros pueblos o incluso parroquias en Sevilla en peor situación aún; archivos que están totalmente vendidos a lo que pueda pasar.
–¿Y alguna vez hicieron algo? Sería ideal la digitalización, ¿no?
[Sonrisa] Yo tengo los pies en el suelo. Los funcionarios llevamos cuatro o cinco meses sin cobrar la nómina… Hombre, la digitalización es el sueño de cualquiera, incluso del Archivo de Indias, claro.
–Pero ahora sí se reforzará el lugar, ¿no?
Precisamente empresas locales se han volcado aportando todo lo que han podido, como Juvasa, que no para de traer rollos de cocina en función papel secante, o Tableros Nicolás, con sus tableros, o Manolo Mayo, que tiene la climatización encendida siempre para los documentos que vamos llevando… Y un señor anónimo de Tarifa me llamó al día siguiente del incendio, porque se había enterado por los medios, ofreciéndome un archivo compacto con raíles, que si lo hubiéramos tenido no se habría quemado nada… Ahí está.
–¿Ha sido importante la labor de los voluntarios?
–Importante, no, fundamental. Para mí, los voluntarios son héroes por la epopeya que están realizando. A contrarreloj, si sus manos _no hubieran estado metiendo papel secante entre los papeles mojados [por el agua y la espuma derramada por los efectivos de los bomberos], no estaríamos hablando del volumen documental que es previsible que sobreviva.

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