La tumba de un médico descubierta en Abusir

La tumba de un médico descubierta en Abusir

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28 octubre 2013

 
La sabiduría médica de los faraones ha llegado hasta nuestros días encarnada en la sapiencia, para algunos teñida de ocultismo, de Imhotep. Gracias a su gran sabiduría en muchos campos, el arquitecto de la primera pirámide construida en Egipto se convirtió para los posteriores griegos en una manifestación de su dios de la medicina, Asclepio. Pero éstos no fueron los primeros del mundo antiguo en alabar la medicina faraónica. Un ejemplo muy anterior lo encontramos en la documentación diplomática del reinado de Ramsés II. 

En ella podemos leer que quien hasta hacía poco era su máximo enemigo político, el rey de los hititas, una vez firmada la paz no tardó en solicitar al monarca de las Dos Tierras el envío de uno de los reputados ginecólogos de la corte. ¿Su tarea? Encontrar un remedio que permitiera engendrar un hijo a la hermana del rey de Hatti. Desgraciadamente, como comenta el poco diplomático Ramsés II, los sesenta años de edad de la paciente volvían el caso harto complicado; pero quizá si así lo deseaban el egipcio Amón y el hitita Dios de las Tormentas el milagro podría producirse.

La excavación en Abusir de la tumba de Shepseskaf-Ankh
La excavación en Abusir de la tumba de Shepseskaf-Ankh

Evidentemente, el respeto que se tenía por los médicos egipcios comenzaba en el propio Valle del Nilo, donde los galenos podían alcanzar puestos de relevancia dentro de la jerarquía de la administración del país. Las recientes excavaciones del Instituto Checo de Egiptología en Abusir nos han vuelto a proporcionar un ejemplo de ello. Se trata de la tumba de Shepseskaf Ankh, «jefe de los médicos del Alto y el Bajo Egipto», fechada en la V dinastía. Es la tercera perteneciente a un galeno faraónico tipo encontrada en esta necrópolis, que fue el cementerio real de esta dinastía. En Abusir se construyeron la mayoría de las pirámides de los monarcas de la V dinastía.

La falsa puerta de Shepseskaf-Ankh
La falsa puerta de Shepseskaf-Ankh

La tumba es notable, no sólo por estar construida con bloques de caliza, sino porque mide 21 por 14 metros, con una altura de 4 metros. Un monumento con un tamaño más que adecuado para un personaje de su categoría. No olvidemos que, como recoge una gran falsa-puerta encontrada en la cara este de la mastaba, Shepseskaf-Ankh era «sacerdote de Ra en los templos solares», «sacerdote de Khnum» y «sacerdote de magia». Un título, este último, estrechamente relacionado con el mundo de la medicina según lo entendían los egipcios.

Detalle de los títulos y nombre de Shepseskaf-Ankh en su estela falsa-puerta
Detalle de los títulos y nombre de Shepseskaf-Ankh en su estela falsa-puerta

En el antiguo Egipto la magia y la medicina se puede decir que era una misma cosa. En los papiros médicos que conocemos se recogen cuidadosamente los resultados obtenidos tras años de práctica por diferentes médicos con distintas enfermedades y traumatismos. Gracias a ellos sabemos que el modo de actuar de los médicos faraónicos era similar al actual. En primer lugar estudiaban al enfermo (sus dolencias o sus heridas), seguidamente ofrecían un diagnóstico de la causa de las mismas, para terminar prescribiendo un tratamiento. Esta es la parte pragmática y visible de la curación, la cual venía acompañada por la invisible: la magia. Los egipcios consideraran que las enfermedades estaban relacionados con el mundo de lo intangible, de modo que las curaciones no eran completas si no trataban a la vez este aspecto.

Desde el punto de vista moderno, el recurso a la magia de los médicos egipcios era un inteligente modo de poner en práctica el efecto placebo y reconfortar al enfermo haciéndole ver que nada se dejaba al azar y se ponían todos los remedios para atajar su enfermedad. Lo cual era un modo perfecto de hacer que su mente aplicara todos sus recursos en curarse sin darse cuenta. Sin embargo, como demuestran el comentario de Ramsés II y las descripciones de algunos casos en los papiros médicos, los galenos egipcios sabían que el mundo real siempre se imponía al mágico. Así, en el Papiro Ebers encontramos el siguiente comentario: «Si examinas a un hombre porque le duele el estómago y le duele el brazo y el lado del estómago. Hay que decir respecto a ello: es la enfermedad wadji. Hay que decir respecto a él: algo ha entrado en su boca. La muerte se aproxima».

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