JULIO
MAYO
en ABC de Sevilla, 12 de mayo de 2016
La ubicación de
la casa en la que vivió el matrimonio fundador del Rocío de Triana se ha fijado
tradicionalmente en un inmueble de la calle Castilla, que hasta hace muy pocos
años ha sido el número 11, aunque hoy es el 9. Don Francisco Antonio Hernández
y doña María del Carmen Tamayo, nacidos en el propio barrio de Triana y no en
Villamanrique de la Condesa, como se ha venido sosteniendo, fueron sus primeros
promotores.
En el año 2013
quedó reconocido el domicilio con la colocación de un mural cerámico que
conmemora su acto fundacional, acaecido el año 1813. Es verdad, que en la
documentación obrante, tanto en el archivo de la propia hermandad, como en las
partidas de defunción de los fundadores, aparece como número de la residencia
el 11.
Pero, a raíz de
nuestros trabajos de investigación en estos años, hemos podido comprobar que la
numeración se correspondía con otro tramo de la calle, vinculado a la feligresía de la Iglesia auxiliar de la O. Antiguamente,
la numeración de las casas se repetía por sectores, dentro de una misma calle,
y era distinta a la actual.
En uno de los padrones conservados en la parroquia
de Santa Ana, fechado en 1817, el matrimonio consta asentado en el tramo
tercero de la O, en una vivienda marcada con el número general 110.
Ha sido determinante el hallazgo de
hasta dos testamentos distintos del matrimonio, en los que quedan recogidas
diversas descripciones del entorno urbano de la casa. Por detrás, colindaba con un tinajón de bueyes, propio de los
titulares, que daba a la entonces llamada callejuela del Estudiante, ahora conocido
este callejón como el de Magallanes.
Según estos documentos, el postigo de la
propiedad tenía salida hacia el campo, por el camino
de los tejares de ladrillos que se hallaban cerca de la «Alcantarilla de los
Ciegos».
Por tanto, la ubicación de la casa, en la que vivieron los fundadores
del Rocío de Triana, no es la que indica el azulejo conmemorativo que está frente
al callejón de la Inquisición, tan cerca de la plaza del Altozano. Se
corresponde con una distinta, situada al otro extremo en dirección a la capilla
del Patrocinio, tras sobrepasar la parroquia de la O. Se sitúa, justamente, en
la confluencia de las calles Castilla con la de Alvarado, en el número 103 de
Castilla, junto a Chapina (Plaza de Matilde Coral).
El
descubrimiento de la localización de la casona pone de manifiesto la realidad
de una familia entroncada con el tejido económico y social de una Triana, que
dependía de la actividad de los tejares, así como de la incipiente industria
cerámica.
Además, llegaron a hacerse hermanos rocieros varios miembros del gremio de los alfareros, como los Mensaque, Alvarado, Ruiz, y Vera.
A través
del Guadalquivir se fomentaron aquellos negocios en destinos tan rocieros como Cádiz,
el Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, de donde precisamente era la
ahijada del matrimonio fundador, que al no tener hijos, acogió en su casa a la
señorita María
Dolores de la Llana, hija de don José de la Llana y doña Margarita Villegas,
casada luego con don Pedro Ruíz Cortegana, heredero de la devoción rociera de
su esposa y miembro de la Junta de Gobierno del Rocío durante muchísimos años.
A quienes fueron hermano mayor del
Cachorro y camarera de la Virgen dolorosa del Patrocinio, Triana no solo le
debe el recuerdo del lugar exacto donde se guardó el Simpecado tantos años, sino la introducción en este popular barrio
sevillano de un buen número de elementos fundamentales para entender la
religiosidad y personalidad propia de la cultura andaluza.
JULIO
MAYO, historiador
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