sábado, 25 de julio de 2015

Julio Mayo Rodríguez : Triana significa Madre Ana en ABC de Sevilla, 25 de julio de 2015

Triana significa Madre Ana

Julio Mayo Rodríguez 

en ABC de Sevilla, 25 de julio de 2015

http://sevilla.abc.es/sevilla/20150725/sevi-triana-madre-201507251147.html

El autor sostiene, basándose en los misales medievales, que el nombre del barrio proviene de la invocación litúrgica a Santa Ana



«Tris Anne plene gracie nobis…». Así reza la invocación litúrgica correspondiente al día de la festividad de la santa (26 de julio) que recoge, en latín eclesiástico de la Edad Media, el Misal Hispalense más antiguo que conserva la Biblioteca de nuestra Catedral, datado en el siglo XIII. Desde tiempo inmemorial, los escritores clericales conocieron bien el empleo de «tris» como abreviatura de «mater-matris», según relata José Francisco de Isla en su «Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas», por lo que no deberíamos descartar la posibilidad de que el topónimo trianero pueda significar Madre Ana, y que su origen se encuentre asociado a la cultura castellana y cristiana.
La reconquista de Sevilla protagonizada por el rey Fernando IIIse consumó definitivamente cuando se expulsaó a los musulmanes atrincherados en el castillo de aquella orilla del río, como estratégico enclave económico y comercial para la ciudad que era. Tras librarse una durísima batalla naval en el Guadalquivir, la flota castellana comandada por el almirante Bonifaz consiguió romper la gruesa cadena del primitivo puente de barcas que se hallaba anclada a la Torre del Oro, dejando a los enemigos completamente aislados. Después de que los cristianos arrebatasen el dominio de Ixbilia a los andalusíes (23 de noviembre de 1248), los nuevos pobladores cristianos pudieron exponer al culto a Santa Ana en el viejo castillo almohade, donde se erigió la primera parroquia del arrabal, tal como se deduce de algunos documentos eclesiásticos que designan a la fortaleza bajo las advocaciones conjuntas de San Jorge y Santa Ana. Unos años más tarde, mandó construir en el lugar de hoy el rey de Castilla Alfonso X el actual templo parroquial dedicado a Santa Ana (entre 1266 y 1280) -del que se conmemorará el próximo año su 750 aniversario constructivo-, como indican los analistas sevillanos.
Aunque las autoridades castellanas respetaron la disposición del antiguo núcleo almohade, y los barrios de la ciudad prácticamente continuaron siendo las mismas arterias del periodo anterior, los cambios se produjeron en la reordenación de los usos de edificios civiles y religiosos, según las necesidades de los nuevos habitantes, así como en la denominación de calles y barrios. Alfonso X presume en su Libro del Repartimiento de haber cambiado la toponimia musulmana con el fin de anteponer el alma castellana a las huellas enemigas. En aquel afán de acristianamiento, los poderes civiles y eclesiásticos de Sevilla acometieron juntos un laborioso proceso debautizar, con nombres cristianos, todos los emplazamientosdel entramado urbanístico y arquitectónico de la capital.


El documento medieval más antiguo que se conoce, en el que aparece Triana nombrada ya como tal, por primera vez, se fecha en 1250 y se trata de un ordenamiento efectuado por el rey Alfonso X para encomendarle la guarda del castillo trianero a 100 caballeros nobles y 300 peones. La Iglesia hispalense estableció el reparto de las feligresías parroquiales en collaciones, adjudicándole por lógica a cada circunscripción denominaciones del santoral religioso propio del medievo. Si analizamos la nómina de los barrios sevillanos (Santa María, San Salvador, San Pedro, Santa María Magdalena, San Andrés, San Martín, San Gil, Omnium Sanctorum, Santa Catalina, Santa Lucía, San Julián, Santa Marina, San Lorenzo, San Vicente, San Miguel, San Juan de la Palma, San Marcos, etc...), advertimos que todos poseen nominaciones vinculadas a la fe castellana, por lo que carece de sentido que alguna collación dejase de recibir un nombre de naturaleza cristiana, entre otras razones porque los propios vecinos bautizados de cada sector no terminarían sintiéndose identificados con él.
El ayuntamiento de aquel periodo usó como punto de partida, en la división administrativa de la ciudad, el reparto eclesiástico implantado por la Iglesia sevillana a raíz de la erección de su Archidiócesis, después de la reconquista fernandina. De modo que el nombre conferido por la Iglesia a las demarcaciones parroquiales terminó convirtiéndose en el de cada barrio, produciéndose así una plena identificación entre barrio y parroquia.
En el castellano antiguo, la pervivencia de la voz Triana denota la cantidad de latinismos que convivieron durante tanto tiempo, como lo demuestra el hecho de que aún siga en uso una pronunciación originaria bastante aproximada, pese a la vulgarización que sufrió su lengua madre. Desde el punto de vista formal, Triana es una simplificación de la invocación, integrada por los nombres Matris Anna, con los que se resaltan en latín la cualidad maternal de la procreadora de la Santísima Virgen y abuela, al mismo tiempo, de Jesús de Nazaret. 
Si nuestra hipótesis de trabajo se contemplase como efectiva, no sería ningún disparate poder acristianar a las recién nacidas con el bendito nombre de Triana, pues aquellos primeros cristianos no pudieron rendir en esta tierra mariana un homenaje tan precioso, rebosante de arte y todavía más ángel, que dedicar su templo principal al título de la Madre de la Virgen, Señá Santa Ana, con el fervor de que se mantuviese siempre colmada de lo que, precisamente, el término hebreo quiere decir en nuestro idioma: toda llena de gracia. Triana.

Otras explicaciones


Con independencia de nuestra reivindicación referida al probable origen castellano del topónimo, históricamente se ha venido manteniendo otras teorías respecto a la raíz etimológica del vocablo. Una de ellas apunta a la procedencia romana, relacionando su significado con el emperador Trajano (Traiana/Tariana/Atrayana), como recogen los autores clásicos de la historia sevillana Ortiz de Zúñiga, Rodrigo Caro o Justino Matute. La otra tesis, en cambio, se decanta por la filiación islámica del nombre. 
En el Museo Arqueológico de Sevilla hay una inscripción del siglo XII que hace referencia al entorno trianero, aunque no contiene una palabra árabe que propiamente pueda traducirse como Triana. En este sentido, otros arabistas del mundo académico interpretan que ese mismo epígrafe alude a una localización muy ambigua, o genérica, que traducen como «lo que hay al otro lado del río»
Una tercera y última sugerencia quiere justificar el topónimo con argumentos topográficos, explicativos del antiguo trazado del Guadalquivir, precisando que Triana significa «tres ramas del río».

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viernes, 24 de julio de 2015

J. M. Zavala: ¿Qué secreto guarda la familia de Carlos IV?

¿Qué secreto guarda la familia de Carlos IV?

(José María Zavala, Historiador, @JMZavalaOficial).



¿Qué secreto guarda la familia de CarlosIV?

Existen obras de arte, como el soberbio y célebre lienzo de Goya «La Familia de Carlos IV», que, sin ser tan concluyentes como una prueba de ADN, ofrecen sugestivos indicios de paternidad. El protagonista de este célebre óleo conservado en el Museo del Prado no es, como sugiere el título, el mismo monarca, sino un niño de seis años vestido de rojo, que aparece en el centro de la imagen con el cuerpecito adornado por la banda de Carlos III cruzándole el pecho.

Es el infante Francisco de Paula, a quien ya entonces los rumores de la corte señalaban como hijo adulterino de la reina María Luisa de Parma y de su favorito Manuel Godoy, a quienes ya aludimos al abordar el apasionante enigma del «conde de Montecristo español». Los personajes de este cuadro del entonces pintor de cámara del monarca, realizado en el Palacio Real de Aranjuez en 1800, parecen mirar a un testigo invisible, posiblemente el propio Manuel Godoy, Príncipe de la Paz.

Se cuenta que el mismo pintor francés impresionista Pierre-Auguste Renoir, al visitar el Museo del Prado, comentó sobre esta primera obra de Goya incorporada a la pinacoteca: «El rey parece un tabernero y la reina, una mesonera... o algo peor; ¡pero qué diamantes le pintó Goya!».

Entre tanta fealdad parece refulgir, en efecto, como un lucero, la belleza más llamativa del infante Francisco de Paula, embutido en su ropaje encarnado. Para algunos bastó comparar el perfil del niño y el de su hermana, la infanta María Isabel, retratada también por Goya, para dudar de su paternidad. Sus narices respingonas, un calco de la de Godoy, contrastaban con el resto de apéndices genuinamente borbónicos.

Las fechas también coinciden. Francisco de Paula nació en 1794, en pleno apogeo del romance de la reina con Godoy; su hermana María Isabel lo había hecho en julio de 1789, apenas un año después de que el impetuoso guardia de corps irrumpiese en el corazón ardiente de la reina.

No era extraño así que lady Holland, esposa de un diplomático británico, aludiese en sus memorias al «indecente parecido» entre Francisco de Paula y Godoy; rumor, por cierto, que muy pronto se extendió por las distintas legaciones extranjeras.
La infanta María Isabel, casada luego con el futuro Francisco I de las Dos Sicilias, tendría que aguantar también que su propia suegra, la reina María Carolina de Nápoles, cuestionase su paternidad.

 En una carta a su ministro Gallo, la soberana napolitana no dudaba así en llamar «pequeña bastarda» a su nuera, «a quien –escribía– quiero mucho porque es muy buena y no es culpa suya haber sido procreada por el crimen y la maldad».
Más tarde, los partidarios de Carlos María Isidro –los carlistas– se aferrarían a la presunta bastardía del infante Francisco de Paula para invalidarle como continuador de la dinastía de los Borbones en España, pues su hijo, Francisco de Asís, se casaría con la futura Isabel II.

Por eso, cuando las Cortes de Cádiz decretaron en marzo de 1812 que Francisco de Paula quedase desprovisto de todo derecho de sucesión a la Corona, así como sus futuros descendientes, los carlistas se apresuraron a esgrimir este documento como prueba fehaciente de que los rumores sobre la paternidad de Godoy eran ciertos.

LA PERFIDIA DE BONAPARTE


Sin embargo, en julio de 1820 otro decreto de las Cortes invalidó el anterior con este argumento ante el que ya nada pudieron alegar los carlistas: «Se ha examinado la proposición relativa a que por haber cesado las circunstancias políticas que obligaron a excluir al infante, se revoque aquella disposición, que se fundó en la necesidad de precaver una nueva perfidia de Bonaparte».

¿Cuáles eran esas «circunstancias políticas» que aconsejaron despojar al infante de sus derechos? Ni más ni menos que el riesgo de que un niño, como era entonces Francisco de Paula, pudiese ser utilizado en su provecho por el mismo Napoleón Bonaparte. Exactamente igual que hizo éste, aunque fuesen ya adultos, con Carlos IV y Fernando VII.

Recordemos que España había sido invadida por las tropas de Napoleón Bonaparte en 1812; un niño como Francisco de Paula podía haber caído entonces bajo la tutela e influencia de Napoleón, convirtiéndose en su marioneta.

Significaba eso que, en contra de lo que ansiaban los carlistas, la exclusión temporal de Francisco de Paula como sucesor al Trono no tuvo como base el «indecente parecido» con Godoy al que aludía lady Holland, sino la necesaria prudencia en aquellos críticos momentos para la nación. Contemplen si no el lienzo de Goya.



jueves, 23 de julio de 2015

Kenia descubre los restos de un gran barco portugués del siglo XV

Kenia descubre los restos de un gran barco portugués del siglo XV

Kenia descubre los restos de 

un gran barco portugués del siglo XV


Publicado por , 22 de julio de 2015

Un nuevo actor relevante en la disciplina, el país africano tiene ya una política arqueológica envidiable y sus arqueólogos han hallado un gran buque portugués, hundido hace 500 años, en las costas de Ngomeni. Llevan ya varias campañas de excavación. Las autoridades proyectan un museo en la zona, con ayuda financiera china y con grandes posibilidades turísticas. 

También Kenia tiene una política de arqueología subacuática de época moderna que desde España deberíamos considerar y aplaudir. No nos referimos en este caso a la labor de los arqueólogos, de la que en España tenemos grandes ejemplos de prestigio mundial, sino en la atención que los políticos demuestran ante la disciplina. Allí acaba de identificarse el naufragio más antiguo de sus costas, un gran barco mercante portugués hundido hace más de 500 años. Es el hallazgo más importante de la denominada Costa Swahili.

El arqueólogo César Bita muestra un fotomosaico del pecio Ngomeni al presidente keniano Uhuru Kenyatta y la primera dama Margaret Kenyatta en presencia del secretario de cultura Hassan Wario
El arqueólogo César Bita muestra un fotomosaico del pecio Ngomeni al presidente keniano Uhuru Kenyatta y la primera dama Margaret Kenyatta en presencia del secretario de cultura Hassan Wario (Foto aparecida en The Star de Nairobi)


Todas las naciones del mundo con rico patrimonio subacuático se han dado cuenta ya de la importancia para el conocimiento de la historia y para fomentar el turismo que tienen los restos naufragados de la época moderna. El arqueólogo keniano César Bita, del museo Nacional de Kenia, acaba de identificar, después de varias campañas, un importante barco portugués, probablemente el más antiguo descubierto en la región, en el condado marítimo de Kilifi. Las autoridades tienen claras las posibilidades del hallazgo para el futuro del país y la economía de la comunidad de Ngomeni, la ciudad más próxima al hallazgo. De hecho, con apoyo de su gobierno, se creará el museo de arqueología marítima en Kilifi, con ayuda para la financiación del Gobierno Chino. De hecho César Bita y su colega el arqueólogo Philip Wanyama han estado en los últimos años identificando posibles pecios en la costa entre Mombasa, Lamu y Malindi. Son los dos primeros especialistas en su país, decidido a dar un vuelco en el conocimiento de su patrimonio sumergido. Ambos han sido educados en China, país que tiene en marcha grandes proyectos como el maravilloso junco de Nanhai, está asesorando y equipando a la incipiente pero seria arqueología de Kenia, que dará mucho que hablar en los próximos años, vistos sus primeros resultados científicos.

Algunos de los objetos analizados en la campaña de este año en Kenia
Algunos de los objetos analizados en la campaña de este año en Kenia

Se trata de un buque importante, de origen portugués por los objetos excavados, que se hundió hace más de 500 años en la costa de Kenia. El pecio de Ngomeni se encuentra muy cerca de la orilla, a poca profundidad, y en un área bien protegida llamada Ras Ngomeni, del citado condado de Kilifi. La ciudad de la que el pecio toma nombre está a poca distancia de la costa y es accesible por carretera todo el año, algo importante para explotar las posibilidades de turismo.
Hundido antes que el pecio de Santa Antonio en Mombasa, el Ngomeni se conservaba perfectamente en el lecho marino, tanto el casco, con su base y las cuadernas y otros elementos intactos después de cinco siglos. Según los arqueólogos, estos restos a tan poca profundidad convierten el yacimiento en un lugar perfecto para un museo in situ visitable bajo el agua.

César Bita, arqueólogo subacuático de Kenia
César Bita, arqueólogo subacuático de Kenia, en el lugar del hallazgo del pecio Ngomeni

Entre los hallazgos César Bita destaca lingotes de cobre con el emblema de la casa Fugger, que son similares a los que fueron excavados en el pecio de Oranjemund de Namibia. “Como el pecio de Namibia fue correctamente identificado como portugués, los datos y análisis preliminares de los objetos hallados datan nuestro naufragio en los siglos XV o XVI, un momento en el que los portugueses dominaban el comercio en estas costas y controlaban las rutas en el Índico”, añade Bita.
Pero el jefe del servicio de arqueología subacuática del Museo Nacional de Kenia afirma que aún no pueden saber la envergadura total de la nave. “Solo hemos excavado una pequeña sección, planchas de madera de las que ha aflorado un espacio de 20 metros por 40, por lo que podemos afirmar que se trataba de un barco enorme. Solo lo sabremos cuando se haya excavado completamente y hallamos excavado los elementos que permitirán un análisis completo para saber si era más grande o no que el pecio de Namibia”, añade César Bita en una entrevista con “The Star” en Nairobi.

Bita junto a Hassan Wario, el secretario de Cultura que da apoyo al proyecto, en el lugar del hallazgo
Bita junto a Hassan Wario, el secretario de Cultura que da apoyo al proyecto, en el lugar del hallazgo

Bita está aplicando los más altos estándares a este proyecto, que figuran en el anexo de la Convención 2001 de la Unesco. De momento, asegura el arqueólogo, que es también secretario del comité de patrimonio cultural subacuático de África, el pecio será preservado in situ, pero investigándolo, con la posibilidad abierta en el futuro de convertirse en un museo bajo el agua, asequible a los buceadores de manera controlada. La conservación in situ, prevista en la Convención Unesco, cobra pleno sentido cuando el pecio se investiga y se comparte el conocimiento que atesoran sus restos y no cuando sencillamente se deja intacto y sin estudiar, como ha ocurrido con todo el patrimonio hispánico de época moderna. Es decir que conservación in situ no es olvido in situ. Nuestro país no tiene campañas en marcha para estudiar galeones, barcos de la Carrera de Indias no restos de las grandes batallas de la historia naval ibérica. Y como se demuestra en Finisterre o la costa Irlandesa, a veces los temporales remueven y destrozan el patrimonio sumergido, imposibilitando su estudio futuro.
Después de su estudio “el pecio ha sido cubierto de nuevo para su mejor conservación. Los objetos antiguos se conservan bien bajo el agua en condiciones estables, puesto que se aclimatan y porque bajo el limo existe muy poco oxígeno, por lo que han durado tantos siglos. En el momento que se extraen los elementos se deterioran rápidamente, por eso hemos preferido siempre la conservación in situ”. Pero una vez que se excave completamente el yacimiento, lo cual está decidido y presupuestado, “se explorarán todas las posibilidades, incluido su potencial turístico”, añadió.

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El piloto pesa el sol durante la navegacióin

Algunos objetos pueden ser trasladados a un museo, desde anclas de piedra, plomo, lingotes de cobre, loza islámica de la época, de color verde y negro, recipientes de madera, objetos de hueso y marfil, de acero, y un montón de objetos de los que habrá que eliminar concreciones.
Algunos objetos se han extraído para su estudio y están en periodo de conservación, en manos de químicos del departamento de Ciencia Nuclear, Minas y Geología de la Universidad de Nairobi. Todos los objetos están en el laboratorio del Fort Jesús Museum.
Las crónicas documentan un buen número de naufragios portugueses en las costas de Kenia, sobre todo en Mombasa y Malindi. A veces fue por errores de navegación, por la falta de cartas de la zona y en otras ocasiones por la acción de xilófagos o luchas.

sábado, 18 de julio de 2015

Julio Mayo: Guadalquivir misionero. Aportaciones de la Carrera de Indias a la definición de la religiosidad popular sevillana (siglo XVI)

GUADALQUIVIR MISIONERO

Aportaciones de la Carrera de Indias a la definición
de la religiosidad popular sevillana (siglo XVI)

JULIO MAYO
en ABC de Sevilla 15 de julio de 2015, pág. 28

El Río trajo tanta riqueza… que el brillo del oro y la plata relegaron al olvido funciones tan valiosas como la de haber sido, durante muchas décadas del siglo XVI, el principal puerto de partida para las expediciones de religiosos misioneros, encargados de evangelizar las tierras descubiertas. Hoy, festividad litúrgica de Nuestra Señora del Carmen, efectuamos esta evocación tan vinculada a las entrañas históricas del Guadalquivir, al hilo de la relación que guarda también con sus inmediaciones –aunque más cercana a nuestros días–, la devoción suscitada alrededor de un cuadro pequeñito de la Virgen marinera, colocado en una capillita callejera que se alza sobre el puente de Triana, como escribió que existía ya a mediados del siglo XIX el cronista González de León.

Desde que Sevilla y América abrazaron sus miradas, en 1492, nuestra ciudad detentó el monopolio mercantil de los negocios coloniales, convirtiéndose en la principal vía comercial del continente europeo y la mayor fuente económica de la corona española. Pero también se erigió en lugar obligado de embarque para el envío de las comitivas misionales, después de que el Papa pusiera en manos de los Reyes Católicos el gobierno de la organización eclesiástica de los territorios conquistados por Cristóbal Colón, mediante el Patronato Indiano, en cuyo organismo desempeñó un papel determinante la Iglesia de Sevilla. Además, las campañas misionales de la primera mitad del siglo XVI fueron costeadas íntegramente por el Estado, que financió la fundación de templos, y su dotación ornamental, con los presupuestos de la Casa de Contratación de Sevilla. Desde luego, en aquellos años éramos el primer centro religioso del país, por encima del mismísimo Toledo.

La subida de los religiosos a las naos se solía consumar con gran solemnidad y bajo el ejercicio de algunas prácticas cultuales, correspondientes al riquísimo programa de la piedad popular local, pues la cercanía de los frailes con el pueblo siempre fue mucho mayor que la del clero secular y catedralicio. Aquellas expediciones misioneras, narran los documentos del Archivo General de Indias, tenían como costumbre ir en procesión desde el convento de su propia orden, donde los padres habían permanecido alojados a la espera de que zarpasen los galeones durante algunos días, o también algunos meses. 

Cuando llegaba el día de la partida, el cortejo desfilaba con paso lento, entonando con gran dramatismo invocaciones, súplicas, rogativas, aves marías y letanías lauretanas por las explanadas de San Telmo hacia la Torre del Oro, en donde uno de los padres misioneros pronunciaba una plática de despedida. De fondo el repiqueteo de las campanas de sus conventos, las de la Catedral y la esquila de alguna que otra iglesita. Estaban muy familiarizados los frailes con el entorno del Río, porque concurrían con frecuencia a pedir limosnas y poner huchas en nombre de sus conventos. Por lo común, se hallaba presente el Comisario General de Indias, quien en el momento del embarque de la misión que le correspondiese se despedía de todos los miembros otorgándoles la bendición papal. El instante de la partida era emocionante porque los misioneros se despedían como si fuera para la eternidad. Este acontecimiento constituía todo un espectáculo, seguido por multitud de personas que se arracimaban en el puerto, e incluso se extendían por las orillas hasta la salida de Sevilla.


Los expedicionarios, de gran formación teológica y humanística, se nutrieron de la forma de vida y el estrecho vínculo que sus respectivas órdenes mantenían aquí con el pueblo. Varios documentos de los siglos XVII y XVIII desvelan cómo los misioneros empleaban para seducir a los indígenas ciertas fórmulas propias de la religiosidad popular sevillana, como método pastoral para adoctrinarlos en el credo católico. A los nativos de aquel continente les atraían cuestiones relacionadas con la Pasión, la estética del dolor plasmado en las imágenes de Cristo y la Virgen y el ritual de las procesiones. Bien es cierto que nuestra Semana Santa se formalizó como la conocemos hoy a partir del Concilio de Trento (1545-1563), pero probablemente, en las primeras décadas del Quinientos, tuvieron que influir bastante en la definición de muchas formas externas de nuestra piedad popular otras prácticas paralitúrgicas, ejercitadas por los componentes de aquellas legiones de misioneros y frailes de los conventos sevillanos. 

Aunque, con anterioridad a la irrupción de la Carrera de Indias, Sevilla fue ya una ciudad conventual, a partir de la segunda mitad del siglo XVI comenzó a incrementar el número de conventos, gracias a la inversión del capital indiano recibido por parte de algún benefactor acaudalado. Fue en el siglo XVII cuando, al contar ya con representación masculina de casi todas las órdenes religiosas (franciscanos, cartujos, trinitarios, jerónimos, benedictinos, dominicos, carmelitas calzados, jesuitas, hospitalarios de San Juan de Dios, mínimos, mercedarios, agustinos, camilos, filipenses y capuchinos), y otras muchas de ellas del ámbito femenino, terminó de alcanzar su definitiva identidad como una de las más destacadas ciudades conventuales barrocas de toda Europa. 

Este carácter conventual no sólo incidió en la fisonomía morfológica de nuestro mapa urbanístico, sino que repercutió sobre todo en la elevación de su nivel cultural, sobredimensionado hasta unos límites insospechados. El trasiego junto con el ir y venir de tantos hombres entregados a la catequesis y a la enseñanza, que llevaron allende los mares el habla, tradiciones y costumbres de esta tierra, sabemos hoy que sirvieron para componer el monumental mosaico de expresiones tan plurales que definen a Sevilla.

América rezaba en sevillano

Las primeras diócesis de América (México, Santo Domingo y Lima) se crean como sufragáneas de la Santa Iglesia Metropolitana de Sevilla, también Patriarcal porque ejerció todo el control, por encima de la primada de Toledo, de las iglesias americanas, las de Gran Canarias y Filipinas. Todas se regían por el ceremonial sevillano, reglamentado por el Cardenal y Cabildo catedralicio, a través de los Sínodos y Concilios provinciales. Los obispos que iban destinados al Nuevo Mundo solían consagrarse en nuestra Catedral. Al modo de nuestra tierra, se ordenaban bajo el modelo hispalense los rezos, oraciones, cantorales, celebraciones eucarísticas, rituales, administración de los sacramentos (bautismo, matrimonio, comunión y entierro) y toda la liturgia en general de los templos del Nuevo Mundo, cuando iniciaron sus primeros pasos. 

El Archivo de la Catedral de Sevilla posee testimonios documentales sobre consultas realizadas por las autoridades eclesiásticas de las diócesis transoceánicas sobre cómo había de regirse la liturgia en sus jurisdicciones. Aquellos feligreses tuvieron que oír, en innumerables ocasiones, de labios de los predicadores hablar del sentimiento con el que los sevillanos vivían la fe. A partir de 1546, cuando se formalizan las diócesis de México, Santo Domingo y Lima, cesó la dependencia sevillana. No obstante, el influjo se mantuvo, como lo corroboran la persistencia de devociones populares importadas desde aquí y las procesiones, que tanto calaron en América.

Principales devociones marianas importadas desde Sevilla al Nuevo Mundo en el siglo XVI

Victoria (de los Mínimos de Triana), Buen Aire (de los Mareantes, que pasó después a la capilla de San Telmo); Coral (pintura mural gótica en San Ildefonso), Inmaculada Concepción «Sevillana» (hoy en San Buenaventura), Merced (Casa Grande, ahora en manos de las Mercedarias en su convento en la Barqueta), Roca Amador (pintura mural gótica en San Lorenzo), Guadalupe (cuadro de la Catedral que es copia de la extremeña, en paradero desconocido), Hiniesta (San Julián), Antigua (Catedral), Sede (Catedral) y Reyes (Catedral), Consolación (Utrera)


JULIO MAYO,  HISTORIADOR

lunes, 6 de julio de 2015

Pelayo FERNÁNDEZ GARCÍA: Las reflexiones militares del Marqués de Santa Cruz de Marcenado y su influencia más allá de las fronteras nacionales


 

LAS REFLEXIONES MILITARES DEL MARQUÉS DE SANTA CRUZ DE MARCENADO Y SU INFLUENCIA MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS NACIONALES

Autor/es
Fernández García, Pelayo
Fecha publicación
2015
ISBN
978-84-9091-042-9 (edición libro-e)
NIPO (en papel)
083-15-048-6 (impresión bajo demanda)
NIPO (en línea)
083-15-049-1 (edición libro-e)

Álvaro Navia Osorio y Vigil (1684‐1732), tercer marqués de Santa Cruz de Marcenado, destacó ampliamente en el campo militar y de las letras. Sus campañas militares en favor de la causa borbónica durante la Guerra de Sucesión española, su heroica muerte defendiendo la ciudad de Orán, y en especial la escritura de sus Reflexiones militares son algunos de sus mayores logros. Su posición privilegiada en la política española y en círculos intelectuales durante sus servicios en Turín (donde escribió sus Reflexiones e intentó sacar adelante un proyecto de Diccionario universal previo a la Enciclopedia francesa) enriqueció su obra, que se convirtió en un auténtico libro de referencia en la Europa de su época.

Más allá de la excelente reputación de su obra dentro de España, la influencia global de la misma fuera de su país de origen aún estaba por estudiar en profundidad. Tras un análisis de su biografía y el contenido de la obra, el presente estudio pretende, mediante el análisis de las múltiples traducciones de las Reflexiones y su extensión geográfica, entender su papel en la tratadística militar que le precedió, y hasta qué punto sus ideas pudieron perdurar e influenciar en los siglos que le sucedieron.