lunes, 28 de septiembre de 2015

IX Ciclo de Conferencias Magistrales de Carmona (2015-2016)


IX Ciclo de Conferencias Magistrales de Carmona. 

Del 14 de octubre de 2015 al 28 de enero de 2016.

Hora: 20 horas. Lugar: Aula "Maese Rodrigo" 

(Antigua Capilla del Hospital de San Pedro, c/ San Pedro - Carmona).


domingo, 27 de septiembre de 2015

Mª Teresa Ruiz Barrera. Auge, ocaso y pervivencia de hermandades mercedarias de gloria. Devoción, historia y arte en la archidiócesis de Sevilla

Auge, ocaso y pervivencia de hermandades mercedarias de gloria. 

Devoción, historia y arte en la archidiócesis de Sevilla 

Mª Teresa Ruiz Barrera 

Doctora en Historia 

en 

 Anuario de Estudios Teológicos de Sevilla. Cátedra "Beato Marcelo Spínola".

Vol. VIII. Año 2015, pp.213-246.


Resumen: 

El deseo del artículo es exponer algunos datos sobre hermandades letíficas nacidas bien en conventos mercedarios y mercedarios descalzos de la provincia sevillana bien amparadas por ellos, desde Sevilla a Utrera pasando por Écija, El Viso del Alcor, Fuentes de Andalucía, Lora del Río, Mairena de Aljarafe, Morón de la Frontera y Osuna. En su mayoría se llamaron “esclavitudes” y tenían como titular a Nuestra Señora de la Merced. Otras, nacieron para dar culto a distintos santos relacionados con ambas órdenes mercedarias. Actualmente tan solo tres perviven.

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jueves, 24 de septiembre de 2015

Julio Mayo.- JUNÍPERO SERRA Y JUAN RAMOS DE LORA

JUNÍPERO SERRA Y JUAN RAMOS DE LORA

Dos métodos pastorales diferentes para las misiones de California

JULIO MAYO

En su viaje a los Estados Unidos, el Papa Francisco acaba de hacer santo al misionero fray Junípero Serra (1713, Petra (Mallorca) – 1784, Monterrey (California), uno de los españoles más célebres de Norteamérica debido al protagonismo que desempeñó en la construcción de California, como fundador de las «Misiones» que dieron como origen a las ciudades californianas de San Francisco, San José, Monterey, Santa Bárbara, Los Ángeles o San Diego.

Fray Junípero recibió inicialmente una valiosa ayuda en sus labores de adoctrinamiento y civilización de parte del franciscano sevillano, nacido en Los Palacios, fray Juan Ramos de Lora. Ambos formaron parte de una expedición de misioneros franciscanos que partió de Cádiz hacia América del Norte en agosto de 1749. Llegaron al puerto de Veracruz de México, a finales de diciembre del mismo año, y se alojaron en el colegio mexicano de misioneros de San Fernando.


Junto a ocho compañeros más se esmeraron en preparar una Misión en Sierra Gorda, de Querétaro, que fue donde iniciaron su carrera misionera. Después de que frailes de otra orden religiosa fracasasen, los misioneros dirigidos por fray Junípero supieron adaptarse para aprender la lengua de los nativos, tradujeron textos religiosos al idioma de los indígenas, les enseñaron a cultivar la tierra, a montar granjas, instalar talleres e iniciarlos en las artes y el comercio, todo ello, además de adoctrinarlos en los principios de fe católica. De unas tierras prácticamente salvajes consiguieron crear un enclave bastante productivo. El mismo grupo de misioneros cooperó, en 1758, al frente de la Misión de Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol. Ramos de Lora trabajó durante seis años en este proyecto. En aquel período de tiempo se construyó su templo parroquial, en la diócesis de Querétaro (México), aunque el acto fundacional oficial de aquella iglesia corrió a cargo de fray Junípero en 1767.

Las Misiones de California

Después de la expulsión de los jesuitas por Carlos III (1768), las misiones de la baja California quedaron en manos de los frailes franciscanos comandados por fray Junípero Serra. Pese a la edad bastante gananciosa que tenía ya el padre Serra, éste se encargó a de tutelar a doce frailes (siete voluntarios y cinco misioneros de Sierra Gorda) bien experimentados que habían mantenido una intensa actividad entre los indios durante doce años, entre los que se encontraba el palaciego fray Juan Ramos de Lora.

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Con el nombre de «Misiones» se conocía al perímetro territorial en el que quedaba establecido el templo, así como a todo el ámbito poblacional en el que los frailes desarrollaban sus tareas de cristianización y civilización. A propuesta de la autoridad civil española, se procedió a transformar las misiones en asentamientos poblacionales, o pueblos, propiamente dicho. Por esta razón, estos religiosos misioneros se convirtieron en auténticos diseñadores de las nuevas sociedades en el Nuevo Mundo, durante el transcurso de aquel siglo XVIII.

La primera de las establecidas por fray Junípero Serra fue curiosamente la de San Diego de Alcalá, en homenaje al santo franciscano sevillano, dando origen, por tanto, a la ciudad de San Diego (1769).

El ejercicio de los misioneros no quedó circunscrito exclusivamente a la difusión del evangelio, sino que también consistió en difundir, entre los indios, un sistema productivo que fuese autosuficiente de cara a un nuevo modo de supervivencia. Aunque fuesen los frailes los principales agentes dinamizadores de las misiones californianas, la fundación de nuevas poblaciones y planteamientos agropecuarios difundidos por los religiosos, no cabe duda de que siguieron muy de cerca el modelo español de colonización promovido en las nuevas poblaciones de Andalucía y Sierra Morena, junto a la reforma agraria emprendida por el ilustrado Pablo de Olavide. 

Misiones y pueblos cobraron una relevancia especial para la Corona española, como parte de la estrategia globalizadora planificada desde Madrid, en un momento histórico en el que España luchaba todavía por mantener vivo su imperio en América y Sevilla rivalizaba con Cádiz por el control del monopolio comercial de las Indias. Hoy forma parte del legado cultural español toda la obra de aquellos franciscanos que tanto ayudaron a labrar también la propia identidad de la California moderna.

Religiosidad popular en la evangelización de Norteamérica

España siempre ha sido una primera potencia cultural, en cuyo mérito ha tenido muchísimo que ver nuestra ciudad de la Giralda. Se valieron los religiosos misioneros de algunos de los ejercicios y prácticas cultuales, propias del devocionario popular hispalense, como método pastoral para extender la creencia católica sobre los nativos californianos. Fray Junípero atesoraba importantes dotes como predicador y sus biógrafos destacan cómo se valió de muchos ejercicios pasionistas, relacionados con el tiempo cuaresmal de la Semana Santa, para ganarse el corazón de los indígenas, por lo que el sistema de adoctrinamiento empleado se alejaba bastante del ideal ilustrado que ya, en el último tercio del Setecientos, comenzó a difundirse desde las altas esferas eclesiásticas de nuestra península ibérica. 

El contacto con el pueblo les hacía ver a los misioneros una realidad totalmente distinta a la que los doctores de la Iglesia pretendieron imponer. Por diversos documentos sabemos que los nativos de aquellos lugares mostraron una mayor complicidad con los franciscanos, a quienes le mostraban una mayor obediencia, por lo que los métodos puestos en práctica por fray Junípero, y su equipo, fueron muy eficaces.

Métodos pastorales de Junípero Serra y Ramos de Lora

Sobre las misiones llevadas a cabo en California se conserva un extenso informe enviado por Ramos de Lora al Virrey, Antonio María de Bucareli y Ursúa (Sevilla, 1717- México D.F., 1779), fechado en 1772 cuando el noble sevillano había sido recién nombrado para el desempeño de su cargo en Nueva España. Al margen de las acciones pastorales realizadas por los frailes, esta carta de Ramos de Lora ha servido para conocer ciertos detalles de actividades colonizadoras de carácter civil, encaminadas a obtener el mayor rendimiento de los recursos naturales de aquellos asentamientos, como por ejemplo el refinamiento de las minas de oro y plata.

Con independencia de las actividades religiosas, los padres misioneros se empleaban como maestros y auténticos agentes civilizadores. El método de fray Junípero abogaba por transmitir sus enseñanzas de modo pacífico. Supo tratar a los nativos con sencillez y humildad, en su propósito de hacerlos cristianos. Desde que los jesuitas fueron expulsados en 1768, hasta el año 1772, fueron cuatro los años que fray Juan Ramos de Lora estuvo vinculado a las misiones californianas.

Cada fraile entendía de modo diferente la transformación de las sociedades indígenas, en su afán de educarlos y moralizarlos. Fray Junípero sustentó su método de trabajo en una estrecha convivencia con los indios, a fin de acercarlos a la salvación de sus almas, mientras que Ramos de Lora le otorgó gran prioridad al carácter formativo de los nativos y a los cambios de los hábitos y costumbres de los indios. Este último fraile asume en su trabajo pastoral las ideas ilustradas de mostrar una religión despojada de instrumentos devocionales de la religiosidad popular, herramientas esenciales usadas por fray Junípero para acercarse a las comunidades indias. Los ilustrados veían en la religiosidad popular una acusada falta de compromiso moral y consideraban que aquellas expresiones estaban algo alejadas de una depurada espiritualidad evangélica. El pensamiento ilustrado trató de combatir el barroco artístico y religioso, aunque no con mucho éxito.

Las discrepancias entre Junípero y Juan Ramos de Lora se hicieron patentes cuanto que llegaron a Loreto, en el sur de California. El padre Serra repartió a los misioneros y envió a fray Juan Ramos a la Misión del Pilar, o «Todos los Santos», en la parte meridional de California, con el encargo de que no modificase nada hasta que no llegase el visitador general Gálvez, enviado por Carlos III. Este enfrentamiento obligó al Virrey Bucareli a enviar al norte de California a fray Junípero, y al sur, a fray Juan Ramos, que luego pasaría al convento de los misioneros de San Fernando. El misionero de Los Palacios se quedó apartado, así, de los pobladores nativos, pese a que el mismísimo Gálvez alabase en un informe el modo ejemplar de comportamiento del palaciego con los indios.

Cuando Ramos de Lora regresó en 1772 al colegio misionero, comenzó una nueva etapa como vicario de la comunidad franciscana, hasta que en 1783 fue nombrado por Carlos III como obispo de la recién creada diócesis de Mérida de Maracaibo. De este modo, terminó ocupando la Mitra y pasó a la historia desde los Andes, como hombre visionario, sembrador de una fertilísima semilla cultural que selló, además, la vocación estudiantil de Venezuela.

FRAY JUAN RAMOS DE LORA
(Los Palacios, Sevilla, 1722 - Mérida de Maracaibo, Venezuela, 1790)

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Juan Manuel Antonio Ramos de Lora, nació el 23 de junio de 1722, del matrimonio formado por don Manuel Ramos y Bárbara María de Lora, donde fue bautizado cinco días más tarde en la Parroquia de Santa María la Blanca, donde se conserva asentada su partida bautismal en el libro número 13 de Bautismos, al folio 125 vuelto del año en cuestión. Su primer apellido corresponde a una antigua familia de Los Palacios, aunque guarda parentescos con los Ramos utreranos, mientras que su madre, Bárbara María de Lora, es descendiente del que fuese Alguacil mayor de Villafranca de la Marisma, Francisco de Lora, nombrado en la cédula real otorgada por Felipe IV, fechada el 21 de marzo de 1630.
Su carrera como religioso franciscano comenzó cuando ingresó como novicio en el convento de San Antonio de Padua de Sevilla, a los 15 años, donde estudió gramática y humanidades. Profesó como religioso de coro el día 19 de febrero de 1743. Cuando contaba con veinticuatro años, este franciscano de la provincia de Ángeles se ordenó como sacerdote, en el colegio del Santo Ángel de los carmelitas descalzos, el sábado 24 de septiembre de 1746. Con veintisiete años se embarcó en el puerto de Cádiz hacia América como misionero (1749). Hasta 1772 formó parte del grupo misional de fray Junípero. Luego se separaron y terminó siendo nombrado obispo de una ciudad venezolana (1783–1790). Su gran obra fue la fundación del Seminario de Mérida (1787), a cuyo centro donó su biblioteca particular integrada por 600 obras. Al calor de este Colegio se fundaría luego la universidad de los Andes.



UN VIRREY SEVILLANO EN NUEVA ESPAÑA

Fray Junípero Serra y Ramos de Lora mantuvieron con el Virrey, don Antonio María de Bucareli, una relación muy estrecha, pues la coordinación gubernamental fue realmente constante y minuciosa. El Virrey designó en 1775 como gobernador de las Californias a Felipe de Neve, hijo del sevillano Felipe de la Neve Noguera, con quien también se cruzaron numerosos documentos los religiosos misioneros. Cuando falleció el Virrey sevillano lo sintió muy profundamente el padre Serra, quien siempre lo mantuvo informado al detalle del estado de las misiones, acuartelamiento de soldados en los presidios, así como de las carencias que padecían los asentamientos poblacionales.

domingo, 20 de septiembre de 2015

El Giraldillo, ¿una alegoría del poder de Felipe II?

El Giraldillo, ¿una alegoría del poder de Felipe II?

El historiador Julio Mayo cree que la figura que corona la Giralda no representa al Coloso de la Fe Victoriosa, sino al «Coloso de las Victorias de la Fe», aquel rey en cuyo imperio no se ponía el sol

Las mismas palabras, pero en distinto orden, pueden encerrar significados muy distintos. Eso es lo que plantea Julio Mayo en la investigación que está llevando a cabo sobre el Giraldillo, la veleta que reina sobre el cielo de Sevilla desde el siglo XVI. «Creo que no es el Coloso de la Fe Victoriosa, sino el Coloso de las Victorias de la Fe, el “Señor del mundo” como se denomina a Felipe II en la inscripción de la Giralda», asegura.
El historiador andaluz se refiere a la inscripción latina que hoy apenas puede leerse desde un andamio, en la cara norte de la torre junto a la puerta llamada del Lagarto. El canónigo Francisco Pacheco, tío del pintor que fue suegro de Velázquez, escribió aquel texto tras las obras de remodelación de la Giralda que finalizaron en 1568. En él da cuenta de cómo se recreció la torre de la catedral sevillana con un remate «de cien pies» sobre el cual mandaron instalar el «Victricis Fidei Colossum» giratorio hacia todas las regiones del cielo para detectar la tempestad «siendo losamos del mundo Pío V, óptimo Sumo Pontífice, y Felipe II, augusto, católico, piadoso, feliz, victorioso, padre de la patria» (traducción de José Solís de los Santos).
ABC
La Giralda y la Torre Pelli
El erudito Antonio Ponz, que dio cuenta de esta obra llevada a cabo por el arquitecto cordobés Hernán Ruiz II en su «Viage de España» (1777), detalla esas victorias obtenidas durante el reinado del hijo del emperador Carlos I, entre ellas laconquista de Florida por Pedro Menéndez de Avilés en 1565 cuyo 450 aniversario se ha festejado en estos días con la presencia de los Reyes en Estados Unidos.
«La Giralda se recrece en conmemoración de las victorias de Felipe II contra el luteranismo», sostiene Julio Mayo. Después de su ampliación y elevación en 1568 se convierte en «el mejor símbolo de la absoluta hegemonía y fortaleza del Imperio Español (como Turris Fortissima)», según este historiador.
«El Giraldillo es una alegoría de esas victorias, es una figuración velada de Felipe II», defiende consciente de que su hipótesis choca con la idea que se ha creído hasta ahora. El libro de Adventicios de la Catedral (26 de julio de 1568) señala que la figura «tiene por nombre la Fe, triunfo de la Iglesia».
«No muestra ninguna virtud teologal de la Fe», señala sin embargo Mayo, recordando el estudio realizado por María Fernanda Morón. La directora del departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla reveló que a excepción de la delgada cruz que forma el remate del estandarte, «único atributo que le sería propio», el Giraldillo «no lleva ni el cirio encendido, ni una iglesia por tiara, ni el libro de los Evangelios o las Tablas de la Ley en sus manos, ni por supuesto el cáliz, símbolo obligado y fundamental de esta época».
Para Morón, la escultura fue concebida como símbolo de la fortaleza, con sus leones en el calzado, la torre a sus pies y el lema «Turris fortissima» del remate. Fueron a su jucio los acontecimientos históricos que tuvieron lugar durante las obras los que propiciaron el cambio por la virtud teologal de la Fe.
Julio Mayo se pregunta, sin embargo, por qué si la veleta representaba la Fe (o la fortaleza), y siendo la figura de una mujer, recibió popularmente el nombre masculino del Giraldillo.

La torre más alta del mundo

«La escultura se colocó en la torre más alta del mundo en aquel momento, gobernando el cielo de Sevilla y el cielo de la España Imperial. ¿Y a quién se piropea en la inscripción? ¡Al victorioso padre de la patria, el Señor del Mundo! El Giraldillo es una alegoría de las victorias que ha conseguido Felipe II», sostiene el historiador, que alude a la biografía «Felipe II, el Señor del Mundo», de Hugh Thomas.
Mayo admite que es «una propuesta de trabajo» que pretende acreditar documentalmente investigando el dinero que otorgó la Corona para realzar la Giralda y quiénes construyeron el remate. «Tuvo que ser gente de la mar, familiarizada con trinquetes y mástiles, los que treparon y prepararon el andamiaje en la torre y los que subieron el Giraldillo a lo más alto», sospecha el historiador que pretende interconectar y cruzar más fuentes documentales, como los celularios del Consejo de Indias, los acuerdos capitulares del Ayuntamiento de Sevilla o protocolos notariales.
De confirmarse sus sospechas, cree que «sería una gran contribución porque sería un símbolo fundamental para la historia de la España Imperial». La Fe Triunfante que siempre se ha creído que representaba la escultura en bronce fundida por Bartolomé Morel se fijaría así en un momento concreto de la historia, el reinado en el que no se ponía el sol, cuando Monarquía e Iglesia eran uno.
«No tengo por qué tener razón, pero es una propuesta novedosa que merece la pena investigar», afirma.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Presentación de la ASOCIACIÓN "XEREZ EQUITUM" de Jerez de los Caballeros (Badajoz)

 D. Rogelio Segovia como Pte. de la ASOCIACIÓN "XEREZ EQUITUM" 
de Jerez de los Caballeros, nos envía la invitación de la presentación de la misma.




"Estimado amigo/a:

Sería un placer contar con tu presencia en el acto de "Presentación a la ciudadanía" de "Xerez Equitum. Asociación histórica", de la que soy presidente, con la intención de explicar las finalidades y las líneas de actuación de la misma, al mismo tiempo que invitarte a que participen en las actividades que se están programando. 

Este acto de presentación se realizará el próximo viernes día 18 de septiembre en el Auditorio del Centro Cultural "San Agustín" (Casa de la Cultura) a las 20:30 horas.

Te adjunto un documento en pdf del cartel anunciador del evento.

Esperando contar con tu presencia, aprovecho este mensaje para enviarte un afectuoso saludo.

                  Rogelio Segovia Sopo, Presidente de "Xerez Equitum".

Julio Mayo: Sevilla, en el origen de los Estados Unidos ( ABC de Sevilla, 15 de septiembre de 2015 )

La huella hispana en Norteamérica

SEVILLA, EN EL ORIGEN DE LOS ESTADOS UNIDOS

El fundador de San Agustín, la primera ciudad de Estados Unidos, 
maduró su plan en la cárcel de las Atarazanas hace 450 años

POR JULIO MAYO

ABC de SEVILLA, Martes 15 de septiembre de 2015, pp. 26-27




Ahora que los Reyes se disponen a celebrar con su presencia la huella hispana en los Estados Unidos y, más concretamente, el inicio español de la primera ciudad fundada en aquel territorio, la de San Agustín de la Florida hace 450 años, sería importante recordar la vinculación histórica que la entrelaza con Sevilla, en la que su conquistador Pedro Menéndez de Avilés organizó todos los detalles de la expedición que consiguió la victoria en aquellos territorios norteamericanos. Llegó a ser tan notoria la repercusión del triunfo que hasta la mismísima Giralda fue elevada, y recrecida, en conmemoración de las distintas victorias conseguidas por España en aquellos tiempos, como refiere algún historiador de siglos pasados.

Un buen número de documentos de los Archivos Generales de Simancas y de Indias, así como del de Protocolos Notariales de nuestra ciudad, acreditan la estrechísima relación que Menéndez de Avilés mantuvo con esta metrópolis hispalense durante los años previos a su intervención militar, como capital funcional que fue Sevilla del Imperio español en la Carrera de Indias, al tiempo que desvelan detalles relevantes sobre el respaldo institucional que, por mandato del rey, le ofrecieron la Casa de la Contratación y el Consejo de Indias, así como todo el apoyo eclesiástico, financiero, naval y humano altamente especializado que, para poder consumar con éxito la ocupación de aquella península de América del Norte, ocupada por una colonia de franceses luteranos, únicamente era posible encontrarlo, dentro del país, en las riberas sevillanas del Guadalquivir del entorno de la Torre del Oro.




Seducido por ambiciones patrióticas, como las de ayudar a construir el primer imperio global de Felipe II, favorecer el crecimiento del catolicismo, controlar también un enclave geoestratégico esencial del entramado marítimo del Nuevo Mundo, como era aquella península de América del Norte; junto a otras motivaciones de índole particular, como el derecho de explotación de industrias en las tierras que llegase a conquistar, el hábil marino don Pedro Menéndez –también sobresaliente arquitecto naval–, proyectó organizar un sistema de flotas que, partiendo desde distintos puertos de nuestro país, pudiese finalmente reagruparse en Canarias y continuar hacia Norteamérica.

Como las embarcaciones de gran tonelaje no podían partir de Sevilla debido a la escasa profundidad del río en determinadas zonas de su curso hacia la desembocadura, fue muy habitual que los expedicionarios, y soldados que conformaban la Armada, se trasladasen por caminos terrestres para embarcar en las costas onubenses o gaditanas, con todo su equipaje, desempeñando sus puertos la misma función que cumple hoy el Cabo Cañaveral estadounidense en el lanzamiento de los cohetes y transbordadores espaciales. 

Precisamente, el jefe general de la Armada Menéndez de Avilés zarpó desde Cádiz el 28 de junio de 1565 al frente de un grupo de naos y chalupas, después de conseguir organizar su sistema de flotas en Sevilla, una vez que la Corona ordenó a la Casa de la Contratación que se le concediese una cuantiosa financiación económica. Pero en Sevilla no todo fueron facilidades. Antes, fue necesario que el mismísimo rey interviniese para sacarlo de la cárcel de las Atarazanas, donde se encontraba preso con su hermano Bartolomé Menéndez por haber introducido cantidades de plata sin legalizar procedentes de América.

En ocasiones anteriores se había encargado ya Avilés de capitanear barcos de la Armada, que custodiaban a las naves que venían cargadas de oro y plata desde Tierra Firme, con cuyos metales preciados se realizaba la acuñación de monedas españolas. Por esta razón, el general conocía mejor que nadie la potestad económica del medio sevillano, como una de las plazas mercantiles más poderosas de Europa, desde donde se dirigía la economía de medio mundo. La permisividad con la que las autoridades de la Casa de la Contratación actuaban en Sevilla, sobre los negocios del dinero, respecto al negocio colonial, hizo que nuestra ciudad llegase a convirtiese en una plaza de altísimo poder financiero, similar a la actual «City de Londres». 

Sólo en ella podía encontrar Menéndez Avilés a banqueros como Domingo de Ocariz, con quien consta documentalmente haber negociado ciertos préstamos para su empresa conquistadora de la Florida; en ella podía recibir el apoyo de hombres de negocios influyentes como Gaspar de Astudillo (mercader burgalés) y Juan Antonio Corzo, quienes actuaron como fiadores suyos cuando estuvo encarcelado; y en ella llegó a alcanzar la colaboración inversionista de un mercader alemán residente en la ciudad para acometer su particular proyecto empresarial, una vez que realizase la conquista.



Los mejores pilotos y cosmógrafos del momento trabajaban para la Casa de la Contratación, por lo que don Pedro pudo recabar en esta tierra un valioso asesoramiento técnico para su navegación; consiguió además unos testimonios privilegiados de tres reclusos franceses mandados traer por el gobernador desde aquel lugar norteamericano, y a los que llegó a conocer cuando estuvo preso en las Atarazanas, utilizándolos para preparar el abordaje y consumar el asedio de unos parajes tan difícilmente accesibles. No tuvo más remedio Menéndez de Avilés que venirse a elaborar el diseño de su proyecto conquistador a este lugar, porque Sevilla también era el principal centro receptor de noticias provenientes del Nuevo Mundo. Gracias a esta circunstancia llegó a enterarse de que se había apoderado de aquel lugar un grupo de luteranos. La intervención militar en la Florida estuvo principalmente legitimada por la defensa del cristianismo ante el avance protestante, acaparando la Iglesia de Sevilla un gran peso específico en la dirección espiritual de la expedición. Fue la fundación de San Agustín un acto de la propia Iglesia sevillana, que bendijo el nacimiento de una nueva población en el Nuevo Mundo, bajo unos rituales litúrgicos que se exportaron a aquel continente desde el principal templo sevillano.


 Y no deja de ser curioso que, cuando España no necesitaba más territorio porque todavía poseía extensiones enormes por civilizar, centró su atención en hacerse con el control de una de las zonas, eso sí, más estratégicas de aquellos mares, desde el punto de vista económico y financiero. Perseguía el estado español el dominio de la Florida, pese a las miradas desafiantes de Francia e Inglaterra, pues muchos de nuestros barcos cargados de oro y plata no llegaban a la península ibérica, después de ser interceptados por los piratas. La victoria obtenida en aquel emplazamiento, que ayudaba a asegurar el tráfico naval, hubo de ser muy celebrada en Sevilla por la gran repercusión económica que supuso para los intereses españoles. Y fue la Iglesia de Sevilla la institución que con mayor júbilo manifestó su alegría. Hemos documentado que en la Catedral llegaron a bautizarse, con solemnísimos ceremoniales, hasta cinco indios de la Florida que se trajo Menéndez de Avilés al regreso de su primer viaje, a semejanza de los indígenas que Cristóbal Colón llevó a bautizar al santuario extremeño de Guadalupe (a tenor de muchas de sus acciones, el capitán asturiano creía encarnar al mismísimo Almirante).


El erudito Antonio Ponz recoge en el tomo VIII de su «Viage de España» (1777) que el éxito lo festejó la Iglesia de Sevilla elevando su principal torre «unos cien pies», con ocasión de los triunfos del catolicismo sobre el luteranismo. Además, nosotros hemos constatado por la inscripción recordatoria de la obra de ampliación de la Giralda, fechada en 1568, que las máximas autoridades eclesiásticas le dedicaron al entonces «Señor del Mundo» –designación conferida a Felipe II por el hispanista Hugh Thomas–, unos piropo tan encendido como el de «victorioso padre de la patria». Produce, por ello, un gran sinsabor que Sevilla haya estado ausente en la efeméride del hispanismo de la primera potencia mundial y mucho más después de saber que nunca se ponía el Sol en un Imperio que tuvo centralizados casi todos sus poderes fácticos y económicos en esta Híspalis nuestra, un paraíso distinto al de los enclaves exóticos de las Antillas, las Bahamas, el Caribe o el área de la isla Florida, pero desde el que irradiaba todo el brillo de la luz que posibilitó la iniciación política y sociocultural de los Estados Unidos.


Julio Mayo, Historiador

juliomayorodriguez@gmail.com

Consolación de Utrera unida al principio de los Estados Unidos

La Virgen de Consolación y los Estados Unidos quedaron vinculados después del milagro providencial que Menéndez de Avilés atribuyó a la Madre utrerana, en el momento que uno de los barcos dirigidos por él mismo se encontraba dispuesto ya para entrar en la orilla de la Florida. En aquel momento no llevaban armas suficientes para hacer frente a dos navíos luteranos que se aproximaban y en el aprieto, relata en su Diario de Navegación el capellán López de Mendoza: «pusiéronse en oración a Nuestra Señora de Consolación, que estaba en Utrera, pidiéndole socorro de un poquito de viento, porque ya los franceses venían sobre ellos, y pareció que ella mesma llegó al navío, y con un poquito de viento que se bulló, entró el navío por la barra». 

A inicios del siglo XVII, el historiador Rodrigo Caro resaltó ya la cualidad protectora de Consolación frente al avance de los protestantes. La devota imagen se hizo famosa en la segunda mitad del siglo XVI, a partir del crecido culto e imploraciones que comenzó a recibir de muchos viajeros y soldados de la Armada española, cuando transitaban el camino terrestre que unía Sevilla con los puertos gaditanos, y pasaban por Utrera, para embarcar rumbo a América. Es muy sintomático que la primera misa celebrada en la Florida se oficiara el 8 de septiembre de 1565 (primer año en el que comenzó a celebrarse en Utrera la festividad de Consolación, antes conmemorada en marzo), produciéndose con el otorgamiento del acta fundacional el nacimiento del «Fuerte y Misión» de San Agustín. Con este hecho, Consolación de Utrera pasó a convertirse en el primer referente mariológico invocado por la Iglesia española en Norteamérica.


Preparación de la Conquista

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  • 1 de enero. Desde agosto de 1563 se encontraba preso en la cárcel de las Atarazanas y escribe a Felipe II, quien le había ordenado que se viniese a Sevilla para servir como general de la flota al capitán de la Armada don Juan Tello de Guzmán, Conde de Niebla
  • 1 de julio. Ya ha salido de la cárcel y se formaliza escritura de compromiso con el banquero Domingo de Ocariz
  • 6 de julio. Se desplaza a Madrid, donde realiza importantes gestiones en la Casa Real
  • 14 de julio. Mientras que Menéndez Avilés está en la corte de Madrid prosiguen en Sevilla todas las gestiones para organizar la conquista. Un documento sitúa como fiadores suyos en Sevilla a los mercaderes Gaspar de Astudillo y Juan Antonio Corzo
  • 7 de diciembre. El Consejo de Indias acuerda otorgar un importante sueldo para los ocupantes de los barcos

  • 20 de marzo. Se le despacha el título de gran capitán general de la Florida
  • 22 de marzo. Carta del rey Felipe II a la Casa de Contratación de Sevilla para que se le dispongan 15.000 ducados
  • 5 de mayo. El Consejo Real de las Indias autoriza la provisión de vituallas y municiones
  • 12 de mayo. Llega de Madrid a Sevilla y obtiene financiación privada de un mercader alemán residente en Sevilla
  • 18 de mayo. Avisa a Felipe II que para echar de la Florida a los luteranos se le abonasen 15.000 ducados
  • 28 de mayo. Pedro Menéndez pide que se le pague para poder salir hacia la Florida
  • 28 de junio. Se embarca en el puerto de Cádiz al frente de la flota con rumbo hacia Canarias
  • 28 de agosto. La expedición alcanza la costa de la península de Florida
  • 8 de septiembre. Desembarco de Menéndez de Avilés y fundación de San Agustín


Los Piratas del Caribe

Franceses e ingleses representan una seria amenaza para el tráfico comercial de Sevilla y América. La expedición militar de Pedro Menéndez asestó un duro golpe a las pretensiones territoriales de Francia en América, pero no pudo dejar resuelto el problema del asentamiento definitivo de España en la Florida, por las constantes extorsiones de los piratas ingleses y franceses hacia los buques españoles que venían a Sevilla colmados de riquezas. Cuando el Inca Garcilaso de la Vega terminó en 1592 su obra sobre la «Isla Florida» reivindicó la necesidad de cerrar este capítulo inconcluso de la epopeya hispana en América, argumentando que la fe católica necesitaba consolidarse en aquella zona. Las aguas del Caribe, costa de las Bahamas y el cabo Cañaveral acaparan la atención de los buscatesoros que se sumergen a localizar naufragios de barcos asaltados, o averiados, que nunca pudieron llegar hasta aquí. Forma parte del atractivo cultural e histórico de la Florida esa seductora fascinación por el hallazgo de tesoros perdidos en las profundidades de sus costas.



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lunes, 14 de septiembre de 2015

Julio Mayo: 450º de la Feria de Utrera (1565-2015) en www.utreradigital.com

450º de la Feria de Utrera (1565-2015)

http://www.utreradigital.com/web/2015/09/12/450o-de-la-feria-de-utrera-1565-2015/#


Diversas referencias documentales del Archivo Histórico Municipal de Utrera sitúan en el año 1565 la celebración de la primera feria, romería y procesión de la Santísima Virgen de Consolación, en torno al 8 de septiembre, como festividad litúrgica de la Natividad de Nuestra Señora. Y esto no quiere decir que, con anterioridad, no se produjese su celebración. Lo que pretendemos expresar es que la fecha más remota –hasta el momento documentada sobre la organización de este importante evento religioso y festivo– se retrotrae a 1565, después de que los frailes Mínimos hubiesen fundado y construido ya su casa convento, una vez que vinieron a Utrera a establecerse bajo la titularidad de la milagrosísima imagen en 1561. 

450º de la Feria de Utrera (1565-2015) 
Durante los primeros cuatro años (desde 1561 hasta 1564), los monjes mantuvieron la festividad de la Virgen en el mes de marzo, el día de la Encarnación. Pero llegado el año 1565, parece que los monjes retrasaron la fecha celebrativa a septiembre por encontrar en esta estación un mayor favorecimiento climático y económico. La práctica cultual de la peregrinación y romería no cabe duda de que podría desarrollar con mayores garantías de éxito meteorológico en los compases finales del periodo estival que en el inicio de la primavera. Además, para septiembre han terminado ya la mayoría de los trabajos agrícolas, como la recolección de las uvas, a excepción de la recogida y verdeo de la aceituna. No olvidemos que en aquel siglo XVI, los campos utreranos estaban colmados de viñas y olivares, como principales fuentes productivas del momento. 

Precisamente los alrededores de la ermita de Nuestra Señora de Consolación estaban llenos de olivos. Pero entre las diversas motivaciones que generaron la alternancia de la feria de marzo a septiembre, se encuentra un condicionante económico, vinculado al comercio colonial de la Carrera de Indias. Desde luego, el festejo fue estratégicamente acomodado en torno a unas fechas que se favorecían también del sistema de viajes a América que, curiosísimamente terminó implantándose en aquellos años. Fue entonces cuando las idas y venidas de las embarcaciones se concentraron fundamentalmente en dos momentos del año, de modo que, la comercialización de los géneros que fundamentalmente se ofrecían en aquellas primeras ferias de la segunda mitad del siglo XVI, cuando Sevilla fue prácticamente la capital del imperio español, no se veían entorpecidas con las venidas, o salidas, de mercancía, ni la ausencia de importantes negociantes mercantiles.

Revela la documentación consultada en el Archivo Municipal que el primer año de la celebración de la feria en el mes de septiembre (1565), nuestro pueblo padeció un serio peligro de infección, debido a una epidemia de peste propagada sólo unos cuantos de meses antes. El Ayuntamiento adoptó diversas medidas para impedir entrar en el «Sitio de Nuestra Señora», esto es el Real de Consolación, a personas provenientes de lugares infectados. Por los numerosos trabajos realizados a cargo del guarda del consistorio tomamos conciencia de la importante concurrencia de devotos y admiradores de la imagen que, aquel año, mostraron su claro deseo de asistir al encuentro con la Santísima Virgen. Y todo ello, pese a la enorme alarma social que hubieron de constituir los contagios epidémicos. Con anterioridad a la llegada de los frailes Mínimos al santuario (1561), la Virgen de Consolación gozaba ya de cierto prestigio. Recordemos que el Milagro de la Lámpara de aceite, uno de los prodigios que la hicieron más conocida, se produjo en 1558. 

Entre las razones que principalmente favorecieron incrementar el culto a Consolación se encuentra el papel tan principal que Utrera estaba desempeñando en aquellos años del siglo XVI en el desarrollo del pujante negocio colonial de la Carrera de Indias. Estábamos ubicados en uno de los principales caminos terrestres que unían aq la universal Sevilla con los puertos gaditanos, desde donde zarpaban la mayor parte de las embarcaciones hacia América. Después de cumplimentar la tramitación oficial en Sevilla, donde se hallaban establecidas las principales instituciones reguladoras de los embarques y comercio colonial, los viajeros y soldados de la Armada española se desplazaban por caminos paralelos al Guadalquivir hasta Cádiz. Este es el motivo del tránsito de tantas y tantas personas por aquí en aquellas fechas. 

El trasiego humano contribuyó muy decisivamente a que en torno a la celebración de la romería y procesión de la Virgen se hiciese más prestigiosa y comercialmente más potente su feria. El mismo Rodrigo Caro da noticias de la ubicación permanente a lo largo del año de muchos comerciantes vendiendo todo tipo de géneros en puestos ubicados en el Real, precisamente por el continuo venir de romeros y peregrinos. Llega a expresar el historiador utrerano que hubo años en los que las puertas del santuario no se cerraban nunca por ese flujo tan importante como fenómeno devocional de masa que terminó convirtiéndose Consolación. De inmediato se suscitó una romería popularísima a la que concurrían personas de numerosos pueblos, organizados en Cofradías Filiales para participar en la procesión de la Virgen. 

La Función religiosa del día 8 de septiembre iba acompañada de la celebración de una Octava que tuvo su correlato lúdico en el desarrollo de la feria, extendida durante los mismos ocho días de la celebración cultual religiosa. No cabe duda de que el inmenso gentío fue, a la postre, el principal motor de impulso y propaganda para una feria que terminó convirtiéndose en una de las más célebres de Andalucía. Los romeros y devotos de Consolación que venían con el empeño de agradecer los favores recibidos, necesitaban satisfacer una imperiosa demanda de dádivas, por lo que en las puertas del santuario se montaban puestecillos que atiendan el abasto de reliquias y exvotos. Muy pronto se asentaron plateros, cruceros, merceros, y un largo sin fin de abastecedores que atendían al elevado número de visitantes que concurrían a visitar la Patrona de Utrera.

grabado consolacionLa definición de la idiosincrasia de nuestra feria bebe mucho en las modas de este tipo de fiestas difundidas desde Sevilla en los compases finales del siglo XIX, una vez su feria de abril se estableció a mediados de la expresada centuria, y la singular personalización emanadas de las casetas instaladas aquí por diversos colectivos sociales del momento, como los Casinos de aquellos años. Pero unos cimientos históricos tan determinantes como los pilares que sostienen la Feria de Utrera, arriostrada sobre la antigüedad de la romería y procesión de Nuestra Señora de Consolación, junto a unos elementos festivos tan unidos en aquellos años al programa religioso de la Virgen, como las corridas de toros, sitúan a la nuestra como una de las Ferias con mayor antigüedad y continuidad histórica de toda España. Cuando las tradiciones de un pueblo gozan de un sustento tan sólido como éste, su cultura se fortalece.

Consolación en el origen de Los Estados Unidos de América

Supuso un auténtico punto de inflexión el año 1565 en la historia de la devoción a la Virgen, porque tuvo lugar entonces también un acontecimiento realmente extraordinario que brilla con luz propia en los anales de todos los milagros que se le atribuyeron haber obrado a la Virgen utrerana. El 8 de septiembre de 1565 se dijo la primera misa en el campamento que establecieron los soldados de la Armada española en La Florida, razón por la que en este mes de septiembre se conmemora también el 450º aniversario de la fundación del primer asentamiento hispánico en aquel enclave de los actuales Estados Unidos. 

Unos días antes de producirse el desembarco español, resultó providencial la intermediación milagrosa de Consolación, que ha pasado a la historia como la primera referencia mariológica, documentada, en la obra de la Iglesia católica de los Estados Unidos. Cuando uno de los buques se encontraba dispuesto ya para entrar por la barra de la orilla, se le aproximaron dos navíos franceses de luteranos. 

En aquel momento, como los barcos españoles no llevaban armas suficientes para hacerles frente, «pusiéronse en oración a Nuestra Señora de Consolación, que estaba en Utrera, pidiéndole socorro de un poquito de viento, porque ya los franceses venían sobre ellos, y pareció que ella mesma llegó al navío, y con un poquito de viento que se bulló, entró el navío por la barra». Atribuyeron entonces los expedicionarios españoles su salvación, antes de que consumasen la ocupación de aquellos exóticos parajes, a la Santísima Virgen de Consolación de Utrera.

                                                                                                 
                                                                                                                  Julio Mayo