viernes, 27 de agosto de 2010

VII Jornadas Medievales de Alanis (3, 4 y 5 de septiembre de 2010)

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La localidad de la Sierra Norte revivirá los acontecimientos y personajes más importantes de la época que marcó su historia. -
EP, Alanís, 27 de agosto de 2010. - La población sevillana de Alanís celebrará del 3 al 5 de septiembre las VII Jornadas Medievales de la Sierra Norte, tal y como han informado este viernes la diputada del Área de Turismo e Innovación de la Diputación de Sevilla, Dolores Bravo, y el alcalde local, Cecilio Fuentes (PA).
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Así, mercadillos antiguos, personajes y acontecimientos propios de esa época, calles engalanadas con exornos acordes, ambientación que incluye plazas y monumentos más relevantes del municipio, y un sinfín de actividades harán revivir a los vecinos y visitantes la edad media que marcó la historia de esta localidad, según ha explicado la Diputación de Sevilla.
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Estas jornadas, que se desarrollan alrededor del castillo del municipio, se celebran desde 2004 y suponen ya "por su atractivo una cita ineludible del verano no sólo para la comarca, sino también para toda la provincia".
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Consciente de ese legado, la Diputación puso en marcha el pasado año una serie de actuaciones en el marco del programa Feder, destinadas a preservar y restaurar el patrimonio de la provincia.
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En concreto, según ha aclarado la diputada Dolores Bravo, "la entidad provincial destina al capítulo de Protección y Preservación del Patrimonio, dentro de este programa, más de 1,4 millones de euros, una cantidad de la que se beneficia el Castillo de Alanís".
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En ese sentido, las obras que se realizan en el citado conjunto histórico están a fecha de hoy ejecutadas en un 70 por ciento, y tienen prevista su finalización para diciembre de este año.
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Más información en:
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sábado, 14 de agosto de 2010

Hallados los restos del buque británico que descubrió el Paso del Noroeste

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Hallados los restos del buque británico que descubrió el Paso del Noroeste
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El HSM Investigator, que se encuentra en buen estado, fue abandonado en 1853 al quedarse atrapado en el hielo del Ártico
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AGENCIAS - Toronto/Madrid - 05/08/2010
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Después de más de siglo y medio desaparecido en las heladas aguas del Ártico, el HMS Investigator ha sido localizado en buen estado en la bahía de Mercy (Canadá), según han informado Marc André Bernier, jefe del servicio de arqueología subacuática de Parques de Canadá.
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Cuadro que representa el HMS Investigator y el HMS Enterprise atrapados en el hielo.- NATIONAL MARITIME MUSEUM ONLINE COLLECTION
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Los arquéologos pudieron tomar imágenes del buque británico , el descubridor del Paso del Noroeste, aprovechando que en esta época el hielo en la zona es menor y tras analizar las primeras secuencias concluyeron "que la estructura del buque se encuentra en aguas relativamente poco profundas y se encuentra en buenas condiciones, sobre todo teniendo en cuenta la profundidad". Se espera poder grabar más en los próximos días y así poder evaluar más detalladamente la conservación del pecio.
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El HMS Investigator estaba capitaneado por Robert McClure y contaba con una tripulación de 66 hombres. En 1850 fue enviado, junto con el HMS Enterprise, a las aguas del Ártico para rescatar a otros dos buques: el HMS Erebus y el HMS Terror que formaban parte de la expedición de Sir John Franklin enviada a descubrir el llamado Paso del Noroeste que une el Atlántico con el Pacífico a través de Cánada.
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La expedición de rescate no pudo concluirse con éxito y el HMS Investigator quedó atrapado en el hielo durante varios inviernos hasta que la tripulación, desnutrida y enferma de escorbuto, fue evacuada en trineo a través del hielo. El HMS Investigator y McClure han pasado a la historia por ser los primeros en completar con éxito la travesía del Paso del Noroeste.
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lunes, 9 de agosto de 2010

Batalla del Somme (1916): "Soldados en la tumba de barro"

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Soldados en la tumba de barro
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Medio millón de reclutas murieron en la batalla del Somme en 1916

- Guillaume Fourmont, 9 de agosto de 2010

- La guerra es una adicción. Tras dos años de trincheras y sacrificios humanos, la propaganda de los generales franceses, británicos y alemanes funciona: una batalla más, será la última, la de la victoria. Porque todo debe (supuestamente) decidirse en un frente de 37 kilómetros, en el norte de Francia, a orillas del río Somme. Aquel 1 de julio de 1916, a las siete y media de la mañana, se oyó el silbato del ataque. La batalla del Somme duró más de cuatro meses y costó la vida a 600.000 soldados. -

Cargados con mochilas de más de 30 kilos, los reclutas eran incapaces de moverse en una tierra arrasada por dos semanas de bombardeos de artillería diarios. "Nos costaba salir de las trincheras, era imposible moverse con mayor celeridad que la de un lento paso o levantarse y tumbarse rápidamente", recuerda Edmonds. Era una trampa. Los alemanes esperaban a los británicos y a los franceses, ya desbordados en la batalla de Verdún. "Todo el mundo estaba preparado en los peldaños inferiores de los refugios, fusil en mano. Delante de nosotros, oleada tras oleada de tropas trepaban fuera de sus trincheras y avanzaban hacia nosotros caminando, con sus bayonetas destellando al sol", escribe un alemán. -

Sólo el 1 de julio, en apenas unas horas, cayeron unos 20.000 británicos. El Somme es recordado en Reino Unido como la batalla más sangrienta de la historia de su ejército. Para el general francés Joseph Joffre y el mariscal británico Douglas Haig, la estrategia es la siguiente: lanzar ataques sucesivos sin parar, hombres y hombres acosando al enemigo. En las trincheras, los reclutas "han quedado con la muerte", en palabras del inglés Seeger: "Tengo cita con la muerte, en alguna maltrecha ladera o magullada colina (...). Tengo cita con la muerte, a medianoche en alguna ciudad en llamas, cuando la primavera viaje de nuevo hacia el norte, y siendo fiel a mi palabra, no faltaré a esa cita". -

Los meses pasan, los aliados ganan terreno, aunque no se vislumbra la victoria. Algunos aguantan: "En un punto, casi tropecé con un bulto, el torso de un hombre, sin piernas ni brazos ni piel, y las tripas saliendo por el túnel de las costillas para formar un espantoso montón de cresas en la carretera. Y no me importó en absoluto. Así es como la rutina del trabajo puede acabar con todo sentimiento y esa es la belleza del trabajo", escribe Talbot Kelly. Saben que la censura lee sus cartas. Pero el horror del que son testigos no tiene nombre. "Yacía un hombre herido, alcanzado en los riñones o el estómago. Me acerqué a él y murmuró: Estoy sufriendo terriblemente, tienes que hacer algo por mí", cuenta un soldado. -

La batalla del Somme, calificada por las autoridades alemanas como "la tumba de barro del ejército en campaña", se quedó en los libros de historia como el ejemplo de la inutilidad del sacrificio humano. Desde octubre de 1916, todas las fuerzas se instalan en un conflicto de desgaste, hasta que los aliados consiguieran, el 21 de noviembre, tomar la trinchera Frankfurt, y se atribuyeran una ficticia victoria. Para el oficial Edmonds, "en 1916, todos veían la victoria al alcance de la mano. En 1917 la guerra parecía que iba a continuar para siempre". -

El francés Jean Thomas escribe a su hijo, de 15 meses: "Aún eres joven y no puedes entender lo que está pasando: la guerra, los horrores, los sufrimientos. Esta carta será un recuerdo de tu padre, quien desea que los hombres sean mejores en el futuro y que nunca más algo así pase". Thomas no regresó a casa. -

domingo, 8 de agosto de 2010

Lo que aquella Expo nos dejó

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Lo que aquella Expo nos dejó
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Sólo 25 de los 117 edificios que se construyeron para la muestra iberoamericana de1929 continúan en pie 80 años después.
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Duró 408 días pero su legado sigue vivo en Sevilla ocho décadas más tarde, como se puede comprobar hoy cuando eecientemente -el pasado 21 de junio- se cumplieron 80 años de la decepcionante clausura de la Exposición Iberoamericana de 1929. "La Exposición no ha tenido eco y celebridad en consonancia con sus méritos y calidades", reseñó la prensa de aquellos días, quien criticó también que "la hazaña quijotesca" salió muy cara: la deuda adquirida por la celebración del evento de 1929 no se terminó de pagar al Estado hasta 1979, con Luis Uruñuela en la Alcaldía de Sevilla. Las décadas posteriores, sin embargo, vieron como la ciudad hacía suyo no sólo el planeamiento urbanístico que supuso la Exposición sino el legado patrimonial de los edificios que se conservaron. Entre ellos, la Plaza de España, los pabellones de México y de Brasil, el pabellón de Sevilla -actual Lope de Vega y Casino de la Exposición-, el pabellón de Perú -del CSIC- y una de las joyas de la Exposición de 1929: la tríada que componen en la Plaza de América del parque de María Luisa los pabellones Mudéjar -Museo de Artes y Costumbres Populares-, el de Bellas Artes -Museo Arqueológico- y el Real.
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El balance de las construcciones que sobrevivieron al evento, sin embargo, fue desalentador: de los 117 edificios que se hicieron sólo 25 continúan en la actualidad. De los extranjeros sólo se perdió el de Venezuela pero de los regionales sólo quedan la Torre de Córdoba (en Reina Mercedes) y el pabellón del País Vasco (el hospital Duque del Infantado).
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Entre las causas que explican el abandono que sufrió la cita Iberoamericana tras su flamante inauguración, que contó con la presencia de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, se encuentra "la escasa utilidad posterior de los edificios, su construcción deficiente y perentoria y que las obras fueron realizadas en época dictatorial y sus sucesores republicanos -a partir de 1931- no quisieron mantener", según explica José María Cabeza en su libro La Exposición Iberoamericana y los aparejadores.
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Con todo, la huella en el urbanismo sevillano fue definitiva: el trazado viario de La Palmera, que comenzaba en el llamado Stadium -actual Manuel Ruiz de Lopera y que se inauguró el 17 de marzo de 1929 con un encuentro entre España y Portugal- y se prolongaba hasta el Prado de San Sebastián y su entorno.
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Las reformas y ensanches que la ciudad sufrió para la Expo del 29 fueron innumerables. Junto al proyecto del Paseo de la Palmera, las actuaciones más destacadas, según relata Cabeza en su estudio, fueron la demolición del cerramiento de la Huerta del Retiro para el ensanche del barrio de Santa Cruz; la reforma de la Plaza de San Fernando; el derribo de los Caños de Carmona; la adquisición de los terrenos de Tabladilla para el ensanche de la ciudad; la urbanización parcial entre la calle Almirante Apodaca y la plaza Ponce de León; el ensanche de Triana-Los Remedios y la construcción de Heliópolis. Prácticamente, la construcción de lo que luego resultó ser la Sevilla del siglo XX hasta la Exposición Universal de 1992, cuando se comenzó a prefigurar el mapa de la ciudad para el nuevo siglo.
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Otra herencia inestimable de la Expo del 29 fue el parque de María Luisa. Desde finales del siglo XIX se empieza a plantear en la ciudad la necesidad de espacios libres para esparcimiento de los sevillanos de todas las clases sociales. La historia de los jardines hispalenses -con el parque de María Luisa como protagonista- comienza así en 1890, cuando la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, duquesa viuda de Montpensier, dona a la ciudad la mitad de sus jardines del Palacio de San Telmo.
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Con este escenario de fondo surge la idea de transformar la zona, "proyecto del que se hizo cargo años más tarde el Comité de la Exposición Iberoamericana y que ejecutó el jardinero francés J.C.N. Forestier", reseña Cabeza. Según la documentación de la época, los gastos de la reforma completa del parque ascendieron a 417.595,47 pesetas.
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Junto al parque, los 25 edificios del evento iberoamericano que continúan en la ciudad están más vivos que nunca y con diferentes usos. Los pabellones de Brasil y México -en la Palmera- son dos sedes de la Universidad de Sevilla; el de Portugal, en el Prado, es la sede del consulado de este país en Sevilla; el de Perú -en la Avenida de Perú, tras el Rectorado de la Hispalense- acoge la Casa de la Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); el de la Prensa es la sede del Colegio Público España -en la glorieta Covadonga del Parque de María Luisa-; el de Chile es la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos; el de la Información es hoy el restaurante La Raza; el de Colombia es la Escuela Náutica; el edificio de la Quinta de Goya es el Bar Citroën, que está contiguo a la Plaza de España... En definitiva, una herencia patrimonial a la que Sevilla ha dado continuidad, utilidad y lustre. La huella de la Expo de 1929, a pesar de la desilusión de su clausura y de la pérdida de gran parte de sus edificios, permanece tan vigente como nunca.
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La joya de la corona, en fase de restauración.
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La joya de la corona de la Expo de 1929 fue la Plaza de España, de Aníbal González. Ese monumento está ahora, 80 años después, en plena restauración. Según opina José María Cabeza, lo más importante ahora es su recuperación. No obstante, el que fuera conservador de los Reales Alcázares lanza un aviso: "La Plaza de España requiere un plan de mantenimiento que ya debería estar hecho. De lo contrario -abunda Cabeza- se corre el riesgo de que se pierdan los nueve millones de inversión. Los materiales, la cerámica, las plantas... son muy frágiles". Según Cabeza, el Ayuntamiento debería garantizarse unos ingresos con iniciativas como el cobro de la visita al monumento. El futuro museo de Aníbal González en la Puerta de Aragón también podría ser una fuente de ingresos.
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