martes, 30 de agosto de 2011

Fernando Hidalgo Lerdo de Tejada: Hidalguías del Reino de Sevilla (Ediciones San Martín, 2011)


Reseña en la Revista Takurunna nº 1 
(Ronda, septiembre 2011, ed. La Serranía).


Recordar que la “Historia es la madre de la vida”, como ya sentenciara Marco Tulio Cicerón, debería ser casi dogma de fe para un Historiador; una fe que hay que propagar y difundir allá por donde pasara. Y en cierta forma eso es lo que realiza Fernando Hidalgo; que hace de la Historia una “ciencia de la vida”, un eje central del acontecer humano: desde sus primeras investigaciones, pasando por su publicación y terminando finalmente por su difusión. Vivimos en tiempos, en los cuáles si no se difunde la investigación es como si nunca se hubiera realizado, como si nunca hubiera existido y queda “muerta” en un cajón de un viejo escritorio. Conocedor de esta realidad de nuestro presente, Hidalgo ha invertido mucho tiempo de su vida laboral, a investigar, pero también a divulgar y difundir. Una de sus “pasiones” es la Genealogía, una de esas “madres” a la cual olvidan los hijos cuando se van haciendo mayores, pero a la cual vuelven y recurren en tiempos difíciles. En palabras suyas, la Genealogía “además de pasado, es también presente y futuro”.

De ascendencia leonesa y riojana, y sevillano de nacimiento, mezcla en su obra la diversidad geográfica, social y cultural de su familia, que es lo que le ha llevado a un enorme interés por la genealogía: a ser de un sitio y de muchos al mismo tiempo. Esas idas y venidas por la geografía peninsular, andaluza y sevillana, con la “mochila al hombro” (y el portátil en el otro), es lo que le ha permitido descubrirnos una importante fuente documental, como son los Expedientes de Hidalguías, la mayoría de ellos casi desconocidos por el gran público, pero conservados en muchos archivos municipales.

Los Cabildos y/o Ayuntamientos de las distintas localidades sevillanas y andaluzas, solían distinguir entre vecino originario (nacido y bautizado en dicha villa), el vecino domiciliario (afincado y con casa abierta durante varios años), y el forastero propietario de ganado, de bienes rústicos y urbanos. Éste último al ver reconocido su statu nobiliario dejaba de contribuir fiscalmente por sus actividades económicas (“pechar”).

El objeto de estudio de “Hidalguías del Reino de Sevilla”, son los linajes que fueron recibidos en el estado noble en dichas localidades sevillanas, consultando las “hidalguías” cuando forman un fondo común, o consultando el resto de secciones del archivo municipal cuando esa documentación se encuentra dispersa. Para complementar el trabajo se consultan las Actas Capitulares si el volumen de acuerdos así lo permite (recibimientos), e incluso el fondo de la Real Chancillería de Granada.

Su idea es conformar una obra seriada, que registre todos los expedientes que se han conservado en las distintas localidades sevillanas, de cualquiera de sus comarcas, Aljarafe, Sierra Norte, Sierra Sur, Campiña, Vega de Guadalquivir, etc. Así este Tomo I incluye los expedientes de Alcalá del Río, Benacazón, Brenes, La Rinconada, San Juan de Aznalfarache, Tocina, Tomares y Valencina de la Concepción. Para ello introduce con breve estudio previo y justificativo, reseñando las particularidades encontradas en la investigación de cada una de las mismas. Así se hace saber de los archivos municipales que no conservan esta documentación y que será más difícil de “reconstruir” por otras fuentes alternativas.

El mismo autor en otro estudio profundizó en los intereses y necesidades que tuvieron esos linajes por alcanzar el “reconocimiento social y jurídica” de la hidalguía: “La búsqueda del ascenso social y el reconocimiento de la hidalguía o nobleza, ya sea por medio del mero enriquecimiento económico, por acciones de armas, alianzas matrimoniales o por la vía judicial, alegando derechos inmemoriales, constituye una de las características de la sociedad castellano-andaluza del Antiguo Régimen”.

En el caso de este Tomo I, encontramos familias pertenecientes a las “oligarquías locales” de los pueblos citados (Alcalá del Río, Benacazón, Brenes, La Rinconada, San Juan de Aznalfarache, Tocina, Tomares y Valencina de la Concepción), pero también linajes de Sevilla capital de reconocida relevancia política, social y económica; muchas de ellas llegadas desde otros puntos de la geografía peninsular (Galicia, País Vasco, Navarra, Castilla-León,…) y europea (Bélgica, Irlanda…), atraídos por el comercio americano al ser Sevilla, “puerto y puerta de Indias”.

La obra al margen de las “fichas” de cada familia, que recoge varias generaciones (bajando en algunos casos hasta el siglo XV y XVI), plantea 11 apéndices de documentos que ilustran el procedimiento jurídico del reconocimiento nobiliario. Por último se recoge un práctico Índice Onomástico final que culmina el libro.

La genealogía y los expedientes de hidalguías son en realidad una herramienta, un instrumento al servicio del historiador, una enorme “base de datos” a la cual recurrir; para reconstruir las familias que conformaron los estratos superiores de las ciudades y villas del Reino de Sevilla durante el Antiguo Régimen.

En la amplísima nómina del Tomo I ya aparecen linajes conocidos en la historiografía sevillana, como Bejines de los Ríos, Cotiella, Coghen, Echegoyan, Esquivel, Inurria, Lince, Malcampo, Río Estrada, Rodríguez Valcárcel, White, etc. Y qué decir de las situaciones socio-profesionales, en el libro aparecen “mil y una” situaciones que propiciarán investigaciones posteriores: hacendados, cosecheros, comerciantes, mercaderes, fiscales, abogados, jueces, alcaldes mayores, capitanes, coroneles, etc.

Cada historiador se servirá en función de sus intereses. De ahí que las “Hidalguías del Reino de Sevilla”, más temprano que tarde, se convertirán en un clásico al cual acudir para construir la Historia Social sevillana, como ya lo son obras entre otras, las de García Carraffa (“Diccionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos”), de Díaz Noriega y Pubul (La Blanca de la carne en Sevilla), de Salazar y Mir (Los expedientes de limpieza de sangre de la Catedral de Sevilla), y de Koblishek (“Expedientes de limpieza de sangre de los graduados de la Universidad de Sevilla (1567-1825)”).

Francisco Javier Gutiérrez Núñez
(12 de junio de 2011)

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Véase la entrada del martes, 19 de abril de 2011

Fernando Hidalgo Lerdo de Tejada: 

Hidalguías del Reino de Sevilla (2011)



http://almagacen.blogspot.com.es/2011/04/fernando-hidalgo-lerdo-de-tejada.html 

domingo, 28 de agosto de 2011

III Seminario de Investigación "María de Cazalla" (Palma del Río, 23, 24 y 25, de Septiembre de 2011)

Gracias a un email de Antonio J. Rodríguez Hernández, nos lleva el programa de este interesante Seminario. Ya alcanza su 3ª edición en su "tradicional septiembre", lo cual dice mucho del "combatir" de sus organizadores por sacarlo adelante con mucho trabajo y esfuerzo. FJGN.

III Seminario de Investigación "María de Cazalla". 
Rebeldes, Asimilados y Emboscados. 
Mecanismos de poder y control de los modos de vida a través de la Historia. 

Palma del Río (Córdoba), 23, 24 y 25 de Septiembre de 2011.

www.mariadecazalla.blogspot.com 


lunes, 22 de agosto de 2011

Julio Mayo: El Rocío en la Guerra de la Independencia

ABC de Sevilla, domingo 21 de agosto de 2001. Sociedad, pág. 66


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Cuando el 28 de mayo de 1808, el Ayuntamiento de Almonte recibe la noticia del bando promulgado, en el día anterior por la Junta Suprema de Sevilla, reclamando el alistamiento voluntario de todos aquellos mozos del pueblo que quisiesen formar parte del ejercito patrio, los almonteños refrendaron esencialmente su total adhesión al levantamiento en armas de la capital sevillana con los acuerdos de organizar el reclutamiento y tributar rogativas públicas a la Santísima Virgen del Rocío, en aras de obtener un triunfo nacional sobre el enemigo francés. La pérdida de la práctica totalidad de la documentación religiosa del momento impide conocer si los ejercicios religiosos en honor a la Señora se celebraron, de modo extraordinario, con inmediatez a la proclama local o formaron parte del programa religioso del Pentecostés de aquel año, ceremoniado sólo unos cuantos días después, el 6 de junio. El ambiente tan enrarecido y la inestabilidad imperante aconsejaron suspender la romería de 1808, tradicionalmente festejada en las inmediaciones del santuario, tal como desvela la queja formulada al Consejo de Castilla por el vecino Domingo Castellanos, abastecedor del ramo del aguardiente y otros licores, a tenor de la notable reducción de consumo ocasionada por la prohibición. Toda una curiosísima solicitud de rebaja económica, a la liquidación satisfecha por hacerse con el monopolio de la concesión, que hemos tenido la oportunidad de localizar recientemente en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. Pintado así el panorama, es muy probable que el Pentecostés del año 1808 se oficiase en la parroquia almonteña de la Asunción aprovechándose la estancia de la imagen en el pueblo, adonde había sido trasladada para recibir la impetración piadosa que habían conveniado representantes municipales y algunos miembros de la clerecía local. De todos modos, Nuestra Madre y Señora del Rocío todavía hubo de regresar a su ermita en el transcurso de aquel 1808 y permanecer allí algunos meses más, ya que la conducción definitiva de la efigie al templo parroquial, para quedar refugiada en él durante la guerra, no se produjo hasta el 11 de enero de 1809, según detalla el propio acta del voto de promesa de 1813.

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Edificios emblemáticos como las parroquias iban a ser respetados por los franceses, al menos teóricamente, por lo que la de la Asunción se erigió en el escenario que mayores garantías podía deparar a la acogida de la veneración pública de la imagen, pese a la presencia de contingentes bonapartistas en la villa. Se sabe que las autoridades francesas se mostraron, en muchas ocasiones, condescendientes con la celebración de festividades religiosas arraigadas, a fin de evitar rebeliones populares, por lo que no es descabellado imaginar que los invasores permitiesen la organización de la procesión con la Virgen por las inmediaciones del templo en la festividad de Pentecostés los años del sometimiento militar (1810-1812). En el transcurso de los cinco años que la Patrona de Almonte permaneció custodiada en la parroquia, entre 1809 y 1813, es muy probable que las peticiones de amparo y protección de los vecinos a su singular Guardiana se prodigasen en demasía, sin embargo trascendieron muy particularmente tres invocaciones corporativas, elevadas en momentos de agónico trance para los almonteños: las del 28 de febrero, 16 y 17 de agosto de 1810. Aunque el pueblo de Almonte se sublevó en reiteradas ocasiones, la que mayormente indignó a los correligionarios de Napoleón fue el asesinato del capitán francés Pierre D'Ossaux, el mediodía del 17 de agosto de 1810, a raíz de cuyo atentado, estuvieron a punto de ejecutar una respuesta violenta que finalmente no llegó a consumarse.

 Cuando los galos abandonaron España, el pueblo agradeció la salvación de la masacre y el Ayuntamiento, Iglesia local y la propia Hermandad Matriz formalizaron el acuerdo de Voto de promesa, en 1813, popularmente conocido como el Rocío Chico, desde cuya fecha se celebra todos los 19 de agosto una función religiosa, en acción de gracias por la milagrosa intermediación. La restitución de la Intercesora a su ermita hubo de producirse con anterioridad a la función votiva programada, o bien a lo largo de los meses de mayo o junio —una vez que la autoridad eclesiástica sevillana ordenó el reglado regreso de las imágenes devocionales a sus habituales residencias— o bien durante el mismo mes de agosto de aquel 1813, de ahí que no tengamos documentado con rigor si Pentecostés de 1813 también se celebró en la parroquia o ya en su propio santuario conjuntamente con su preceptiva romería. Los actos votivos no cabe duda de que le confirieron al prestigio taumatúrgico que ya gozaba la imagen una mayor notoriedad, pues la celebridad de la romería, que ya en 1814 contó con el concurso de la hermandad filial de Triana, fue extendiéndose hacia otros nuevos derroteros supracomarcales y regionales hasta conseguir encumbrarse, a la vuelta de muy pocos años, entre uno de los principales eventos rituales de la religiosidad popular andaluza.

*JULIO MAYO ES COMISARIO DE LA EXPOSICIÓN «INTERCESORA DE ALMONTE» QUE SE MUESTRA EN EL SANTUARIO DEL ROCÍO, INCARDINADA EN LA PROGRAMACIÓN DE ACTOS CONMEMORATIVOS DEL BICENTENARIO DEL ROCÍO CHICO (1813-2013)

domingo, 21 de agosto de 2011

Los tesoros ocultos bajo las entrañas de la Capilla Real (Catedral de Sevilla)

Los tesoros ocultos bajo las entrañas de la Capilla Real

http://www.elcorreoweb.es/sevilla/patrimonio/128087/tesoros/ocultos/entranas/capilla/real

El subsuelo de la Catedral guarda los restos de la mezquita que cristianizó Fernando III y que ahora podrían volver a ver la luz

Mario Daza, 7 de agosto de 2011.

Poco se sabe, salvo por algunos estudios, sobre cuáles son los secretos que atesora el subsuelo de la Catedral de Sevilla . Escritos que aseguran que sus cimientos se alzaron sobre la que fuera mezquita mayor y que posteriormente se transformó en el primer gran templo cristiano hispalense. El inicio de las obras de rehabilitación de su Capilla Real abre ahora la puerta a la esperanza de encontrar los restos del antiguo ábside gótico sobre el que Alfonso X, hijo de Fernando III, ubicó a la imagen de la Virgen de los Reyes, en la zona más oriental de un templo que fue derribado en el siglo XV para levantar el actual.

Las expectativas desprendidas de estos trabajos son muy amplias. Así lo ha manifestado la arqueóloga encargada de las obras, Georgina Aguilar, que indicó que "es una zona que no tiene relleno, por lo que prácticamente pisamos suelo musulmán". Será la primera vez que se excave la actual Capilla Real y sus responsables esperan que las catas revelen datos sobre cómo era la primitiva configuración de este espacio, que se habilitó sobre la antigua mezquita para rendir honores funerarios a la realeza.

 La Capilla Real estaba formada por una plataforma en la que se ubicaba la imagen de la Virgen de los Reyes. A sus pies, los tres sepulcros. El Correo.


Antonio Almagro, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas , fue el último que realizó un amplio estudio sobre aquella mezquita que llegó a convertirse en uno de los mayores templos cristianos del momento, cuya grandiosidad aún perdura en nuestros días. Aquel era un edificio pequeño y de poca luminosidad, por ello desde el principio se consideró poco apropiado para transformarlo en la catedral que requería una ciudad emergente como Sevilla. A pesar de ello, la fuerte inversión económica y humana que requería la construcción de un nuevo templo hizo que se decidiera adaptar la mezquita a sus nuevos usos.

Pero los problemas surgieron cuando el rey Alfonso X decidió, tras un acuerdo con el Cabildo en la década de 1260, dividir el espacio en dos para la adecuación de una Capilla de los Reyes, en la que ubicar sobre un monumento de piedra de mármol los restos mortales de su padre, el rey Fernando III. Una decisión, auspiciada por las ricas donaciones realizadas por el monarca, que provocó una considerable reducción del espacio destinado para los fieles y el culto.

Se alzó de este modo la primitiva Capilla Real como un espacio configurado de forma independiente, de gran magnitud, y ubicado hacia la salida del sol, lo que le deparaba una gran luminosidad. Para su configuración, el monarca optó por dividir el espacio de la mezquita cristianizada en dos grandes zonas, tomando como límite la nave central de la antigua aljama. Una de ellas, la más occidental, se reservó para la ubicación del altar mayor, con el Santísimo Sacramento y la santa imagen de Nuestra Señora de la Sede, y el coro; la otra, de mayor espacio, fue ocupada entre grandes esplendores y boato con objeto de dar honra a los enterramientos reales.

Es precisamente en el conjunto de esta capilla donde se centrarán las nuevas investigaciones, a partir de las excavaciones realizadas. Si bien es cierto que las catas no se corresponderán con la totalidad de la superficie de la antigua mezquita, ya que cuando se tomó la decisión de derribarla, a comienzos del siglo XVI, el nuevo templo vio ampliada su extensión con la anexión de otros nuevos espacios en las actuales plazas de la Virgen de los Reyes y del Triunfo. Un hecho que motivó que la nueva Capilla Real se desplazara levemente hacia el oriente con respecto a su anterior ubicación, y que por tanto sólo pueda alcanzarse la parte más interior de esta antigua capilla, ya que la correspondiente a su entrada se supone que se encuentra sobre el subsuelo de una de las naves de la actual Catedral hispalense.

El estudio de Almagro muestra que la capilla habilitada por el monarca contaba con una especia de ábside en forma de bóveda sobre el que se alzaba una plataforma que venía a ocupar el área correspondiente a tres tramos de arcos en el espacio de cuatro naves. Sobre ella, y en otra plataforma a nivel superior, protegida por un tabernáculo con puertas, en forma de altar portátil de plata muy rico y curioso, se ubicaba la primitiva imagen de la Virgen de los Reyes, principal eje del culto que se profesaba en su interior. Teresa Laguna, historiadora del arte y documentalista de la Catedral de Sevilla, recoge en sus escritos que la idea de Alfonso X, cuando decidió habilitar este espacio, fue que el pueblo pudiera contemplar lo ostentoso de la capilla, y por ello dejó un amplio espacio a su alrededor, cercándola con rejas, para que penetrase la vista por todas partes.

Nadie duda en señalar, como indica Laguna, que la primitiva Capilla de los Reyes "fue uno de los espacios más emblemáticos, fascinantes y grandiosos de la España medieval". Alfonso X la concibió como un lugar desde el que honrar la memoria de su difunto padre, Fernando III, por ello "combinó a la perfección todos los recursos patrimoniales y artísticos disponibles". Recogen los testimonios de la época que justo a los pies de la Virgen de los Reyes se ubicaba el monumento funerario al monarca santo y los ataúdes de su mujer Beatriz de Suabia y de su hijo, Alfonso X. A la izquierda de la imagen, frente a los sepulcros, se colocaron tres monumentos con sus efigies, exornados con coronas, ricos ropajes y símbolos de poder.

La riqueza de la capilla iba mucho más allá de lo que se apreciaba a simple vista. En su ajuar se constataban trece frontales de altar "de distintas calidades y colores litúrgicos", incluso entre los más antiguos, Laguna indica la existencia de dos guadamecíes de seda morisca vieja, forrados con un lienzo azul que quizás hacía referencia a una colgadura sobre la Anunciación, datados a finales del siglo XIII. Compartiendo espacio temporal, el inventario albergaba otros "ornamentos de paño historiado" y las "capas con tejidos heráldicos". A todo ello, se sumaban piezas de metal, joyas, placas y revestimientos de plata, utilizados para el altar y la decoración de los sepulcros.

Su esplendor se apagó poco a poco cuando Juan II decidió atender las peticiones del Cabildo y ceder el espacio de la primitiva Capilla Real para que se construyera la actual Catedral de Sevilla. Corría por entonces el siglo XV, y los enseres que la ocupaban fueron trasladados a una dependencia alta del Patio de los Naranjos, en la nave del Lagarto, tal y como indica Teresa Laguna. No fue su ubicación final. Durante el periodo que duraron las obras fue necesario verificar el estado de los cuerpos ya que las condiciones medioambientales y el calor acumulado en la cámara obligaron a realizar nuevos traslados.
Aunque la seo gótica fue consagrada a principios del siglo XVI, no sería hasta bien avanzado el siglo (1579) cuando finalizaran las obras de adecuación del nuevo espacio, desplazado ligeramente hacia la Plaza Virgen de los Reyes respecto a su ubicación inicial. Ello provocó que en el año de 1543 la Virgen, los enseres, las esculturas y los sarcófagos fueran trasladados a otra dependencia del Patios de los Naranjos, concretamente a la nave de los Caballeros, orientada al norte.

Ya en el último tercio del siglo XVI -146 años después del derribo de la primitiva- las obras de adecuación de la actual Capilla Real se culminaron, dando lugar a un espacio amplio y rico en su ornamentación, donde se mantuvo el culto inicial a la imagen de la Virgen de los Reyes y los restos mortales del santo rey Fernando III. Ahora, cinco siglos después, la historia vuelve a abrir un nuevo capítulo en el que la ciudad espera descubrir cómo era el espacio que concibió Alfonso X para rendir honores a su padre. 

Otros enlaces relacionados con la noticia:

Las claves ocultas del Rocío

Las claves ocultas del Rocío

http://www.elcorreoweb.es/sevilla/patrimonio/128551/hermadad/rocio/exposicion/historia/archivo


Una exposición sobre el bicentenario del Rocío Chico revela datos sobre el auge de la aldea

Álvaro Romero, Sevilla 16 de agosto de 2011

El 17 de agosto de 1810, cuando las tropas napoleónicas seguían intentando poner orden en el asilvestrado entorno de Doñana, un disparo acabó con la vida del capitán francés Pierre D'Ossaux en su residencia de Almonte. Sus compañeros no tardaron en pedir refuerzos para pasar a cuchillo a la insurgente población como escarmiento, al tiempo que hacían desaparecer al cura y al alcalde del pueblecito onubense. Sin embargo, la gente consiguió convencer al ejército gabacho de que el responsable del asesinato había sido un grupo forastero de bandoleros y más concretamente el contrabandista sevillano de Los Palacios Domingo Rodríguez, que pasaba por allí. Aquel chivo expiatorio consiguió disipar los deseos de venganza contra el pueblo de Almonte, hasta el punto de que la represalia se redujo a la condena a garrote vil del bandolero en la plaza de San Francisco de Sevilla, casi dos años después. Era la tercera vez en sólo unos meses que los almonteños, acostumbrados a la matanza clandestina y al disimulo de guerrilla como media España, se libraban del furor francés.



 Julio Mayo, comisario de la exposición; Juan Ignacio Real, Presidente de la hermandad matriz de Almonte; Emilio Gavira, autor de una treintena de acuarela de la muestra, posan junto a otros invitados.A. R.


Desde el año anterior (1809), a la Virgen del Rocío la habían traído desde su desamparada ermita aldeana hasta la parroquia almonteña de Nuestra Señora de la Asunción, edificio religioso que sí era respetado por el ejército ocupante, y allí permanecería hasta 1813. De modo que a nadie se le ocurrió pensar que la suerte del pueblo de Almonte no fuera sino la intercesión de la Señora de las Marismas, que estaba con ellos. Era tan evidente el milagro rociero, que una vez retirados los franceses, el 16 de agosto de 1813, se firmó en el pueblo, entre Ayuntamiento e Iglesia, un acta de Voto de Promesa por el que se comprometían a celebrar unos cultos de acción de gracias entre el 18 y el 19 de agosto de cada año por los dones recibidos de la Virgen. Y así fue como nació el llamado Rocío Chico. Curiosamente, a partir del año siguiente, 1814 -restaurada la monarquía en España con Fernando VII-, fue cuando la Romería del Rocío, que desde 1808 se había suspendido, alcanzó un impulso imparable que la ha llevado a ser lo que hoy es, con la fundación sucesiva de hermandades filiales señeras como la de Triana (1813) o Umbrete (1814). Así que puede afirmarse que el Rocío grande alcanza su envergadura actual catapultado por el Rocío Chico.

Todos estos datos, noticias fundamentales para el conocimiento de la distribución de la fábrica de la primitiva ermita, indumentaria y alhajas de la Virgen y gran documentación procedente de numerosos archivos locales, provinciales, regionales y del Archivo Histórico Nacional de Madrid pueden verse hasta el 30 de septiembre en los altos del Santuario marismeño en una exposición que, bajo el título de Intercesora de Almonte. El Rocío Chico, 1810-1813, descubre un importante puñado de claves rocieras que ni siquiera los rocieros más antiguos conocían.

Para ello ha sido necesaria la concienzuda investigación del historiador Julio Mayo Rodríguez, comisario de la exposición, que como el bandolero que con su disparo hizo germinar el milagro hace dos siglos, también es de Los Palacios, al igual que el pintor Emilio Gavira Amuedo, que ilustra con una treintena de didácticas acuarelas toda la muestra.

Precisamente uno de los descubrimientos que arroja la exposición Intercesora de Almonte es que no hubo romería del Rocío entre 1808 y 1813, periodo en el que el oidor de la Audiencia de Sevilla, Francisco de Bruna y Ahumada, se lamentaba de que la ermita era un refugio de cazadores furtivos, empezando por el capellán. El afán investigador de Julio Mayo Rodríguez, experimentado comisario de efemérides religiosas como la del V Centenario de Consolación de Utrera (2007), lo llevó por vericuetos extrareligiosos para demostrar que, en efecto, hubo cinco años sin romería. Un indicio revelador en este sentido fue la queja formal del abastecedor de aguardiente en la zona de Almonte y El Rocío en 1808 a la administración exigiendo la devolución de parte del coste de la concesión, pues no iba a vender la cantidad de alcohol preparada para una romería a la que podían concurrir entonces unos 8.000 peregrinos al haberse iniciado una guerra y reclutado 50 de los más bravos muchachos del lugar.

En la aventura investigadora ha sido crucial la posibilidad de desvelar por primera vez el fondo documental de Juan Infante Galán, un historiador local de la zona que durante los años 70 y 80 aglutinó una ingente cantidad de información hasta ahora desconocida. "Cuando Juan Infante murió en 1997, la hermandad consiguió que la Universidad de Sevilla catalogara sus fondos documentales", recordó el secretario de la Hermandad Matriz de Almonte , Santiago Padilla, quien se ha mostrado seguro "de que aún no se le ha sacado todo el rendimiento a esa documentación" y que "gracias a Julio Mayo hemos empezado a conocer".

Aprendiendo a ser Indiana Jones en Carmona

Aprendiendo a ser Indiana Jones en Carmona

 http://www.elcorreoweb.es/sevilla/provincia/128749/aprendiendo/indiana/jones/carmona

 Los alumnos del curso de la Olavide ‘Arqueología en el campo’ cavan en una nueva necrópolis de la ciudad

Rosana Pajarón (Carmona, 20 de agosto de 2011)

No se trata de una conferencia sobre la mítica película, ni una fiesta de disfraces. Hablamos de una clase, un tanto atípica, al aire libre y cuyas herramientas distan mucho de ser un lápiz y un papel. Aquí hay que mancharse las manos y llenarse de tierra hasta las cejas. Estamos en el curso Arqueología en el campo, que se desarrolla, como no, en una ciudad con gran riqueza arqueológica: Carmona. Las aulas del Centro Olavide en Carmona cerraron, pero no sus cursos, como éste que combina prácticas sobre el terreno y teoría hasta el próximo 26 de agosto.

A la entrada del municipio carmonense, junto a la estatua del Carmo que da la bienvenida a los visitantes, está surgiendo una nueva Necrópolis, que se une al importante patrimonio que posee la ciudad. Los principales artífices de este descubrimiento están siendo los 27 alumnos que, cuerpo a tierra, limpian y rebajan las zonas de excavación para descubrir qué ocurría en la zona siglos atrás. "Ya hemos encontrado tres tumbas de pozo, dos de inhumación y un quemadero, que datan del siglo I a. C. Y hay indicios de encontrar más", explica Juan Manuel Román, arqueólogo y uno de los coordinadores del curso junto a Ricardo Lineros, director del Museo de la Ciudad de Carmona.

Desde las 8 de la mañana se escuchan picos, se llenan cubos y se traslada la tierra que se va excavando. Todos trabajan a pico y pala como si fueran auténticos profesionales. Se dividen en cinco grupos, cada uno en una cuadrícula delimitada por los coordinadores. Los hay jóvenes y otros con algo más de edad, pero todos novatos en esto de excavar y darse de bruces con huesos de la antigüedad. En el crematorio trabajan Rosa, Inma y Araceli, tres chicas que van a pasar a quinto curso de Historia y se están especializando en arqueología. Son más del gremio por eso les dan algo más de libertad a la hora de excavar.
Tras pasar por yacimientos de Mérida o Sicilia, confiesan que "aquí encuentras resultados directamente. Los primeros días sacamos huesos machacados, limpiamos las tumbas y eso es algo que no habíamos hecho nunca". Mientras cuentan su experiencia, no dejan de darle al pico y a la paleta.

Aunque aún es temprano, el sol empieza a asomar por otra de las cuadrículas. En ésta se asoman algunas piedras vetustas en lo que parece ser un muro, según explica el grupo que lo trabaja. Aquí comparten herramientas tres alumnos de Historia, otro de LADE y egiptóloga Julia Vilaro, que viene desde Barcelona. Confiesa que lo suyo son los jeroglíficos, pero eso de mancharse las manos le está gustando especialmente. "Ahora para mí todo es tierra aunque espero saber distinguir los distintos estratos a final de curso", explica.

En la siguiente cuadrícula de tierra el hoyo es de los más grandes y aún no se han descubierto indicios de restos arqueológicos. El pico se golpea con más fuerza ya que hay que rebajar muchísimo el nivel de tierra. Jorge, de 20 años, acaba de soltar la pala y una de sus compañeras ha tomado el relevo. Sus estudios distan mucho de sumergirse en la historia de los romanos en el siglo I. Este estudiante de Trabajo Social se apuntó por los créditos de libre configuración pero define la experiencia como "muy positiva" y una forma original de completar créditos para la carrera.

José Cerezo les observa de lejos. Su experiencia en el campo ya es dilatada. De hecho acaba de terminar el máster en Arqueología y ya reza en su currículo la profesión de "arqueólogo". Aunque no está en el curso, se acerca para echar una mano. "Como los chavales son nuevecitos, les voy explicando. Algunas cosas les suenan a chino y están algo más perdidos", bromea. Novatos o profesionales, del gremio o no, todos se ayudan y trabajan codo con codo la misma tierra.

Así continúan hasta las 13.00 horas, donde ya sí pasan a las tradicionales aulas. Allí les imparten toda la teoría que un buen arqueólogo debe conocer, como lecciones de dibujo técnico o topografía, para estudiar el terreno. Futuras investigaciones. No porque sea un curso básico, sus descubrimientos son pecata minuta. Con las excavaciones previas al curso y las actuales se están sentando unas líneas de estudio que pueden dar grandes frutos en el futuro. El hecho de encontrar tumbas de incineración y exhumación es algo "poco normal en la época", explica Juan Manuel Román. Además, en el interior de dos de las tres tumbas de pozo descubiertas, que extrañamente no estaban expoliadas, se hallaron urnas con restos de huesos intactos así como distintas ofrendas y ajuares. Entre algunas de estas reliquias rescatadas hay piezas intactas de vidrio. "A través de su forma y el material, se puede determinar exactamente la época", aclara. Se congratula al admitir que algunos de los descubrimientos realizados en este curso no son "normales" y confía en las nuevas tecnologías para poder afinar en el estudio de este yacimiento arqueológico.

viernes, 19 de agosto de 2011

Los siglos de la Historia de Andalucía


Los siglos de la Historia de Andalucía

http://www.diariodesevilla.es/article/delibros/1044185/los/siglos/la/historia/andalucia.html

La revista que edita el Centro de Estudios Andaluces dedica sus dos últimos monográficos a la cultura ibera y a los judíos andaluces · Son dos lecturas idóneas para recrearse sin prisas durante este verano
Jaime García Bernal, 17 de agosto de 2011

Andalucía en la Historia. Iberos. 600 años de Historia de Andalucía (nº 32, abril-junio 2011).  Judíos. Siglos de encuentros y desencuentros (nº 33, julio-septiembre 2011). 3,50 euros.

El verano es tiempo para recrearse sin prisas en la historia más universal a partir de los testimonios que tenemos más cerca. Esta es la propuesta que persigue la revista Andalucía en su Historia desde su nacimiento y los dos últimos monográficos, dedicados a la cultura ibera y a los judíos andaluces, dan buena muestra de ello.

El guerrero de doble armadura encontrado en Cerrillo Blanco (Porcuna) defiende la portada del número de la pasada primavera. La mirada concentrada. El casco que insinúa una gran cimera para intimidar al enemigo. El brazo derecho, mutilado, en ademán de blandir una falcata (la espada de hoja curva y pomo rematado en cabeza de rapaz). Un gran disco-coraza, sujeto con correas y tachones circulares para proteger el pecho. Una imagen que condensa el pasado más remoto de los andaluces, el de las primeras culturas urbanas, militares y jerarquizadas: los principados iberos de los siglos VI al I a.C. Guerreros y héroes que conocíamos sesgadamente por las noticias de Plinio, Ptolomeo o Estrabón, pero que la renovación arqueológica de los últimos 30 años ha revelado en toda su complejidad y variedad regional. El cuaderno coordinado por José Luis Chicharro hace homenaje a esta laboriosa y silente actividad de las dos últimas generaciones de arqueólogos informando al lector de los tres recorridos por los que la investigación sobre el mundo ibero ha progresado más: las formas de hábitat, organizadas en torno al oppidum o ciudad fortificada, el estudio de la panoplia o equipamiento del guerrero y la investigación sobre los ritos funerarios. De la confluencia de estas tres líneas maestras de investigación resulta un nuevo paisaje de los poblados y necrópolis situados entre el Júcar y el Guadalquivir, y una primera periodización cronológica del mundo ibérico en la que destaca un período clásico o heroico de pequeñas jefaturas nucleadas alrededor de los recintos fortificados, al que sucede a partir del siglo IV a.C. la expansión territorial de los linajes más poderosos y la democratización del uso de las armas. Las impresionantes escenas de lucha, las esculturas zoomorfas y otras piezas del citado yacimiento de Porcuna adquieren nuevas posibilidades de interpretación a la luz de estos hallazgos y encontrarán en el futuro Museo de Arte Ibero de Jaén el espacio expositivo que merece la mejor colección de escultura ibera que se conoce en el mundo.

El Sefarad de Occidente

La tradición urbana de los iberos, transformada y enriquecida por la civilización romana, no se interrumpió en Andalucía. La más antigua evidencia arqueológica de la presencia de judíos en el sur de España es la lápida de la niña Salomónula, encontrada en la colonia fenicia de Adra en el siglo III de la era cristiana. Y cuando los descendientes de los judíos del Sefarad de Occidente regresaron a España, después de la campaña de Tetuán de 1859, tomaron asiento de nuevo en una ciudad como Sevilla de la que habían sido expulsados el 1 de enero de 1483. De esta continuidad de cultura ciudadana, pero también de las discontinuidades y deportaciones impuestas por las ortodoxias integristas, primero almohade y luego católica, da cuenta el completo dosier que el equipo de AH ha preparado para este verano. Isabel Montes destaca el papel intermediador de los hebreos andaluces que sirvieron con lealtad a los califas y después a los reyes cristianos. La ciudades españolas fueron un foco de atracción de judíos de toda Europa antes de que anidase también entre nosotros la ideología antisemita que ya campeaba en los países del norte. La historia personal del judío andaluz más universal, Maimónides, exiliado a El Cairo, es un símbolo de la propia deriva de la cultura sefardita que tuvo que reimplantarse lejos de su paisaje original y de la comunidad de creyentes agrupados en la aljama. Aunque también hubo regresos como sucedió con los conversos portugueses que siguieron practicando su ley en secreto, en la España de los siglos XVII y XVIII, un episodio poco conocido que nos desvela Ignacio Pulido. Y esto sin olvidarnos de las adaptaciones de aquellos criptojudíos que permanecieron en un contexto hostil como fue la España de Inquisición y de la limpieza de sangre (Kevin Ingram).

Cuando en 1935 las autoridades republicanas celebraron el octavo centenario del nacimiento del gran filósofo cordobés, se reconocía por primera vez, después de ocho siglos de sospechas e incomprensiones, la gran aportación de la cultura hebraica al mundo occidental. El simbólico acto, rememorado en la revista por Isidro González, concitó grandes esperanzas, no exentas de nostalgia, de reintegración y hermanamiento con estos españoles sin patria. Sin embargo, los acontecimientos políticos internacionales pronto impusieron otra prioridad: la repatriación de los judíos que huían de la persecución nazi.

Judíos, siglos de encuentros y desencuentros (AH 33)

Núm. 33. Julio 2011

http://www.centrodeestudiosandaluces.es/index.php?mod=publicaciones&cat=23&id=2620&ida=0&idm=

El nuevo número de la revista Andalucía en la Historia se adentra en la cambiante suerte de los judíos de Andalucía. La publicación incluye, además, páginas especiales sobre el papel de la Diputación de Sevilla en la lucha por la Autonomía.

 El Decreto General de Expulsión de los Judíos, firmado por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492, dejó en suspenso toda una situación jurídica que había perdurado durante siglos: se les daba un plazo de tres meses para que solucionasen sus asuntos económicos y saliesen del país, de tal modo que la única vía para evitar la expulsión era su conversión al cristianismo. Ahora bien, una vez convertidos al catolicismo,  quedaban sometidos a la Inquisición, ya que el Santo Oficio, como tribunal eclesiástico, sólo tenía competencia sobre cristianos bautizados. Esta fecha, marca, por tanto, un antes y un después en la historia de los judíos de Andalucía y del resto de territorios de la Corona española.
Así, bajo el título ‘Judíos de Andalucía, siglos de encuentros y desencuentros’, el dosier del último número de la revista Andalucía en la Historia, coordinado por el profesor de la Universidad de Alcalá, Juan Ignacio Pulido Serrano, se adentra en la historia de los judíos andaluces, a través de cinco artículos firmados por especialistas.
El primero de ellos, escrito por el profesor Luis Agustín García Moreno (Universidad de Alcalá), examina los orígenes de la presencia judía en Andalucía a inicios de la presente era, diferenciando las leyendas y mitos de los datos certeros aportados por los investigadores. El segundo, de Isabel Montes Romero-Camacho (Universidad de Sevilla), se adentra en la cambiante suerte de los judíos de Andalucía bajo los poderes musulmanes y cristianos entre los siglos VIII y XV, en los que los judíos vivieron largas épocas de esplendor, aunque, como deja ver la autora, padecieron múltiples persecuciones, algunas de ellas muy duras, y que desembocaron, entre otras, en las matanzas de Granada (1066), Córdoba (1013 y 1391) y Sevilla (1391).

Los artículos tercero y cuarto del dosier se detienen en la realidad de los judeoconversos en la Edad Moderna y de los llamados judíos portugueses, de la mano de Kevin Ingram (Universidad de Saint Louis) y del propio Juan Ignacio Pulido. Por último, el historiador Isidro González analiza el retorno de los judíos a Andalucía, con fechas clave como  la toma de Tetuán por O´Donell en 1860, la dictadura de Primo de Rivera y, principalmente, durante la Segunda República.

Las páginas dedicadas a los lugares y personajes de la Autonomía andaluza se detienen en el papel destacado de la Diputación de Sevilla en la consecución del autogobierno andaluz, a través de tres textos de Leandro Álvarez Rey (Universidad de Sevilla), Julio Ponce Alberca (Universidad de Sevilla) y Salvador Cruz Artacho (Universidad de Jaén).

Además, el último número de la revista incluye varios artículos de diversa temática, como el dedicado a Abbas ibn Firnas; a la conquista de Antequera por el infante don Fernando en 1410; a las blasfemias proferidas y perseguidas por la Inquisición; a la ‘lozana andaluza’; al compromiso poético de Juan Ramón Jiménez; a la revista Triunfo y sus artículos dedicados a Andalucía,; al Caso Almería (30 años después); a la colección loringiana de Málaga; a la catedral de Córdoba; y al archivo de Blas Infante. 

'La Roldana', la historia de una precursora en el siglo XVII


'La Roldana', la historia de una precursora en el siglo XVII

http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/1045432/la/roldana/la/historia/una/precursora/siglo/xvii.html

La escritora Pilar de Arístegui novela la vida de Luisa Roldán, la famosa imaginera sevillana que consiguió ser la primera mujer escultora de cámara de la corte

Patrocinio Hidalgo / Sevilla 19 de agosto de 2011.

"Nos han dicho que la mujer no es capaz de pintar y esculpir como un hombre, y eso no es cierto", declara Pilar de Arístegui, la autora del libro La Roldana, una novela histórica publicada por Ediciones B que narra la vida de la famosa imaginera sevillana Luisa Roldán.

La autora, interesada por el papel que juega la mujer en el devenir plástico, descubrió la existencia de la Roldana hace 20 años, mientras consultaba una enciclopedia americana sobre mujeres en la historia del arte. "Eran unas diez líneas nada más, pero había algo que me asombró sobremanera y picó mi curiosidad y fue que llegó a ser escultora de cámara del rey, no ponía ni siquiera de qué rey", declara la autora. A partir de aquí comenzó una labor de investigación y de búsqueda sobre la figura de esta joven sevillana, hasta que finalmente en 2010, y cuando el personaje le pareció "lo suficientemente interesante", decidió embarcarse en la escritura de la que es su segunda obra.

Luisa Roldán fue una figura importante ya que "abrió camino en una época en la que la labor de la mujer estaba muy oscurecida". Desde pequeña había trabajado en el taller de su padre, el famoso imaginero Pedro Roldán, que fue consciente de sus aptitudes para ejercer el oficio desde que era una niña. Además de su profesor, su padre fue también un apoyo fundamental en la realización de su carrera como escultora, un camino que estuvo marcado por la intriga y la envidia de muchos de sus contemporáneos, comenzando por su marido el también escultor Luis Antonio de los Arcos.

En sus inicios Luisa creó figuras junto a su padre y también en solitario pero por aquel entonces "en la imaginería no se firmaban las obras, pues éstas eran adjudicadas al jefe del taller". De ahí que se dude de si la autoría de tallas como el San Fernando de la Catedral hispalense o la Macarena de Sevilla sean de Pedro Roldán o de su hija. A los 20 años, y tras contraer matrimonio, la Roldana abrió su propio taller y comenzó a firmar con su nombre las tallas. Las dos primeras en las que consta su autoría datan de 1688 y son el San Germán y San Servando de la Catedral Nueva de Cádiz. En la hendidura de la espalda de las imágenes realizó un pequeño pergamino en el que graba la siguiente frase: Ideado por Pedro Roldán, realizado por Luisa Roldán y dorado por Luis Antonio de los Arcos.

La Roldana fue "una mujer interesante que consiguió lo que ninguna otra antes había conseguido en la historia del arte, no sólo en España. Es la primera mujer que llega a ocupar el puesto de escultora de cámara, primero con Carlos II y luego con otro rey, que es completamente distinto, Felipe V", dice Arístegui. A pesar de que se hizo con un nombre en la corte, su vida siempre estuvo marcada por la miseria ya que raras veces recibía el pago por sus trabajos.

Los pintores y escultores de la época pudieron viajar y conocer otras culturas y tendencias artísticas que enriquecieron su obra, algo que Luisa no pudo realizar por el hecho de ser mujer y vivir en el siglo XVII. Arístegui, que se declara "amante y respetuosa de la Historia", ha querido "imaginar", en la segunda parte del libro, "qué hubiera pasado si esta mujer hubiera tenido las oportunidades que tenían los hombres de su época". Eligiendo como telón de fondo la Rusia de finales del siglo, la autora envía a Luisa a trabajar durante un año en la corte del zar.

La Roldana guarda numerosas similitudes con el primero de sus libros, La diamantista de la reina, pues ambos narran la historia de dos mujeres fuertes, que aprendieron el oficio de sus padres, y que lucharon por ser reconocidas en una época histórica en la que las oportunidades para la mujer eran nulas. Luisa (La Roldana), y Micaela (La diamantista), también se parecen en algo que para la autora es fundamental y es que ambas recibieron instrucción. Según Arístegui, "han existido mujeres extraordinarias y lo que todas han tenido en común ha sido la educación".

Pilar de Arístegui está preparando actualmente su nuevo proyecto del que adelanta que la protagonista será de nuevo una mujer, más actual que las anteriores pero también "fuerte e independiente". La novela transcurrirá en África y en ella habrá una historia de amor interracial.

domingo, 14 de agosto de 2011

Revista Patrimonio Histórico nº 79 (agosto 2011)



Revista PH
79, agosto 2011, 124 p.
ISSN 1136-1867


NOTICIAS

4
BIENES, PAISAJES E ITINERARIOS

016
El valle del Almanzora, ecomuseo almeriense
016
El valle del Almanzora, Rodolfo Caparrós Lorenzo;
018
Los paisajes siretianos: ciento veinte años de intervención sobre el patrimonio arqueológico prehistórico, Margarita Sánchez Romero;
022
El palacio del Almanzora, Lázaro López Cazorla;
028
En la web;
029
Semana Santa en el bajo Almanzora: Huércal Overa, Cuevas del Almanzora y Turre, Juan Salvador López Galán;
030
Itinerario histórico por la minería del valle del Almanzora, Juan Torreblanca Martínez;
032
Fábricas preindustriales en el valle del Almanzora: ferrerías y aserraderos de mármol, Juan Salvador López Galán;
038
Ctap: la modernización de una industria milenaria, Centro Tecnológico Andaluz de la Piedra;
039
El inventario de bienes muebles del patrimonio histórico de la Iglesia Católica en el valle del Almanzora, Gloria Espinosa Spínola, Miguel Ángel Sorroche Cuerva;
040
El Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz en el valle del Almanzora, Alfonso Montejo Ráez, Olga Viñuales Meléndez;
046
Servicios de Información y Documentación, Centro de Documentación y Estudios del IAPH
048
CRITERIOS

056
Patrimonio sin ley. El patrimonio industrial de Andalucía entre 1990 y 2007, Iñaki Izarzugaza Lizarraga

A diferencia de otros patrimonios, el industrial ha sido definido legalmente después de décadas de intervención ciudadana, como las primeras reivindicaciones populares de los 70 que pretendían evitar su destrucción. A lo largo del artículo se analiza el estudio que ha permitido conocer todas las actuaciones que sobre el patrimonio industrial se han realizado en Andalucía en los últimos 20 años.


PROYECTOS

072
Conocer y valorar el patrimonio cultural de Sierra Morena: un proyecto del IAPH y ADIT-Sierra Morena, Estefanía Fernández Fernández, Alba García Arana, Gema Carrera Díaz, Aniceto Delgado Méndez, Valle Muñoz Cruz

En la línea de los nuevos parámetros del patrimonio que llevan años instalados dentro de su conceptualización más contemporánea, como los términos territorio, patrimonio y desarrollo, se circunscribe la colaboración del IAPH con la Asociación para el Desarrollo de Sierra Morena Cordobesa y la Asociación para el Desarrollo Integral del Territorio de Sierra Morena para fomentar la gestión sostenible del patrimonio de la zona, junto a la participación de todos los agentes sociales.


ACTUACIONES
84
Una mirada propositiva sobre un patrimonio iconográfico por desvelar: la iglesia del Santo Cristo de la Salud de Málaga, Aurora Villalobos Gómez, M.ª del Mar González González, José Luis Gómez Villa

Gracias al marco de colaboración que establecieron en 2009 la Consejería de Cultura a través del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, la Fundación Caja Madrid y el Obispado de la Diócesis de Málaga se formalizó el proyecto de intervención que está permitiendo la conservación integral, puesta en valor y difusión de este bien de interés cultural.


AGENDA

102
Entrevista. Pilar Luna Erreguerena: “Gracias a la labor de los arqueólogos subacuáticos y de los gestores del PCS, un mayor número de países se niega a negociar con las compañías de caza-tesoros”

102
Formación del iaph
105
Calendario
106
Convocatorias
112
PUBLICACIONES

114
Literatura y patrimonio. Sefarad. Antonio Muñoz Molina
114
Novedades
116
Reseñas
118